Recomiendan postergar intervenciones por cateterismo que no sean urgentes en aquellos pacientes Covid positivos graves

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En plena pandemia de Covid-19 producida por la diseminación mundial del coronavirus SARS-Cov-2, se presenta el desafío médico de mantener las prestaciones con similares niveles de excelencia, pero minimizando el riesgo de contagio, tanto de los pacientes como del propio personal de salud. Esta situación cobra mayor importancia en lo que respecta a la atención de la patología cardiovascular y la realización de las prácticas de intervencionismo cardíaco mediante cateterismo, ya que está demostrado que la infección por COVID-19 gatilla mediadores que predisponen a los síndromes coronarios agudos, situación que se ha vivido también en distintas epidemias virales por otros coronavirus como el de influenza por H1N1 y el que provoca el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS).

Impulsados por esta preocupación, desde el Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (CACI) presentaron en el XXX Congreso Nacional CACI 2020, llevado a cabo en formato virtual los días 26 y 27 de noviembre, un consenso denominado ‘Recomendaciones del CACI sobre el tratamiento intervencionista durante la pandemia COVID-19’.

En el documento, se afirma que la pandemia por COVID-19 representa un desafío asistencial: ‘mientras que en aquellos pacientes libres de enfermedad las indicaciones deben ser las establecidas por las guías habituales de tratamiento, en aquellos enfermos graves contagiados por el coronavirus SARS-CoV-2, deben diferirse los procedimientos, siempre y cuando sea posible’.

Entre los objetivos de estas medidas, está el de proteger a los pacientes, pero también a profesionales, que son especialistas muy capacitados en la realización de estas técnicas de cateterismo cardíaco y que, por lo tanto, sumamente difíciles de reemplazar.

“En aquellas personas ‘Covid positivas’ que estén cursando diferentes tipos de vasculopatías coronarias, deberán realizarse la evaluación para definir si pueden tratarse o no y, eventualmente, si no se trata de una urgencia, considerar diferir la intervención y realizar un tratamiento conservador hasta tanto se restablezcan de su infección grave. El motivo principal de esta consideración radica en que probablemente sea muy elevado el riesgo de que una intervención de este tipo en estos pacientes sea improductiva, comprometiendo personal y recursos que podrían ser necesarios para otros pacientes”, afirmó el Dr. Rubén Kevorkian, cardioangiólogo intervencionista, miembro del CACI y autor principal del documento.

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“En aquellos pacientes Covid positivos con compromiso respiratorio, la recomendación es estabilizarlos antes de la intervención. Incluso si hubiera necesidad de manejo invasivo de la vía aérea, es preferible realizarlo antes de trasladarlo a la sala. No obstante, si bien cada situación deberá ser definida por los médicos tratantes, en los casos graves parece lógico considerar el tratamiento conservador hasta resolver la infección en estos pacientes”, sostuvo el Dr. Diego Grinfeld, presidente del CACI y co-autor del documento.

Ese trabajo, del que participaron numerosos investigadores, recomienda también una serie de medidas para poder utilizar todas las tecnologías disponibles para lograr el éxito de los procedimientos, en pos de ofrecerle al paciente la seguridad y eficacia esperadas, pero estableciendo también los respectivos cuidados en cada una de las etapas de cada práctica para minimizar el riesgo de contagio de Covid-19.

Entre otras pautas de cuidado, el documento de recomendaciones sugiere diferir aquellas intervenciones que puedan esperar hasta tanto contar con un test de PCR del paciente, pero aclara que es una condición que siempre dependerá de la urgencia, la disponibilidad de test y las normas de cada establecimiento.

Por otro lado, en aquellos centros que posean varias salas de hemodinamia, la sugerencia es gestionar áreas ‘limpias’ y áreas ‘Covid’, estas últimas para aquellos pacientes infectados o ‘dudosos’, incluyendo también zonas de atención y de espera rojas, amarillas o verdes, categorizadas según su nivel de riesgo; también definir rutas preestablecidas de acceso y traslado para la movilización de los pacientes.

“Todas las salas y dependencias deben cumplir protocolos de desinfección, así como los equipamientos móviles como bombas de inyección, desfibriladores y otros, que son posibles fuentes de contaminación. Debe alertarse al paciente citado que no concurra al centro si presenta síntomas Covid y que será interrogado al ingreso según las normas de la institución”, remarcó el Dr. Martín Cisneros, vicepresidente del CACI.

Por su parte, el Dr. Kevorkian destacó que “siempre debe realizarse lo que llamamos ‘triaje’, que implica clasificar los casos según la urgencia antes de ingresar a la sala de hemodinamia, y luego restringir la presencia de personal en la sala a lo estrictamente necesario, trabajando a puertas cerradas, con barbijo y vestimenta de protección, siempre con un nivel alto de seguridad”.

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Todas estas pautas de prevención y cuidado se enmarcan dentro de la figura de las enfermedades cardiovasculares, que en su conjunto representan la principal causa de muerte en nuestro país, habiendo totalizado en 2018 -según cifras oficiales- casi 100 mil fallecimientos, o lo que es lo mismo, un promedio de 262 decesos diarios. [1]

“Los referentes de distintas especialidades médicas han sido enfáticos en los últimos meses respecto de la importancia de que la cuarentena obligatoria no le impida a la gente la realización de los controles programados o necesarios, ni a mantener sus tratamientos, sobre todo en aquellas enfermedades crónicas que requieren de un seguimiento periódico. Sin embargo, las estadísticas no son alentadoras: en la mayoría de las patologías se ha notado desatención y un aumento de la mortalidad y de la ocurrencia de complicaciones”, refiere el documento.

De hecho, en lo que respecta a las enfermedades cardiovasculares, las últimas cifras disponibles del relevamiento internacional ‘Stent-Save a Life’,[2] extraídas de los reportes de los 30 centros argentinos que participan del estudio, mostraron que la mortalidad intrahospitalaria en pacientes con infarto agudo de miocardio internados durante la cuarentena (tomando el período que va desde el 20 de marzo hasta el 31 de octubre de este año), aumentó un 35 por ciento respecto del mismo período en 2019 (9,4% vs. 6,96%). A criterio de los coordinadores del relevamiento, este aumento significativo de la mortalidad podría deberse a una mayor demora de los pacientes en llegar a realizar la consulta.

“Instamos a que todas las personas con síntomas sospechosos de enfermedad cardiovascular a que concurran a las guardias médicas, pero a la vez nos preparamos, y estas guías son un claro ejemplo de ello, para recibir a los pacientes, incluso aquellos Covid positivos, y proveerles de la mejor atención en función de protocolos y normativas preestablecidas”, concluyó el Dr. Diego Grinfeld.

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