La antigeopolítica del liberalismo oligárquico argentino

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El macrismo como fenómeno político – sociológico va a ser estudiado como caso testigo de la manipulación mental en grados profundamente patológicos, realizada por el “periodismo de guerra”, con un rigor y una descarnada metodología que claramente parece superar por amplios márgenes todas las anteriores operaciones similares efectuadas hasta ahora en todo el mundo.
No solo superó por amplios márgenes diversas manipulaciones mediáticas masivas, como las “primaveras árabes”, la similar de Ucrania, e incluso la guerra híbrida en ejecución en Venezuela; sino los precedentes casos en Argentina, como las manipulaciones culturales del mitrismo que imponiéndose primero a base de degüellos de opositores, monopolizó los medios de comunicación casi sin exclusiones y hasta reescribió amañadamente la Historia Argentina para adaptarla a las necesidades y mandatos del liberalismo local anglófilo del siglo XIX, que se prolongó en un largo estertor de fin de época hasta 1916; también hace parecer juegos de niños las corruptelas institucionalizadas y férreas mordazas a la opinión pública “políticamente incorrecta”, perpetrada incluso con violencias y asesinatos por los personeros de la década infame (1930-1943) mantenida fraudes electorales mediante y todo tipo de cercenamientos de libertades y de ahogos forzados a toda oposición a los negociados y operaciones explícitas de subordinación a Gran Bretaña; emula y supera (pues tiene una carcaza “democrática” de la que carecían los asesinos oligárquicos de “la fusiladora”) metodologías de entrega de soberanía, de desindustrialización forzosa, de violencias institucionalizadas, practicadas desde el poder usurpado en 1955…¡y los pretorianos liberales se decían “demócratas” junto con sus cómplices políticos que avalaron sus tropelías!; supera a fuerza de presiones de todo tipo y golpes de chequera a los represores antipopulares y anti industrialistas golpistas de 1962, de aquel golpe “sugerido” indirectamente en la visita “de cortesía” de Felipe de Edimburgo, en la cual “aconsejó” “volver a la agricultura y la ganadería, que es lo que Argentina sabe hacer, y dejar de lado pretensiones industrialistas y tecnológicas, para las cuales no estábamos capacitados” (palabras más o menos, pronunciadas por el marido de la hoy longeva Isabel II); está en camino de implementar las violencias de Estado como metodología de “apaciguamiento” que
utilizó el siniestro “proceso”, aquel bajo la excusa de combatir la guerrilla, hoy con difusos comentarios de tipo pseudo tántrico sazonados con metodologías de melosos pastores mediáticos ávidos de suculentos diezmos, pero en ambos casos decididos a cercenar de cuajo toda oposición, al costo que sea; es además la continuación clara y directa, en versión aumentada hasta el paroxismo, de las destrucciones sistemáticas perpetradas por el neoliberalismo noventista, aquel que nos puso a las puertas de la disolución nacional, e inclusivo ahora con varios de los mismos perpetradores que no pudieron demostrar sus inocencias en tribunales, como Sturzenegger, Aguad y el mismo multiprocesado presidente.
Las “tareas inconclusas” de los noventistas, bajo las presidencias deplorables del menemato y el delarruato, entre ellas la desaparición forzosa de la moneda argentina mediante la dolarización (coloniaje financiero en su más cruda expresión), y sobre todo la principal tarea y objetivo básico no cumplido por los personeros de la Banca transnacional en la fenomenal crisis terminal de 2001/2002: lograr la balcanización y desaparición de la República Argentina, viejo objetivo del Imperio Británico, asumido plenamente por los poderes plutocráticos transnacionales y por las Potencias Atlantistas.
En ese aquelarre de profundas confusiones, vergonzosa pasividad de los sectores “domesticados” de la clase media, con la expresa complicidad de la oligarquía siempre apátrida y cerradamente egoísta; con el acompañamiento de “las progresías” revolucionarias de café llenas de doctrinas marxistas, trotskistas,
anarquistas y gramscistas, pero faltos por completo de Doctrina y de Pensamiento Nacional; y con el vergonzoso rol de sumisos patrioteros de bandera –uniformados o no- que avalan por puro odio, o por ignorancia supina, o por impresentables complicidades, a los personeros del neoliberalismo que aceleradamente siguen entregando jirones de soberanía, mientras van perpetrando las acciones conducentes a la disolución nacional.
Tristísimo y doloroso panorama, que avanza en medio de la apatía, la desinformación crónica y la ignorancia de temas esenciales, instalada y machacada por los mercenarios de la incomunicación pública.

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