ECONOMÍAS REGIONALES

Situación económica y social del sector yerbatero

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Un exhaustivo informe para conocer el estado actual de la produccion yerbatera. “Una relativa prosperidad coyuntural que no tiene su correlato en la situación socio-laboral de los trabajadores rurales del sector”.
Por Javier Gortari*  – La actividad yerbatera registró una evolución favorable en lo que va del año 2018. Se observó una demanda sostenida de materia prima, que terminó pagándose en algunas zonas por encima de los precios establecidos. También llevó al adelantamiento de la cosecha, que para fines de agosto había alcanzado a los 724 millones de kilos de hoja verde, superando en un 5% el volumen total de la cosecha del año pasado (689 millones de kilos).
Esto se explica en una demanda interna creciente (176 millones de kilos entre enero y agosto) y un incremento importante en las exportaciones (30 millones de kilos en el mismo período). Anualizando los valores de ambos mercados a partir del comportamiento promedio de los primeros ocho meses del año, estaríamos llegando a fines de 2018 con una demanda interna de 264 millones de kilos y exportaciones por 45 millones de kilos. En ambos casos significarían
cifras récords respecto a los valores históricos

En el sexenio 2008/13, el promedio anual de demanda (consumo interno + exportaciones), fue de 282 millones de kilos. Superando por un 1% el promedio de oferta del período: 278 millones de kilos. Lo que daría un exceso de demanda de 24 millones de kilos en seis años, situación que estaría encubriendo problemas de subregistro de la producción de hoja verde, que se hace en base a declaraciones juradas de los operadores del sector (no existe información consistente sobre la situación de los stocks, por lo que a los efectos del análisis, los suponemos constantes).
A partir de entonces la registración de la actividad primaria fue mejorando, reflejando el impacto de la puesta en vigencia del Convenio de Corresponsabilidad Gremial (CCG) para el sector yerbatero a partir del año 2015, que obliga al pago de una tarifa sustitutiva para cobertura de aportes personales y contribuciones patronales (obra social, jubilación, asignaciones familiares, seguro de desempleo y riesgos de trabajo) en función de los volúmenes de producción operados. Los registros del quinquenio 2014/18 evidencian un promedio de oferta de 312 millones de kilos (12% por encima de los seis años previos), contra una demanda media anual de 291 millones (un 3% de crecimiento respecto al promedio del período anterior). Lo que supone un exceso de oferta anual para el quinquenio de 21 millones de kilos anuales.
Más allá de los problemas de registro de la producción y de las eventuales recomposiciones de stocks, se puede advertir una tendencia al crecimiento del volumen de producción y también – aunque a menor ritmo- en la demanda. Tal vez la manifestación más elocuente del sostenido incremento en el consumo fue la baja conflictividad que hubo este año en relación al pago en tiempo y forma de los precios oficiales para la materia prima ($7/kg hoja verde). Es más, en algunas zonas (Andresito, San Pedro), se hizo público que las cooperativas estaban pagando hasta $2 por encima de dicho precio, para garantizarse el abastecimiento de hoja verde que les permitiera cumplir con sus proyecciones y compromisos de ventas de producto terminado.
Esta relativa prosperidad coyuntural, no tiene su correlato en la situación socio-laboral de los trabajadores rurales del sector, que realizan la cosecha en condiciones de precariedad similares a las de los mensúes de hace 100 años:
Tareferos (los cosecheros de Yerba Mate)
En el mes de julio de este año, por Resolución No 53 de la Comisión Nacional de Trabajo Agrario, se estableció en $1,5 por kilo cosechado el valor a pagar por la recolección de hoja verde de yerba mate, para el período comprendido entre el 1 de agosto de 2018 y el 31 de marzo de 2019. Por su parte el directorio del INYM acordó en su sesión del 6 de septiembre, los precios que regirán para la materia prima puesta en secadero en el semestre que va de octubre/18 a marzo/19: $8,40 el kilo de hoja verde y $31,90 para el kilo de la yerba canchada (pasada por el primer proceso de industrialización: deshidratado y molienda gruesa, con una relación técnica media de 3 kilos de hoja verde para producir 1 kg de canchada. Esta yerba, luego de pasar por un período de estacionamiento natural de 1 año -o acelerado en cámaras con atmósfera controlada- es molida más fina y queda lista de empaquetar para consumo. En este proceso recupera parte de la humedad perdida, generando rindes definitivos del orden del 40% respecto al producto primario).
