Repensar la seguridad de los recursos hídricos en un mundo con inseguridad hídrica

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Escribe Saroj Kumar Jha / Banco Mundial“Cada vez que hay un desastre, se apresuran a entregar ayuda. ¿Por qué no hacen más para prevenirlo?”

Estas palabras las dijo una adolescente, mientras permanecía de pie en medio de la devastación causada por el superciclón Odisha, en el este de India en 1999. En ese momento, yo era miembro del Servicio Administrativo de India, y estaba a cargo de coordinar los esfuerzos de socorro 48 horas después de la tormenta. Su pregunta se abrió paso entre el caos y tuvo impacto en mi carrera profesional. La ayuda era necesaria, pero la verdadera solución radica en crear sistemas de abastecimiento de agua sólidos y adaptables.

La creciente crisis del agua

La devastación en Odisha no se debió solo a la velocidad del viento y las marejadas ciclónicas, sino también a lo que vino después.

Los sistemas de suministro de agua resultaron destruidos por completo, dejando a las comunidades sin acceso a agua potable durante semanas. La contaminación de los pozos y la destrucción de infraestructura provocaron brotes de enfermedades. Los desastres exponen las debilidades de nuestros sistemas de abastecimiento de agua. Sin seguridad hídrica, la recuperación después de un desastre se paraliza.

Pero la verdadera resiliencia requiere algo más que una respuesta de emergencia: exige sistemas de suministro de agua más inteligentes y con capacidad de adaptarse a un mundo que ha cambiado.

En los últimos 50 años, el almacenamiento de agua natural ha disminuido en 27 billones de metros cúbicos debido a la degradación de la tierra, el agotamiento de las aguas subterráneas y la pérdida de humedales. Por otra parte, desde 1970, el 83 % de las especies de agua dulce han desaparecido, lo que indica un colapso más amplio de los ecosistemas que alguna vez preservaron los recursos hídricos.

Hoy en día, 1 de cada 10 personas vive en países que enfrentan grave escasez de agua, y, 1 de cada 4 niños experimentará estas condiciones de aquí a 2040. Los fenómenos meteorológicos extremos están haciendo que los ciclos del agua sean más erráticos. Para 2050, casi la mitad de la población mundial podría verse afectada por sequías, que provocarán alteraciones en la agricultura y los medios de subsistencia.

He visto de primera mano cómo los cambios en los patrones climáticos están reconfigurando los sistemas de abastecimiento de agua. En Afganistán, los ríos que otrora eran fiables ahora se han vuelto impredecibles debido al derretimiento irregular de la nieve. En algunas partes de África, las sequías “en cámara lenta” están forzando la migración y agravando la inseguridad alimentaria. En un informe reciente del Banco Mundial, titulado Droughts and Deficits (Sequías y déficits) (i), se ponen de relieve los impactos a largo plazo: los niños nacidos durante períodos de sequía sufren malnutrición, lo que limita las oportunidades económicas a lo largo de décadas. Si no se actúa, estos ciclos de privaciones persistirán.

Por qué nuestros sistemas de abastecimiento agua ya no cumplen sus objetivos

La gestión del agua tal como la conocemos está fallando. Nuestros sistemas fueron diseñados para un mundo que ya no existe. Los desastres ponen de relieve las vulnerabilidades, y la creciente crisis del agua exige medidas urgentes.

Las presas, por ejemplo, son esenciales para el almacenamiento de agua y el control de inundaciones, pero muchas son antiguas y están en riesgo. Una gran cantidad de las 40 000 grandes represas del mundo se diseñó hace décadas, sobre la base de datos hidrológicos desactualizados. Solo en India, 6886 embalses —muchos de ellos de más de 50 años de antigüedad— corren el riesgo de sufrir fallas. Para hacer frente a esta situación, el país lidera esfuerzos para reforzar la resiliencia de más de 500 grandes presas (i) con el apoyo del Banco Mundial. Si bien es un paso importante, miles de embalses más deberán modernizarse para resistir los fenómenos meteorológicos extremos.

Más allá de la infraestructura, garantizar el agua para el futuro requiere un conjunto más amplio de soluciones: mejor financiamiento, gestión más sólida, tecnología de punta y alianzas que impulsen un impacto real.

