Los que siguen anclados en los años 70
Ningún país serio y con vocación de grandeza puede prescindir de sus Fuerzas Armadas y Fuerzas de Seguridad. Eso es una verdad elemental, en todo sentido, pero mucho más si se analiza el tema con criterio y visión geopolítica.
En Argentina, particularmente, es históricamente cierto e irrefutable, que “el Ejército nació con La Patria”, pues fue creado para repeler las agresiones británicas, y luego fue parte esencial de la Revolución de Mayo y las luchas por la Independencia, hasta 1824.
Por ende, las Instituciones militares y de seguridad son esenciales e irreemplazables. Queda en claro, consecuentemente, que estas reflexiones de ningún modo pueden calificarse como “antimilitaristas”, descalificación rápida e irreflexiva que con notable superficialidad esgrimen los que usualmente no entienden nada de lo que se diferencie, así sea mínimamente, del “formato” que tienen incorporado como lo único “militarmente correcto”; erróneos dogmas grabados a fuego en sus neuronas, en el “proceso”.
Formato político – militar, que en Argentina se instauró excluyentemente desde 1955, se enfatizó en los años ’60 (cuando López Aufranc habría quemado toda la bibliografía de contenido Nacional en los Institutos Militares, para que nada contradiga los dogmas liberales), y se institucionalizó desde los años ’70, sobre la base de los cursos de adoctrinamiento político (aderezados como cursos de capacitación) implementados por la Escuela de las Américas, para copiarse en cascada en diversos instructivos y cursos internos, de forma tal de intentar tener cooptados los pensamientos y enfatizando que “el” enemigo, prácticamente único y severamente demonizado, quedó señalado en “el comunismo” y en todo lo que –a criterios muy cerrados- pudiera parecérsele, por caso el cooperativismo, o todo lo que rozara lo social, lo comunitario, etc.
Se hizo creer que éramos parte del mundo “libre, occidental y cristiano”, que no era ni es libre, ni occidental ni cristiano…pero analizar esto en profundidad requeriría al menos otro artículo.
El ejemplo “impoluto” a seguir, era “el gran país del norte”, aberración conceptual que hasta los egresados liceístas suelen repetir como verdad revelada; al punto tal que muchos retirados y muchos liceístas, en el subconsciente evidencian sentirse tan identificados con EEUU y Europa Occidental, que para ellos la argentinidad es algo accesorio casi desechable, o al menos subordinado a aquel “sentimiento principal”. Mientras, para La Marina, La Rubia Albión seguía -¡y aun sigue!- siendo su referencia indiscutible, por supuesto desconociendo las continuas agresiones e injerencias sutiles o desembozadas de los británicos a lo largo de nuestra historia, manejando los hilos de nuestra política y nuestra
economía, en la balcanización del enorme territorio del Virreinato del Río de la Plata, del cual somos herederos históricos indiscutidos, y “minimizando” la ocupación manu militari de Malvinas, Sandwiches del Sur y Georgias del Sur, además de las pretensiones británicas sobre todo el territorio de la Antártida
Argentina; y de las acciones de zapa, semiencubiertas, que buscan quitarnos La Patagonia, indigenismo y neoliberalismo mediante. Al menos dos libros, escritos después de la Guerra Del Atlántico Sur, prueban el grado de subordinación mental del que adolecen al menos algunos altos oficiales de la Marina Argentina.
Tan serio y pernicioso resultó ese proceso de adoctrinamiento, que en muchos casos, implícitamente quedó grabada la subordinación mental total a EEUU y a Europa Occidental. Como notas de color, pero que hacen al tema, menciono dos casos anecdóticos muy claros: 1) en pleno “proceso”, un alto oficial de La Marina, que oficiaba de Ministro de Economía de Misiones, se refirió al cooperativismo como “ese engendro comunista” (aberración conceptual que no amerita mayores explicaciones); 2) pocos años atrás, en unas jornadas de la Diplomatura en Geopolítica, dictada en Posadas, un alto oficial de una fuerza de seguridad, cuando se analizaban los cambios que están verificándose en el tablero geopolítico mundial, con el resurgimiento ruso, la fuerte y creciente influencia china y el rol relevante de los BRICS; ese alto oficial, exultante exclamó “pero yo pienso que ‘nos conviene’ depender de EEUU” (sic); ni se le pasó por la mente, que el objetivo concreto debe ser no depender de nadie, pero ese pensamiento de corte nacional, no está en el “chip” que le instalaron en su cerebro; lo entrenaron para que su “nacionalismo” esté subordinado mentalmente a EEUU.
