La economía argentina registró en agosto un leve respiro tras tres meses en caída, pero la tendencia general sigue mostrando señales de agotamiento. Según el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) difundido por el INDEC, el nivel de actividad creció apenas 0,3% en la medición desestacionalizada y 2,4% en la comparación interanual, mientras que el componente tendencia-ciclo volvió a caer (-0,1%), confirmando que el movimiento de la economía permanece prácticamente detenido desde marzo.
Aunque el dato de agosto cortó una racha negativa, no alcanzó para modificar el cuadro general: el crecimiento de los primeros ocho meses del año fue de 5,2%, pero sostenido por un puñado de sectores puntuales, sin un repunte homogéneo. La serie muestra una secuencia de altibajos —con una caída del 1,7% en marzo y retrocesos en mayo, junio y julio— que refleja la falta de impulso del aparato productivo.
En el detalle sectorial, diez de los quince rubros que componen el EMAE tuvieron variaciones positivas, encabezados por intermediación financiera (+26,5%) y explotación de minas y canteras (+9,3%), que aportaron la mayor incidencia al crecimiento interanual. Sin embargo, la industria manufacturera volvió a retroceder 5,1%, y el comercio mayorista y minorista cayó 1,7%, restando más de un punto al resultado general. También se contrajeron la construcción, la agricultura y los servicios públicos.
Los datos consolidan un panorama de recuperación frágil y desequilibrada, donde la expansión de los servicios financieros contrasta con la debilidad de los sectores productivos tradicionales. En términos reales, la economía no crece: se mueve en una meseta que combina inercia e incertidumbre, sin que aparezcan señales claras de reactivación.
El rebote de agosto, más que un cambio de tendencia, parece un efecto estadístico menor tras varios meses de contracción. La actividad continúa condicionada por la caída del consumo, la escasa inversión y un contexto fiscal y monetario ajustado. El próximo dato, correspondiente a septiembre, se difundirá el 25 de noviembre, y será clave para saber si el leve repunte de agosto fue un punto de inflexión o apenas una pausa en un ciclo de estancamiento prolongado.
El sector de la construcción junto a la industria manufacturera tuvieron las bajas más marcadas.
El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) registró en junio una caída del 3,9% en comparación interanual y del 0,3% respecto a mayo en términos desestacionalizados, según informó el Indec este miércoles. En el acumulado del año, en comparación con el mismo período de 2023, la disminución fue del 3,2%.
Esta disminución interanual se produjo después de que en mayo la actividad económica hubiera aumentado un 1,9%, tras una caída del 2,1% en abril, un descenso del 8,4% en marzo, y disminuciones del 2,7% en febrero y del 3,8% en enero.
Actividad Económica por Sectores
El informe oficial detalló que nueve sectores de actividad experimentaron caídas en la comparación interanual. Entre los más destacados se encuentran: Construcción (-23,6% interanual) e Industria Manufacturera (-20,4% interanual). Estos sectores, junto con Comercio Mayorista, Minorista y Reparaciones (-18,6% interanual), restaron 6,8 puntos porcentuales a la variación interanual del EMAE.
En contraste, los sectores con resultados positivos incluyen: Agricultura, Ganadería, Caza y Silvicultura (+82,4% interanual) y Explotación de Minas y Canteras (+4,6% interanual). El Indec destacó que la Agricultura, Ganadería, Caza y Silvicultura (+82,4% interanual) fue el sector con mayor incidencia positiva en la variación interanual del EMAE, seguido por la Explotación de Minas y Canteras (+4,6% interanual).
Según la consultora Ecolatina la actividad habría encontrado su piso
El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE, que anticipa la dinámica del PIB) mostró un crecimiento mensual del 1,3% en su medición desestacionalizada, rompiendo una racha de ocho meses consecutivo de caídas. De este modo, la economía vuelve a los niveles de diciembre 2023 – enero 2024 (ya eran meses de recesión), aunque se mantiene un 3,4% por debajo del promedio de 2023.
En paralelo, el EMAE mostró un crecimiento interanual del 2,3%, la primera variación positiva desde noviembre del 2023. No obstante, el incremento interanual se explica principalmente por el desempeño del agro al compararse contra la sequía del 2023: mientras el agro creció un 103,3% i.a., el EMAE excluyendo dicho sector mostró una caída del 5,8% i.a. (-6,6% i.a. en abril).