Con precios de góndola que promedian los $100 el kilo, podemos hacer el ejercicio de distribución de ese valor entre los distintos actores de la cadena  productiva. El 25% corresponde al pago que recibe el productor por los 3 kilos de hoja verde ($8,4 x 3= $25,2) que se necesitan para producir 1 kilo de yerba lista para consumo. Un 45% queda para el sector industrial y comercial. Y un 30% corresponde a impuestos y tasas (IVA; Ingresos Brutos, tasa de fiscalización del INYM, tarifa sustitutiva CCG y otros).
De los $25,2 que recibe el productor, debe pagar por la cosecha: $/kg 1,5 x 3 kg = $4,5. Es decir que el tarefero recibe por cada $100 a que se vende el kilo de yerba mate al público, el 4,5%. De acuerdo al Relevamiento Provincial de Tareferos que realizó la Universidad Nacional de Misiones en el período 2010/12, un tarefero promedio alcanza a cosechar en una jornada laboral de 9 horas y en un yerbal de calidad media, unos 450 kilos diarios. Esa es la cantidad de materia prima que se necesita para producir 150 kilos de yerba lista para consumo, que el comerciante minorista vende a $100 el kilo, generando un valor bruto por ventas de $15.000.
El tarefero recibe de ese valor $675 diarios. Es decir que en apenas media hora, el tarefero genera un volumen de materia prima suficiente para producir una cantidad de producto final que al precio en góndola equivale a su salario diario. A partir de esa primera media hora, todo el valor que genera el trabajo del cosechero en las otras 8,5 horas de su jornada laboral, es el excedente del que se apropian los otros actores de la cadena productiva: contratista, productor,
secadero, molino, comercio y Estado.
Puesto de otra manera podemos decir que, a un promedio diario de $675 por cosecha de 450 kilos de hoja verde, un cosechero que trabaja a destajo 15 días al mes (ese es el promedio mensual de días efectivamente trabajados por cuestiones climáticas, de salud, de traslado, de problemas organizativos), obtiene un ingreso de $10.125 mensuales. Ese valor está por debajo del establecido para el Salario Mínimo Vital y Móvil ($10.700 en septiembre/18) y equivale a la mitad del valor de una canasta básica ($20.134 para julio/18). Como la cosecha gruesa va de abril a septiembre (6 meses), el resto del año deben vivir de changas, planes sociales (AUH fundamentalmente) y ayuda del Estado.
En esta condición viven los 16.000 tareferos que garantizan, año a año y desde hace 100 años, la producción de yerba mate en la Argentina. El seguro de desempleo (UATRE) o el programa de subsidio interzafra que administra el ex Ministerio de Trabajo de la Nación, solamente comprende a aquellos trabajadores registrados y formalmente en condiciones por días trabajados y volúmenes cosechados (unos 6.000 en la interzafra 2017/18). Las recientes manifestaciones de protesta de las organizaciones de tareferos ante la terminación de la cosecha –que incluyó un piquete frente a la sede del Ministerio de Trabajo en Buenos Aires y cortes de ruta en la Provincia de Misiones-, fueron en el sentido de ampliar esta cobertura a más tareferos y mejorar los valores del subsidio (actualmente $2.300 mensuales durante 4 meses).
De acuerdo a declaraciones del ministro de Trabajo de la Provincia de Misiones, Juan Carlos Agulla, desde el Gobierno Nacional aseguraron que los fondos para este año para atender ese programa se redujeron de $60 millones a $18 millones. (Divididos los 6.000 jornaleros que cobraron el subsidio intercosecha del año pasado, esa reducción significa pasar de recibir $10.000 pesos en el período interzafra 2017/18 a $3.000 en 2018/19. O pasar de una cobertura de 6.000 trabajadores a 2.000: esta última es la propuesta de la Secretaría de Trabajo en el marco de los recortes presupuestarios nacionales).
