Industricidio y técnologicidio son acciones de traición a la Patria
Claramente los cierres masivos de industrias, que se dan dolorosamente día a día; y los achicamientos forzosos, cuando no los cierres de entes nacionales dedicados a la investigación científica y la creación de tecnologías, son objetivos buscados por el muy negativo conjunto de medidas que en rápida sucesión se están perpetrando, e incluso son visibles el desdén cuando no la perversidad con la que son tratados por el gobierno ultra conservador actual y sus secuaces, que evidencian disfrutar ante el contexto de caos y miseria creciente y generalizada que implementan.
Cabe calificar como viles acciones de traición a la patria, a todo el accionar del actual gobierno nacional, y de los gobiernos provinciales que lo apoyan, pues con manifiesta intencionalidad y con alevosía, están destruyendo rápida y brutalmente la economía nacional, empujándonos a la totalmente perimida e inviable economía centrada únicamente en la producción de materias primas, como lo éramos alrededor del 1900.
No solo se ataca a las industrias y a los entes tecnológicos, mediante sucesivas acciones negativas que buscan las desapariciones forzosas de esos sectores de la economía argentina, sino que también están provocando el caos generalizado, con el perverso desinterés que libertarios y sus cómplices, se desentienden por completo de los múltiples focos de incendios que arrasan a La Patagonia, incendios que destruyen valiosos bosques e incluso amenazan a poblaciones; todo eso y otras acciones negativas se dan, mientras el presidente sigue viajando al exterior, en acciones que parecen agotarse en el “auto bombo”, mientras brillan por su ausencia los inexistentes frutos positivos de tantos viajes…para los cuales “sí hay plata”, mientras que supuestamente no hay fondos para paliar el hambre masivo y creciente, la desatención con aristas de perversión con la que se niegan fondos para la Salud Pública, la Educación Pública, e incluso para las necesarias obras públicas y las tareas imprescindibles de mantenimiento de las infraestructuras viales (caminos y autovías), eléctrica, sanitarias, educativas, etc.
Debe enfatizarse el concepto de viles acciones de traición a la patria, pues desguazar intencionalmente a sectores estratégicos y de vitales importancias, como las industrias y los entes tecnológicos, significan destruir partes muy importantes de la Economía Nacional, achicándonos no solo en lo cuantitativo, sino también en lo cualitativo.
Ese brutal achicamiento de la Economía Argentina, nos empuja a la vez, al riesgo mucho mayor de provocar la disolución nacional, como ya sucedió con otros Estados Nacionales que fueron desguazados (como Yugoeslavia) o brutalmente involucionados al lastimoso concepto de Estados inviables, tal como los Poderes Transnacionales que promueven la globalización salvaje lograron perpetrar en varios países de Asia y África, y buscan hacerlo en “puntos débiles” de Íbero América.
De lo precedente, es de recordar que varias destacadas figuras del “Think Tank” de EEUU, como Zbigniew Brzezinski y otros, promovieron el desguace de Rusia en al menos cuatro naciones diferentes, plan que mediante el caos general evidenció estar en perpetración a fines del siglo XX, lo cual fue superado y anulado por el decidido accionar estatal de la Era de Putin, actualmente vigente.
Entre la interminable catarata de mentiras y tergiversaciones groseras, que con verborrágicas expresiones dice el gobierno libertario/neoliberal, el presidente afirmó la supuesta “grandeza” de Argentina, entre fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX; falsedad absoluta que no corrigió e incluso acentuó, al afirmar que “fuimos la primera potencia económica mundial”.
En realidad, éramos una semicolonia subordinada al Reino Unido, un país de economía elemental, carente casi por completo de industrias y de entes creadores de tecnologías, con una pésima distribución de la riqueza, la cual se concentraba en las pocas familias de la alta oligarquía terrateniente y algunos sectores vinculados a ese excluyente grupo socio económico, mientras que la inmensa mayoría de la población apenas subsistía en la pobreza, y muchos en la miseria más acentuada, sectores estos últimos que fueron definidos con vocablos con tintes despectivos, como “crotos”, “atorrantes” y similares, todos ellos subsistiendo en contextos de dolorosa miseria y exclusión.
