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Según un informe privado el déficit comercial del 2018 será inferior a los 5.000 millones de dólares

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Un informe de la consultora ABECEB muestra “lo sensible que son nuestras cuentas externas a la evolución de la actividad y la suerte de las cosechas”.

Extremos casi perfectos. Así se ven las fotos de los dos semestres de 2018. Es que, en noviembre, los datos del intercambio comercial argentino (ICA) muestran un saldo favorable de la balanza comercial de casi 1.000 millones (979 para ser exactos), borrando 15% del déficit que habíamos acumulado en el año.
Como nota saliente, los nuevos datos muestran que la retracción llega por el lado no solo de una retracción de las importaciones (la baja del 29,2% es la cuarta consecutiva y la mas profunda en lo que va del año), sino que en noviembre también “jugó” una suba de 14,5% de las exportaciones, explicada en gran medida por la liquidación de stocks de soja. Así, a noviembre ya tenemos 30% menos de déficit comercial que el acumulado en 11 meses de 2017, una tendencia que se profundizará en el primer semestre de 2019.
El gran dato de la publicación es que las exportaciones de oleaginosas aumentaron 530%, un suceso inédito y que contrasta con las sucesivas caídas que veníamos viendo este año producto de la sequía. Esta fuerte suba, explicada por la mayor liquidación de stocks acumulados se explica principalmente por dos razones: 1) La necesidad de los productores de contar con fondos para financiar la próxima campaña en un contexto de mayores restricciones en otras fuentes alternativas de fondeo (las tasas de interés altas que dificultan el acceso al crédito bancario y la caída de los rindes esperados de trigo que acotan los márgenes para financiar la cosecha gruesa con la cosecha fina). 2)  La expectativa de una caída de los precios de la soja en Sudamérica generado por acercamiento esperado entre China y EEUU en el marco de la Cumbre del G20 (recuerde que la reducción de las tensiones comerciales entre ambos países tiende a redireccionar la demanda china a Chicago presionando a la baja los precios de la soja en esta región, una intensificación de las tensiones, por el contrario tiende a generar el efecto inverso, lo cual no es un factor menor de cara a lo que puede venirse considerando que el acercamiento entre ambas potencias luce hoy más más incierto).

¿Puede repetirse en los meses por venir? Difícilmente en esta dimensión, dado que las necesidades de financiamiento deben cubrirse ahora. No obstante, dado que los stocks domésticos son altos en perspectiva internacional (se estima que son ¼ de una cosecha) puede financiarse otro “sacudón”, y lo lógico es que los acopiadores lleguen a la próxima campaña con stocks acotados. Al margen de esto, si descontamos el ingreso extra de dólares por liquidación de granos, el resto de las exportaciones crecieron 7,4%, un a cifra mas modesta
Aun así, este fenómeno, si bien puntual, permite visibilizar una dinámica exportadora que neta de sequía venia mostrando algunos datos interesantes. En noviembre 60% de los rubros de exportación (27 de 47) mostraron un comportamiento expansivo respecto de mismo mes de 2017. Carnes y sus preparados (+39,1%) Material de transporte terrestre (+34,4%5), metales y sus manufacturas (+18,3%) y el gran rubro de combustibles y energía (+63,5%) destacan en el mes de referencia al igual que en 11 meses. En retracción permanecen los productos elaborados de la soja (-2,7% la harina y -15,1% grasas y aceites) y los productos químicos, entre los grandes rubros de exportación. Los primeros se espera repunten el año próximo y los segundos no tanto (viendo el cierre de mercados para el biodiesel nacional). Con esto, el acumulado de 11 meses da un salto a +4,2% interanual (+3,3% acumulaba a octubre), unos USD 2.300 millones mas de exportaciones que el año pasado. Entre enero-noviembre, fueron las MOI y los combustibles quienes llevaron la voz cantante, (+7,4% y 46,8% i.a, aunque el segundo tiene una incidencia bastante menor por su menor volumen exportado)
No obstante, no debe dejar de decirse que el grueso de la baja del déficit lo explican la recesión y la suba del tipo de cambio, que están trayendo como consecuencia una muy marcada baja en las importaciones. De hecho, las importaciones están prácticamente en el mismo nivel que el acumulado en 11M 2017, impensado tras la suba interanual de 18% acumulada en enero-mayo. Los mas castigados volvieron a ser los bienes de capital (-46,5%), piezas y accesorios y (-40,2%) y automotores (-52,2%), mientras que solo bienes intermedios (insumos para algunos sectores industriales y el grano para procesamiento destacándose dentro de esta categoría “bolsa”) es el único uso económico que persiste en alza interanual al ver el total de 11 meses.
En resumen, todo indica que cerraremos el año por debajo de los 5.000 millones de déficit comercial, casi la mitad de lo que proyectábamos al inicio del año, consecuencia inexorable de la reversión del escenario macro. El año que viene la mejor cosecha se traducirá, junto con otros sectores que ya vienen con buena dinámica y el impulso extra de Brasil, en un marcado superávit comercial (esperamos supere los USD 6.000 millones). Aun así, este año fue un ejemplo casi de manual de lo sensible que son nuestras cuentas externas a la evolución de la actividad y la “suerte” de las cosechas.

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