La IA le gana la partida al metaverso, también en el campo del entretenimiento
Pronto hará tres años desde que apareció la palabra metaverso en la vida de muchas personas. Fue en boca del director general de Facebook, ahora bautizado como Meta, Mark Zuckerberg, que anunciaba que durante la próxima década se crearía un universo virtual abierto a todo el público. Si bien es cierto que han ido apareciendo ejemplos de las posibilidades que permite este mundo y que incluso ha habido compañías que han participado en algunos eventos, no ha tenido gran trascendencia para los usuarios. ¿A qué se debe?
Para empezar, cabe definir el concepto: se trata de un entorno creado de forma digital que fusiona la realidad física con la digital. Para que tenga éxito, tienen que converger un conjunto de tecnologías como la realidad virtual, la realidad aumentada o el blockchain, entre otras. Y es que el objetivo definitivo es el de crear un mundo inmersivo y social, en el que los avatares puedan moverse libremente y tengan la capacidad de interactuar e intercambiar experiencias como lo hacen en la vida real, incluso con una economía propia.
Una de las principales funciones que cubrir por este metaverso es el entretenimiento, en el que se hace especial hincapié. Por ejemplo, se contempla a la larga la presencia de casinos online que permitan formar parte digitalmente de una mesa de la ruleta o asistir a un concierto virtual sin hacer colas y evitando así las aglomeraciones. Nada más lejos de la realidad, estas actividades siguen agrupando a la mayoría de los aficionados delante de las pantallas, como lo han estado estos últimos años, sin apenas ver ejemplos de éxito en este mundo lleno de avatares.
La IA como apuesta empresarial
A Meta, empresa matriz de Facebook e Instagram, le siguieron otros gigantes de la industria tecnológica como Google o Microsoft, entre muchos otros. Lo que se esperaba que fuera una apuesta en firme por este entorno inmersivo, con todas las dudas que generaba al público general, parece haber quedado apartado debido a la aparición repentina de la inteligencia artificial. La IA, como popularmente se la conoce, ha ido ocupando muchas funciones de peso y se ha convertido en una de las tecnologías estrella para las compañías.
Aunque los algoritmos pueden mejorar la experiencia pensada para el metaverso, la realidad es que esta es ahora la gran prioridad para los gigantes del sector. Se ha convertido en uno de los servicios más demandados para particulares y empresas y es una incansable fuente de datos e ingresos. A diferencia de otras apuestas, esta ha caído de pie entre la población que, sea consciente o no, la usa diariamente en sus tareas más cotidianas, ya sea mediante la seguridad digital, los generadores de texto o la gestión de sus datos.
El ocio: un ejemplo representativo
El campo del ocio y del entretenimiento es un pequeño ejemplo extrapolable a lo que está sucediendo con la IA y el metaverso. La realidad virtual y aumentada, dos elementos indiscutibles para el éxito de la consolidación de este universo virtual, parece que se han quedado estancadas. Es cierto que hay videojuegos y ejemplos del casino online que las proponen, pero su penetración en el mercado no está siendo la que se preveía hace una década, cuando se dieron los primeros pasos.
En cambio, de mucha más rápida adaptación han sido los algoritmos, de integración más natural y rentable para las compañías. Estos se dejan ver no solo en el consumo del producto final, sino en varios aspectos de la experiencia: desde la seguridad del cliente hasta las recomendaciones de títulos, pasando por el análisis de datos, la personalización de la experiencia o la adaptación de promociones. Y es que, a ojos de muchos no ha supuesto un gran cambio en la manera de hacer, sino una ligera modificación.Para terminar, cabe mencionar el rol del internauta en el éxito o no de aplicar una tecnología de esta tipología. De entrada, se debe tener en cuenta la barrera económica, algo que en el metaverso puede generar una inevitable brecha; mientras que la IA apenas tiene coste para el usuario final. Además, hay que contar con el periodo de incubación de la idea, adecuándose a las necesidades de los internautas, mostrándose indispensable en su día a día y siendo de integración natural y no demasiado forzada.
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