La clave de esas dos anécdotas (y muchas más que sería interminable relatar), que no por casualidad se tapan, pues resultan “inconvenientes” para los poderes establecidos del neoliberalismo; y su solución, es volver a la Doctrina de la Defensa Nacional de la Ley Riccheri, dejando de lado definitivamente la muy nefasta doctrina de la seguridad nacional. Doctrina esta última elaborada a medida de los intereses de las potencias colonialistas imperiales, e impuesta en su momento a Íbero América como pensamiento único y excluyente, por los Centros de Poder de EEUU y Gran Bretaña.
Todo eso constituyó un masivo proceso de cooptación mental, manipulando e instalando enfoques cerrados, de tipo doctrinario binario, del formato “amigo-enemigo” excluyente de visiones más amplias, razonadas y que con lógica deberían contemplar otros criterios que involucren capacidad de razonamiento sin
preconceptos, y que tengan como prioridad absoluta la Soberanía Nacional.
Como además la doctrina de la seguridad nacional, se instaló como
pensamiento único, en un marco de violencias cruzadas en los “años de plomo” de la guerrilla y la contrainsurgencia, sus pautas doctrinarias calaron muy hondo y en muchos se instalaron como pensamiento único admisible, a tal punto que el mero
cuestionamiento, así sea muy bien fundamentado, genera rechazo visceral,
puramente emotivo y proclive a la violencia fácil contra los emisores de “pensamiento sacrílegos” que puedan cuestionar aquellas supuestas “verdades absolutas”.
En las mentes más simples, todo cuestionamiento es absurda e
irreflexivamente calificado de “antimilitarismo” sospechoso de “subversivo” o “comunista”. Y en los que se podría suponer más capacitados, como muchos oficiales del espectro de los retirados, cualquier tipo de razonamiento estratégico suele conducir, por abstrusos mecanismos mentales inculcados profundamente, a reflexiones pretendidamente muy sesudas, ancladas en los ’70, que focalizan todos los males en “la subversión marxista”, que para esas mentalidades obtusadas por años de repeticiones conceptuales constantes, termina siendo “el” enemigo, único y excluyente.
Siendo más claro: abundan los análisis “de la actualidad”, con mayor o menor profundidad, efectuados por oficiales retirados consustanciados con “el proceso” y por civiles del mismo sesgo doctrinal, que luego de ciertas menciones a hechos actuales, terminan indefectiblemente echando las culpas o las sospechas “al comunismo internacional” (o conceptos asociados), mientras surfean torpemente eludiendo por completo toda evaluación profunda actual nacional, ¡y ni cuestionan al neoliberalismo apátrida ni a sus personeros locales e internacionales!
Ni se les cruza por la mente analizar las agresiones constantes, mediante acciones de “guerras blandas”, a las que somos sometidos a diario por las Potencias Atlantistas y por los mega poderes financieros transnacionales.
Tan cerrados son algunos criterios, tan obtusos en su forma de “pensar” condicionada al extremo, que ni siquiera advierten que la realidad mundial es hoy muy diferente a la imperante hace casi medio siglo atrás.
