La industria manufacturera entra en 2026 con expectativas cautelosas y señales de estancamiento

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La industria manufacturera argentina transita el cierre de 2025 y el arranque de 2026 con un clima empresario dominado por la prudencia, la debilidad de la demanda interna y un nivel de confianza que se mantiene en terreno claramente negativo. Así lo revela la última Encuesta de Tendencia de Negocios del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), correspondiente a las expectativas para el trimestre diciembre de 2025–febrero de 2026.

El relevamiento muestra que, si bien se moderaron algunos desequilibrios operativos -como el nivel de stocks-, no aparecen aún señales consistentes de recuperación en producción, empleo o inversión. El escenario predominante es el de estabilidad frágil, con más empresas esperando que la situación se mantenga sin cambios antes que una mejora tangible.

De cara al primer trimestre de 2026, el 22,9% de las empresas industriales espera una caída en el volumen de producción, frente a solo un 12% que anticipa aumentos, mientras que el 65,1% prevé que no habrá variaciones. El balance de expectativas es negativo en –10,9 puntos, reflejando un sesgo contractivo que se consolidó a lo largo del segundo semestre de 2025.

Este dato confirma que el sector manufacturero sigue sin encontrar un motor claro de expansión, en un contexto donde la demanda -especialmente la interna- continúa siendo el principal condicionante.

La evaluación de la situación actual es todavía más elocuente. Más de la mitad de las empresas (53,3%) considera que su cartera de pedidos está por debajo de lo normal, mientras que apenas un 3,7% la ubica por encima. El balance alcanza un contundente –49,6 puntos, uno de los registros más negativos del año.

En línea con este diagnóstico, la demanda interna insuficiente se consolida como el principal freno a la producción, mencionada por el 54,2% de los empresarios, incluso por encima de la competencia de productos importados (10,8%) o la incertidumbre económica (7,5%). En comparación con tres meses atrás, la debilidad del mercado interno se profundizó y explica buena parte del parate productivo actual.

Stocks: un equilibrio que no impulsa crecimiento

A diferencia de otros indicadores, el nivel de stocks muestra una situación relativamente más ordenada. El 61,1% de las empresas considera adecuado su stock de productos terminados, con un balance levemente positivo de 6,5 puntos. Esto sugiere que la industria logró ajustar inventarios al ritmo de ventas, pero sin que ello se traduzca en una reactivación de la producción.

En términos estratégicos, el dato revela una industria defensiva, enfocada en evitar sobreacumulación, más que en prepararse para un aumento de la demanda.

Las expectativas sobre exportaciones presentan un cuadro algo más equilibrado, aunque sin dinamismo. El 18,2% de las empresas espera aumentar exportaciones, frente a un 15,9% que prevé caídas, y un 65,9% que anticipa estabilidad. El balance es apenas positivo (2,3 puntos), lo que indica que el frente externo no logra compensar la debilidad del mercado interno.

El mercado laboral industrial sigue mostrando señales de cautela. Solo el 5% de las empresas planea aumentar su dotación de personal, mientras que el 16,9% prevé reducciones, con un balance negativo de –11,9 puntos. En paralelo, casi dos de cada diez empresas anticipan una caída en las horas trabajadas, otro indicador de ajuste gradual, sin despidos masivos pero con menor utilización de capacidad instalada.

En materia financiera, el 64,9% de las empresas califica su situación como “normal”, aunque el balance sigue siendo negativo (–8,5 puntos). Más preocupante aún es el acceso al crédito: el 30,9% lo considera difícil, frente a apenas 7,6% que lo percibe como fácil, con un balance de –23,4 puntos. Este factor limita la posibilidad de inversión y expansión en el corto plazo.

El Indicador de Confianza Empresarial (ICE) de la industria manufacturera se mantiene en valores profundamente negativos, en torno a –22 puntos en noviembre de 2025, consolidando una tendencia descendente a lo largo del año. Este indicador sintetiza el ánimo del sector y confirma que la industria opera en modo de supervivencia más que de crecimiento.

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