El Mago de la noche: un semblante de Carlos Espínola
Fue invitado de lujo en glamorosas fiestas en Punta del Este o París. Disfrutó del tenis, que lo apasionaba, en Roland Garros. Pero su historia comenzó a escribirse mucho antes. En las noches de Puerto Esperanza. Allí donde tuvo su primer boliche, junto a un tío, con quien aprendió el arte de ser anfitrión. Después, Carlos Espínola se convirtió en una marca registrada. Amigo de Pancho Dotto y de infinidad de modelos. Algunas fueron sus novias. Otras confidentes.


Quien lo recuerda, en una sencilla oficina céntrica de Posadas es Gabriel Petta. Hoy un funcionario dedicado al análisis de datos y a intensas negociaciones fiscales. Cuando lo conoció, un joven DJ que comenzaba a dar sus primeros pasos en la noche posadeña. “Fue mi segundo padre”, dice sobre el empresario que falleció el viernes de la semana pasada. Lo cuenta emocionado. Por momentos su voz se quiebra. Pero decide seguir adelante para recordar las noches de alegría y aprendizaje junto a quien definió como “El Mago” de la noche.
Desde Puerto Esperanza, Espínola vino a conquistar Posadas. También estudió Ciencias Económicas en El Chaco, con una banda de amigos que se mantuvo junta hasta los últimos días.
Todos lo recuerdan como el creador del mítico boliche Power, pero antes pasó por Fechorías, a mediados de los 80, asociado con dos amigos. Después nació Power, sobre la calle Bolívar, aunque Espínola también gerenciaba el cine Sarmiento y el Cine Roma, después sede de otro recordado boliche posadeño: Manhattan.
La noche posadeña cambió para siempre con Power. Dominó la escena durante todos los 90 y el inicio del nuevo sible, con la preferencia de los misioneros y la visita constante de las mejores modelos de la Argentina, de la mano de Pancho Dotto, el agente que también fue amigo íntimo de Carlos. Hasta Mirtha Legrand transmitió su programa desde el boliche. Valeria Mazza, Raquel Mancini, Ingrid Grudke, Dolores Barreiro, Pampita, son algunas de las bellezas que se hicieron habituales.




Con una infraestructura inédita para la época y una propuesta que integraba música, tecnología, espectáculos en vivo y una estética futurista, Power se convirtió rápidamente en un punto de referencia a nivel nacional. Llegó a ser el boliche de la Argentina que más vendía champagne Chandon. Esa distinción, repetida en 2008, 2009 y 2010, catapultó a Espínola a las fiestas top de Punta, de donde siempre volvía con ideas nuevas, y de París, donde los ejecutivos de la marca se sorprendían por los datos de la lejana Misiones.
Petta era un joven DJ en Barcelona, un boliche de la avenida Corrientes. Espínola lo contrató para animar los jueves universitarios de Power y en poco tiempo pasó a ser uno de los “residentes” y más cercanos al empresario.
“Él era mágico, intuitivo, preocupado por su personal. Nos daba libertad, nos cuidaba, nos ponía límites”, recuerda Petta.
“Fue mi segundo padre. Papi, que fue su apodo, se lo puse yo. Siempre se interesaba por nosotros, por los estudios, era exigente a full, pero te cuidaba. Él era la magia de la noche. La gente iba por él y donde estaba él”.
Petta se recibió de abogado a los 21, tras cuatro años de intenso estudio y mientras era DJ de Power, aunque su carrera había empezado mucho antes. Primero en Octavio, después Barcelona, Power y el Parador.
La muerte de Espínola no fue inesperada. En 2021 le detectaron cáncer y aunque hizo varios tratamientos, la enfermedad avanzó. “Llevó la enfermedad con su carácter de siempre. Fue la persona que más quiso la vida y se aferró a ella. Hasta las últimas horas. Tuvo tiempo de despedirse de los amigos y de la familia”, relató. La despedida no fue en un velorio, ya que su cuerpo fue cremado, sino en un encuentro íntimo donde se lo recordó con alegría. “Como él hubiese querido”. El mago de la noche.