Como el problema es un tema “provincial”, el Gobierno Nacional lo transfirió a la jurisdicción. El Gobierno Provincial solicitó al INYM que apoyara con su presupuesto el aumento de la cantidad de trabajadores incluidos en subsidio interzafra y el directorio de ese organismo aprobó, en su sesión del 4 de octubre pasado, transferir fondos a la Secretaría de Trabajo para lograr una cobertura más amplia, en el marco de las condiciones que se les exige a los trabajadores beneficiarios: tres recibos de sueldo durante la cosecha recién finalizada y un ingreso mínimo de $3.000. La idea es poder reiterar la cobertura de los últimos años y alcanzar a 6.000 trabajadores temporarios registrados, durante los 4 meses de la interzafra, antes de que empiecen las tareas de verano denominada zafriña o cosecha fina. (Aún si eso se lograra finalmente, sería por el mismo importe de subsidio mensual que el año pasado, $2.300 – en un contexto de alta inflación particularmente de los alimentos-, y para los 6.000 trabajadores registrados: los 10.000 restantes seguirían sin atenderse) 
En este punto cabe consignar que el INYM se financia con lo recaudado por la Tasa de Inspección prevista en la ley de su creación. La última actualización del valor de esta tasa es de abril de 2017 (Resolución 70-E/2017 del Ministerio de Agroindustria de la Nación), que la llevó a $0,65 por kilo de yerba molida con destino al mercado interno. Sobre un volumen de demanda interna que está en el orden de los 250 millones de kilos, implica un fondo de $163 millones anuales. Este es el presupuesto del INYM y con ello costea su funcionamiento, así como los diversos programas de asistencia al sector: subsidio de la tasa de interés de los créditos para financiar la cosecha, programas de capacitación en Buenas Prácticas para la producción primaria y manufactura, distribución de herramientas y equipamientos para tareas de poda, cosecha y transporte de la materia prima, becas de estudio a hijos de productores y tareferos, cofinanciación con el CONICET de proyectos de investigación sobre propiedades de la Yerba Mate, su vinculación con la salud, etc. Con lo que dedicar parte de su presupuesto al apoyo económico del programa interzafra no solo es financieramente plausible, sino que, considerando al eslabón de la cosecha como un factor crítico de toda la cadena de valor, aparece como por demás razonable que se respalde el acompañamiento a la mejora en las condiciones de vida de estos trabajadores.
Otro fondo interesante que produce el circuito comercial de la Yerba Mate es el generado por la aplicación del Convenio de Corresponsabilidad Gremial desde el año 2015. Este Convenio supone la retención por parte de los industriales de una Tarifa Sustitutiva con la que se financian los aportes personales y contribuciones patronales, calculados en función de los jornales requeridos para producir un kilo de Yerba Mate elaborada. La industria retiene la Tarifa Sustitutiva según el volumen de producción operado y lo deposita en una cuenta del INYM. Para el año 2018 esta tarifa se estableció en $1,76 por kilo de yerba canchada, de los cuales $0,06 corresponden a la “cuota solidaria de afiliación” a UATRE. Los $1,70 restantes los debe transferir el INYM a la AFIP, con destino a la financiación nacional de los conceptos mencionados (jubilación, obra social, riesgos de trabajo, asignaciones familiares y seguros varios).
Considerando a la demanda anual (consumo interno y exportaciones) como el volumen de producción que entró en los circuitos comerciales (291 millones de kilos promedio en el último quinquenio), por el concepto de Tasa Sustitutiva el fisco recaudó $495 millones anuales. Podemos ver también en este caso la posibilidad de fondos frescos con los que atender una deuda histórica del sector yerbatero: las deplorables condiciones de vida de quienes tienen a su
cargo el trabajo de cosechar la Yerba Mate.
En el mismo sentido apunta el proyecto de Ley presentado en el Congreso Nacional por el diputado misionero Jorge Franco en marzo de 2017, por cuyo tratamiento insistió ante la presidencia de la Comisión de Agricultura y Ganadería en septiembre de este año, con el apoyo de los diputados Welbach, Basterra y Behillo (Exp.1122-D-2017. Instituto Nacional de la Yerba Mate. Ley 25.564. Modificación sobre funciones y facultades). Entre otras medidas estratégicas, el proyecto propone la implementación del Mercado Consignatario a fin de operativizar un espacio comercial de referencia para garantizar el respeto a los precios establecidos por el INYM de la hoja verde y de la yerba canchada. También prevé la fijación del precio de la yerba mate a salida de molino, de modo de garantizar hasta ese nivel de procesamiento la certeza de cobertura de costos y márgenes de ganancia, tanto para productores como para secaderos y molinos elaboradores.
Pero el eje del proyecto es la creación de un Fondo Especial Yerbatero (FEY) a partir del cobro de una Tasa Compensadora de Fiscalización y Fomento (en reemplazo de la Tasa de Inspección actual). El valor propuesto de dicha tasa sería el equivalente al 5% del precio promedio de venta al público del paquete de 1/2 kilo de Yerba Mate, aplicable al producto comercializado en el mercado interno (a $50/kg en septiembre de 2018, permitiría recaudar un Fondo de unos $1.250 millones anuales, a distribuir entre pequeños productores, tareferos y presupuesto del INYM). En los fundamentos del proyecto de ley se lee:
“… [la tasa de fomento]será destinada a mejorar la calidad de vida de los trabajadores y pequeños productores rurales de yerba mate.” 
“El Fondo Especial Yerbatero servirá para la búsqueda de una vivienda digna, transporte adecuado, salud, educación y capacitación profesional para los tareferos. Entendemos esta vía como la única posible para la erradicación definitiva del trabajo infantil.”
