Preocupa a los Cardiólogos que no se cumplirá con el objetivo de reducción de la mortalidad

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En el año 2012, a partir de un llamado de la Organización Mundial de la Salud (OMS) a promover acciones concretas para disminuir la mortalidad cardiovascular, un conjunto de enfermedades responsables en promedio de casi 1 de cada 3 decesos en Argentina y en el mundo, la Federación Mundial del Corazón (WHF) instauró el ‘Objetivo 25×25’, una iniciativa que promovía la implementación de un conjunto de medidas para lograr una reducción del 25% de la mortalidad de origen cardiovascular para el año 2025.
“El recorrido en los primeros años fue auspicioso: el advenimiento de medicamentos efectivos para el control de factores de riesgo como la hipertensión, el colesterol y la diabetes, entre otros, además del desarrollo de equipamientos modernos para la detección y tratamiento tempranos de las patologías vasculares, así como el avance en procedimientos quirúrgicos no invasivos, como las angioplastias coronarias, comenzaron a evidenciar buenos resultados”, afirmó el Dr. Diego Grinfeld, cardioangiólogo intervencionista, Presidente del Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (CACI).
Muestra de ello en Argentina fue lo que evidenció el modelo epidemiológico computarizado IMPACT, un estudio que entre otras conclusiones mostró un descenso del 29,8% de las tasas ajustadas de mortalidad cardiovascular por causa coronaria en los argentinos mayores de 25 años entre 1995 y 2010.
“El coronavirus SARS-CoV-2 -además de todo el daño que produce por su alta contagiosidad y los efectos vinculados a su infección- llegó para cortar la curva descendente de mortalidad cardiovascular: la gente por temor al virus suspendió sus controles médicos de rutina y postergó la realización de estudios. Inclusive, según cifras de nuestro país, aquellas personas con síntomas concretos de infarto agudo de miocardio esperan a que reviertan los síntomas para no salir de su casa y acuden a las guardias médicas en promedio 34 minutos más tarde que antes de la pandemia”, sostuvo el Dr. Daniel Berrocal, ex presidente de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC).
Para el Dr. Alejandro Palacios, cardioangiólogo intervencionista, ex presidente del CACI, ello se ve reflejado también en una disminución de los procedimientos que se requieren para revertir cuadros muy delicados. “Se realizaron un 23% menos de angioplastias coronarias, un 38,3% menos de una moderna técnica de reemplazo de válvula aórtica por cateterismo (TAVI, por su sigla en inglés) y se evidenció casi una duplicación de las complicaciones coronarias (+1,8 veces) con un aumento en más del doble de la mortalidad cardiovascular esperada (+2,39 veces)”.
Otra de las condiciones que contribuyeron a este incremento de la enfermedad cardiovascular fue el aumento del sobrepeso y la obesidad y del sedentarismo asociados a la cuarentena: un estudio realizado en 30 países entre octubre y noviembre ’20 reveló que el 40% de los argentinos que participaron del relevamiento reconoció haber subido de peso, en promedio 7,5 kg, mientras que el promedio mundial fue del 31% y el incremento de 6,1 kg. Por otro lado, el 28% manifestó haber disminuido el ejercicio físico y el 5% iniciarse en el tabaquismo por el confinamiento .
Ya el estudio IMPACT había enseñado que los logros de reducción de la mortalidad por causa coronaria se habían obtenido por todos los avances en los tratamientos médicos y por el control de algunos factores de riesgo, pero que el éxito hubiese sido aún mayor si no hubiesen aumentado en ese mismo período la incidencia de diabetes, obesidad y sedentarismo. Condiciones que indudablemente son mucho más difíciles de mantener bajo control.
Los especialistas remarcan la importancia de atender todas las condiciones de salud no Covid, particularmente aquellas que hacen a la salud cardiovascular, ya que ante un evento coronario el tiempo es vida y la atención debe llegar en forma urgente: un análisis comparativo de las investigaciones clínicas REGIBAR Y PRISMA muestra que 9 de cada 10 fallecimientos por infarto se dan en personas que no recibieron atención hospitalaria.
En paralelo, los últimos datos recientemente publicados del informe de Estadísticas Vitales del Ministerio de Salud de la Nación, correspondientes al año 2019, muestran un total de 97.264 fallecimientos causados por las enfermedades cardiovasculares, cifra que equivale a 3 de cada 10 decesos por causa definida en nuestro país, con un promedio de 266 muertes diarias .
“Venimos trabajando desde hace muchos años para reducir la mortalidad cardiovascular y la pandemia nos ha hecho retroceder 5 escalones de los 3 o 4 que habíamos logrado avanzar: muchas personas postergaron sus visitas programadas al médico, se realizan menos estudios diagnósticos y menos procedimientos quirúrgicos y por cateterismo, paralelamente aumenta la obesidad y el sedentarismo y ante síntomas de un evento coronario se demora en solicitar asistencia, todo un cóctel explosivo que no podía terminar de otra manera que con un aumento de la mortalidad y de las secuelas por enfermedad cardiovascular, cortando de raíz los logros alcanzados para cumplir con el Objetivo 25×25”. subrayó el Dr. Alejandro Cherro, ex presidente del CACI y director de la Carrera de Especialista en Hemodinamia, Angiografía General y Cardiología Intervencionista UBA-CACI.
“Recomendamos enfáticamente a la gente rever estas conductas, retomar las visitas y los controles médicos, así como todos aquellos cuidados necesarios para proteger la salud y mejorar nuestra calidad de vida”, concluyó el Dr. Grinfeld.

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