Belém

En COP30 fracasa la misión indígena: reconciliar humanidad y naturaleza

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Por Mario Osava / Inter Press Service – La exuberancia de la Amazonia y la masiva participación indígena no fueron suficientes para reconciliar la humanidad con la naturaleza en la 30 Conferencia de las Partes (COP30) de la convención climática mundial en la ciudad de Belém, en el norte amazónico de Brasil.

No se logró aprobar como era lo esperado una hoja de ruta para la reducción de los combustibles fósiles. Las 29 resoluciones de la COP30 ni siquiera mencionan ese factor clave de la crisis climática, responsable de cerca de 68 % de los gases del efecto invernadero, según las Naciones Unidas.

Hubo decisiones positivas, como triplicar el financiamiento de la adaptación al cambio climático hasta 2035, indicadores para monitorear esa adaptación, la creación futura de un mecanismo institucional para promover una transición climática justa y medidas como un acelerador global de implementación para apoyar los países en el cumplimiento de sus metas.

Pero “soñábamos con muchos resultados más”, admitió la ministra brasileña de Medio Ambiente, Marina Silva, aplaudida durante varios minutos en su discurso de clausura el sábado 22, en que reconoció que la cumbre tuvo «avances modestos».

Un “paso relevante” fue reconocer la importancia de los pueblos indígenas y tradicionales en la lucha climática, destacó.

“Pero la COP termina sin que los gobiernos del mundo, que tanto insisten en defender que este es un proceso liderado por las Partes de la Convención, dieran muestra de falta de ambición e incluso, interés, por el llamado a la acción urgente”, señaló la “Declaración de los Pueblos Indígenas de la Amazonia en respuesta a los resultados de la COP30”.

La ministra de Medio Ambiente y Cambio Climático de Brasil, Marina Silva, emocionada en la plenaria conclusiva de la COP30, el 22 de noviembre, cuando admitió «avances modestos» en la cumbre y la necesidad de seguir en la lucha climática. Imagen: Ueslei Marcelino / COP30

La demanda de protagonismo

“La respuesta somos nosotros” es la consigna con que las nueve afiliadas a la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (Coica) concluyen el balance de la conferencia que tuvo lugar en Belém, del 10 al 22 de noviembre, prorrogada por un día en un intento frustrado de ampliar los consensos.

La Coica articula asociaciones de los ocho países que comparten el bioma amazónico, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Suriname y Venezuela, además del territorio de la Guayana Francesa. Afirma representar 511 pueblos indígenas, entre ellos 66 Pueblos Indígenas en Aislamiento Voluntario y Contacto Inicial (Piaci).

El balance empieza por saludar el reconocimiento de los derechos territoriales de los indígenas en el documento más político de la COP30, pero lamenta su insuficiencia en asegurar la protección, incluso por la ausencia del tema en “la parte operativa” de las resoluciones.

También saluda el Fondo de Bosques Tropicales para Siempre (TFFF, en inglés), una iniciativa brasileña que ya captó 6700 millones de dólares en aportes gubernamentales, por destinar 20 % de las utilidades a los pueblos indígenas.

Pero considera esa remuneración “desproporcionadamente pequeña frente al papel que cumplimos en la protección de los bosques”. Además, quieren a sus tierras “libres de petróleo, gas, minería y monocultivos, especialmente los territorios Piaci”.

Avances insatisfactorios identifican los indígenas amazónicos en varios temas discutidos en la COP30. En el financiamiento climático reclaman acceso directo, tanto para mitigación como la adaptación a los cambios.

Es que reclaman un protagonismo imposible en el mundo como está institucionalizado actualmente. Querían, por ejemplo, la copresidencia de la COP30, además de la participación propia y directa en las negociaciones.

Indígenas brasileñas celebran la demarcación de cuatro territorios indígenas por parte del gobierno, en el marco de la COP30. Otras áreas fueron identificadas como indígenas en el proceso de demarcación, luego de algunos años de derechos indígenas bloqueados por un gobierno de extrema derecha. Imagen: Ueslei Marcelino / COP30

Participación, no solo presencia

Las nueve organizaciones amazónicas agradecieron los gobiernos de Brasil, Colombia y Panamá por incluir indígenas en sus delegaciones oficiales en la COP30.

La organización de la conferencia acreditó a más de 900 representantes indígenas de todo el mundo, con acceso a la Zona Azul, donde tuvieron lugar las negociaciones y eventos oficiales, según uno de los lideres brasileños, Kleber Karipuna.

Otros 3500 estuvieron en la llamada Aldea COP30, un campamento instalado para ellos en Belém, y participaron en varias manifestaciones por la demarcación de territorios indígenas y mayor participación en las decisiones.

En una de ellas, indígenas y activistas sociales forzaron la entrada en la Zona Azul, la noche del 11 de noviembre, con actos de violencia contenidos por agentes de seguridad. Protestaban contra su exclusión de las negociaciones.

El trasfondo es la convicción de que el mundo institucional “no reconoce nuestro papel fundamental en la mitigación y adaptación al cambio climático”, como sostiene la declaración de la Coica. “La presencia no es participación plena y efectiva”, constatan los indígenas amazónicos.

