A pesar de estudiar leyes, esta abogada egresada en la UADE siempre supo que lo suyo estaría vinculado a seguir los pasos de Don Basilio, quien llegó de Rusia en la primera parte del siglo pasado. “Me pareció importante estudiar leyes, pero ya sabía que iba a volver a Misiones y a trabajar en la empresa familiar”, cuenta en diálogo con Economis.
La semana pasada la Confederación Económica de Misiones (CEM) distinguió a media docena de emprendedores de la provincia y Okulovich fue una de las distinguidas. Cuando recibió el premio, la obereña tomó la palabra y empezó a hablar de la empresa familiar. Pero Gerardo Díaz Beltrán la interrumpió con amabilidad para pedirle: “Carolina, hablá de tu aporte, de lo que hiciste, porque te estamos distinguiendo por eso, por tus méritos”.
Díaz Beltrán se refería a “La Ruta del Té”, una proyecto impulsado por Carolina que busca emular a la ruta del vino y otros circuitos turísticos, destinado a promover entre los visitantes a la provincia –y entre sus propios habitantes- el mundo del cultivo, la cosecha y el consumo de la infusión. Carolina es la hija de Carlos Okulovich, nieto de Don Basilio y hoy a la cabeza de la empresa familiar que en 2016 desplazó a Casa Fuentes como la principal exportadora de té de la Argentina (Misiones produce el 95% de la infusión en el país).
“Registré la marca de La Ruta del Té, y hace dos años se empezó a poner en marcha con el proyecto de Las Camelias”, explicó. Se refiere a un predio que la familia reacondicionó, puso en valor una vieja fábrica de té donde hoy los visitantes pueden elaborar su propia marca, casi como un juego. Todo en el marco de un predio que incluye un espectacular campo de golf con un espléndido club house y que tiene, como marca distintiva, una vieja casita de madera, de más de 100 años, donde se puede ir a tomar el té y conocer muchos secretos de esa tradición. Es una casa que parece destinada a muchas postales de Misiones o fotos en las redes sociales subidas por los visitantes, en un futuro próximo.

La Ruta del Té se completa con visitas a las plantaciones y fábricas de Don Basilio. Pero sin dudas, el fuerte es la posibilidad de que cada turista pueda cosechar y realizar su propio té, personalizado. Es una apuesta a futuro, a un circuito que el día de mañana vaya incorporando a otros destinos turísticos, como chacras, otras fábricas, lugares para ir a tomar el té y degustar las delicias de la gastronomía legada por la inmigración centroeuropea que llegó a la provincia desde comienzos del siglo pasado, como el bisabuelo Don Basilio, que llegó de Rusia.
Como sus antepasados, Carolina se enfrenta hoy con desafíos y dificultades, y lo hace con la predisposición y el tesón heredado.
“Hoy estamos recibiendo turistas del exterior y de la Argentina. Ahora tenemos consultas de Australia, al proyecto de la ruta del té hay que darle empuje para que nos conozcan. El hecho de estar trabajando en Misiones hace que cueste más llegar a los medios nacionales, algunas veces han hablado de la ruta del té, con autorización y sin autorización. Pero todo suma y sirve para que nos conozcan.
-¿Están trabajando con el ministerio de Turismo local?
-El otro día recibimos la visita del ministro, José María Arrúa. Hace diez años que trabajamos en Las Camelias en el desarrollo turístico, me parece bueno hacerlo en conjunto con las autoridades. Recibimos turistas franceses que vinieron a hacer la ruta del té, después fuimos a La Cruz de Santa Ana, que es una inversión importante, un parque espléndido, pero en el restaurante no tenían para comer. Así que es bueno poder tener un diálogo para mejorar esas cosas.
-¿Qué es la ruta del té?
-La ruta del te surge a raíz de muchos cursos de sommelier en Buenos Aires y varios lugares de nuestro país. En el 2013 empecé a escuchar cómo hablaban del té argentino y a todo el mundo le preguntaba si conocían Misiones. ¿No saben cómo trabajamos?, les decía. Yo me crié frente a un secadero de té, vi toda la vida como se hace té y para nosotros es algo natural, pero no para los visitantes. Entonces, la idea es decir: por qué no abrir las puertas de nuestro trabajo y contar cómo trabajamos, qué hacemos, con qué certificaciones contamos. Y ahí surge hacer esto de la ruta del té.
-¿Y cómo van definiendo los contenidos de la propuesta?
-El tiempo nos va llevando a ver qué es lo mejor, que le interesa más al visitante. Armamos una fábrica en escala con deshechos de las fábricas grandes, donde el turista viene y cosecha la hoja, hace el proceso de elaboración. Viene el turista, recolecta la hoja, pone la hoja marchita, la enrula, la seca y se lleve su té.
-¿Y cómo se arreglan con los tiempos que lleva el proceso?
