“Mucha satisfacción al poder avanzar con la titularización de las tierras del Cien Hectáreas”

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Matías Frick es el responsable del departamento de Tierras de Oberá, municipio que lleva adelante la mayor regularización de tierras urbanas en Misiones. “No podremos solucionar todo el problema habitacional de la ciudad porque nos excede en tiempo y recursos, pero queremos dejar sentadas las bases para el futuro”, dice. Repasa las políticas públicas para tierras que lleva adelante el intendente Carlos Fernández.

Los vecinos del barrio Cien Hectáreas de Oberá podrán acceder a los títulos de la tierra que ocupan desde hace 40 años. Si bien este proceso estaba en condiciones de avanzar, desde 1982, se disparó por precisas indicaciones del intendente Carlos Fernández, que instruyó a su equipo en ese sentido.

“La verdad que se me eriza la piel cuando recuerdo a los vecinos que vinieron a firmar el compromiso de pago, apenas se conoció esta noticia. La gente vino entusiasmada y como había muchos adultos mayores, bajamos un escritorio y los atendimos en la planta baja, para que no suban las escaleras. Un abuelito quiso pagar al contado; otros en dos cuotas, cuando pueden hacerlo en 24 meses con cuotas accesibles de 400 peso al mes”, explica el abogado Matías Frick, responsable del área de Tierras de la Municipalidad de Oberá.

Las usurpaciones de terrenos es uno de los problemas que tiene la ciudad y que desde esta gestión se enfrenta con la determinación de avanzar con soluciones. Por un lado, desde la legalidad, desde el Municipio pone en conocimiento de la Justicia cuando se producen estas usurpaciones, sin desconocer la necesidad social que implica contar con una vivienda digna. “Claro que tenemos en cuenta las necesidades de los vecinos pero también trabajamos con mucha responsabilidad: no vamos a solucionar el problema habitacional de Oberá pero la gestión del intendente Fernández pretende dejar sentadas las bases para avanzar en esa solución”, se sincera el joven funcionario.

Antecedentes recientes

La historia reciente cuenta que desde el Ejecutivo municipal presentaron un proyecto de Ordenanza que contenía dos aspectos trascendentes para enfrentar esta coyuntura: por un lado, para poder avanzar en la titularización de más de 500 terrenos del barrio Cien Hectáreas y por otro, la autorización para contar con un banco de tierras y disponer de fondos para adquirir tierras que se anexen a las que Oberá ya tiene. El proyecto fue remitido al Concejo por el equipo del intendente Carlos Fernández y el Deliberativo de la ciudad decidió dividir ese proyecto en dos, tarea que nuevamente realizó el Poder Ejecutivo municipal: por un lado, el proyecto para avanzar con la titularización del barrio Cien Hectáreas, con una tarifa social para el valor de las tierras que como fue aprobado, ya está en marcha. Por otro, la creación del Banco de Tierras y la disponibilidad de las tierras privadas que ya pertenecen a la Municipalidad de Oberá.

“Hablamos de tierras de dominio público y tierras privadas, ambas pertenecientes al municipio. Sobra las primeras, son las destinadas a espacios verdes, plazas, caminos, de uso público de la comunidad y las otras, que también pertenecen a la Municipalidad pero se pueden disponer de acuerdo a las necesidades del municipio”, explica Frick.

De esta manera, entiende, llevan adelante una propuesta de solución como política pública, aunque sea a largo plazo. El concepto de política pública volverá de manera reiterada en la entrevista que sustenta esta nota.

“Ya están pagando las cuotas”

“¿Sabés qué es lo más importante de todo esto? Que los vecinos están concretando un sueño por el que esperaron más de 30 años. Ya comenzaron a pagar para poder acceder al título de propiedad, con todo lo que eso implica. Para evitar la especulación electoral, buscamos que puedan terminar de pagar antes de las elecciones de 2019, en 24 o 25 cuotas, con la modalidad de cuota social, para que en ese tiempo puedan alcanzar su título”.