“Como titulares de derechos y actores fundamentales de la acción climática necesitamos acceso oportuno a la información, participación directa en los espacios de negociación, reconocimiento de nuestras estructuras propias de gobernanza, y la incorporación generalizada de negociadores indígenas en las delegaciones oficiales”, demandan en su declaración.

Se quejan de que la presidencia brasileña de la COP30 no les aseguró “un diálogo sustantivo y continuo” ni se hizo eco de sus prioridades y propuestas, como había propuesto antes de que comenzase la cumbre el día 10 y que se cerró el sábado 22, un día después de lo pautado para sacar adelante el limitado paquete de acuerdos.

Reunión plenaria conclusiva de la COP30, el 22 de noviembre, en que los indígenas no lograron su objetivo de participar con voz propia dentro de las negociaciones. Imagen: Rafa Neddermeyer / COP30

Más que guardianes

No se trata solo de demarcar los territorios indígenas, reconocidos como los que mejor protegen la naturaleza contra la deforestación, los incendios y otras  formas de destrucción, como la extracción ilegal de madera y minerales.

Durante la COP30 el gobierno brasileño homologó cuatro tierras indígenas (como se llaman los resguardos en Brasil), declaró como indígenas otras diez áreas y avanzó en los pasos iniciales de la demarcación de otras 24 áreas.

Atendió así al reclamo de los pueblos originarios por la aceleración en el proceso de demarcación. Brasil tiene 535 tierras indígenas demarcadas y 289 en distintas etapas del proceso de demarcación, según el Instituto Socioambiental, que tiene una amplia base de datos sobre el tema.

La población indígena, según el censo de 2022, se limita a 1,7 millones de personas, 0,8 % de los 213 millones de habitantes de Brasil.

Esas cifras resultan del genocidio sufrido por la población originaria, tal como ocurrió en todo el mundo, donde suman entre 370 millones y 500 millones distribuidos en 90 países, según las Naciones Unidas.

En América Latina había cerca de 45 millones de indígenas en 2010, correspondiente a solo 8,3 % de la población total. Ese porcentaje alcanza 62,2 % en Bolivia, 41 % en Guatemala, 24 % en Perú y 15,1 % en México, países donde más sobrevivieron al genocidio colonial, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

Pese a la ínfima minoría disfrutan de una fuerte legitimidad en las cuestiones ambientales y climáticas, por su convivencia con la naturaleza, generalmente en armonía.

El casi exterminio que sufrieron en muchos países, como Brasil y Estados Unidos, acompañó la destrucción de la naturaleza, en la guerra impuesta por la expansión económica y de la civilización occidental hacia el oeste, en el caso de los dos países.

Pueblos originarios, a los que se sumaron las comunidades tradicionales, y la naturaleza sufrieron el mismo proceso exterminador. “Salvajes” y la selva eran obstáculos al progreso económico.

Un vuelco en esa marcha ocurrió en la segunda mitad del siglo XX, con la puesta en marcha de la vigencia de los derechos humanos, de la diversidad en todas las dimensiones y del ambientalismo, acentuado luego por la emergencia climática.

Ahora que la humanidad trata de reconciliarse con la naturaleza en rebelión, los indígenas aparecen como los mediadores. La simple presencia en las COP en un papel simbólico o como guardianes de los bosques es insuficiente, quieren participar en las decisiones.

“Persiste una falta de comprensión entre sistemas de conocimiento indígena y conocimientos tradicionales, conceptos distintos y con implicancias distintas, incluso jurídicas”, advierten las organizaciones indígenas amazónicas.

“Los sistemas de conocimiento indígena incluyen nuestra relación con el territorio, las tierras y las aguas, nuestra gobernanza y espiritualidad, y todo ello resulta en la conservación de nuestros territorios y en nuestra resiliencia, por lo que deben ser reconocidos en su totalidad, no fragmentados ni reducidos a un componente técnico de adaptación”, concluyen.

En la Amazonia, los indígenas hicieron más que conservación, ya que “domesticaron” los bosques en muchos sitios, con fertilización del suelo reflejada en la llamada tierra negra y mayor productividad vegetal, apunta un grupo de investigadores del brasileño Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia en un artículo que revisa varios estudios recientes.

Esos estudios concluyen que la Amazonia tuvo probablemente una población que ascendía a 10 millones de indígenas cuando llegaron los colonizadores, el triple o cuádruplo de la población rural actual. Uno de los investigadores cree que posiblemente alcanzaron 20 millones, basado en las transformaciones que promovieron en el paisaje amazónico.

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Cumbre climática se extravía en la selva amazónica

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Por Emilio Godoy / Inter Press Service – “Frustración”. Esa es la palabra que eligió la ministra chilena del Medio Ambiente, Maisa Rojas, para describir la jornada de cierre, durante el viernes 21, de la cumbre climática que acoge la ciudad amazónica de Belém.

La marcha de la 30 Conferencia de las Partes (COP30) en sus horas finales “nos lleva a reflexionar sobre negociar con quienes tienen la voluntad de hacerlo y seguir avanzando”, ante acuerdos previos rotos, dijo la ministra a IPS sobre la reunión iniciada el día 10 en la urbe del noroeste de Brasil.

El albor del último día oficial de negociaciones vio la salida de los borradores de la COP de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (Cmnucc), que oficialmente debía cerrarse este viernes 21, pero que en vista de las posiciones enfrentadas sobre los borradores presentados por la presidencia brasileña se pronostica ya que se extendería un día más.

