La desigualdad de género se puede medir

Compartí esta noticia !

“Shokida Natsumi, Serpa Daiana, Domenech Laia, Moure Julieta, Fernández Erlauer Micaela, Espiñeira Lucía, & Santellán Celina. (2021). ¿Cómo se compone el mercado de trabajo de acuerdo al género de las personas?, ¿Hay diferencia entre varones y mujeres cuando hablamos de trabajo informal?¿Y cuando hablamos de cargos jerárquicos?, ¿Qué tanta diferencia hay entre los ingresos de los varones y de las mujeres?, ¿Los varones cobran más por cada hora trabajada?, ¿Trabajan las mujeres menos horas que los varones?, ¿Y qué pasa si consideramos trabajo no sólo a lo que se remunera sino también al trabajo doméstico?.

Para realizar los cálculos se utilizan bases de datos publicadas por la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC. Esta encuesta releva características demográficas, sociales, económicas, con especial atención a las formas de participación en el mercado laboral, entre hogares y personas de 31 aglomerados urbanos.

Respecto del impacto de la pandemia por COVID-19 y el aislamiento social preventivo y obligatorio (ASPO), tanto sobre los resultados como sobre la calidad de los datos, cabe aclarar que la encuesta pasó de la modalidad presencial a la telefónica para contactar y realizar la entrevista a los hogares. El propio INDEC advierte que ciertos datos no cuentan con la calidad con la que habitualmente la EPH presenta sus resultados.

Los indicadores presentados se encuentran desagregados según la variable disponible, que indica el sexo declarado por las personas de la encuesta, de acuerdo a una distinción binaria. Bregamos por la incorporación definitiva de una pregunta que nos permita tener información sobre la identidad de género de las personas en el próximo censo nacional, además de la referida al sexo asignado al nacer. La población trans-travesti históricamente ha sido excluida mediante violencia física, simbólica, psicológica, sexual y económica del sistema educativo, de salud y del trabajo formal. Dada la situación de vulnerabilidad a la que muches se enfrentan, resulta fundamental que estén presentes en las estadísticas oficiales.

Sobre la composición del Mercado de Trabajo

En primer lugar se presentan algunos indicadores clásicos (utilizados a nivel internacional) que caracterizan la composición del mercado de trabajo, desagregados según el sexo.

La tasa de actividad es la relación entre aquellos que participan en el mercado de trabajo (ya sea como ocupados o como desocupados) y la población total. En este caso, dicha tasa es ampliamente mayor entre los varones (la diferencia ronda los 19 puntos porcentuales). Esta discrepancia podría ser explicada por múltiples causas. Una de ellas es que una importante porción de las mujeres en edad laboral dediquen su tiempo a realizar tareas domésticas no remuneradas, en lugar de tener una actividad en el mercado de trabajo. Otra razón posible podría ser el hecho de que las mujeres tiendan, en promedio, a educarse más que sus pares varones. La tasa de empleo, por su parte, exhibe la proporción de ocupados entre la población total. La diferencia entre varones y mujeres en este caso ronda los 18 puntos, denotando el mismo fenómeno anteriormente mencionado.

Es importante aclarar que estas tasas expresan el comportamiento agregado de la población, y que las diferencias entre varones y mujeres sufren variaciones si se tienen en cuenta otras variables, como pueden ser los grupos de edad, el nivel educativo, la presencia de niñes en el hogar o el nivel de ingresos.

Figura 1.


A diferencia de las tasas anteriores, las tasas de desocupación y subocupación expresan la proporción que estos grupos representan en la Población Económicamente Activa. Usualmente, ambas tasas son mayores para las mujeres que para los varones, señalando que, incluso siendo minoría en el mercado de trabajo, las mujeres tendrían más dificultades para conseguir trabajo y/o para trabajar una jornada completa.

En su conjunto, los cuatro indicadores presentados en esta sección muestran una primera imagen de la problemática que enfrentan las mujeres en el mercado de trabajo argentino.

Te puede Interesar  Yerba mate en cápsulas, “experiencias de sabor únicas apretando un botón”

Brecha de ingresos

Brechas de ingresos mensuales

Como se ve en el siguiente cuadro, para el caso de todas las personas perceptoras de ingresos, la brecha entre mujeres y varones respecto al ingreso total individual es de 23.1%. Es decir, contemplando todos los ingresos que se perciben, sean de origen laboral o no laboral (como jubilaciones y pensiones, cuotas alimentarias, subsidios, etc.), las mujeres perciben ingresos que, en promedio, son un 23.1% menores que los de los varones.