Caminos hacia un futuro con seguridad hídrica

Debemos repensar la seguridad hídrica e ir más allá de las respuestas reaccionarias para lograr soluciones sostenibles. A continuación se presentan cuatro vías fundamentales:

  1. Optimizar y adaptar el almacenamiento de agua: es clave aplicar un enfoque híbrido que combine la infraestructura natural y construida. El embalse denominado “Lower Racibórz” en Polonia, que fue diseñado como una llanura inundable en lugar de una presa tradicional, protegió con éxito dos ciudades durante una serie de inundaciones históricas (i).
  2. Aprovechar la innovación digital: la inteligencia artificial (IA), los sensores remotos y el monitoreo en tiempo real están revolucionando la gestión del agua. En el Proyecto Hidrológico Nacional de India (i), modelos impulsados por IA proporcionan pronósticos de inundaciones para un período de 24 horas con una precisión del 90 %, lo que ayuda a los operadores de las presas a controlar las descargas de agua. En Brasil, el seguimiento en tiempo real de las sequías (i) ha hecho que las respuestas gubernamentales pasen de la gestión de crisis a la preparación proactiva.
  3. Fortalecer la gestión y las asociaciones: gestionar los riesgos hídricos requiere la cooperación entre los Gobiernos, las empresas y las comunidades. De las 360 cuencas hidrográficas reconocidas internacionalmente, para solo 41 de ellas existen acuerdos formales entre los países que las comparten. Sin una gestión sólida, los conflictos por el agua se intensificarán.
  4. Aumentar la inversión y el financiamiento: el déficit de financiamiento en materia de seguridad hídrica (i) es impresionante: se necesitan USD 6,7 billones para 2030, y esta cifra aumentará a USD 22,6 billones para 2050. Los Gobiernos por sí solos no pueden subsanar este déficit; es necesaria la participación del sector privado (i). En Chile y Perú, la inversión privada impulsa el tratamiento y la reutilización de las aguas residuales, lo que reduce la dependencia del agua dulce. Los modelos de financiamiento combinado, los bonos climáticos y los bonos de resiliencia pueden ayudar a reducir el déficit de financiamiento, pero estos instrumentos siguen siendo poco utilizados.

Agua, empleo y crecimiento económico  

Las soluciones inteligentes en materia de agua no solo garantizan la resiliencia y la seguridad: impulsan el desarrollo económico, crean empleos y preservar los medios de subsistencia. El acceso confiable al agua sirve de apoyo a la agricultura, la energía y la industria, sectores que dan trabajo a millones de personas, especialmente en los países de ingreso bajo. Ningún país puede alcanzar una prosperidad duradera sin asegurar su futuro hídrico. 

La escasez de agua puede destruir las fuentes de empleo, como ocurrió durante la sequía de Ciudad del Cabo en 2018, que provocó la pérdida de los medios de subsistencia de 20 000 trabajadores agrícolas. Sin embargo, la gestión inteligente del agua crea oportunidades. En la República Democrática del Congo, se espera que un programa de acceso al agua genere casi 30 000 nuevos puestos de trabajo. El agua limpia y el saneamiento mejoran la salud pública y permiten una mayor participación en la fuerza laboral, especialmente de las mujeres.

Nuestro compromiso con la seguridad hídrica

La seguridad hídrica no consiste solo en evitar la escasez de agua, sino que sustenta la resiliencia, la estabilidad económica y la reducción del riesgo de desastres. Sin agua las economías se debilitan, la producción de alimentos colapsa y la salud pública se deteriora. Sin agua no hay planeta habitable.

Esa adolescente en Odisha me desafió a hacerlo mejor: ¿Por qué no hacemos más para evitarlo?

Debemos hacerlo. Y lo haremos. Porque el futuro depende de ello.

Saroj Kumar Jha Director Global de Prácticas Mundiales de Agua (GP) del Grupo Banco Mundial

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El Banco Mundial pronosticó que la Argentina crecerá 5% este año y destacó la recuperación del apoyo empresarial

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La suba del PBI argentino, basada en agro, minería y energía, será relevante para la región. La confianza del sector privado aumentó a fines de 2024, tras haber caído a niveles muy bajos a principios del gobierno de Milei

En su informe “Perspectivas económicas mundiales”, el Banco Mundial pronosticó un crecimiento del PBI de la Argentina del 5% para este año y del 4,7% en 2026, luego de haber registrado una caída del -2,8% en el año pasado. En su capítulo dedicado a América latina, el reporte destaca el crecimiento de la confianza del sector privado para hacer negocios en la Argentina.