-El té verde lo hacemos en el día, y el negro lo estoy haciendo, porque si no me sale el oolong, semi oxidado, un intermedio entre verde y negro (se lo llama té azul). Con el té negro el proceso es similar, la diferencia es oxidación. Ahora el curso lo estamos haciendo en dos días, con té verde y a la tardecita cosechamos para hacer el té negro, necesita un tiempo de marchitado determinado. Tenemos muchas opciones, el turista que no tiene mucho tiempo y quiere conocer en dos horas de qué se trata el té, cómo llega a nuestro país, recorren las plantas, la materia primara para elaborar, recorren esta fábrica que tenemos y hacen una degustación de los distintos tipos de té.
-Pero la ruta por ahora no es ruta, sino que es un único punto.
-No es una ruta con distintos puntos, pero aspiro a que lo sea. He invitado a otra personas que quieran participar, todos me prometen que se van a involucrar, me refiero a productores y a establecimientos que quieran, porque entiendo que el tema de entrar a una fábrica conlleva una responsabilidad. Por ahora, el hecho de que la ruta del té sea un emprendimiento privado hace que las decisiones sean más rápidas. La ruta del té es un camino de aprendizaje, descubrir cómo llega a nuestro país y cuál es el proceso que atraviesa.
-¿Y cómo llega el té a nuestro país?
-Hay varias historias. La que está más reconocida indica que en 1923 un cura que se llamaba Hijon Natiuk y tenía tres hermanos en Tres Capones trae el té en el doblez de su sotana, trae las semillas de camellia silensis. Se las da a los hermanso y comienzan a producir las primeras hectáreas en el año 30. En 1950 el té comienza a ser una plantación y con perspectivas más comerciales.
-¿Qué formación tenés?
-Soy abogada, recibida en la UADE. Me gusta la justicia, amo la carrera. Pero siempre supe que me iba a dedicar a la empresa familiar. Antes trabajé en otros lugares. En un estudio que asesoraba a empresas, se llama Enríquez y Asociados, en Beccar (Norte del Conurbano bonaerense). Asesorábamos a empresas e iba aprendiendo. Estaba recién recibida, la parte contable, financiera, siempre la abogacía está relacionada con todo eso, desde el punto de vista empresarial.
-¿Cúando empezaste a trabajar con la empresa familiar?
-Me vine a la empresa, igualmente desde que estudiaba colaboraba. En el año 2010 viajo con mi papá a vender té al exterior. Antes nos manejábamos con intermediarios, en ese año hubo crisis, como las que siempre hay, y yo hablaba inglés. Mi papá me pidió que lo acompañara y ahí fue cuando empecé a viajar con él y viajo todos los años. Ahora ya a viajes más concretos para desarrollar productos.
-¿Cómo lograron los exportadores misioneros ser más importantes en el mercado de Estados Unidos?
-Bueno, Estados Unidos de por sí es un gran consumidor de té frío, es el color que tiene nuestro té en la taza lo que les gusta, uno de los motivos por los cuales nos eligen, porque se garantizan ese color, que es el que el consumidor quiere. El sabor del té lo podes manejar, como somos grandes proveedores par té frío. Para Europa todo se trabaja, ese mercado fue ganando volumen y nosotros fuimos desarrollando nuestras industrias. Argentina tiene la industria de té más tecnológica del mundo. Las industrias tealeras son las más tecnológicas del mundo, vas a una fábrica de té en Japón, donde los volúmenes son más chicos y no tiene la misma tecnología. En Argentina se desarrollan marchitadoras, enruladoras, es todo industria nacional, muchas de Misiones, empresas que hacen maquinarias para tipificación, son muy reconocidos afuera.
-¿Qué rol tenés en la empresa familiar?
-De todo, desde que entré no tengo un rol específico, estoy tratando de aprender. Estoy en todo, al lado de mi papá, trato de estar involucrada, en saber cómo está la situación en recursos humanos, materia prima, comercio exterior, voy a la fábrica. Si tenemos que presentar muestras a algún cliente, trabajo en eso y en la administración general. Al ser una empresa familiar, estoy muy cerca de mi padre, en las decisiones que hay que tomar.
-¿Nunca te planteaste quedarte en Buenos Aires tras recibirte?
-Me sirvió mucho vivir en Buenos Aires, aprendí mucho, pero no cambio por nada vivir acá.
-¿Te ves encabezando la empresa en el futuro?
-Mi padre es muy joven, y aprendés todos los días de él, cada vez uno se va involucrando más y siempre creo que lo primordial es que te respeten. Creo que la sucesión es fundamental, más en estas industrias, donde somos empresas familiares. Soy madre (tiene gemelos de 4 años) pero si no trabajamos, si no te levantás y no vas a trabajar, la cosa no funciona, no hay otra vuelta. Me sirve mucho aprender a entender las decisiones, saber cómo piensa el líder actual. Cuando uno es chico, entra y choca con el padre, pero con los años te das cuenta que todo tiene un por qué.
Ficha personal
Nombre: Carolina Okulovich
Estudios: Carlos Linneo (Secundaria); abogada recibida en la UADE
Estado Civil: Casada, madre de mellizos (Felipe y Pedro)
Hobbies: el té (no me gusta el automovilismo, que si apasiona a su padre y hermano).
Lugar de vacaciones: Pinamar.