«Débil e inútil», fueron algunas de las reacciones ante alguno de los textos.

Para decepción de las naciones del Sur global y de docenas de organizaciones de la sociedad civil, la propuesta de declaración política final de Belém (Mutirão global) no menciona los combustibles fósiles ni indica un plan de su salida progresiva, ignora los llamados a triplicar el financiamiento para acciones de adaptación en 2030 y edulcora el impulso a una transición energética justa a alternativas energéticas menos contaminantes.

“El cambio climático y la pérdida de biodiversidad son caras de la misma moneda. Y por mucho dinero que haya para adaptación, sin un plan para reconocer las causas”, es trabajo insuficiente, enfatizó Rojas.

Con 18 menciones a la palabra “adaptación”, el borrador solo reconoce la necesidad de incrementar los recursos dirigidos a adaptación en los países en desarrollo e invita a “hacer esfuerzo” para triplicar el dinero en 2030, en comparación con los niveles de 2025.

Algunas personas esperan a las puertas de una de las salas de negociación de la COP30 en Belém, en la Amazonia brasileña. Los grupos negociadores y la presidencia brasileña de la cumbre climática dialogan a marchas forzadas en sus horas finales, cuyo cierre podría alargarse al sábado 22. Imagen: Emilio Godoy / IPS

Al dirigir la COP, Brasil planteó el logro de un mutirão (esfuerzo conjunto por un propósito común, en portugués) basado en transparencia de las medidas climáticas, énfasis en controlar el recalentamiento planetario en 1,5 grados centígrados, para evitar daños irreversibles sobre ecosistemas y las personas; un plan global de adaptación a los efectos de la catástrofe climática y triplicar el financiamiento respectivo en 2035.

Pero el documento de propuestas diluye el espíritu de estos planteamientos. De hecho, Brasil vendió la cumbre como la COP de la adaptación, y el desarrollo de la cita no refleja ese cometido. En los borradores de este viernes 21, no aparece la muñeca diplomática de Brasil para gestionar las diferencias entre los 197 gobiernos del mundo presentes en Belém.

Juan Monterrey, enviado especial para Cambio Climático del Ministerio de Ambiente de Panamá no ocultaba tampoco su decepción.

Las propuestas “van en contra de la ciencia, las necesidades del cambio climático, de los llamados de las comunidades afectadas”, dijo el negociador a IPS, quien no ahorró palabras como “absurdo” y “fracaso” ante la marcha de las negociaciones.

Los resultados parciales marcan una desviación del derrotero tomado desde la COP28, celebrada e 2023 en Dubái, y siembran dudas de la trayectoria a seguir durante 2026.

Manifestantes preparan protesta contra los combustibles fósiles, con una imagen gigante de un barril de petróleo. La cumbre climática de Belém, en el nordeste brasileño, parece encaminada a ignorar el rol de los hidrocarburos en el desencadenamiento de la catástrofe climática. Imagen: Emilio Godoy / IPS

Bloqueo

Con la Unión Europea (UE), Japón, Rusia y otras naciones ricas a la cabeza, y secundados por naciones como Arabia Saudí, los villanos climáticos bloquearon el progreso hacia un mundo con menos producción y consumo de fósiles.

En adaptación, el borrador de comienzos de la tarde de este viernes 21 presenta un conjunto de 59 indicadores de monitoreo y verificación modificados, de la lista inicial de 100, de aplicación voluntaria.

De esa forma, la COP30 accede a demandas africanas, reflejadas en el planteamiento del Proceso de Belém-Addis Abeba (la capital etíope que será sede la COP32), para armonizar las políticas de adaptación e incorporar salvaguardas en la aplicación de los indicadores.

Andreas Sieber, director asociado de Políticas y Campañas de la no gubernamental 350.org, cuestionó la postura de la UE de dar la espalda al financiamiento adaptativo.

“No es una situación aceptable. Tiene que haber un esfuerzo para mejorar los borradores. Las cosas no están mejorando”, dijo a IPS.

Las necesidades financieras de adaptación suman 120 000 millones anuales en 2030 de países del Norte global hacia los del Sur global.

La COP30 se alista a echar el cierre en el nuevo Centro de Convenciones de la ciudad amazónica de Belém, en el noroeste de Brasil, a donde su presidente Luiz Inácio Lula da Silva se empeñó en traerla para mostrar al mundo la Amazonia. Imagen: COP30 Brasil

El argumento del fin del mundo

El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva defendió la exposición material, discursiva y exhaustiva de una ciudad amazónica para reforzar que esta sería una COP centrada en lo ecológico.

Su argumento era mostrar la importancia de la Amazonia, el principal macizo selvático del mundo, y las condiciones de vida de Belém, una urbe de 1,2 millones de personas donde hay expresiones de pobreza elocuentes, pero también de la riqueza de un bioma único.

La saga inició con la elección de un sitio inadecuado para organizar una COP, por infraestructura insuficiente y logística problemática, para atender a más de 40 000 personas presentes y alcanzó su clímax el jueves 20 con el incendio por una falla eléctrica de un módulo en la Zona Verde, el área destinada a alojar a puestos de los países asistentes y de organizaciones no gubernamentales. Desde entonces, la mitad de la Zona Verde permanece cerrada.

