Siria, el nuevo estallido religioso

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Hace algunas semanas, Siria ha estado en todas las noticias destacadas del mundo. Mucho tenía que ver con el imperante avance de los rebeldes yihadistas armados que terminaron gestando un golpe de Estado que acabó con el gobierno de Bashar Al Assad, y con él, el fin de una dinastía que gobernó por 53 años. 

La nueva Siria 

El avance de un frente yihadista armado en el país terminó arribando al poder en el medio de la escapada del presidente Al Assad a Rusia. Con mucho jolgorio se recibieron estas noticias en las calles de Damasco y las principales ciudades sirias. El eco ha sido tan grande en el mundo que muchos medios y personalidades recibieron esta noticia como una revolución de carácter libertadora o emancipadora. Nada más lejos de la realidad. No se malinterprete, el régimen de Bashar al Assad ha sido una catástrofe. Miles de sirios que escaparon por ser perseguidos, reprimidos y hasta con cárceles clandestinas. Un hermetismo prácticamente absoluto que logró, junto a la mano de hierro impartida, ser la receta para que Bashar al Assad se haya consolidado tanto tiempo en el poder. Sin embargo, esto no es suficiente: con mirar quiénes fueron los golpistas, da una pauta del futuro cercano para Siria. 

El HTS (Hay’at Tahrir al – Sham) es una organización de carácter terrorista que opera desde 2017. Siempre tuvo las intenciones de instaurar un régimen teocrático musulmán y hoy están más cerca que nunca. Esta organización encabezó el derrocamiento de Bashar al Assad. Además se suma una figura trascendental para conocer más a fondo las ideas de este grupo. Abu Mohammad al Joulani es su nombre, quien tras la destitución de al Assad se pasea entre vítores por las mezquitas más conocidas de Siria. Lo cierto es que este hombre es un ex comandante de Al Qaeda y también tuvo participación en ISIS. Se trata de una persona que tenía pedido de captura con recompensa por sus incontables operativos que buscaron socavar el régimen baazista en Siria. 

Otro indicio que da cuenta de un nuevo orden arribado a Damasco es la bandera que presentó el régimen en transición. Se abandonó la conocida bandera siria con bandas horizontales rojas, blancas y negras y dos estrellas en el centro. La insignia fue reemplazada por la vieja bandera siria usada tras la independencia en década de los 40’s con los colores rojo, verde, blanco y negro, los cuales representaban a las cuatro grandes dinastías de la historia árabe: los abasí, los fatimí, los omeya y los hachemita

A esta bandera tradicional pero con un fuerte arraigo en la oposición a Bashar al Assad en los últimos años, se le suma otra insignia que es preocupante. Una bandera blanca con inscripciones negras fue vista en el despacho de las nuevas autoridades, quienes de manera pública la exhibieron sin ningún tapujo. Se trata de la Shahada, una bandera que muestra el juramento de fe musulmán transcripto

Curiosamente, es una bandera similar a la que se usa en Afganistán, lo cual podría sugerir que los pasos a seguir es de una transformación política y religiosa de índoles radical hacia el islam como parte de las decisiones del Estado. Esto también abre la puerta a una posible instauración de la ley de la Sharia, en el marco de la consolidación de un Estado musulmán. La ley nombrada previamente es un conjunto de reglamentos morales y éticos no escritos que tienen lugar en los países musulmanes, con distintas interpretaciones, desde las más moderadas hasta las más extremas como la del régimen Talibán en Afganistán. Un ejemplo de la ley de la sharia es la coartación de los derechos de las mujeres y la implantación del uso legal del hiyab

Teniendo en cuenta estas cuestiones,  Siria no parece tener un futuro muy prometedor. Sobre todo porque la destitución de al Assad se dio por haber mantenido a un régimen autoritario que perseguía a las disidencias, si se instala un régimen político musulmán en Siria, lo más probable es que las disidencias no puedan tener expresión y sean reprimidas. Sobre todo los cristianos. 

La importancia de Siria  

Como en todo conflicto geopolítico, hay ganadores y perdedores. Quienes no se han visto beneficiados sino golpeados por la caída del gobierno de Bashar al Assad son Irán y Rusia. En el caso de Teherán, es el más afectado, ya que utilizaba a Siria como su centro de operaciones logísticas estratégicas para mantener el financiamiento a Hezbolá en Líbano. Si bien, el gobierno baazista de Siria no era musulmán, si mantenía una fuerte alianza con el Régimen Teocrático de Irán. Lo cierto es que los ayatollah se quedaron sin su intercomunicador y Hezbolá está cada vez más diezmado. Madura el knock out para la organización libanesa. 

El otro perdedor es Rusia, aunque en menor medida que Irán. Moscú se quedó sin puertos estratégicos y sin un aliado diplomático como al Assad. Inclusive fue Rusia quien le dio asilo político a él y a su familia. Sin embargo, esta caída relámpago de un régimen que era protegido por Putin podría ser el indicador de un cambio de estrategia global para Rusia. Ante las expectativas de la asunción de Trump en Estados Unidos y el posible fin de la guerra en Ucrania, el afán expansionista ruso podría estar apuntado a un crecimiento de influencia en Europa, dejando a Medio Oriente de lado.

Los ganadores son dos: Israel y Turquía. El país de Netanyahu tiene una clara misión y es la de expandirse hacia el resto de la zona de los Altos del Golán, y de allí en adelante para ocupar más espacio. Además de considerar a la Siria de Bashar al Assad como un aliado de Irán, que es el enemigo público número 1 para Israel. 

El otro gran ganador es Turquía. El país de Erdogan ve con buenos ojos el avance hacia el norte de Siria y el hecho de poder acorralar a los kurdos, una nación que se transformó en el peor enemigo para el presidente turco, sobre todo la rama armada del PKK. El otro tema, y no menos importante, es que debido a la influencia de Turquía, el futuro armado gubernamental podría ser un experimento de lo que siempre quiso hacer Erdogan en su país y no pudo. La islamización de Siria es un hecho y allí está el gran deseo del líder turco, utilizando esto quizás como un laboratorio para posibles reformas a futuro en Turquía. Además es una victoria geopolítica por el control de los oleoductos y gasoductos que pasan por Siria

Más allá de esta lectura, hay peores perdedores y, sin lugar a dudas, son los pobres ciudadanos sirios, quienes salieron de un gobierno tirano para pasar a ser un terreno en disputa de los vecinos con una cúpula de rebeldes que podrían llevar adelante la creación de un estado islámico. Una paradoja poco feliz la de derrocar a un dictador para aceptar otro tipo de dictadura

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