¿Por qué existe un creciente interés para que los videojuegos sean más ecológicos?

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El mundo de los videojuegos también enfrenta un desafío por delante disminuir el impacto ambiental, que, si bien no es muy discutido, sí es creciente.

GamesCom 2019, la mayor feria electrónica interactiva de Europa, en especial donde se reúnen a compartir videojuegos.

 Muy poca gente toma noción del impacto ambiental que traen consigo las nuevas tecnologías. Es más, pocos consideran la huella de carbono que deja un smartphone. Un iPhone, por ejemplo, genera aproximadamente 61 kg de carbono durante su vida útil, que equivale a un solo viaje de unos 224,18 km. Pero si se multiplica esa cifra a los 237 millones de iPhone que Apple envió en 2021, las emisiones ascenderán a 15 millones de toneladas métricas.

Como todo lo que se refiere al impacto climático, la diferencia entre un coste insignificante y una huella climática notable,  se encuentra en la escala de consumo.

En este sentido, la industria de los videojuegos, también tiene una escala que es poco discutida, pero que crece. El consumo de electricidad de un solo jugador es pequeño, pero actualmente el 40% -aproximadamente- de la población mundial, más de 3000 millones de personas juega videojuegos de algún tipo, muchos durante varias horas al día.

El aumento de los hardware para videojuegos, depende cada vez más de materiales escasos y complejas cadenas de suministros, así como la energía necesaria para alimentar a este pasatiempo cada vez más popular, por ello el interés de los expertos en clima. Con un mundo que va camino de sumar 600 millones de jugadores para el 2027, abordar estos retos podría ser un paso importante en la búsqueda de una industria más ecológica.

Las emisiones por hora de juego no son tantas, pero colectivamente sí”, afirma Mike Hazas, profesor especializado en sostenibilidad y tecnología digital de la universidad de Uppsala (Suecia).

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La huella climática de los videojuegos empieza con las decenas de millones de consolas, cartuchos y discos que se fabrican cada año y se envían a todo el mundo. Muchas consolas, al igual que otros dispositivos electrónicos, hacen un amplio uso del plástico, el silicio y materiales extraídos como el coltán y el níquel.

La consola de la PlayStation 4 de Sony, una de las más populares del mundo, que ha vendido más de 117 millones de unidades, desde el 2014, según la Universidad de Cambridge, fabricar una PS4, enviarla de China al Reino Unido, emite 89 kg de dióxido de carbono. Cifra que incluye desde la extracción de metales hasta la fabricación y el transporte marítimo. Esta es similar a las emisiones de la producción de un barril de crudo.

El carbono presente en la PS4. Fuente del estudio Bloomberg

Una vez que la consola llega a destino, el juego en sí puede consumir mucha energía, aunque calcular las emisiones depende de acuerdo a la consola, el juego, la configuración del sistema.

En un estudio realizado en EE.UU., sobre el coste climático de los videojuegos, que fue revisado en 2019, estimó que los jugadores estadounidenses colectivamente utilizan hasta 34 teravatios de energía, por hora, al año. Eso es mucho más de lo que produce una de las mayores centrales nucleares en la estación de Palo Verde, de Estados Unidos.

Este mismo estudio revela que el consumo energético de los juegos de azar de EE.UU, provoca 24 megatoneladas de emisiones de dióxido de carbono al año, equivalente a añadir más de 5 millones de coches al consumo. En cuánto a la vida útil, de los 53 millones de toneladas de residuos electrónicos en todo el mundo en 2019, el 10% estaba formado por dispositivos pequeños, incluidas las videoconsolas.

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El estudio de la Universidad de Cambridge, estimó el coste ambiental de la producción de una PS4.

Ante este panorama, las grandes empresas están empezando a interesarse en revertir este impacto. Microsoft anunció en marzo que había convertido el modo “Ahorro de Energía”, en una opción por defecto de todas las nuevas consolas Xbox, eliminando una configuración de espera que consumía unas 20 veces más, energía. Microsoft también está estudiando formas de mejorar la eficiencia energética mediante actualizaciones de software, afirmó la ejecutiva de Xbox, Trista Patterson.

El conglomerado japonés de Nintendo, dice que la demanda de energía de su actual consola Switch es la mitad del modelo lanzado en 2017. Sony Interactive Entertainment aseguró que su PlayStation 5 consume un 17% menos energía que la PS4.

Microsoft se esfuerza por obtener una actualización de sus dispositivos Xbox, para lograr los objetivos climáticos.

El desafío para estas empresas son las próximas generaciones de juegos, a medida que apuesten por gráficos mejorados, los juegos interactivos, cada vez más inmersivos, van a requerir una mayor potencia y cálculo, además de provocar una mayor demanda de energía.

La posibilidad de migrar los juegos a la nube, elimina el costo por equipos de juegos, además de permitir jugar a través de servidores remotos en centros de datos, lo que puede ser un problema a resolver. Algunos expertos sostienen que esto mejorará la eficiencia energética, mientras que otros sostienen que la energía utilizada en la construcción y el funcionamiento de esos centros es contraria a los objetivos climáticos.

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