Los pasillos del Centro de Convenciones y Ferias de la Amazonia cobraron este viernes un ritmo frenético conforme se intensifican las negociaciones de los textos y con el tic-tac el reloj climático encima de sus cabezas, tanto el cronómetro de las negociaciones mismas como el del figurado por el avance de tormentas devastadoras, aumento de la temperatura y sequías, todas potenciadas por el impacto humano en procesos naturales ahora desbocados.

La COP30 ha sido muy reveladora de la realidad actual de emisiones contaminantes continuadas e impactos ya irreversibles, y Belém es la ventana a un futuro probable marcado por los desastres y determinado por la pasividad de los Estados, especialmente los causantes de la catástrofe climática por envenenar cada centímetro del planeta, y las corporaciones destructoras de la vida en todas sus formas.

En octubre, lluvias intensas devastaron cinco estados del centro y el sureste de México, mientras el huracán Melissa arrasó el Caribe días después, sucesos ambos alimentados por la catástrofe climática, como el calor alojado en los océanos.

Más de 30 años después de los primeros intentos por lograr acuerdos internacionales, el fracaso adopta el traje de emisiones que crecen año con año, de recalentamiento global acelerado y de indicadores que se acercan peligrosamente a un punto de no retorno, luego de lo cual no será posible volver al mundo que fue.

Lula quería posicionar a Belém en el mapa mundial con la que prometió como «la COP de la verdad». Quizá lo logró (o tal vez no), pero seguramente no por las razones que el presidente pretendía.

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Pasada la mitad de la COP30, emergen puntos conflictivos en áreas clave

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Por Joyce Chimbi / Inter Press Service – Las negociaciones de la COP30 han superado ya la mitad de su recorrido. Hasta ahora, las deliberaciones sobre acuerdos históricos avanzan, retroceden o se estancan, dependiendo de a quién se le pregunte. Las cuestiones más urgentes sobre la mesa son las finanzas, la adaptación, la eliminación gradual de los combustibles fósiles y la justicia climática.

Las promesas ambiciosas y de amplio alcance en estas cuestiones no se están traduciendo fácilmente en acciones en la COP iniciada en la calurosa y hospitalaria Belém el lunes 10 y que debe concluir el viernes 21, aunque muchos dan por hecho que se prolongará un día más, como ya es habitual en este tipo de cumbres.

El primer día de la 30 Conferencia de las Partes (COP30) sobre el cambio climático, que hospeda la ciudad de Belém, en la Amazonia brasileña, el Fondo de Respuesta a las Pérdidas y Daños -creado en la COP27 y puesto en marcha en la COP28- lanzó la convocatoria de solicitudes de financiación para su fase inicial.

A partir del 15 de diciembre de 2025, los países del Sur en desarrollo tendrán seis meses para solicitar financiación para proyectos y programas de entre 5 y 20 millones de dólares.

El fondo total asciende a 250 millones de dólares, lo que es muy poco en comparación con lo que se necesita. En materia de pérdidas y daños, los países en desarrollo necesitaban 395 000 millones de dólares solo en 2025.

La cuestión de la financiación no es un punto conflictivo en sí mismo en la COP30, pero se ha identificado como el hilo conductor que conecta todas las demás áreas temáticas, tal y como se resume en la «Hoja de ruta de Bakú a Belém».

Cuando la COP29, celebrada en Bakú hace un año, no logró alcanzar un acuerdo ambicioso sobre la financiación climática, esta hoja de ruta se añadió en el último momento para ampliar los 300 000 millones de dólares anuales de financiación acordados en la capital azerbaiyana.

Pero esta hoja de ruta no es un objetivo único que se deba alcanzar.

Se trata de unir fuerzas para «aumentar la financiación climática a corto y largo plazo con el fin de garantizar que la financiación climática anual pase de 300 000 millones de dólares a, como mínimo, 1,3 billones (millones de millones) de dólares al año para 2035.

La hoja de ruta consiste en aumentar la financiación de todos los fondos climáticos, ya sea para prevenir, reducir o adaptarse al cambio climático.

Los debates sobre la financiación climática se han centrado en la movilización de nuevas fuentes de financiación, incluidos mecanismos innovadores como el propuesto Fondo para los Bosques Tropicales para Siempre (TFFF).

Brasil, el país anfitrión de esta cumbre climática, ha definido los océanos y los bosques como las dos áreas prioritarias para el debate en la COP30.

El TFFF es una iniciativa liderada por Brasil que tiene como objetivo movilizar cerca de 125 000 millones de dólares para la conservación de los bosques tropicales. Se trata de una solución radicalmente nueva para combatir la deforestación.

Sin embargo, Brasil se ha mostrado «sorprendido» de que Reino Unido no se haya sumado a Alemania, Noruega y otras naciones para contribuir a los fondos del TFFF, a pesar de que el país británico ha ayudado a diseñar la iniciativa de conservación de los bosques tropicales.

Brasil ha insistido en destacar a la Amazonia, la mayor selva del planeta, como anfitriona y condicionante de los temas de la cumbre, y de hecho define a la COP30 como la cita de Brasil-Amazonia en todas sus comunicaciones oficiales.

