Los investigadores identificaron un descenso sostenido en la razón de mortalidad materna (RMM) desde 1980 hasta el 2009 (puntos azules), año de la pandemia de H1N1. Durante este evento, la RMM aumentó exponencialmente (punto rojo) para luego, retomar una tendencia de descenso aún más acelerada a partir de 2010 (puntos celestes). Este estudio demostró que los registros oficiales argentinos, utilizados en experimentos naturales, son capaces de detectar el impacto causado por sucesos sanitarios adversos, tales como la pandemia de H1N1 de 2009 o por el actual brote pandémico por SARS-CoV-2.

Los investigadores identificaron un descenso sostenido en la razón de mortalidad materna (RMM) desde 1980 hasta el 2009 (puntos azules), año de la pandemia de H1N1. Durante este evento, la RMM aumentó exponencialmente (punto rojo) para luego, retomar una tendencia de descenso aún más acelerada a partir de 2010 (puntos celestes). Este estudio demostró que los registros oficiales argentinos, utilizados en experimentos naturales, son capaces de detectar el impacto causado por sucesos sanitarios adversos, tales como la pandemia de H1N1 de 2009 o por el actual brote pandémico por SARS-CoV-2.

Por primera vez en el mundo evalúan con experimentos naturales poblacionales efectos de epidemias sobre la mortalidad materna

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Un estudio colaborativo recientemente publicado en la revista científica The Lancet Regional Health – Americas aplicó por primera vez la Serie de Tiempo Interrumpida (STI) en base a datos argentinos y, de ahora en más, permitirá que otros países cuenten con un instrumento para medir la calidad de los registros de muertes maternas. Se trató de un experimento natural, que además ratificó la calidad de la información de la Argentina. 

La investigación fue liderada por el Dr. Elard Koch, epidemiólogo senior de MELISA Institute de Chile, y realizada junto a la socióloga María Elena Critto, investigadora de MELISA Institute y docente de la Universidad Católica Argentina; los médicos argentinos Lenin de Janon Quevedo, investigador y director de la carrera de Medicina de la UCA; Ruth Weinberg, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires; y Adolfo Etchegaray, director de la Unidad de Medicina Fetal del Hospital Universitario Austral y docente de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral; y los investigadores de Perú y Chile, Yordanis Enriquez, de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Católica Sedes Sapientiae de Perú; y Miguel Bravo, de MELISA Institute.

Para el estudio, se utilizó una serie de 38 años (1980 a 2017) de los registros de fallecimientos argentinos para evaluar la tendencia de la razón de mortalidad materna (número de mujeres que mueren año a año durante el embarazo, parto y puerperio por cada 100.000 nacidos vivos), por causas específicas antes, durante y después de la epidemia global causada por el virus pandémico H1N1 en 2009.

En el período estudiado, se registró un punto máximo en la razón de mortalidad materna de Argentina durante la pandemia por influenza H1N1 de 2009, para luego volver a descender de forma acelerada. El análisis de la STI muestra que por cada año precedente al 2009, la mortalidad materna global disminuyó en 0,94 muertes por cada 100.000 nacidos vivos. Luego, se invirtió abruptamente en 2009 con un aumento de 12,74 por cada 100.000 nacidos vivos y, pasado el período de la pandemia de H1N1, retomó una tendencia decreciente.

Implicancia en la pandemia actual COVID-19

¿En qué medida esta investigación podría ser de utilidad para prevenir muertes de mujeres embarazadas? María Elena Critto, investigadora de MELISA Institute y docente de la UCA, remarcó que “con este estudio, queda demostrado que el registro de muertes maternas de la Argentina puede ser útil para evaluar los efectos específicos de la pandemia de SARS-CoV-2 en curso y cualquier otro brote infeccioso emergente en el futuro”. Y agregó: “La difusión de este tipo de estudios es clave, por un lado, para tomar conciencia y poder actuar en tiempo y forma ante virus emergentes, priorizando la prevención de las muertes maternas y la disminución de los factores de riesgo para la salud y, por el otro, para monitorear, fortalecer o rectificar las políticas de salud pública que impactan a las mujeres en base a la información y evidencia científica local”.

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Sin embargo, hacer este trabajo aplicado a la pandemia actual de COVID-19 tiene la dificultad de no contar aún con datos actuales, ya que la publicación consolidada de los mismos tiene un desfasaje aproximado de dos años.

Causas específicas de mortalidad

Al analizar las causas específicas de mortalidad, los investigadores observaron que el aumento de la mortalidad materna se restringió casi exclusivamente a complicaciones respiratorias y sepsis, sin afectar otras causas de mortalidad. El Dr. Elard Koch, epidemiólogo senior de MELISA Institute de Chile, explicó que, gracias al avance y desarrollo de los antibióticos, la muerte materna por sepsis durante el embarazo es cada vez menos frecuente, pero el virus pandémico H1N1 tuvo un claro y significativo efecto regresivo en este tipo de complicación. “Durante el embarazo, los cambios fisiológicos e inmunológicos predisponen a la gestante a infecciones sistémicas que pueden agravarse con la influenza, la que a su vez es más frecuente y de mayor riesgo durante el embarazo”, puntualizó el epidemiólogo.

