Madera: fiebre desreguladora o cuando un sector se muerde la cola
La fiebre desregulación que impuso el presidente Javier Milei revitalizó debates clave en Misiones, ambos vinculados por causas y efectos. En el sector forestal, la AMAYADAP y la Apicofom, nucleados a su vez en la Confederación Económica de Misiones, sorprendieron con un fuerte documento en contra del Instituto Forestal Provincial, que nació con el objetivo de fijar precios mínimos para la materia prima forestal. El argumento empresario es que “no sirvió” y que la fijación de precios distorsiona el mercado, por lo que abogan por su desguace, como ocurrió con el Instituto Nacional de la Yerba Mate y que deje de fijar precios, que, curiosamente, se acordaron por unanimidad en la mayoría de las oportunidades.
El INFOPRO nació hace cuatro años para poner un poco de equilibrio en un mercado fuertemente desbalanceado y con precios mínimos que contrastaban con la promesa de rentabilidad con la que entusiasmaron al productor para que plantara pinos. Los precios nunca acompañaron la expansión forestal y la ley 25080, con la que el Estado pretendió estimular a los plantadores, siempre corrió detrás en tiempo y valores. Ese desbalance hizo que el ritmo de plantación perdiera fuerza y los resultados pueden verse ahora: el última balance del sector forestal revela una pérdida de 57.936 hectáreas en comparación con 2020 y una tasa de plantación promedio de 9.734 hectáreas por año, contra una tasa de aprovechamiento promedio de 13.363 hectáreas en los últimos cuatro años.
En el NEA la tasa de plantación supera las 33 mil hectáreas por año, pero la tasa de aprovechamiento promedio es de 34,6 mil hectáreas en los últimos cuatro años. En Misiones la tasa de plantación promedio es de 9.734 hectáreas por año. Pero la tasa de aprovechamiento promedio es de 13.363 hectáreas en los últimos cuatro años.
Entre 2021 y 2023 se talaron entre 9 y 10 mil hectáreas de bosques plantados, lo que representó entre 2 y 2,5 millones de metros cúbicos de volumen de madera por año.
Hay 300.453 hectáreas de pino, 37.623 hectáreas de eucaliptus, 10.130 hectáreas de araucaria y 8,500 hectáreas de otras especies.
Es el primer decrecimiento en los sucesivos inventarios forestales, ya que Misiones sostuvo una expansión constante de la superficie forestada, especialmente entre los periodos de 1971 a 1980 y el periodo 2001 a 2010, cuando la provincia pasó de 277.565 hectáreas a 365.142 hectáreas, impulsada por la implementación de la Ley de Promoción de Bosques Cultivados N° 25.080 y sus modificatorias. En ese período, su base forestal se incrementó en 90 mil hectáreas. Ahora hubo una baja de 57.936 hectáreas, influenciada por los bajos precios y una migración hacia la yerba mate -que hoy también sufre de depresión de precios- y otras producciones con mayor rentabilidad.
Se planta menos y hubo mucha migración hacia otras producciones más rentables, entre ellas la yerba mate, que, vaya paradoja, ahora con el mercado desregulado desde diciembre, sufre una brutal depresión de precios que está dejando fuera de competencia a los pequeños productores. ¿Por qué desregular sería el camino ideal para incentivar nuevas plantaciones forestales? El INFOPRO mejoró los precios pero no lo suficiente como para que haya un boom. Pese a las actualizaciones, los precios siguen estando por debajo de otros mercados cercanos. La tonelada puesta en fábrica en Brasil está a 65 dólares, mientras que en Chile está a 53 dólares. En Chile se le encarece más porque también le agregan al costo un seguro de protección contra incendios.
En el análisis del sector empresarial no se incluyen otras variables clave de la coyuntura, como el impacto de la parálisis de la obra pública, el consumo interno en picada por la pérdida de poder adquisitivo
y el aumento de costos, como la energía eléctrica, que perdió todos los subsidios desde la asunción del nuevo Gobierno, además del incremento de los costos logísticos e insumos en dólares. El negocio cambió no por un precio mínimo, sino por variables exógenas.
“La paralización de la obra pública, la caída del poder adquisitivo y la apertura a las importaciones golpean con fuerza a la industria forestal. Las pymes resisten y procuran evitar la pérdida de empleos; sin embargo, no se avizora una reactivación para el sector”, señaló la presidenta de la Federación Argentina de la Industria Maderera y Afines (FAIMA), Mercedes Omeñuka, durante una visita reciente a Santiago del Estero, en una posición bastante distinta a la de los industriales misioneros que no admiten ese nuevo escenario.
Omeñuka explicó que las “dificultades” se perciben “en toda la cadena” foresto-industrial. “Se está sintiendo porque al paralizarse la obra pública, todo lo que sea o el grueso de la primera transformación de la madera -o sea, cuando el rollo entra a proceso y se convierte en tablas-está con un ‘parate’ importante”, comentó.
En lo que respecta a las pymes abocadas a la producción y venta de muebles, el presente no es nada alentador, debido el escaso poder adquisitivo en los hogares. “Realmente está todo el mundo en una situación en que está remando, y como siempre decimos: ‘es sobrevivir o comprar muebles’, porque se trata de un bien que uno tiende a dejar de lado para cuando ‘se pueda’”.
Al menos hasta 2025, desde FAIMA no ven una mejora sustancial para las empresas. “No se vislumbra un periodo de tiempo determinado para decir: ‘bueno, desde diciembre o el año que viene, vamos a estar mejor’. Queremos estar mejor y estamos haciendo un esfuerzo enorme. Entendemos que la situación llegó a esto y hay que pasar por todas estas dificultades, y tenemos la esperanza de que podamos mejorar; pero no lo vemos a corto plazo”, precisó.
Otro dato no menor es que la productividad industrial en el país es baja, de un promedio del 36 por ciento. Esto quiere decir qué de 12 millones de metros cúbicos se convierten en tan sólo 3,5 millones de m3 en tablas. El resto son subproductos que recién ahora tienen un poco de valor. Antes se quemaban a cielo abierto. La materia prima es tan barata que se exporta en crudo a China. Rollos sin ningún agregado de valor.
La pérdida de superficie forestada no es el único problema para la industria. La disponibilidad es otro eslabón que se debe tener en cuenta. De lo que hay plantado, hay mucho de la propia industria. Es decir, no hay disponibilidad de madera para nuevas grandes inversiones.