En el año 1982, la provincia donó esas tierras, por Decreto, al Municipio, después de adquirirlas de la Gendarmería Nacional. En 1983 ya se hizo el plano de mensura y la división en lotes para las cien primeras familias que habitaban en el lugar. Desde entonces ya estaban dadas las condiciones para avanzar con la titularización. Pero en estos 34 años, las distintas administraciones apenas avanzaron con la regularización y titularización de 64 lotes, de un total de 557 lotes.

“¿Por qué ahora? Porque las necesidades son reales y porque además ya estaban hechas las mensuras, lo que abarata mucho este proceso: de lo contrario, tendríamos que disponer solo para mensuras unos cinco millones de pesos. El análisis técnico nos permitió avanzar, después de recuperar la información de catastro y de armar las carpetas con una encuesta específica para el barrio. Tomamos los datos para las escrituras y el trabajo de campo, casa por casa, nos dio, además, el perfil socioeconómico del los habitantes del barrio. Actuamos con la celeridad para estos casos y lo primero que necesitábamos era actualizar la ordenanza de 1982 para disponer esta titularización y la presentamos ante el Concejo Deliberante. Con esa ordenanza aprobada implementamos el pago, accesible, y logramos celebrar un Convenio con el Colegio de Escribanos para contar con una tarifa social para las escrituras de este barrio, de solo cinco mil pesos a los que se suma el costo de la tierra y algunos extras que hay que pagar en Rentas, redondeando en diez mil pesos que los vecinos pueden pagar hasta en 24 cuotas”.

-Así encarado, esta acción parece ser la regularización de tierras urbanas más importante de Misiones, que alcanzará a los propietarios de más de 500 terrenos habitados desde hace al menos cuatro décadas.
-Es así. Estamos convencidos que esto es política pública de alta escuela; es una inversión que hace el Estado, facilitando el acceso a las tierras. Apenas habilitamos los pagos, los vecinos vinieron a hacer sus propuestas, con ganas, con compromiso y con mucha emoción. Esa emoción es contagiosa. Algunos querían pagar al contado por más que les explicamos que deberían esperar para tener sus títulos; tenemos plazos mínimos que no podemos acortar, que son de por lo menos ocho meses para que puedan contar con esos títulos pero aún así, pagaron. Estaban esperando hace 40 años para tener ese terreno a su nombre, dice el joven funcionario.

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-La reacción de los vecinos, ¿fue inmediata?
-Cuando fuimos a informar sobre esta situación, había más de 350 personas esperando para hablar con nosotros. Son los habitantes del barrio, gente que nació y se crió ahí y que seguirán viviendo en el barrio. Yo te puedo asegurar que las reacciones son muy emotivas.

-Si bien esto comenzó hace 35 años, ¿cuáles fueron los momentos recientes de este proceso de regularización?
-El primer paso concreto fue en julio de 2016 cuando el intendente Carlos Fernández envió el proyecto para crear la Oficina de Tierras dentro del municipio de Oberá que si bien estaba contemplada en la carta orgánica, no existía. Esa oficina se creó el año pasado, por ordenanza, como un departamento que funciona dentro del área jurídica de la Municipalidad. En mayo de este año se aprueba la otra ordenanza, que autoriza a disponer de las tierras del barrio Cien Hectáreas, actualizando lo que ya estaba reglamentado en 1982. Entre medio, identificamos el problema más grande que teníamos y como es un barrio grande, pero con facilidades técnicas, arrancamos por ahí. Hace unas cuatro semanas el Concejo Deliberante aprobó la regularización de este barrio y ya llegamos con los convenios con los vecinos, para avanzar con esta respuesta.

-¿El Banco de Tierras tiene alguna relación directa con este barrio; lo necesitan para poder avanzar?
-Relación directa no tiene porque el proceso de regularización de las tierras del barrio Cien Hectáreas ya están en marcha, con su autorización correspondiente. Pero el Banco de Tierras, que está en análisis en el Concejo Deliberante, contempla la creación de un registro específico de tierras de propiedad del Estado municipal, en capacidad de generar políticas habitacionales y con la posibilidad de adquirir nuevas tierras e incorporarlo a ese banco de tierras, a ese Registro, junto a las tierras que ya están y que son de dominio público, como plazas o calles, que no se pueden disponer para viviendas. Se incorporarían al registro, bien discriminado, lo que es de uso público y de uso privado del propio Estado municipal. Los espacios de dominio público no pueden ser ocupados porque es de todos, como una plaza o espacio verde, pero los de dominio privado –que son propiedad de la Municipalidad- pueden destinarse a viviendas, por ejemplo.