La COP30 está decidida a tender un puente entre las promesas y los resultados, las palabras y las acciones, y hay múltiples puntos conflictivos en el desarrollo de este puente.

En otras palabras, es una «COP de implementación», como insiste en definirla el presidente de la COP30, André Corrêa do Lago. El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, le ha añadido otro ingrediente: «Esta es la COP de la verdad», dijo durante su inauguración.

A diferencia de las cuestiones de la eliminación gradual de los combustibles fósiles y las finanzas que definieron las últimas COP, la COP30 parece ser, entonces, el momento de la verdad.

No hay que olvidar que, en su conjunto, los fósiles representan 75 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero y 86 % de todas las emisiones de dióxido de carbono, el mayor emisor.

Al fin y al cabo, con los acuerdos para abandonar los combustibles fósiles, el Fondo de Pérdidas y Daños y las peticiones de financiación para la adaptación al clima, los detalles técnicos de cómo estas promesas se convierten en acciones son el punto conflictivo.

En cuanto a los combustibles fósiles, aquellos cuyas economías no dependen del petróleo, el gas o el carbón quieren una transición inmediata. Los que dependen de los combustibles fósiles piden tiempo para encontrar una vía que facilite la transición, mientras buscan alternativas para amortiguar sus economías.

Esta es una de las cuestiones más controvertidas en materia de mitigación del cambio climático.

Pero aún no todo está perdido; parece haber un movimiento notable en esta dirección, solo en 2024 se invirtieron más de 2,2 billones de dólares en energías renovables, lo que supera el producto interno brruto (PIB) de más de 180 países.

En medio de una geopolítica frágil y fragmentada, la COP30 pone a prueba el multilateralismo.

Los líderes de China, Estados Unidos, Rusia y la India están ausentes. Algunos dicen que esto es simbólico y podría descarrilar las negociaciones sobre el clima, pero muchos observadores afirman que interpretar esto como una señal de que el apoyo político a las iniciativas climáticas internacionales está disminuyendo es engañoso.

Algunos observadores del continente africano, rico en recursos naturales, afirman que el mundo en desarrollo simplemente tiene que empezar a gestionar el negocio del clima de otra manera, especialmente en lo que respecta al comercio de sus recursos naturales con el Norte global.

Para ser claros, lo que define esta COP no es necesariamente la financiación, la adaptación, los combustibles fósiles o incluso la justicia climática; para muchos, se trata de una COP de implementación. Las negociaciones en curso se enfrentan al reto de traducir las ambiciosas promesas en acciones.

Brasil ya ha puesto en marcha el Círculo de Ministros de Finanzas de la COP30, una iniciativa clave bajo la presidencia de la COP30 para apoyar el desarrollo de la hoja de ruta de Bakú a Belém. Este círculo será una plataforma para consultas periódicas a lo largo de 2025.

Otra novedad en la historia de las COP es que la Cumbre de Propietarios de Activos se incluye en la agenda oficial de la COP.

Los propietarios de activos, que representan aproximadamente 10 billones de dólares, se reunieron en Belém durante la primera semana de la COP para trabajar con científicos climáticos, bancos multilaterales de desarrollo y gobiernos con el fin de satisfacer las necesidades financieras del clima.

Un punto importante de debate es cómo pasar de los préstamos a otras formas de financiación, centrándose en aumentar la financiación para la adaptación y garantizar la transparencia. Los préstamos para la financiación climática siguen siendo una cuestión sin resolver.

Para los países en desarrollo, los países desarrollados cuya revolución industrial es responsable de alterar el sistema climático tienen la obligación moral de financiar la lucha contra el cambio climático en términos y condiciones que tengan en cuenta que los países en desarrollo son las víctimas.

Los países industriales, por su parte, ven los préstamos para la financiación de la lucha contra el cambio climático como una oportunidad de negocio: por cada cinco dólares recibidos en préstamos para la financiación de la lucha contra el cambio climático, devuelven siete dólares.

El activismo ha sido un tema determinante en la COP30, al igual que el aumento de la participación y la visibilidad de los pueblos indígenas.

Es un paso en la dirección correcta que 15 gobiernos nacionales, entre ellos Brasil, Colombia, la República Democrática del Congo, Ghana, Tanzania, el Reino Unido y Alemania, y un gobierno subnacional hayan anunciado formalmente su apoyo al Compromiso Intergubernamental sobre la Tenencia de la Tierra.

Se trata de un acuerdo mundial histórico para garantizar y reforzar los derechos de tenencia de la tierra de los pueblos indígenas y las comunidades locales en 160 millones de hectáreas en países con bosques tropicales.

En cuanto al resultado de la COP30, cada día hasta el viernes 21 será más crítico, a medida que la cumbre climática de las Naciones Unidas se acerque a su fin.

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Mujeres en cumbre climática tienen soluciones transformadoras que aportar

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Por Mariela Jara / Inter Press Service – Las voces de las mujeres de diversas vertientes y territorios se manifestaron en los diferentes ambientes de la Cumbre de los Pueblos, un espacio paralelo a la 30 Conferencia de las Partes (COP30) sobre cambio climático que se celebra en Belém, en la Amazonia de Brasil. “La COP30 no nos representa” fue su sentir general.

