Shila Vilker: “Milei tiene soga para rato”
Shila Vilker asegura que Javier Milei tiene cuerda para rato. Que la palabra emergente es “estabilidad” y que a cambio, se bancan problemas. La directora de la consultora TresPuntoZero vino a Misiones para el lanzamiento de una diplomatura en Comunicación Política y en una entrevista con Economis, trazó un panorama hasta el 2027, con un Milei sólido en la opinión pública, un peronismo en su piso y “el universo amarillo” en problemas por un electorado volcado hacia las huestes libertarias.
La escritora, investigadora y docente, asegura que la voluntad de cambio es tan fuerte que la sociedad -al menos por ahora- parece decidida a soportar las consecuencias del ajuste y los problemas económicos. “El anhelo del cambio es tremendo, rabioso. Hay una idea y al Presidente se lo ve iniciando un cambio y prácticamente no hay persona que no reconozca el cambio”, explica, aunque eso no reduzca en lo más mínimo la grieta.
Las consultoras coinciden en que la situación está mal, pero Javier Milei sostiene respaldos. Se repite eso de que estamos mal, pero vamos bien… ¿Es así?
Efectivamente hay mucho de eso, porque cuando vos preguntás cómo está la situación económica, cómo está el país, el grueso de la sociedad argentina e incluso el votante y el adherente de Milei, caracteriza la situación como mala, como pésima. O sea, la situación realmente es mala y al mismo tiempo, cuando le preguntás por expectativas tenés hoy todavía 48, 47, 49 por ciento de la sociedad con la expectativa positiva. Es un fenómeno. Hay algo de una expectativa de que la cosa se va a ordenar y por supuesto esta expectativa de algo de voluntad sacrificial ¿No? Esto también lo preguntamos: ¿Está dispuesto? ¿Cuán dispuesto estás de hacer un sacrificio por un futuro mejor? Tenés 55 por ciento de la sociedad que adhiere a la idea de sacrificio. Entonces por ahí se entiende un poco mejor la escena. También, estamos hablando en Misiones, soy consciente que el AMBA no es lo mismo que el interior del país. Milei es un fenómeno federal, es más intenso en el interior, donde es un fenómeno de mayor adhesión y mayor arraigo y mayor acompañamiento que en el conurbano o en la Capital Federal. Argentina es un país ambacéntrico. El propio Presidente no visita las provincias. Esa es otra paradoja del momento ¿No?
¿A qué atribuís esa paradoja?
Voluntad sacrificial, perspectiva de cambio, dificultad para encontrar una alternativa y sobre todo una vocación de cambio tremenda. El anhelo del cambio es tremendo, rabioso. Hay una idea y al Presidente se lo ve iniciando un cambio y prácticamente no hay persona que no reconozca el cambio. Ahí lo que aparece es la grieta partida. Para la mitad Milei representa un cambio, para la otra mitad un cambio para mal. Está 51 a 47, más o menos, con un pequeño porcentaje que no sabe. Cuando ves eso, te das cuenta que no hay duda del cambio. El sentido del cambio se puede discutir. Algunos lo valorarán, otros lo rechazarán. Pero el cambio es algo que está y que formó parte de las promesas de campaña.
Hasta ahora está haciendo todo lo dijo en la campaña…
Hay quien discute esa idea. Hay quien dice, iba a ir contra la casta y está yendo contra los laburantes. Hay otra percepción que es que la inflación está a la baja y aparecen otros problemas económicos. La inflación empieza a desaparecer como problema y crecen otros problemas económicos, como bajos salarios, desempleo, pobreza, tarifas. Hay un desplazamiento de la problemática de la inflación como principal problema económico a otros.
¿Cumplió con su promesa de campaña? Para la mitad de la sesión sí, para la mitad no. Creo que hay que reconciliarnos por lo menos por un rato con la idea de que tenemos dos países, dos miradas muy distintas. Es muy difícil presentar homogéneamente un único sentido para el país. En la investigación Qualy, por ejemplo, los verbos de acción de Milei son muy distintos. Hay un segmento que sobre todo dice bajó: bajó la inflación, bajó el déficit, bajó el gasto público. ¿Qué hace Milei? Baja. Y del otro lado, cuando preguntamos qué es lo que hace Milei, lo que dice es, endeuda, empobrece, vende, regala los activos. Son dos formas de narrar una misma gestión, un mismo presidente, que van en sentidos muy opuestos. ¿Qué clase de reconciliación puede haber entre esas dos perspectivas sobre la acción del presidente? La política tradicional no podía ver una figura tan disruptiva como la de Milei, la posibilidad de un liderazgo, la figura presidencial. Milei ha logrado una interacción muy tet a tet, con la ciudadanía, con un buen uso de redes.
¿Es un buen uso de redes?
A mí las formas que incitan a la violencia no me terminan de gustar en lo personal y creo que es un problema para la vida democrática. Cuando pongo foco en los adherentes, lo que dicen es que “es un poco extremo”, “no me gusta”, pero… “Él es así. En ese pero él es así, hay una permisividad social. Por supuesto la convivencia democrática algo se resiente, no lo podemos negar ¿No? Quienes padecen sus ataques son figuras que también tienen en algunos casos espalda, en otros casos a mí me parece muy desigual la contienda, como con Lali.
