Obesidad: enfermedad crónica presente en más de la mitad de la población
El pasado 4 de marzo se celebró el día de la lucha contra la obesidad para concientizar y recordar los problemas que son ampliamente visibles en nuestra población y en el mundo entero; provocando miles de víctimas anualmente.
La obesidad es una enfermedad crónica caracterizada por un aumento excesivo de la grasa corporal que se traduce en un aumento del peso. A su vez también es un factor de riesgo para otras patologías crónicas como enfermedades cardiovasculares y renales, diabetes tipo 2, hipertensión y algunos tipos de cáncer.
Según los datos de la Encuesta Nacional Argentina de Nutrición y Salud (ENNYS, 2019) el sobrepeso y obesidad están presentes en el 67,9% de la población adulta, en el 41,1% de la población de 5 a 17 años y en el 13,6% de la población menor de 5 años, este último debería estar por debajo del 2%. Además, el 8% de los niños son afectados, es decir que no desarrollaron su potencial de estatura a causa de una mala alimentación.
Entre los principales orígenes de esta enfermedad, prevalece la mala alimentación; el desequilibrio entre lo que se consume y lo que se gasta en un día, el aumento del consumo de alimentos procesados, grasas y azúcar.
No es coincidencia la relación directa que hay entre el consumo de estos alimentos y el número de muertes que está ocasionando la obesidad y las demás enfermedades relacionadas. Tampoco es coincidencia el reemplazo de la comida casera por los alimentos industrializados que se vieron notablemente en los últimos 50 años.
Tanto el sobrepeso como la obesidad, son altamente prevenibles; algunas recomendaciones para lograrlo son:
- Realizar las cuatro comidas diarias: desayunos, almuerzos, meriendas y cenas.
- Consumir ocho vasos de agua al día.
- Realizar actividad física todos los días, al menos durante 30 minutos.
- Evitar el consumo excesivo de azúcares. Optar por el uso de edulcorante como Stevia o sucralosa.
- Usar condimentos como orégano, albahaca, romero, etc. Para potenciar el sabor de las comidas y evitar así el uso de sal.
- Preferir productos lácteos descremados: yogurt, leche y quesos.
- Preferir carnes magras, en caso de no serla, retirar la grasa visible y la piel del pollo antes de llevar a cocción.
- Consumir legumbres al menos dos veces por semana.
- Aumentar el consumo de frutas, incorporarlas en desayunos, colaciones o como postres todos los días. Elegir las de estación y las regionales ya que nos brindan los nutrientes necesarios según la época del año.
- Consumir ensaladas en almuerzos y cenas.
- Aumentar el consumo de productos integrales, de salvado y semillas de todo tipo (chía, lino, sésamo, girasol, etc.)
- Evitar el consumo de productos de panadería, gaseosas, snacks, aderezos, golosinas, galletitas rellenas, chocolates, crema de leche, manteca y margarina.
- Consumir alcohol con moderación
Cómo decidas alimentarte será la calidad de vida que lleves y que tengas una vejez saludable. Pongamos un freno a esta enfermedad que avanza de manera alarmante.