“Necesitamos una alianza del Estado con el sector privado”

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El presidente de la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal), Daniel Funes de Rioja, afirmó que es preciso “una alianza del Estado con el sector privado” para superar la crisis económica profundizada por la pandemia de coronavirus y comenzar a reactivar la economía.

En una entrevista con Télam, Funes de Rioja dijo que esa “alianza no significa sustitución del sector privado por el Estado, sino un Estado que pueda apoyar en el medio de esta catástrofe global al sector privado para que, sobre todo, podamos no sólo atender el mercado interno, sino sostener e incrementar las exportaciones”.

El dirigente industrial subrayó, además, que “la industria de alimentos y bebidas ha respondido bien durante todo este tiempo, aún con percances. El abastecimiento es normal”.

Abogado y doctor en Derecho y Ciencias Sociales en la especialidad Ciencia Política y Constitucional, de Universidad de Buenos Aires (UBA), el titular de la Copal también es uno de los vicepresidentes de la Unión Industrial Argentina (UIA).

A continuación los principales tramos del reportaje con Télam:

Télam: ¿Cómo evalúa el manejo que hace el Gobierno de la pandemia?

Daniel Funes de Rioja: El Gobierno adoptó las medidas adecuadas, fundamentalmente, en haber articulado de la mejor manera la posibilidad de habilitar cada vez más actividades para oxigenar a las economías familiares. Además, hay que manejarse con una buena base científica, e indiscutiblemente la base científica está y el Gobierno se mueve a partir ella. No hay que perder de vista el contexto regional y acá también se está haciendo eso, sobre todo teniendo en cuenta que hay niveles muy altos de casos de coronavirus tanto en Brasil como en Chile y Perú, y son países muy cercanos. Otro factor importante es que todos en el Gobierno dicen que hay que manejarlo paso a paso, e ir hacia adelante, o para atrás si es necesario.

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T: ¿Está conforme con el modo en que se reabre la actividad productiva?

DFR.: Es adecuado ir abriendo fábricas y espacios de producción con protocolos idóneos de prevención. Los contagios no son en lugares de trabajo, sino en determinados “eventos sociales” o en lugares de alta concentración. Hasta ahora se viene haciendo un cuidado adecuado en todos los lugares que no son grandes centros urbanos. Pero incluso en Córdoba o en Rosario el impacto pareciera ser distinto al del AMBA. Lo que hay que lograr en un país con alto grado de informalidad, es generalizar los protocolos más que restringir las actividades que terminan haciéndose clandestinamente. Cuando uno ve en la calle persianas a medio bajar, es porque están funcionando sin controles, ni prevenciones de un buen protocolo. Entonces hay que avanzar hacia la aplicación de protocolos de prevención y sanitización, de transporte y de detección de casos sospechosos. Esos son los tres pasos que hay que tener en la mira.

T: ¿Cómo es la situación de la industria productora de alimentos en este contexto?

DFR: La industria de alimentos y bebidas, declarada como esencial desde el 20 de marzo, primero mostró que veníamos de una semana previa al aislamiento con una corrida de consumo en los supermercados, pero de inmediato se recuperó. El abastecimiento es normal, hay problemas de logística, vinculados a restricciones interjurisdiccionales para el paso de camiones, que pueden generar alguna demora en insumos, materias primas o distribución, pero son menores. La industria de alimentos y bebidas ha respondido bien durante todo este tiempo, aun con otros percances.

T: ¿Cuáles son esos otros percances?

DFR: La población laboral de la industria se redujo en un 30% promedio, como consecuencia de relevar de la obligación de trabajar a personas en edad avanzada, embarazadas, con patologías especiales que constituyen mayor riesgo, y a quienes se quedan en su casa para cuidar a sus hijos. Del otro lado, la demanda se concentró fundamentalmente en la canasta básica: fideos, arroz, azúcar, leche y yerba. Y todo lo que es consumo impulsivo, como golosinas, chocolates, helados y productos congelados tiene un movimiento muy bajo. Además, la gastronomía está cerrada, lo mismo que las actividades hoteleras y turísticas, lo que afecta el nivel de producción.

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T: ¿Puede sostenerse lo que dure la emergencia esa buena respuesta de la industria?

DFR: La evolución de la pandemia no sabemos cuánto va a durar. Cuanto más dure, más daña al aparato productivo e incluso a las perspectivas de exportación. El comercio internacional puede caer un 30%. No soy pesimista, pero hay que pelear mucho más el acceso a los mercados. Necesitamos una alianza del Estado con el sector privado. Alianza no significa sustitución del sector privado por el Estado, sino un Estado que pueda apoyar en el medio de esta catástrofe global al sector privado para que, sobre todo, podamos no sólo atender el mercado interno, sino sostener e incrementar las exportaciones, porque hay mercados, países, que necesitan alimentos y valoran el alimento argentino. Pero eso requiere un partenariado público y privado.

T: ¿Cómo evalúa las asistencias otorgadas por el Estado a través de créditos, subsidios y rebajas contributivas?

DFR: Absolutamente necesarias para que no que se caiga el proceso productivo ni el empleo. Pedimos el ATP (Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción) fundamentalmente porque en la Argentina no hay un seguro de desempleo que cubra no solo la desocupación total sino también la temporaria. Era lógico que el Gobierno lo pague directamente al trabajador y que no pasara por la empresa. Así lo pedimos nosotros. Es el mecanismo adecuado porque se trata de una asistencia al trabajador.

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