Otra consecuencia de esa miseria generalizada, acentuada luego en la “década infame” (1930-1943) fue la proliferación de conventillos, edificios en los que se hacinaban tantas familias como cuartos había en cada casa, pues cada familia sobrevivía en un solo cuarto. Eso mientras la oligarquía hacía construir grandes y ostentosos palacetes, preferentemente a la vera de las grandes avenidas porteñas; palacetes que se construían con todos los materiales importados de Europa, y en muchos casos con mano de obra y arquitectos traídos expresamente del Viejo Continente.
Esa falsedad ideológica y fáctica, de la supuesta “grandeza” de aquella Argentina oligárquica y socialmente excluyente, se sigue inculcando como supuesta “gran verdad” en los Institutos Militares, con acentuada distorsión histórica y económica, según lo indican muchos testimonios e incluso opiniones directas de algunos oficiales de altos grados.
O sea que los formatean, acorde a los dictados ideológicos afines a la retrógrada y clasista oligarquía tradicional. No por casualidad, desde hace décadas, evidencian enseñar poco o nada de Geopolítica, Historia y Economía a los uniformados de Argentina, con lo cual más que Fuerzas de Defensa Nacional, parecerían operar como fuerzas de ocupación al servicio antinacional; lo cual evidencia constatarse con los apoyos masivos de ese sector, a gobiernos y personajes influyentes que abiertamente se burlan de todo Principio de Soberanía Nacional y operan en contra de los Intereses Nacionales, como los muy antinacionales neoliberales y muy destructores libertarios.
Esas gruesas confusiones y carencias de formación, se evidencian en las opiniones vertidas en las redes sociales, en reportajes a altos oficiales (dos de ellos recientes), y en otras exteriorizaciones que muestran que el sano Patriotismo fue en muchos casos suplantado por el hueco patrioterismo de bandera, el cual se agota en el himno y la bandera, y desconoce el patriotismo concreto en defensa de la propia población y en sectores claves de nuestra economía, como la industria y los entes tecnológicos (incluyendo en estos a las Universidades Nacionales).
El sector industrial, más aún el de altas tecnologías, y los entes que crean y/o apoyan y estimulan las creaciones y avances tecnológicos, son los sectores de la economía que tienen los mayores efectos multiplicadores positivos, por lo que son reconocidos a nivel mundial como los principales factores inductivos al desarrollo socio económico. Eso junto a la instrucción pública, en sus diferentes niveles.
Todos los países desarrollados del mundo, así como las Potencias Emergentes, fomentan, protegen y valorizan sus desarrollos industriales; como también estimulan fuertemente sus propios desarrollos tecnológicos, y cuidan y protegen a sus propias poblaciones, enfatizando invertir en salud y educación públicas. Y todo lo precedentemente sintetizado, se verifica independientemente del supuesto “cartelito ideológico” que se les pueda intentar asignar a cada país.
No se trata de cerrados dogmatismos de pretendidas clasificaciones entre “derechas e izquierdas”, en cuyos muchas veces obtusos razonamientos, omiten por completo la existencia del Pensamiento Nacional, con las vertientes que al respecto son propias de cada país. El economista surcoreano Ha Joon Chang, desde su accionar investigativo y docente en Oxford, describió con contundente simplicidad, el engañoso accionar de las potencias económicas, que con sus prédicas liberales y similares (léase neoliberales, libertarios y similares) intentan confundir a los subdesarrollados. Esas potencias económicas predican liberalismo con Estados ausentes, pero practican fuertes proteccionismos, con Estados Nacionales fuertemente activos.
Forzar a la involución forzosa, primarizando la economía y marginando intencional y alevosamente a nuestra población, son actos de alevosa traición a la patria.
Mucho peor, con fuertes dosis de cinismo y de sadismo, con odios muy mal digeridos a nuestra patria y a nuestro pueblo, son las acciones intencionales de destrucción general social y económica, todo ello tal como lo venimos padeciendo en forma muy acentuada en el actual contexto político.
Claro está que los medios concentrados y otros opinólogos al tanto por cuanto, día a día desvían la atención de esa cruda y nefasta realidad, instalando temas banales, dando grandes espacios a temas policiales, a enredos farandulescos, y otras nimiedades de poco o ningún sentido. Además, instalan sutilmente el sentimiento de resignación, además de echar falsamente las culpas a todo lo Nacional y popular, en esto fomentando el odio irracional, como motivación principal para que no se echen las gruesas culpas sobre los reales perpetradores del caos general que se agrava a diario.