Reserva de Biósfera Yabotí: conserva selva virgen, yaguaretés, cientos de aves y es monitoreada por la UNESCO

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Por Ana van Gelderen. “La Reserva de Biósfera Yabotí conserva mata atlántica (o selva) en estado súper virgen”, asegura Franco Silva Viera, guía de Moconá Virgin Lodge, el hotel que está en plena reserva, a una hora de la localidad de El Soberbio y a metros del río Uruguay, en Misiones. Vamos caminando hasta el arroyo Yabotí, que atraviesa un sector del hotel y parece un río, para subirnos a un kayak y salir a recorrerlo.

La pasionaria roja florece en primavera.
La pasionaria roja florece en primavera.Estrella Herrera.

“Las mariposas y el liquen rosado son indicadores de la armonía de esta selva”, agrega el guía mientras empieza a desasnarnos sobre algunos mitos en relación a esta tierra que suele ser productiva, y antes de ahondar en el concepto de Biósfera. “El suelo aquí no es fértil, sino rocoso, pero rinde por el conjunto de ramas y hojarasca que se acumula en el monte, donde llueven 2.000 milímetros anuales”, señala mientras nos ponemos el salvavidas para entrar al arroyo.

Franco Silva Viera es uno de los guías más preparados de la zona.
Franco Silva Viera es uno de los guías más preparados de la zona. Estrella Herrera.

Cuenta entonces que la Reserva de Biósfera Yabotí –que abarca los municipios de San Pedro y Guaraní– fue así declarada por la UNESCO en 1995 y es la única de las 65 áreas protegidas de Misiones que tiene esta denominación. “Son 253 mil hectáreas que se conforman por varias áreas protegidas, la mayoría de privados, y algunas intangibles –sólo acceden biólogos–, como el Parque Provincial Esmeralda. Claro que también la integran por ejemplo el Parque Provincial Caá Yarí o el Parque Provincial del Moconá”, apunta Franco. Convertido en uno de los grandes atractivos turísticos de la zona, Moconá, con sus saltos, es un área de 999 hectáreas, que fue creada en 1988. Su nombre quiere decir “el que todo lo traga”, en guaraní. Únicos en su tipo, los saltos son el resultado de una falla geológica que corre en paralelo al río. Pueden llegar a medir 14 metros de altura, en el mejor de los casos, pero también se disfrutan cuando están a alrededor de los 5 metros. De todas maneras, los saltos no siempre están disponibles para los visitantes. Si el río Uruguay crece –que ocurre seguido–, los saltos no se forman y además el arroyo Yabotí se desborda y tapa el puente de acceso al parque.

“Que sea biosfera implica que la naturaleza convive con los pueblos originarios y también con turistas, de manera sustentable y racional. Por ejemplo, si se tala un cedro para obtener madera, luego hay que plantar tres”, explica el guía sobre lo que pasa en estas zonas con las alrededor de 700 personas de las comunidades Mbya la viven, y con los turistas que la visitan. Agrega que el concepto de biósferas data de la década del ‘70, gracias al Programa el Hombre y la Biosfera (Man and Biosphere) de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Y que Argentina tiene 14 biósferas más, además de Yabotí.

La pava de monte es una de las aves de la zona. Estrella Herrera

La Reserva de Biósfera Yabotí es una de las 15 reservas de este tipo en Argentina. Estrella Herrera.

Una vez en el arroyo, que es calmo y muy bonito, Franco Silva Viera cuenta que Misiones está dividida en tres grandes bloques verdes. Uno al norte, con el Parque Nacional Iguazú y otras reservas de los alrededores; otro al centroeste, que incluye esta Reserva de Biósfera con los saltos del Moconá; y finalmente uno más al sur, con el valle del Cuña Pirú. Todo conforma un corredor verde por el que debería poder moverse el yaguareté –que en guaraní quiere decir “gato con cuerpo de perro”, por su tamaño–… Aunque lamenta que en la práctica no sea tan así.

El arroyo Yabotí tiene rincones fascinantes. Estrella Herrera

Más avanzamos por el agua en kayak y más protagonismo toma la selva que nos rodea en la Reserva de Biósfera Yabotí. El ibirá pitá –con sus flores amarillas– corta con tanto verde. Hay lapachos negros, palmeras pindó y cientos de helechos, además de guatambú blanco, yerba mate, guabirá, helechos. Entre algunos de los mamíferos que se registran en la reserva, aunque no los veamos, están yaguareté pero también el tapir, el ocelote, el puma, la corzuela colorada y la enana y dos especies de chanchos: el pecarí labiado y el de collar. Si hablamos de aves, hay águila viuda, yacutinga, tucán grande, carpintero dorado verdoso y bailarín azul (que fue declarado Monumento Natural Provincial). “Es más lo que se escucha de lo que se ve”, apunta Franco sobre la selva, que es “enmarañada y espesa”.

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