La COP30 se realiza en el Parque de la Ciudad, donde se aglutinan tanto la restringida Zona Azul, de los negociadores oficiales de los 197 Estados Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (Cmnucc), como la abierta Zona Verde, que acoge a buena parte de las organizaciones sociales.

Mientras, la paralela Cumbre de los Pueblos tuvo lugar en la Universidad Federal de Pará, donde calculó que confluyeron unas 1100 organizaciones sociales, ambientales, indígenas, de jóvenes, feministas, entre otras, y unas 15 000 personas.

Representantes de esas organizaciones se congregaron el sábado 15 en gran marcha por la ciudad en la que se calcula que participaron unas 70 000 personas, incluyendo habitantes de Belém, que protestaron contra las negociaciones oficiales de esta COP y las políticas que impulsan los países del Norte global y que consideran responsables de la crisis climática.

En la nutrida movilización denominada «Desde el Amazonas para el mundo: Fin de la desigualdad y del racismo ambiental. Justicia climática ya», desarrollada bajo el calor húmedo y ardiente de la Amazonia, las organizaciones de mujeres corearon lemas en favor de la paz, de la igualdad, del buen vivir y en defensa de los bienes comunes que proporciona la naturaleza.

“Las mujeres y el agua no son mercancía”, “la vida por encima del lucro”, “ni un pozo más”, “del río al mar, Palestina Libertad”, “Trump, fuera de América Latina y el Caribe”, “no hay justicia climática sin justicia de género”, “la Amazonia quieren acabar, las mujeres no lo vamos a dejar”, fueron algunos de esos cánticos.

Esta fue una movilización especialmente significativa en la medida que recuperó las voces de los movimientos sociales del Sur luego de que en las tres últimas COP estuvieran ausentes debido a las condiciones de autocracia en los anteriores tres países sede: Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Azerbaiyán.

Participaron no solo los asistentes a la Cumbre de los Pueblos, sino también algunas delegaciones participantes en la COP30, la ciudadanía organizada y muchas personas con la preocupación y conciencia de la gravedad de la crisis climática para el planeta.

Al concluir la actividad el domingo 16 se entregó en la sede de la universidad la Declaración de la Cumbre de los Pueblos al presidente de la COP30, el brasileño André Corrêa do Lago, quien estuvo acompañado de las ministras brasileñas de Medio Ambiente y Cambio Climático, Marina Silva; de la Mujer, Márcia Lopes; y de Pueblos Indígenas, Sônia Guajajara.

El documento es el resultado de las reflexiones de los seis ejes temáticos en los que se organizaron los debates y sintetiza gran parte de las demandas y propuestas debatidas en la Cumbre.

“El avance de la extrema derecha, del fascismo y de las guerras alrededor del mundo exacerba la crisis climática y la explotación de la naturaleza”, indica, para luego expresar su solidaridad con los pueblos de Palestina, Venezuela, Colombia, Cuba, Haití, entre otros que están siendo amenazados en su soberanía.

También remarca que no hay vida sin naturaleza y sin el trabajo de cuidado de las mujeres, por lo que hicieron un llamado a los Estados a colocar en el centro esta actividad que permite la reproducción de la vida y que “nos diferencia de quienes quieren preservan la lógica de un sistema que prioriza el lucro y la acumulación privada de riquezas”.

El presidente de la COP30, André Corrêa do Lago, participó el domingo 16 en la Universidad Federal de Pará en el cierre de la Cumbre de los Pueblos, espacio paralelo que congregó a movimientos sociales en Belém, en la Amazonia brasileña. Así le entregó la declaración final, con los demandas de las voces más resistentes de la lucha climática. Imagen: Cúpula de los Pueblos

Resistencias de las mujeres

Articuladas en el sexto y último eje temático de la Cumbre de los Pueblos, con el título de «Feminismo popular y resistencia de las mujeres en los territorios»lideresas y activistas organizaron numerosas mesas de reflexión y debate sobre los impactos del cambio climático en sus vidas y en sus derechos.

Y sobre las luchas, resistencias e iniciativas que como “mujeres de la tierra, de las aguas y de los bosques” están desplegando en sus territorios frente a lo que denominaron la expansión del modelo capitalista a través de diversas propuestas sobre inversión en energías limpias que están haciendo los países más ricos a los del sur global.

Mujeres negras, indígenas, ribereñas, rurales, urbanas, jóvenes, adultas compartieron sus puntos de vista en la Casa de Resistencia de las Mujeres. Abordaron temas como la situación geopolítica global, las transiciones justas, el despojo territorial, el debilitamiento de la democracia, el avance del fundamentalismo y la sostenibilidad de la vida.

Este fue un espacio gestado por la Articulación de Mujeres Brasileras, la Iniciativa Internacional de Cuerpos y Territorios, el Grupo Impulsor Mujeres y Cambio Climático de Perú y la Coalición Mundial por los Bosques. Coincidieron en una mirada crítica de las posturas de los Estados del Sur, en particular de América Latina y el Caribe, que se allanan ante lo que viene de las naciones ricas.

“La COP30 no me representa, no escucha la voz de la madre tierra, pero aquí estamos para hablar por ella”, afirmó a IPS Margarita Quino Aramayo, coordinadora de la Red Nacional de Mujeres en Defensa de la Madre Tierra, de Bolivia, campesina quechua nacida en la comunidad de Sillota, Oruro.