Simultáneamente, en el mercado de trabajo, las mujeres ganan en promedio un 21.6% menos que los varones ($25.800 vs. $32.800). Estos datos corresponden a la totalidad de ocupadas/os, cualquiera sea su categoría ocupacional, calificación o jerarquía, y observando en este caso los ingresos provenientes de su ocupación principal.

Si tomamos en cuenta únicamente a aquellas personas que no poseen descuentos jubilatorios, se observa cómo las mujeres ganan en promedio un 31.8% menos que sus pares. Es decir que la brecha de ingresos entre las y los trabajadores se amplía cuando vemos a aquellas/os asalariadas/os que tienen peores condiciones de trabajo.

Finalmente, puede observarse que también existe una brecha, aunque mucho menor, entre las jubilaciones que perciben las mujeres y los varones.

Figura 7.

Brechas de ingresos mensuales

Media del ingreso
PoblaciónIngresoBrechaMujeresVarones
Perceptores de ingresosIngreso Total Individual23.1%$29.600$38.400
Ocupadas/osIngreso de la Ocupación Principal21.6%$25.800$32.800
Asalariadas/os sin desc. jubil.Ingreso de la Ocupación Principal31.8%$12.800$18.800
Perceptores de jubilaciónJubilación14.1%$22.600$26.300
#EcoFemiData y EcoFeminita en base a EPH-INDEC

Brecha de ingresos mensuales por calificación del puesto de trabajo

El siguiente gráfico señala cómo la brecha de ingresos mensuales de las/os ocupadas/os se mantiene incluso a iguales niveles de calificación del puesto de trabajo. Por ejemplo, mientras que los varones que trabajan en ocupaciones profesionales tienen un ingreso medio de $65.000, las mujeres ocupadas en ese mismo segmento perciben un ingreso medio de $46.900, es decir, un 27.9% menos que los varones.
En los puestos no calificados, los varones ganan $21.000 en promedio, al tiempo que las mujeres ganan alrededor de $13.500. Esta brecha es del 35.6%.

Figura 8.


Brecha de ingresos mensuales por nivel educativo

Como puede observarse en el cuadro siguiente, el porcentaje de personas que cuentan con un nivel educativo superior es notablemente mayor entre las ocupadas mujeres, en comparación a los ocupados varones.

Sin embargo, a igual nivel educativo, los ingresos laborales de las mujeres trabajadoras son inferiores a los de los varones. Esta diferencia de ingresos es del 18.7% para las de nivel universitario/superior, y del 39.2% para las que cuentan con nivel primario.

Figura 9.

Nivel educativo de mujeres y varones

Nivel EducativoMujeresVarones
Sin Instrucción2.6%3.9%
Primaria20.9%34.8%
Secundaria40.7%42.0%
Superior35.8%19.4%
#EcoFemiData y EcoFeminita en base a EPH-INDEC

Figura 10.



Horas trabajadas

La idea de la “brecha” también puede aplicarse para comparar las horas que trabajan en promedio mujeres y varones en el mercado de trabajo, de forma remunerada. De aquí se desprende que, en promedio, las mujeres trabajan menos horas que los varones, y esto explica una parte importante (aunque no toda) de la brecha de ingresos mensuales.

Cabe cuestionarse entonces respecto al porqué de la diferencia de horas trabajadas por mujeres y por hombres. ¿Existe una falta de voluntad de las mujeres para trabajar? ¿son más “vagas”? ¿o en realidad existe otro motivo por el cual las mujeres deben relegar sus trabajos, del cual los hombres están exentos? Como veremos más adelante, los datos sugieren una estrecha relación con la distribución de las tareas domésticas hacia el interior de los hogares.

Figura 13.

Brechas de horas trabajadas

Horas semanales (media)
PoblaciónMujeresVaronesBrecha
Ocupadas/os31.839.318.9%
Asalariadas/os31.841.022.5%
Asalariadas/os sin desc. jubil.25.036.631.6%
#EcoFemiData y EcoFeminita en base a EPH-INDEC

Distribución de las tareas domésticas

El trabajo doméstico suele recaer más en las mujeres que en los varones. Es decir, es más probable que sean éstas las encargadas de realizar tareas de cuidado y reproducción para otros miembros de su hogar. En estos casos, el trabajo no se comercia en el mercado, se realiza entre quienes tienen un vínculo personal, y por tanto no es remunerado.