-¿Necesitan con urgencia la ordenanza sobre el banco de tierras, o es algo que puede esperar?
-La ordenanza todavía no aprobada contempla la creación de una caja específica a la cual se asignarán fondos para adquirir tierras o avanzar con mensuras, por ejemplo. En ese sentido tenemos la intención de avanzar con la regularización de otros dos lugares así que necesitaríamos esa Ordenanza con la mayor celeridad posible. Hay mucho por hacer y somos totalmente conscientes de que no podremos solucionar todo, pero queremos avanzar con todo lo que esté a nuestro alcance.

-¿Cuál es el déficit habitacional de Oberá?
-Si bien no tenemos el relevamiento preciso y detallado, la ciudad tiene 27 asentamientos irregulares con al menos 20 familias en cada uno de ellos, los que de manera rápida nos permite inferir que hay más de 540 familias en Oberá con este problema. Pero el censo no está terminado, así que puede ser un número superior y eso es lo que motivó al intendente Fernández a dejar las bases para la Oberá del futuro, una ciudad que pueda enfrentar otros problemas pero que cuente con visos de solución respecto a la problemática habitacionales. Por más que contemos con la tierra, desde la Municipalidad no podemos dar respuesta a esa cantidad de viviendas primero, y principal, porque no sólo no contamos con el dinero para enfrentar ese problema, sino que tampoco existe en el Municipio ningún ítems, ni impuesto, que deba ser destinado a la construcción de viviendas. La solución habitacional escapa al presupuesto municipal pero aún así podemos encarar esto para comenzar a dar algunas respuestas. Vamos viendo cómo podemos regularizar los problemas urgentes. Entendemos que la política pública a largo plazo puede facilitar algunas soluciones. El problema está en la ciudad y tenemos que hacer algo aunque, insisto, no sea exclusiva responsabilidad del municipio solucionar el problema habitacional de la ciudad.

Oberá, ciudad de referencia de la zona centro
Si bien algunos registros y asentamientos rozan las cuatro décadas, el gran impacto que sufrió Oberá se dio en la década del 90, cuando las familias de la zona abandonaron las chacras y se asentaron en esta ciudad considerada como referencia en la zona centro sur de Misiones.
Esa situación se mantiene, de alguna manera, según admiten desde el Municipio y lo pueden corroborar cuando los vecinos de esos asentamientos piden autorizaciones para conectarse a la energía eléctrica y en sus documentos figuran los domicilios de origen. Oberá sigue recibiendo familias migrantes de la zona: Panambí, Guaraní, Los Helechos, San Martín, Campo Ramón y toda esta zona de influencia.
La migración interna en busca de un mejor situación laboral sigue vigente como en los años 90, produciendo un fuerte impacto que se traduce en demandas habitacionales que las ciudades de referencia, como Oberá, no logra resolver.
En sólo un asentamiento de Oberá, unas 80 familias de trabajadores informales, en su gran mayoría tareferos, generaron estrategias precarias de supervivencia donde, a modo de ejemplo, se cuidan a los hijos mientras los adultos salen a trabajar. “Esta es una solución en medio de la crisis, que de alguna manera aporta soluciones para la urgencia, pero somos conscientes de que estas familias necesitan, y reclaman, condiciones de vida que les corresponde pero que el Estado no puede encarar con la urgencia que la situación amerita. Estas situaciones complejas son reales, y cotidianas”, admite el funcionario.