Luego de dos años de recesión, la recuperación de la economía argentina para este año y el próximo tendrá como impulsores principales “la agricultura, la energía y la minería, respaldadas por la estabilidad macroeconómica y la legislación recientemente promulgada que favorece a las empresas”. El Banco Mundial espera además que “el gobierno mantenga una política fiscal estricta para apoyar el progreso sostenido en la reducción de la inflación y defender la credibilidad del marco político actual”.

Para América Latina, el informe prevé un crecimiento del 2,5% en este año y del 2,6% en 2026, “impulsado principalmente por la recuperación de la Argentina después de dos años de contracción económica”. Asimismo, espera que el crecimiento de las otras economías principales de la región, Brasil y México, “se desacelere este año como consecuencia de la debilidad del consumo y la inversión”. Se espera una mejora, leve, recién para 2026.

Un aspecto llamativo del informe del Banco Mundial es la evolución del índice de confianza empresarial en 5 países, que analiza la predisposición y el optimismo del sector privado para hacer negocios. La evolución de ese índice a lo largo de 2024 muestra movimientos estables para Brasil y México, un tinte negativo en el caso de Chile y un movimiento irregular para Colombia.

En el caso de Argentina, la confianza empresarial arrancó en un nivel extremadamente alto sobre noviembre de 2023, en medio del proceso electoral que determinó la llegada de Javier Milei a la Presidencia. Con la misma intensidad, el apoyo empresarial cayó abruptamente en los primeros meses de gestión. Luego transitó en forma irregular hasta septiembre, momento en que volvió a elevarse hasta llegar a tener la mejor puntuación de los 5 países.

El Banco Mundial incluyó a la Argentina dentro de los factores que permitirán la recuperación de la región, la cual se producirá “a medida que Argentina se recupere, las tasas de interés se normalicen y baje la inflación”. Según sus proyecciones, “los precios de los productos básicos respaldarán las exportaciones de la región, aunque el tenue crecimiento de China podría limitar la demanda de los principales productos básicos”.

El informe destacó la recuperación del comercio exterior argentino en la segunda mitad del año: “Si bien la mayoría de los países tuvieron déficits comerciales, la Argentina registró un superávit comercial significativo, que en gran medida reflejó una marcada reducción de las importaciones debido a la sustancial depreciación de la moneda”.

En el marco de ese rebote exportador y de “mejoras significativas” en el agro, la minería y la energía, el Banco Mundial destacó la pelea contra la inflación. “Aunque ha disminuido significativamente, la inflación acumulada en Argentina se mantuvo por encima del 100 por ciento al final del año, en parte como resultado de la fuerte depreciación de la moneda y de los ajustes a los precios regulados”.

En el informe del Banco Mundial se señala que, en los próximos dos años, “las economías en desarrollo podrían enfrentar graves dificultades. La gran incertidumbre mundial relacionada con las políticas podría socavar la confianza de los inversionistas y limitar los flujos de financiamiento. El aumento de las tensiones comerciales podría reducir el crecimiento mundial. La inflación persistente podría retrasar los recortes previstos de las tasas de interés”.

Sin embargo, el reporte también destaca que “la economía mundial también podría obtener mejores resultados de lo esperado, especialmente si sus principales motores, Estados Unidos y China, logran ganar impulso. En China, la adopción de medidas de estímulo adicionales podría impulsar la demanda. En Estados Unidos, un sólido gasto de los hogares podría dar lugar a un crecimiento mayor que el previsto, con efectos beneficiosos para las economías en desarrollo”.

Para transformar “los desafíos en oportunidades”, el Banco Mundial considera que las economías en desarrollo deben “abordar las necesidades de infraestructura, acelerar la transición climática y mejorar el capital humano pueden mejorar las perspectivas de crecimiento y, al mismo tiempo, ayudar a alcanzar los objetivos climáticos y de desarrollo.”