No estuvo de acuerdo con que los Estados y empresas transnacionales sean quienes decidan sobre la tierra, el agua, los minerales sin considerar la situación de los pueblos y de las mujeres.

“A la tierra le están violando todos sus derechos como hacen con las mujeres, nuestros ríos están siendo contaminados y con este gobierno nuevo que tenemos, capitalista y extractivista, estamos en la mira”, denunció.

Llamó falsas soluciones a las propuestas de hidrógeno verde o inversión en la explotación de minerales raros, a cambio de generar recursos que los Estados pudieran invertir frente al cambio climático.

“Desde nuestros territorios podemos aportar soluciones transformadoras parta el clima, para tener una vida digna con más agricultura familiar, turismo sostenible y ganadería”, dijo.

Mujeres negras, quilombolas, campesinas, ribereñas, indígenas, rurales, urbanas, trans se pronunciaron de diversas formas en la Cumbre de los Pueblos, y muchas desde una perspectiva feminista, demandando el cambio de modelo de producción y de consumo, para poder atacar las causas de la crisis climática que golpea sus vidas. Imagen: Mariela Jara / IPS

Los derechos no se negocian

La brasileña Andrea Camurca, del Instituto Terramar de Ceará, sostuvo a IPS que el impulso de la producción de energía eólica en el país anfitrión de la cumbre, y otros del Sur global, “es una política colonialista que continúa explotando los territorios e invisibilizando a las mujeres y personas Lgbti que los habitan, como si no existieran”.

“Mujeres de las aguas, de las zonas costeras, están amenazadas por la expansión de las turbinas eólicas que impulsan grandes corporaciones y que son falsas soluciones a la urgencia de la transición energética, pues esta requiere del cambio del modelo de sociedad”, puntualizó.

Criticó que los Estados que vienen reuniéndose hace 30 años en las COP le hagan un lugar a las corporaciones interesadas en crear una nueva frontera productiva en nombre del clima con la producción de energía renovable, mientras las comunidades y personas afectadas están ausentes, cuando son las que viven la crisis climática.

“No podemos hablar de justicia climática hasta que los pueblos y comunidades tradicionales, mujeres y diversidades, estén en el centro de la discusión; son guardianes y guardianas de ecosistemas y biomas a la vez que enfrentan múltiples desigualdades”, argumentó.

Añadió que la transición energética dentro del capitalismo es explotar la naturaleza y que ninguna iniciativa será viable con injustica climática, con racismo ambiental y con violencia a las mujeres y diversidades.

“Somos la resistencia al clima”, es la traducción de un cartel en inglés una joven, durante marcha del sábado 15, celebrada en Belém, en el marco de la COP30, bajo el lema: Desde el Amazonas para el mundo: Fin de la desigualdad y del racismo ambiental. Justicia climática ya. Imagen: Mariela Jara / IPS

Crisis climática y violencia a las mujeres

Una actividad central del sexto eje de la Cumbre de los Pueblos fue el Tribunal Ético en Defensa de los Cuerpos y Territorios de las Mujeres y Disidencias Sexuales y de Género, realizado el jueves 13.  Ocho mujeres testimoniaron sobre sus contextos de desigualdad agravados por las crisis económica, de seguridad y climática.

Se presentaron los casos de Palestina y la feroz arremetida de Israel con el apoyo de socios como los Estados Unidos; del Sahara Occidental y el derecho del pueblo saharaui de autodeterminarse; de Haití y la creciente inseguridad frente a un Estado ausente.

También brindaron sus testimonios mujeres de Perú sobre los asesinatos de indígenas por defender la Amazonia; de Argentina en nombre del caso de Chile acerca de la desaparición de la lideresa mapuche Julia Chunil; y de Venezuela sobre el acoso de Estados Unidos.

A ellos se sumaron tres casos del Brasil: sobre las mujeres quebraderas de coco (Cocos nucifera), la situación de las mujeres del pueblo indígena xikrin, y la vida sin derechos de las mujeres trans.

Celia Xacriabá, la primera mujer indígena electa como diputada federal de Brasil por el estado de Minas Gerais, presidenta del jurado, leyó la sentencia de las cinco juezas.

Llamó la atención sobre cómo la crisis climática empeora las difíciles coyunturas políticas que atraviesan las mujeres en sus territorios y que se traduce en mayor carga de trabajo cotidiano, disminución de medios de vida y violencia.

“Venimos de un proceso de neocolonización del Norte global, están matando nuestros territorios, a nuestras hijas e hijos al explotar nuestros ecosistemas”, dijo.

La sentencia abogó por justicia para las mujeres al ser quienes enfrentan las violencias en sus territorios con las ocupaciones ilegales, el exterminio y la destrucción.

También reclamó reparación económica y el cierre de la subrepresentación en los espacios de poder y decisión.

“El agua no es mercancía”, dice en portugués una de las cientos de pancartas exhibidas durante la marcha, el sábado 15, de la Cumbre de los Pueblos hacia la sede de la COP30, que acoge la ciudad de Belém, en la Amazonia brasileña. Imagen: Mariela Jara / IPS

Plan de Género en la COP30

ONU Mujeres coordinó los esfuerzos conjuntos para que la COP30 apruebe un Plan de Acción de Género dentro de la Cmnucc, cuyos 197 Estados Parte negocian los acuerdos oficiales que deberán salir de la cumbre, a su cierre el día 21, tras comenzar sus debates el día 10.