Si excluimos del análisis al sector externo, la demanda interna habría mostrado una caída interanual del 14,6% en mayo, sumando así seis meses consecutivos de retrocesos. Además, si excluimos a la inversión, el consumo interno también registra caídas en la zona del 14% para mayo.
Al interior del indicador, 9 de los 15 sectores registraron caídas en la comparación interanual, destacándose Construcción (-22,1% i.a), Industria manufacturera (-14,2% i.a) y Comercio mayorista, minorista y reparaciones (-11,41% i.a). Sólo estos tres sectores le restaron 4,6 puntos porcentuales al crecimiento interanual del EMAE. Por su parte, al comparar bienes y servicios, la heterogeneidad es muy marcada: mientras que los bienes crecen 14,6% interanual (pero caen 10,3% si excluimos los productos agropecuarios), los servicios caen al 3,7% i.a.
¿Qué esperamos hacia adelante?
El salto discreto inicial en el tipo de cambio oficial el año pasado, la suba del Impuesto PAIS y la corrección de precios relativos generaron una marcada aceleración inflacionaria inicial que no fue compensada por las paritarias. Como resultado, se evidenció un fuerte deterioro del poder adquisitivo a inicios del mandato, perjudicando así la demanda interna y el consumo. Paralelamente, la política monetaria y fiscal también adquirieron un fuerte sesgo contractivo, agravando el golpe sobre la economía real.
Esta combinación de factores provocó una caída inédita en el nivel de actividad, tanto por la profundidad de la recesión como por su persistencia. Con el correr de los meses, la recomposición de los ingresos no ha sido equivalente a la caída anterior, lo que ha mantenido estancada la demanda interna y ha impedido un rebote rápido en “V”.
Aunque la actividad económica habría encontrado su piso en marzo-abril, esto se debe principalmente a las ramas vinculadas al sector primario, que han traccionado al resto de la economía. Ahora bien, no sólo importa el nivel en el que haga piso la economía, sino también la velocidad de recuperación y su sostenibilidad.
En adelante, persistirá la heterogeneidad sectorial y será clave diferenciar la dinámica del agro en la comparación interanual. Por un lado, la actividad primaria continuaría en franco crecimiento: a) el sector agropecuario recuperándose de la sequía y proyectando una cosecha alineada con el promedio de los últimos años; b) el sector energético en expansión gracias a la producción de petróleo en Vaca Muerta; y c) el sector minero también al alza (la producción industrial minera creció 9,2% i.a. en los primeros 5 meses del año).
Sin embargo, la actividad primaria explica sólo el 15% del producto, por lo que la performance agregada de la economía dependerá más de lo que ocurra con los sectores vinculados a la demanda interna (industria, construcción y comercio, que en conjunto representan 40% del PIB), los cuales enfrentarán un panorama más complejo y una recuperación más lenta que el nivel general.
En este contexto, la economía pasará de verse mayormente afectada por problemas de oferta (como ocurrió en 2023) a sufrir en mayor medida la contracción en la demanda. Dejando atrás el efecto “los pesos queman”, las correcciones de las principales variables macroeconómicas y la caída del salario real implican un marcado freno al consumo frente a “pesos que no alcanzan”.
Justamente, si analizamos el desempeño de la economía desde la demanda son pocos los factores que podrían jugar a favor de un mejor desempeño en materia de actividad:
1) Consumo privado (representa casi un 70% del PIB): Necesita no sólo una recuperación del salario real y el ingreso disponible, sino también una moderación en la caída del empleo que evite una contracción de la masa salarial.
2) Gasto público: Una expansión del consumo público sería contradictoria con el objetivo de consolidación fiscal, por ende, difícilmente juegue a favor.
3) Inversión: Podría incentivarse en ciertos sectores gracias a la aprobación del RIGI y una eventual salida del CEPO, aunque el impacto real no es inmediato y lleva cierto tiempo.
4) Exportaciones netas: La comparación contra la sequía en 2023 aportará un diferencial positivo en 2024 para las exportaciones. A su vez, el impulso de sectores estratégicos también jugará a favor. Del mismo modo, las importaciones se mantendrán en rojo dado su vínculo procíclico con la demanda interna.