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El Banco Mundial anuncia un giro estratégico en el sector agroindustrial y duplica su compromiso financiero

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La iniciativa impulsará la inversión privada, impulsará la productividad y reforzará la resiliencia climática

El Grupo Banco Mundial anunció hoy un cambio estratégico en su enfoque de la agroindustria con el objetivo de crear un ecosistema integral para la industria. El cambio combinará una nueva forma de trabajar con un nuevo nivel de inversión: duplicará sus compromisos en materia de agrofinanzas y agroindustria a USD 9000 millones anuales para 2030.

El nuevo enfoque llega en un momento en que cuatro tendencias están transformando radicalmente el panorama de la agroindustria: el cambio climático, las innovaciones en materia financiera, la digitalización y las soluciones a la fragmentación. También pretende aprovechar la demanda de alimentos, que se prevé que aumentará un 60 por ciento en las próximas décadas, y responder a una necesidad crítica de empleos en los mercados emergentes.

“Nos encontramos en una encrucijada, y el camino que elijamos hoy determinará el futuro”, dijo Ajay Banga, presidente del Grupo Banco Mundial . “El enfoque ecosistémico del Banco Mundial nos permite ir más allá de los esfuerzos fragmentados y avanzar hacia una constelación de soluciones que abarcan todo, desde el almacenamiento hasta la logística y la producción, pero con los pequeños agricultores y las organizaciones de productores en el centro”.

El ecosistema es posible gracias al trabajo que el Grupo Banco Mundial ha realizado durante los últimos 16 meses para convertirse en una institución mejor, más sencilla y más coordinada. El enfoque más integrado reunirá todos los recursos de la institución para ofrecer un apoyo integral y soluciones personalizadas.

El Banco está desarrollando una estrategia de continuidad que aprovecha la experiencia del BIRF y la AIF en la creación de capacidad y servicios para el sector público, y la financiación y el acceso del sector privado de la CFI y el OMGI. En última instancia, esta forma de trabajo contigua será vista y sentida por los socios empresariales y gubernamentales por igual, con el objetivo de aumentar la movilización a 5.000 millones de dólares en 2030.

Tres ejemplos de este enfoque:

  • Las entidades del sector público del Grupo Banco Mundial pueden ayudar a los países a elaborar normas y reglamentos, como los que garantizan que los productos cumplan con los requisitos del mercado de exportación. Pueden brindar asesoramiento sobre soluciones para la tenencia de la tierra o desarrollar redes nacionales de riego. En el área del financiamiento climático, pueden ayudar a los gobiernos a reutilizar parte de los 1,25 billones de dólares de subsidios a los combustibles fósiles, la agricultura y la pesca para incentivar prácticas más ecológicas, lo que liberaría una fuente importante de financiamiento para el sector agrícola.
  • Los equipos del sector privado del Grupo Banco Mundial pueden centrarse en todo, desde el financiamiento mediante deuda y capital hasta la mitigación de riesgos con garantías, superando así los desafíos de acceso. La nueva y simplificada Plataforma de Garantías del Grupo Banco Mundial es un paso clave en esta transformación, ya que facilita la entrega de soluciones personalizadas que satisfagan las diversas demandas de nuestros socios.
  • El Grupo del Banco Mundial puede ayudar a los pequeños agricultores a conectarse con las cadenas de suministro. El BIRF puede trabajar con las organizaciones de pequeños agricultores y productores para mejorar su productividad y resiliencia climática, convirtiéndolas en proveedores viables que puedan cumplir con la escala, la consistencia y los altos estándares que necesitan las empresas más grandes. Mientras que la CFI puede intervenir en etapas posteriores para proporcionar financiamiento para equipos y conectar a estas cooperativas con empresas que buscan fuentes confiables de producción cuando estén listas para la inversión privada.

El aumento de la productividad agrícola (y de los ingresos) ayudará a crear empleos, aumentar los ingresos y mejorar la calidad de los alimentos y la nutrición. Las prácticas de producción inteligentes en relación con el clima se traducirán en menos emisiones y un aire y un agua más limpios. En general, una mejor calidad de vida.

