La luz pascual y tantas sombras

Escribe monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas

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Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas, para el segundo domingo de Pascua [11 de abril de 2021]

Durante varias semanas estaremos celebrando el tiempo pascual. Es un tiempo para animarnos en la esperanza, porque Cristo resucitó y la vida triunfó sobre la muerte. Esta es la experiencia gozosa de los Apóstoles que nos presenta el Evangelio de este domingo (Jn 20,19-31). Ellos estaban reunidos en un lugar de Jerusalén y llenos de temor. No era para menos, habían matado a quien ellos seguían y no sabían qué podía pasarles. El texto bíblico nos dice: «Jesús poniéndose en medio de ellos, les dijo ¡la paz esté con ustedes!… Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes» (Jn 20,19-20). Esta experiencia de fe era fundamental para que los Apóstoles reciban el mandato de evangelizar

Quizá nos venga bien repensar estos textos pascuales, para redescubrir cuál es el aporte que nuestro tiempo necesita de los cristianos. Este encuentro pascual fue fundamental para que los Apóstoles sobrelleven las dificultades de su tiempo. Nosotros también necesitamos de esta experiencia de fe Pascual y de una espiritualidad más profunda, para ser testigos en medio de tantos problemas y desafíos de esta época. Para poner la luz pascual en medio de tantas sombras.

Lamentablemente es común escuchar situaciones gravísimas que expresan la violencia que se experimenta sobre todo en ámbitos juveniles. Muertes y asesinatos, tanto a nivel nacional, como provincial.

En nuestro tiempo no analizamos las causas profundas de los problemas y por eso no generamos las soluciones adecuadas. ¿Por qué se encuentran tantos cargamentos de diversos tipos de droga y nunca nos enteramos quiénes son los «capos» que manipulan ese comercio mortal para nuestros jóvenes? ¿Hay miedos, protecciones…? ¿Por qué nos escandalizamos de las crecientes crisis familiares y después potenciamos todo tipo de películas y novelas, que presentan como normal madres alcohólicas y prostituidas, parejas enredadas en infidelidades y traiciones de todo tipo? Es más, si una familia se presenta como fiel y con hijos, los mismos medios en vez de elogiarla la rotulan como «conservadora» y «tradicionalista». ¿Qué poder protege y promueve el mercado del alcoholismo y de la droga?

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¿Qué poder protege y promueve el consumo de la violencia y la crisis familiar? ¿Por qué esta hipocresía de escandalizarnos por lo que pasa con la violencia juvenil y después avalar este poder consumista que daña mortalmente a nuestros jóvenes? Es cierto que en la realidad se dan estas situaciones, y queremos acompañarlas con misericordia y verdad, pero también se dan de las otras, donde hay jóvenes responsables, que trabajan, que estudian, que son sanos. Familias que luchan, con problemas, pero creen en el amor comprometido, se alegran y construyen silenciosamente una cultura con valores.

Hay muchas situaciones que podemos señalar que son buenas noticias de nuestros jóvenes. El pasado viernes 9 fue ordenado diácono el seminarista Juan Emanuel Pérez en la parroquia Santa Rita de Posadas, experimentando el llamado de Dios al sacerdocio y respondiendo a su llamado de entregar la vida en bien de sus hermanos.

He señalado muchas veces la necesidad de plantearnos qué imagen de hombre, o sea de varón y mujer, queremos sustentar. En una visión materialista donde el hombre no tiene capacidad de trascendencia, (los judeo-cristianos diríamos, donde el hombre no tiene la dignidad de ser «imagen y semejanza de Dios») las consecuencias serán el consumo indiscriminado tan promovido por el vigente capitalismo salvaje y, por lo tanto, sus lógicas consecuencias de violencia y corrupción.

Vuelvo a la Pascua. Hoy especialmente necesitamos de Dios, de tener experiencia del Cristo resucitado, de buscar una espiritualidad más profunda, que nos humanice. No dudo que como se dio en el encuentro de Jesucristo resucitado con los Apóstoles en el relato del Evangelio de San Juan de este domingo, su presencia en nuestro encuentro personal, familiar y social nos aportará su saludo tan significativo: ¡La paz esté con ustedes!

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¡Les envío un saludo cercano y hasta el próximo domingo! Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas

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