En el plan se destaca la necesidad de presupuestos necesarios a nivel nacional, de modo que sus políticas frente al cambio climático contribuyan al mismo tiempo a cerrar las desigualdades existentes entre hombres y mujeres.

Un día antes del cierre previsto de la COP30, el jueves 20 en el Pabellón del Gobierno de Liberia se analizarán los resultados de un monitoreo en torno al avance sobre igualdad de género y políticas climáticas en 32 países.

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Doce países pactan combatir la desinformación sobre el clima

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Inter Press Service – Doce países, entre ellos los latinoamericanos Brasil, Chile y Uruguay, pactaron defender la integridad de la información sobre el cambio climático, combatir el contenido falso en línea y poner fin a los ataques a los periodistas ambientales, científicos e investigadores que trabajan con base en evidencia.

El objetivo es “crear una ola de verdad”, resumió João Brant, secretario de Políticas Digitales de Brasil, al informar sobre la “histórica” Declaración sobre la Integridad de la Información en el Cambio Climático, adoptada en la COP30 que se realiza en esta ciudad de Belém, en la Amazonia brasileña.

Suscribieron la declaración los representantes de los gobiernos de Alemania, Bélgica, Brasil, Canadá, Chile, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Países Bajos, Suecia y Uruguay, presentes en la 30 Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

Esta es la primera vez que un grupo de Estados parte de la convención sobre el cambio climático se compromete formalmente a garantizar la integridad de la información y luchar contra la desinformación climática.

El enviado especial de la COP30 para la Integridad de la Información, Frederico Assis, había planteado que “la desinformación, impulsada por visiones del mundo oscurantistas, alimenta el extremismo político y pone vidas en riesgo”, incluso en el contexto de desastres relacionados con el clima.

También advirtió sobre la interferencia de la desinformación en las negociaciones de las COP, de modo que “todos nuestros esfuerzos estarán en riesgo si no abordamos adecuadamente la desinformación que proviene del negacionismo”, sobre la evidencia del cambio climático.

El documento de los 12 países propone compromisos compartidos para abordar de forma agresiva la desinformación sobre el clima, y promover información precisa y respaldada por la ciencia sobre cuestiones climáticas críticas, con llamados al sector privado, los gobiernos, los financiadores, la sociedad civil y el mundo académico.

Se piden medidas concretas y urgentes para contrarrestar el impacto cada vez mayor de la desinformación, la información errónea, el negacionismo y los ataques deliberados contra periodistas, defensores, científicos e investigadores medioambientales, que están socavando la acción climática.

Ya en la jornada inaugural de la COP30, el lunes 10 de noviembre, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, planteó que “vivimos en una era en la que los oscurantistas rechazan la evidencia científica y atacan a las instituciones. Es hora de asestar otra derrota al negacionismo”.

El secretario general de la ONU, António Guterres, sostuvo entonces que “debemos combatir la información errónea y la desinformación, el acoso en línea y el lavado de imagen verde”, en alusión al trabajo de compañías de combustibles fósiles y otras empresas que enmascaran sus responsabilidades en el cambio climático.

La declaración de los 12 exige que el sector privado, incluidas las grandes empresas tecnológicas, se comprometa a garantizar transparencia en sus prácticas comerciales y responsabilidad con los derechos humanos, la integridad de la información y el periodismo confiable.

En particular “instamos a las empresas tecnológicas a evaluar si la arquitectura de sus plataformas contribuye a socavar la integridad del ecosistema de información climática y, en caso afirmativo, cómo lo hace, facilitando a los investigadores el acceso a los datos para garantizar la transparencia y construir una base de evidencia”.

Los firmantes se comprometen a promover una acción climática informada e inclusiva, y el acceso a información precisa, coherente, basada en la evidencia y comprensible, sobre el cambio climático, para todas las partes interesadas.

También se proponen fomentar la cooperación y el desarrollo de capacidades a nivel nacional, entre los Estados, las organizaciones multilaterales, el ámbito académico, la sociedad civil y el sector privado para abordar las amenazas a la integridad de la información sobre el cambio climático.

En ese sentido exhortan a los gobiernos para que implementen políticas y marcos jurídicos que promuevan la integridad de la información sobre el cambio climático.

En especial piden a los gobiernos que “respeten, protejan y promuevan los derechos humanos, incluido el derecho a la libertad de expresión y de acceso a la información; y que garanticen la seguridad de los periodistas, defensores, científicos, investigadores y otras voces públicas del medio ambiente”.

También demandan que los gobiernos garanticen la transparencia, y facilitar el acceso a los datos públicos y a la información fiable relacionada con el cambio climático y el medio ambiente.

A la sociedad civil y al ámbito académico se solicita sumen a su trabajo el tema de la integridad de la información climática, y que promuevan y participen en las redes existentes para compartir buenas prácticas y colaborar en esta materia.

“Al respaldar esta Declaración, reafirmamos nuestra responsabilidad compartida de garantizar que las sociedades de todo el mundo cuenten con el conocimiento y la información necesarios para actuar con urgencia y decisión ante la crisis climática”, concluye el documento.

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