¿Le ven un techo a esa aprobación y permisividad?
El caso Alberto Fernández te muestra el techo. Hay una coincidencia en una parte importante de la sociedad que el caso de la denuncia de Fabiola al ex presidente iba a tener como consecuencia una crisis o una intensificación de la crisis, pero sobre todo una capitalización por parte de Milei y del oficialismo. Pero más que pisos y techos se ve un tablero trabado. El votante peronista ya está en su piso histórico, 35 puntos. No se mueve mucho, no se mueven. ¿A dónde van a ir? Hay una crítica a Alberto Fernández, hay una crítica a la dirigencia del peronismo pero hay más odio a Milei.
¿El peronismo no está liquidado entonces?
El peronismo venía con un problema muy importante y lo sigue teniendo que es la dificultad para encontrar un líder y una renovación. Un nuevo coro de voces. No sólo un líder. Además tiene un problema de cosmovisión. ¿Qué ofrezco en este momento? ¿Cómo entiendo el mundo? ¿No? Medimos ahora en medio del lío y Milei sigue igual. ¿Crece? No. ¿Baja? tampoco.
¿La patria encuestadora se sorprendió con este escenario?
Nosotros vamos viendo los números. Un dirigente político que está en treinta y siete puntos durante toda la campaña puede llegar a cuarenta. Pero (Sergio) Massa no estuvo en treinta y siete. Estuvo en treinta y dos. La campaña del miedo funcionó en la primera vuelta, pero no funcionó en el balotaje.
¿Le alcanza el tiempo al peronismo o la oposición para reorganizarse?
Las elecciones del año que viene van a ser 24 elecciones. Se va a armar en cada provincia, aunque todavía hay muchos interrogantes. El peronismo tiene una base muy importante y tiene una complicación muy importante. Pero creo que más complicado está el universo PRO-Cambiemos. ¿Juntos o separados? Ya en Entre Ríos,Rogelio Frigerio pidiendo pista para alianzas, porque los gobernadores necesitan mantener sus legislaturas. El Gobierno nacional no tiene nada que perder porque en el recambio legislativo no arriesga bancas. Entonces más complicado está el PRO. La pregunta es si llega a una elección de diez puntos. En un tablero tan fraccionado lo veo lejos de los diez puntos. Es una licuación de poder político, porque el electorado ya es el de Milei. Responden con las mismas palabras, usan los mismos campos semánticos, o sea están asimilados acá, son lo mismo, o sea, ¿Cómo encontrar una diferenciación? Esto representa una dificultad tremenda para el universo amarillo. ¿Te comieron el electorado? “Te comieron el electorado”. De eso van a depender también las chances del peronismo. Los gobernadores amarillos van a tender a ir hacia la la integración. Hay que ver qué dirigentes pueden jugar los peronismos en cada provincia.
¿Y de cara al 2027?
De cara al 2027 la figura más establecida del peronismo es hoy Axel Kicillof sin lugar a dudas. Es una figura que arranca con la imaginación de un segmento de la población de que es contra él o es con él. Ahí tiene un punto de partida muy concentrador. Hay otras figuras del peronismo que arrancan en treinta puntos, pero no pasan de los 30. Axel está un poquito más arriba que los otros. Está en la cabeza, está en el Top of Mind. Pero también es cierto que Buenos Aires es un polvorín y hasta 2027 puede pasar cualquier cosa.
Mencionaste la palabra polvorín. ¿No es el mismo escenario en la Nación, donde una chispa puede cambiar todo?
Milei tiene ese número mágico en la opinión pública que hablábamos al principio. La gente quiere aguantar. O sea que está dispuesta a hacer lo que sea necesario para resetear la cosa. Un segmento importante de la sociedad está ahí. En el último tiempo la decisión puede parecer un poquito más blanda. Antes era como “la banco a morir” y ahora “está bien, tiene que seguir, tiene que hacer sus cosas”. Esa soga que le da hoy por hoy, la sociedad va para un rato. Hay soga para rato. En los focus hay una maraña de crisis. Pero no pidamos falta de contradicción, porque nadie la tiene. Te hablan de la crisis, de las facturas y les decís: ¿Entonces cambiamos el voto? Y no. Se agarran a Milei, defienden a Milei. Ahora si mañana hay una corrida y el dólar se va a tres mil, los precios se disparan todo se desmadra… No sé. O Pero si puede seguir controlando como viene controlando, que por supuesto tiene un costo altísimo, la gente quiere estabilidad. La palabra clave de la época es estabilidad.
Es un proceso muy parecido a lo que fueron los noventa.
Me das estabilidad, me banco que haya desempleo. Me das estabilidad, me banco lo que sea. Pareciera que va hacia ahí y también se parece al menemismo, porque es una especie de alianza entre los sectores más altos y los más bajos. Milei está creciendo en los sectores bajos. Pierde segmentos universitarios, más formados, más altos, y van a los sectores bajos, es decir en el territorio peronista.