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-Recién mencionó que hay dos asentamientos grandes que necesitan intervención pero también mencionó las limitaciones que existen desde el municipio. ¿Qué van a hacer o qué pueden hacer en este sentido?
– Estamos trabajando en la regularización de dos asentamientos grandes donde estamos avanzando con la redacción de la ordenanza para una de ellos, donde hay que desafectar una reserva de árboles declarada en 1996, que en la actualidad es totalmente abstracta porque hay muchísimas familias viviendo en ese predio, cerca de un arroyo, lo que vuelve a impactar porque por un lado la reserva se inunda con facilidad, no tiene servicios básicos y esta situación la padecen las familias que la habitan. Tenemos que regularizar la situación de esas tierras para después buscar algún tipo de ayuda del Estado nacional para ver cómo urbanizar la zona, por ejemplo. Algo similar estamos encarando para el otro asentamiento: primero hay que desafectar la tierra del dominio público y después conseguir los fondos para avanzar con la mensura. Avanzamos con este problema pero nos manejamos con responsabilidad y por lo tanto, no podemos comprometernos a solucionar, a dejar resueltos estos problemas porque sabemos que nos darán ni los tiempos, ni el dinero, pero podemos avanzar bastante con regularizar la situación legal de la tierra. Estamos trabajando mucho, fuerte, y desde distintas áreas, pero con responsabilidad, para no generar expectativas.

-¿También están asesorando a los vecinos con respecto a operaciones inmobiliarias de tierras?
-Sí. Si bien tenemos objetivos concretos dentro del departamento de Tierras, también trabajamos con lo inmediato, como esa la atención de los vecinos que requieren servicios de electricidad o ir a los barrios a asesorarlos, de manera gratuita, sobre inmuebles, sobre todo para que no sean estafados si, por ejemplo, van a comprar un terreno. Buscamos evitar la venta y reventa del mismo terreno, por ejemplo o que les vendan espacios públicos y después se encuentran con que perdieron la poca plata que tenían. Es un trabajo de concientización sobre la adquisición inmobiliaria.

Matías, el funcionario

-Se lo ve entusiasmado con estas acciones que llevan adelante. ¿Qué significa este trabajo para usted?
-Antes que nada creo que es una oportunidad única, que nunca tuve, de formar parte de un equipo de gente joven, capacitada, con muchas pero muchas ganas de hacer las cosas bien y también de aprender, reconociendo que somos jóvenes y que por nuestras edades podemos desconocer cuestiones que son muy complejas, pero tenemos la suerte de contar con los que saben, en quienes nos apoyamos. Los compañeros que saben mucho de las áreas que integramos, esas voces experimentadas del equipo, están presentes y trabajamos de manera conjunta. En este trabajo, todos nos estamos dando la oportunidad de hacer las cosas bien en serio, con responsabilidad, llevando acciones que pueden beneficiar a mucha gente. Esta es una oportunidad de ayudar, de manera concreta, a mucha gente desde los campos en los que la mayoría de nosotros nos formamos, ya sea desde una Universidad o los trabajos previos que hicimos. Eso significa esto para mí: una oportunidad única, de la que estoy muy agradecido.

-¿Estaba en sus planes trabajar desde la gestión pública?
-No, sin dudas que no. La Facultad –es abogado- te prepara y te genera la visión hacia el ámbito privado, donde la noción de lo público es algo lejano, como algo abstracto, sin impactos en la sociedad pero esa sensación es lo primero que revertí; veo que es todo lo contrario. Y hay que reconocer que esta posibilidad nos dio el intendente Carlos Fernández a muchos de nosotros, pese a nuestra edad. Supo, y ahora sabemos nosotros, que desde la función pública se puede aportar mucho para cambiar la realidad de la gente. Y eso no sólo está muy bueno, como idea, sino que lo estamos vivenciando, porque los estamos haciendo.

-¿Está satisfecho con su propio trabajo?
-Sin dudas, porque por más que es un trabajo agotador, lleno de críticas antes que de sugerencias o acompañamientos desde afuera del equipo, vemos resultados que no son para nosotros. Como no te va a dar satisfacción ver a un abuelito que puede acceder al título de su terreno, por el que esperó años y años de su vida, totalmente descreído y cuando lo palpa como algo posible, vos te das cuenta que trabajaste para eso. A mí me da mucha satisfacción porque estábamos trabajando quizás desde el descreimiento, cansados de tantas promesas incumplidas y de repente pueden visualizar el plazo en que tendrán el título de propiedad en la mano, te das cuenta que el trabajo que hiciste dio sus frutos. Y eso te anima a más.

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