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Retomar el rumbo hacia el logro del Objetivo de Desarrollo Sostenible 1

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Escribe Luis Felipe López Calva – Hace casi 10 años, los países de todo el mundo adoptaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), 17 metas que la comunidad mundial debe alcanzar de aquí a 2030 con el fin de garantizar la paz y la prosperidad para las generaciones actuales y futuras. En el primero de estos, el ODS 1, se insta a “poner fin a la pobreza en todas sus formas y en todas partes”.

Aunque mucho se ha avanzado en la reducción de la pobreza mundial, la dura realidad es que no estamos bien encaminados para alcanzar este objetivo. Tras décadas de disminución de la pobreza en el mundo, el ritmo de reducción comenzó a disminuir alrededor de 2015, a lo que se sumó un crecimiento económico modesto. Durante 2020-22, se produjeron graves retrocesos en la reducción de la pobreza, mientras los países se tambaleaban debido a crisis simultáneas, como la pandemia de COVID-19, las conmociones climáticas, la elevada deuda, y la fragilidad y los conflictos.

En 2022, aproximadamente 712 millones de personas vivían en la pobreza extrema, con menos de USD 2,15 al día, la línea de pobreza de los países de ingreso bajo. La pobreza también continúa siendo un problema serio en muchos países de ingreso mediano. En 2022, 3600 millones de habitantes —casi la mitad de la población mundial— subsistían con menos de USD 6,85 al día, la línea de pobreza de los países de ingreso mediano alto.

Pero la pobreza no se trata solo de la falta de ingresos. Millones de personas se ven privadas diariamente de necesidades esenciales, como acceso a la atención de salud, la educación, la vivienda, el agua o la electricidad, con lo que también se les niega su dignidad.

De acuerdo con el ritmo de avances actual, casi 600 millones de personas —alrededor del 7 % de la población mundial— seguirán viviendo en la pobreza extrema para 2030, la mayoría de ellas en África subsahariana o en lugares frágiles y afectados por conflictos. A esta velocidad, podría llevar más de tres décadas erradicar la pobreza extrema.

No es demasiado tarde para cambiar el rumbo. Si bien el crecimiento económico es importante para retomar el curso, por sí solo no garantiza que las personas salgan de la pobreza. Este crecimiento también debe ser más inclusivo y sostenible. La base del crecimiento inclusivo radica en invertir en las personas, lo que significa garantizar que tengan más acceso a atención de salud, educación, servicios sociales, infraestructura básica, empleos de mejor calidad y oportunidades.

Los países deben ampliar las oportunidades para que las personas en situación de pobreza obtengan mayores ingresos y contribuyan de manera más proactiva a la economía, y eliminar las limitaciones que enfrentan los hogares pobres para acumular activos naturales, financieros y de otro tipo. Esto es especialmente cierto para aquellos que están ubicados en el extremo inferior de la distribución del ingreso.

Los países también necesitan políticas fiscales que resulten beneficiosas para todos. Las políticas fiscales se pueden reformar reorientando el gasto público de los subsidios ineficientes hacia normativas más específicas que apoyen a los hogares pobres y vulnerables. Los sistemas fiscales bien diseñados pueden proteger a los hogares de volver a caer en la pobreza durante una crisis o conmoción.

Sin embargo, la reducción de la pobreza solo será sostenible si se combina con una acción climática eficaz. Muchas personas que viven en la pobreza son muy vulnerables a los fenómenos meteorológicos extremos, como las inundaciones, los ciclones o las sequías, que son cada vez más frecuentes e intensos. Sin embargo, ellas son las que menos han contribuido a las emisiones mundiales que están alimentando estos sucesos. Los países deberían centrarse en políticas que generen “beneficios dobles” o “beneficios triples”, que no solo mejoren los medios de subsistencia de las personas que viven en situación de pobreza, sino que también disminuyan su vulnerabilidad frente a los riesgos climáticos y ayuden a mitigar los futuros peligros causados por el clima. 

Aún estamos a tiempo de corregir el rumbo, pero los múltiples desafíos mundiales interrelacionados a los que nos enfrentamos exigen un enfoque diferente para avanzar. Se necesita que todos trabajemos juntos, incluidos los Gobiernos, la sociedad civil, las organizaciones internacionales, el sector privado y los ciudadanos. Se requieren políticas nacionales ambiciosas que prioricen la reducción de la pobreza, especialmente donde esta se encuentra más arraigada, y se combinen con el apoyo de la comunidad internacional para ayudar a hacer realidad estos objetivos.