A modo ilustrativo, se señala que: del total de personas que realizan tareas domésticas, un 72% son mujeres y un 28% son varones. Esto sucede si tenemos en cuenta el total de los hogares, y seguramente la diferencia se agravaría si quitáramos los hogares unipersonales del conteo y/o incluyéramos a las trabajadoras de servicio doméstico.

Te puede Interesar  Muertes de indigentes por hipotermia: es falsa la comparación del posteo viral

Este reparto desigual de las tareas domésticas entre varones y mujeres podría asociarse a las desigualdades vistas anteriormente en la composición del mercado de trabajo (obstáculos en el acceso a cargos jerárquicos, precarización laboral, etc ) y responde a un conjunto de normas sociales y estereotipos de género que asignan mandatos diferenciales a varones y mujeres.

Dicha feminización de las tareas de cuidado penaliza a estas últimas, haciendo que enfrenten extensas cargas de trabajo en el hogar y, por ende, imponiendo una fuerte restricción temporal y afectando el acceso al mercado de trabajo y a la trayectoria laboral.

Figura 14.

A esto se suma el hecho de que prácticamente todas las personas que se dedican al servicio doméstico (es decir, que sí venden este trabajo en el mercado) son mujeres, un 97.9%. Asimismo, del total de mujeres ocupadas, un 14.0% se dedica a esta ocupación, conformando entonces una salida laboral popular. Para más información, podés consultar el informe Las trabajadoras de servicio doméstico en Argentina.

Distribución del Ingreso

Por último, podemos analizar las brechas de género en la distribución de los ingresos. En primer lugar, se ordena por deciles a las personas según su ingreso per cápita familiar (el ingreso total del hogar dividido por la cantidad de personas que lo componen). Es decir, se forman diez grupos de individuos, de igual tamaño, ordenados según el nivel de ingresos que le corresponden por el hogar al que pertenece. En el siguiente gráfico se puede observar la proporción de mujeres y de varones que finalmente componen cada decil.

En este caso, no hay diferencias destacables más allá de una leve preponderancia de las mujeres en todos los deciles, explicable por cuestiones demográficas (hay más mujeres que varones en la población general).

Figura 15.

En segundo lugar, se separa a la población en deciles según el ingreso total individual. Es decir, se ordena en base al nivel de ingresos que percibe cada individuo, no el hogar (caso anterior). En este caso puede verse que los deciles más bajos de ingresos están compuestos mayoritariamente por mujeres y, en paralelo, los deciles de mayores ingresos se componen mayoritariamente por varones. Decimos entonces que los estratos de menores ingresos están feminizados, al tiempo que los estratos de mayores ingresos se encuentran masculinizados. ¿Cuál es la diferencia respecto del gráfico anterior?

Figura 16.

En la figura 15, las unidades de análisis son los hogares, sólo que luego se distribuyeron de forma “pareja” sus ingresos entre los miembros. De esta forma, la composición por sexo de los estratos de menores ingresos no tiene mayores diferencias respecto a la de los estratos de mayores ingresos. En cambio, en la figura 16 vemos lo que pasa a nivel individual, lo cual es una forma de “abrir” hacia el interior de los hogares. La unidad familiar parece resolver la diferencia entre sexos, pero es dentro de ésta que se mantiene la diferencia: de acuerdo a todo lo visto anteriormente, los varones tienen más probabilidades de ganar más que las mujeres del mismo hogar. La distribución de los ingresos de las mujeres, sesgada hacia los menores ingresos, se compensa en la estructura familiar con la distribución de los ingresos de los varones, sesgada hacia los mayores ingresos. Entonces, la familia como unidad de reproducción esconde y resuelve debajo de la superficie (la distribución aparentemente equitativa según los ingresos per cápita) la inequitativa distribución de las tareas de reproducción y las dificultades asociadas que tienen las mujeres para participar de forma plena en el mercado de trabajo y por tanto percibir ingresos semejantes a los de los varones.

About The Author

Compartí esta noticia !

Categorías

Solverwp- WordPress Theme and Plugin