El estudio confirmó lo que se conoce como “transición epidemiológica obstétrica”, en la cual se reduce significativamente la mortalidad materna, pero cambian las causas de muerte dominantes. De hecho, se identificó una reducción del 58,6% en la mortalidad materna total durante los 38 años estudiados. Las principales causas de muerte materna que contribuyeron a esta disminución fueron el desenlace abortivo (desde 24,5 a 4,3 por 100.000 nacidos vivos 82,6%) y las hemorragias (10,2 a 2,3 por 100.000 nacidos vivos, 77,7%). Sin embargo, se observó un aumento de las causas indirectas (2,6 a 7,7 por 100.000 nacidos vivos, 197%) por comorbilidades no relacionadas con el embarazo, que incluyen enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer, insuficiencia renal y otras afecciones crónicas.

Al respecto, Lenin de Janon Quevedo, investigador y director de la carrera de Medicina de la Universidad Católica Argentina, señaló: “El estudio planteó la tarea de bucear en las estadísticas sanitarias de los últimos 40 años, tiempo en el que cambiaron las maneras de registrar, por lo que hubo que descifrar los datos que expresaban el mismo fenómeno a fin de preservar la rigurosidad científica. Sus conclusiones confirman al experimento natural como un método para conocer cambios en las poblaciones humanas sobre las que, por razones éticas, no se puede experimentar, pero sí son susceptibles a eventos naturales, sociales o epidemiológicos como una pandemia. Además, nos demuestra lo mucho que queda por hacer para bajar las muertes por causas indirectas, donde la prevención juega un rol sustancial que se afecta sobremanera durante las epidemias”.

“La investigación muestra claramente un cambio de escenario en cuanto a las causas específicas y desafíos de morbimortalidad materna”, subrayó Adolfo Etchegaray, investigador de la Universidad Austral. “Es importante que esta información sea tenida en cuenta por los tomadores de decisiones como punto de partida para priorizar las estrategias y políticas públicas que apunten a la prevención primaria sobre esta población para los próximos años”, agregó.

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Otros estudios en la región 

Los datos argentinos son consistentes con estudios recientes conducidos en Chile, México y Brasil, proporcionando un excelente ejemplo del progreso en la reducción de la mortalidad materna en América Latina durante las últimas décadas.

En esa línea, para el Dr. Koch, los registros oficiales de muerte materna y de nacidos vivos son una herramienta importante para conocer los efectos dañinos de un nuevo patógeno sobre órganos o sistemas específicos, etapas del embarazo, enfermedades concomitantes y, últimamente, sobre la descendencia. “En las últimas décadas los registros vitales han mejorado, confirmando una reducción de la mortalidad materna en la mayoría de los países de América Latina”, expresó el epidemiólogo.

Para concluir, la investigadora María Elena Critto reiteró que “el registro de mortalidad materna en la Argentina mostró ser de calidad y capaz de reflejar cambios específicos en la razón de mortalidad materna causados por un brote infeccioso emergente”. Y agregó que “se necesitarán mayores esfuerzos en la atención temprana organizada para prevenir muertes maternas y continuar monitoreando el impacto de los virus pandémicos emergentes en las mujeres durante el embarazo, el parto y el puerperio”.

Investigadores participantes

Diseño del proyecto: Elard Koch (Melisa Institute, Chile), María Elena Critto (Melisa Institute, Chile), Lenin de Janon Quevedo (Facultad de Ciencias Médicas de la Pontificia Universidad Católica de Argentina), Yordanis Enríquez (Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Católica Sedes Sapientiae, Perú) y Ruth Weinberg (Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, Argentina).

Adquisición de la información: María Elena Critto (Melisa Institute, Chile), Miguel Bravo (Melisa Institute, Chile), Lenin de Janon Quevedo (Facultad de Ciencias Médicas de la Pontificia Universidad Católica de Argentina) y Ruth Weinberg (Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, Argentina).

Análisis e interpretación de la información: María Elena Critto (Melisa Institute, Chile), Yordanis Enríquez (Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Católica Sedes Sapientiae, Perú) y Miguel Bravo (Melisa Institute, Chile).

Escritura del borrador: Elard Koch (Melisa Institute, Chile), María Elena Critto (Melisa Institute, Chile), Yordanis Enríquez (Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Católica Sedes Sapientiae, Perú) y Miguel Bravo (Melisa Institute, Chile).

Revisión: Elard Koch (Melisa Institute, Chile), Lenin de Janon Quevedo (Facultad de Ciencias Médicas de la Pontificia Universidad Católica de Argentina), Ruth Weinberg (Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, Argentina) y Adolfo Etchegaray (Hospital Universitario Austral y Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral, Argentina).

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