Esta acción conjunta también incluye el impulso al financiamiento a largo plazo. En medio de una deuda elevada y un espacio fiscal limitado, los países de ingreso bajo se enfrentan a graves restricciones de capacidad para invertir en áreas esenciales como la educación, la atención de la salud y la infraestructura, que son fundamentales para una reducción sostenida de la pobreza. La asistencia oficial para el desarrollo proporcionada por los países de ingreso alto es crítica para financiar los objetivos de desarrollo de los países de ingreso bajo, por lo que los donantes deben cumplir sus compromisos asumidos desde hace tiempo.

Las instituciones multilaterales y de desarrollo, incluido el Grupo Banco Mundial, pueden utilizar este financiamiento para conseguir aún más fondos. Uno de los mejores ejemplos de este poder catalizador es nuestra Asociación Internacional de Fomento, que este año trabaja para reponer sus recursos y poder seguir prestando un apoyo decisivo a los países de ingreso bajo para luchar contra la pobreza y otros desafíos de desarrollo urgentes.

Debemos mantener el optimismo y seguir centrados en el desarrollo de soluciones eficaces e innovadoras. Por eso, un grupo internacional de expertos en desarrollo se reunieron (i) hace unos meses con el fin de explorar formas prácticas de impulsar los avances hacia la erradicación de la pobreza. Sus recomendaciones se presentan en el Foro Político de Alto Nivel sobre el Desarrollo Sostenible, que se está llevando a cabo en la ciudad de Nueva York, donde ministros y representantes de países de todo el mundo debatirán maneras de reforzar la Agenda 2030. 

No tenemos tiempo que perder. Debemos intensificar la acción mundial para impulsar un crecimiento más sólido, inclusivo y sostenible que nos ayude a retomar el camino hacia un mundo sin pobreza en un planeta habitable.

LUIS FELIPE LÓPEZ-CALVA Director global, Práctica Global de Reducción de la Pobreza y Promoción de la Equidad

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Cinco claves para desarrollar un Marco de Taxonomía Verde: el caso de la República Dominicana

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Escriben Mayra Alfaro de Moran y Roberto Rubio Miranda – La lucha contra el cambio climático requiere inversiones significativas y asociaciones entre los sectores público y privado para crear economías más verdes. La reciente aprobación de la Taxonomía Verde de la República Dominicana marca un punto de inflexión en los esfuerzos del país para acelerar la financiación climática y promover la acción climática.

En línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas para 2030 y el Acuerdo de París, la Taxonomía de la República Dominicana tiene como objetivo involucrar al sector financiero en la promoción de actividades económicas ambientalmente responsables, fomentando inversiones sostenibles y el desarrollo de nuevos productos y servicios que cumplan con criterios de sostenibilidad. La Taxonomía Verde es más que un sistema de clasificación, establece un marco común que mejora la transparencia y facilita la toma de decisiones basada en criterios sostenibles, incluyendo una perspectiva de género. Este marco allana el camino para una transición hacia una economía baja en carbono, un paso crucial en nuestra lucha colectiva contra el cambio climático.

A petición del Gobierno, el IFC proporcionó servicios de asesoría para desarrollar el Marco de la Taxonomía Verde. Cinco factores clave contribuyeron al exitoso desarrollo de la Taxonomía Verde, que fue aprobada el 4 de junio de 2024:

  1. Asegurar el compromiso y liderazgo político. La Taxonomía Verde se benefició de un fuerte apoyo político y liderazgo del gobierno y del sector privado. El Comité de Monitoreo, liderado por la Superintendencia de Mercado de Valores y apoyado por expertos sectoriales, mostró el compromiso del gobierno con el proyecto. Además, hubo una fuerte participación del sector privado, que involucró a instituciones financieras, participantes clave de los mercados de capitales y asociaciones industriales.
  2. Definir objetivos claros. El desarrollo de la Taxonomía Verde inició con objetivos claros en términos de clima y medio ambiente. Estos objetivos guiaron la selección de sectores con un impacto ambiental y económico. Esto aseguró la relevancia y efectividad de la taxonomía. Estos objetivos incluyeron el uso sostenible y la protección de los recursos hídricos y costero-marinos, como ríos y cuencas. La inclusión de estas actividades “azules” generó un gran interés, apoyo y aceptación del proyecto.
  3. Convocar a expertos internacionales y locales. La asistencia técnica proporcionada por el IFC fue fundamental para desarrollar la taxonomía. Los consultores internacionales aportaron una valiosa experiencia adquirida previamente en el desarrollo de taxonomías similares en Colombia y México, mientras que los expertos locales aportaron conocimientos críticos y aseguraron la relevancia de la taxonomía para la República Dominicana. La participación de un asesor intersectorial, siete líderes sectoriales y más de 200 expertos técnicos de la academia, ONGs y los sectores público y privado mejoraron aún más la taxonomía y fomentaron la apropiación.
  4. Diseñar una gobernanza efectiva. Se estableció un comité de monitoreo al inicio del proyecto, compuesto por instituciones clave del gobierno, como la Superintendencia del Mercado de Valores, el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, la Superintendencia de Bancos, el Ministerio de Hacienda, el Banco Central y el Consejo Nacional para el Cambio Climático y el Mecanismo de Desarrollo Limpio. Para garantizar una gobernanza y supervisión adecuadas, se creó el Comité de Taxonomía Verde, compuesto por miembros del Comité de Monitoreo. Este comité es responsable de gestionar la taxonomía, mientras que el Ministerio de Medio Ambiente asume el papel de Secretaría Técnica. Este enfoque colaborativo entre instituciones aseguró una coordinación efectiva y una visión unificada en la lucha contra el cambio climático.
  5. Organizar consultas públicas y eventos de mercado. El desarrollo de la Taxonomía Verde involucró un proceso de consulta pública y participación. Comenzó con revisiones con los líderes sectoriales y continuó con la creación de grupos de trabajo para cada sector. La consulta pública formal permitió a las partes interesadas revisar y comentar sobre la taxonomía. La consulta ayudó a aclarar conceptos y abordar desafíos, asegurando una taxonomía más sólida y completa para su difusión.

Primeros resultados

Durante el evento de aprobación de la Taxonomía Verde, el Ministro de Medio Ambiente, Miguel Ceara, destacó la importancia de la taxonomía y su impacto en el desarrollo sostenible. Considerando los criterios de elegibilidad de la Taxonomía, el Ministerio de Medio Ambiente y el Ministerio de Hacienda han establecido un marco para la emisión de bonos sostenibles de deuda soberana, y la Asociación de Bancos Múltiples (ABA) ha desarrollado marcos específicos para bonos sostenibles para tres instituciones financieras.

El IFC también apoyó a la Red de Banca y Finanzas Sostenibles en el desarrollo de un Protocolo Verde para los bancos, firmado en marzo de 2024. Otro logro es la emisión del Bono Verde del Banco Popular. Este banco tendrá la capacidad de financiar actividades aprobadas por la SIMV dentro del marco de la Taxonomía Verde.

¿Qué sigue?

En adelante, el enfoque estará en la implementación y mejora continua de la taxonomía. Evolucionará con el tiempo para incluir sectores adicionales y refinar su contenido en base a los comentarios y experiencias de los usuarios. Los proyectos piloto apoyados por el IFC y el Banco Mundial contribuirán a una mejor comprensión de la identificación de activos verdes y resaltarán áreas de mejora.

La aprobación de la taxonomía verde es un hito importante, pero es solo el comienzo de un viaje hacia la promoción de prácticas sostenibles y la impulsión de la innovación en el sector financiero. La colaboración continua, el monitoreo y la adaptación serán clave para garantizar la efectividad de la taxonomía en el logro de los objetivos ambientales y en apoyar la transición hacia una economía sostenible y baja en carbono en la República Dominicana.

MAYRA ALFARO DE MORÁN Oficial Senior de Operaciones en la unidad de Asesoría y Economía de País de IFC

ROBERTO RUBIO MIRANDA Líder de Proyectos en la International Finance Corporation (IFC) – Grupo de Instituciones Financieras

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