La energía de biomasa en su justa medida
Escribe Carlos Andrés Ortiz
Recientemente comenzó a generar en forma oficial, una pequeña central de biomasa, entregando 3 MW (3.000 kW) de potencia efectiva y 3,3 MW de potencia nominal, al sistema eléctrico provincial. Está ubicada en la localidad de Cerro Azul, en la denominada Zona Centro de la provincia de Misiones.
Es un hecho positivo, sin duda, pero hay que prevenirse respecto a ciertas expresiones de “triunfalismo” que parecen enmarcar a las difusiones respecto al rol real y concreto, de las masivamente llamadas (o amontonadas conceptualmente) como “energías renovables”, también calificadas con notable liviandad técnica, como “energías limpias”, concepto este que es la falsedad clave de la nada inocente promoción a ultranza de algunos tipos de generación eléctrica.
En Misiones y el nordeste de Corrientes se instalaron sendas usinas cuyo combustible es la relativamente abundante y hasta ahora desaprovechada masa de chips y eventualmente otros residuos maderables, que son desechados por la industrialización de la madera, tanto en aserraderos como en otros establecimientos que trabajan las maderas de la región,
La usina de biomasa instalada en Virasoro, Corrientes, es 12 veces más grande que la de Cerro Azul, Misiones. Como sea, y para contextualizar, la correntina, con 40 MW es una usina mediana, mientras que la misionera califica como mini central eléctrica. No se debe confundir mini con micro centrales, pues estas últimas no superan el megavatio de potencia instalada.
La energía de biomasa, que se obtiene a partir de la combustión de residuos forestales o incluso la de diversas especies de materias orgánicas, sin duda califica como “renovable”, pues sus insumos devenidos en combustibles, son renovados por la propia acción de la naturaleza.
No cabe calificarla como energía “limpia”, pues todo el proceso de generación, incluyendo su relativamente compleja logística, emite gases contaminantes. Eso se entiende fácilmente, si se considera que la recolección, transporte y eventual tratamiento de secado, de los chips y eventualmente otros residuos, deben ser recolectados desde diversos establecimientos, en muchos casos a varios kilómetros de distancia, para ser llevados a la planta generadora. Y en la usina, la energía se obtiene quemando esos residuos, lo cual provoca emisión de gases contaminantes.
Un dato que ocultan cuidadosamente los promotores a ultranza de las amañadamente calificadas como “energías limpias” (solares, eólicas, biomasa, y otras), es que todas ellas provocan índices de contaminación por kWh mucho más elevados que las energías hidroeléctrica y nuclear.
Claro está que esos feroces y obsesivos ataques contra las grandes usinas hidroeléctricas y nucleares, no son casuales ni inocentes, pues forman parte del paquete de medidas que pretenden instalar, bajo la cobertura del terrorismo ambiental, con el cual se busca suplantar lógicas aspiraciones de desarrollo socio económico, por enfermizas mentalidades de sumisión a dictados “medioambientales” dictados por los centros del Poder Atlantista; los que son fervorosa e irracionalmente apoyados por ciertas “progresías” de escasos razonamientos, así como por políticos y comunicadores que por desconocimiento o complicidad, se pliegan a dichos “mandatos obligatorios”.
No es casual, que las potencias emergentes, que cuidan sus soberanías y sus procesos de desarrollo socio económico (como Rusia, China, India y otras), no se pliegan a los “mandatos medioambientales” con los que se pretende condicionar e incluso impedir salir del crónico subdesarrollo, al vasto grupo de naciones subdesarrolladas, pues nos quieren mantener como dóciles proveedores de baratas materias primas, impidiendo nuestro desarrollo e industrialización, atándonos al salvavidas de plomo de energías caras e ineficientes, como la solar y la eólica, a las que quieren promocionar muy por encima de su rol técnico de energías meramente complementarias.
Lo precedentemente precisado, no implica posicionarse en contra de la energía de biomasa, sino de ubicarla en su justo y real rol dentro de las diversas tecnologías de generación de energía eléctrica, sin caer en tergiversaciones y/o exageraciones que son la constante de ciertas campañas de promoción al como sea, de ciertos tipos de producción de energía, como lo son las machacadas por ONGs “ecologistas” y los varios medios “especializados” promotores de “renovables” tergiversadamente amputadas, pues excluyen a las hidroeléctricas.
El propio ingeniero responsable de la usina de biomasa de Cerro Azul, afirmó que el total de Potencia Instalada de biomasa factible de instalar en Misiones, es del orden de 20 veces respecto a esa pequeña generadora eléctrica, tal como lo expresó en un reportaje difundido en el Canal 6 de cable local.
Eso significa que la biomasa forestal podría aportar como máximo 60 MW o poco más, lo cual es aproximadamente la mitad de la Potencia Instalada de la Hidroeléctrica Urugua-Í.
Considerando que el incremento de la demanda eléctrica provincial, en una década requerirá, de mínima, contar con 550 MW adicionales de Potencia Instalada efectiva, se puede constatar en forma fehaciente, que la energía de biomasa forestal llegaría a aportar, si se desarrollara plenamente, solo el 10 % (aproximado) del incremento de la demanda de Potencia Instalada provincial requerida en la próxima década.
La energía de biomasa forestal, tiene a su favor que, dentro de su reducida capacidad de generación, proveerá energía de base, pues es programable, predecible, produce energía estable, sin las nocivas y costosas intermitencias de solares y eólicas. Pero está lejos de poder ser la panacea, como en forma desaprensiva o directamente irresponsable, algunos llegaron a expresar.
Quedan por conocer varios datos esenciales, como el costo real por kWh, el factor de carga estimado de dichas usinas de biomasa forestal (o sea que porcentaje de generación real se obtendrá, respecto a la teórica generación a pleno), y en cuanto afectará el rendimiento que los chips y otros residuos combustibles puedan estar afectados por la humedad, dada la elevada pluviosidad y alta humedad ambiente que predominan en esta provincia de Misiones.
Bienvenidas sean ambas usinas de biomasa, las cuales no solo aportarán a los sedientos de energía sistemas interconectados de Misiones y Corrientes, brindando estabilidad de suministro y calidad de voltaje en Virasoro y Cerro Azul, sino que también provocarán efectos multiplicadores positivos zonales, pues darán valor económico a residuos maderables que hasta ahora se desperdiciaban; significando fuentes de trabajo adicionales, tanto en la propia generación, como en todas las cadenas logísticas imprescindibles para aportar el combustible, recolectado y tratado en la zona de influencia de cada una de estas plantas generadoras.
En síntesis, bienvenidas ambas usinas de biomasa.
Pero es totalmente lamentable y muy negativo para el desarrollo socio económico, que Misiones y también Corrientes, sigan subordinadas al discurso y los “mandatos” del ecologismo cavernario; el cual tan cargado de fanatismo como carente de bases técnicas sólidas y coherentes, sigue despotricando contra la necesaria utilización en gran escala del gran recurso energético del cual disponen Misiones y Corrientes, que es nuestro enorme y hasta hoy casi totalmente desaprovechado potencial de generación hidroeléctrica; la cual además de ser muy económica, es limpia (no genera gases ni residuos), y de mucha calidad; en las antípodas de las intermitentes solares y eólicas.