En ese contexto de severa colonización cultural, omiten considerar, y se enfurecen si se los menciona, que el motivo y objetivo real de perpetración del “proceso”, fue instalar el neoliberalismo salvaje en Argentina, y que para garantizar todas las tropelías de los personeros de esa doctrina económica, lamentablemente, las FFAA y FFSS tuvieron el muy indecoroso rol de fuerzas de ocupación al servicio del neoliberalismo y de las severas pautas del Consenso de Washington; que nos endeudaron brutalmente, afectaron profundamente el tejido social nacional, y atacaron con saña toda la estructura industrial y tecnológica argentina, formateándonos como dócil colonia de los poderes plutocráticos mundiales y de las Potencias del G 7, las que son sedes y Estados funcionales a esos factores de poder globalizantes de las finanzas transnacionales.
Tampoco saben, y dudosamente lo estudien, que “el proceso” fue
totalmente funcional a la evaluación de Harry S. Ferns, cuando expresó que la única forma de desarticular los notables avances socio económicos logrados por el peronismo, era mediante el estallido de una guerra civil y sus profundas fracturas, a la cual nos empujaron de hecho Gran Bretaña y EEUU, entre otros, en esos aciagos años. Hoy los fervorosos “proceseros” ni son conscientes de todo ello.
Esos confusos anclados en los años ’70, suelen emocionarse fácil con las formalidades huecas, como algún desfile con mucha promoción presidencial neoliberal ¿se entiende el concepto, no?; pero parecen “no darse cuenta” de las terribles consecuencias de las acciones de entrega y resignación de soberanía explícitamente tramitadas, en lo que hace al Mar Argentino, Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur, La Antártida Argentina, e incluso La Patagonia, cuyo despoblamiento acelerado fogonea y provoca el neoliberalismo hoy nuevamente gobernante en Argentina.
Es tarea ardua intentar hacer entender a los dogmáticos “proceseros” y otros retirados que piensan en forma similar a aquellos, que la soberanía no se agota en el himno y la bandera; y que defender la industria nacional, la tecnología argentina, la concepción geopolítica de la Patria Grande, el necesario rearme sin depender de tecnologías de la OTAN, la salud e instrucción de la población, los acuerdos económicos y de defensa extra OTAN (principalmente con China y Rusia, por elementales principios de Geopolítica), hacen a la esencia concreta del tema.
Por cierto, esos confusos sectores militares, anclados en los años ’70, lejos están de los pensamientos y acciones señeras, que con patriotismo y desinterés personal, concretaron grandes militares que son referencias indiscutibles de defensa clara e insobornable de los Intereses Nacionales, como Riccheri, Mosconi, Baldrich, Savio, Perón, Guglialmelli, Rodríguez Zía y otros muchos, no por casualidad hoy “olvidados” y fuera de toda mención.
Por el contrario, con dudosa inocencia, siguen exaltando a Aramburu (cuyo nombre provocativamente tiene la propia Escuela de Infantería del Ejército) y Rojas (ambos fusiladores contumaces y claramente actuantes instigados por los británicos en el golpe de Estado de 1955), Videla y otros (funcionales a los designios del Departamento de Estado, de Downing Street 10 y de Wall Street).
Ese estado de profundas confusiones doctrinales, también afecta a vastos sectores de las clases medias, pero es mucho más preocupante y pernicioso en el ámbito militar, pues por formación y vocación, el auténtico patriotismo bien fundamentado y no el mero patrioterismo fuera de foco, debería ser el eje del pensamiento castrense. Por cierto muchos reflexionan, se cuestionan e intentan analizar el todo con visión actual, con fundamentos y objetividad. Pero otros muchos siguen prestando oídos y credulidad, a los enrevesados argumentos de muy confusos liberales, que bajo pátinas de pseudo nacionalismo, en rigor son funcionales a los sectores de poder, que nos quieren sumisos y subdesarrollados.
Descarnado y doloroso análisis de un aspecto poco evaluado de la realidad nacional, que de no rectificarse, nos lleva directo a la disolución nacional, a la cual también abonan sectores de las “progresías” huecas, enroladas en el indigenismo, el ecologismo, el derecho humanismo y otros instrumentos de guerras blandas, operados hábilmente por Gran Bretaña y las demás potencias atlantistas.