Las cámaras empresariales del sector de ambas provincias productoras, Misiones y Corrientes, ya han manifestado su oposición a este proyecto. Se trata de una disputa histórica por la distribución de los ingresos generados por la actividad yerbatera: un valor bruto de producción/comercialización del orden de los U$S 1.000 millones anuales. Que ha permitido la realización de importantes ganancias y una sostenida acumulación de capital en aquellos actores más concentrados de la cadena de valor: grandes productores integrados verticalmente con la agroindustria y molinos yerbateros que controlan oligopólicamente la producción final.
La otra cara de la moneda son los más de 15 mil pequeños productores que subsisten en un esquema de minifundio, autoexplotación y expulsión de las generaciones más jóvenes hacia los centros urbanos próximos. Y el contingente de peones rurales que desde hace 100 años acompañan el desarrollo del cultivo de Yerba Mate en el noreste argentino, repitiendo de generación en generación el derrotero de miseria y exclusión social de sus mayores.
Relevamiento socio-laboral
Es necesario un contingente del orden de los 16 mil obreros rurales, para levantar una cosecha de 800 millones de kilos de hoja verde, estimando en 7,5 meses el período laboral (abril/septiembre y la “zafriña” de verano), trabajando un promedio de 15 días al mes, con un rendimiento medio de 450 kilos diarios por cosechero. En el marco de la crisis yerbatera provocada por la desregulación, una buena parte de estos trabajadores rurales se radicaron en las periferias de los pueblos del interior provincial: los 9.300 asalariados permanentes registrados por las EAP ́s yerbateras en el Censo Agropecuario 1988, se redujeron a la mitad en el Censo Agropecuario 2002: 4.800.
Estos trabajadores rurales ahora urbanizados, transitorios y semiocupados, son reclutados por contratistas propietarios de un camión y un capital de trabajo básico, quienes coordinan con el dueño del yerbal y con los secaderos la cosecha y su traslado a la planta industrial. Esta “deslocalización” laboral, la estacionalidad de la demanda de trabajo y la intermediación contractual, reducen la capacidad negociadora de los trabajadores, lo que deriva en situaciones de absoluta vulnerabilidad[1].
En septiembre de 2008 la legislatura misionera aprobó la Ley No 4450, por la que se creaba el Registro Único de Tareferos de la Provincia de Misiones, con el objetivo de convertirse en un instrumento para “elaborar, desarrollar y destinar programas sociales” que permitan generar mejores condiciones de vida para estos trabajadores y su grupo familiar.
En el marco de un convenio de cooperación entre el Gobierno Provincial y la Universidad Nacional de Misiones (UNaM), el Relevamiento Provincial de Tareferos se inició en la interzafra 2010/11 y se extendió hasta la de 2011/12, cuando debió suspenderse por la interrupción del financiamiento. Se alcanzaron a relevar unos 7.000 tareferos en 22 localidades:
por la ruta nacional no12 costera al Río Paraná (Jardín América, Puerto Leoni, Colonia Polana, Hipólito Irigoyen, Santo Pipó, General Urquiza, Capioví, Gobernador Roca, Ruiz de Montoya, Corpus, Puerto Rico, Garuhapé, El Alcázar, Caraguatay, Montecarlo y Puerto Piray), en la frontera con Brasil por la ruta nacional no 101 (Andresito) y sobre la ruta nacional no14 que recorre longitudinalmente el centro provincial (Dos de Mayo, Aristóbulo del Valle, Campo Grande, Campo Ramón y Campo Viera). De la información recolectada se puede sintetizar[2]: 
Situación laboral y social de los 6.905 tareferos relevados 
 Edad promedio:34 años, 88% de sexo masculino y 94% de nacionalidad argentina (siendo la más importante entre el resto la de origen paraguayo).
 ·El 61% vivía con familia (42% unión de hecho y 19% matrimonio).
 El 77% carecía de Obra Social. Los problemas de salud laboral más frecuentes registrados fueron dolores de cintura, columna y hernias (asociados al levantamiento y acarreo de raídos de 100 kg desde el yerbal al camino donde los recoge el camión) y resfríos y gripes provocados por la exposición al mal tiempo y a la intemperie.
 El 71%% nunca había hecho aportes jubilatorios y otro 21% alguna vez hizo pero no hacía, sumando un 92% sin proyección jubilatoria.
 El 47% aseguró que su padre fue tarefero y el 39% que su madre lo fue.
 El 64% aprendió a tarefear con sus padres y el 17% con otros familiares y amigos.
 El 56% comenzó a tarefear con 14 años o menos, dando cuenta de la extendida presencia del trabajo infantil.
 El 17% no leía ni escribía. El 60% tenía como nivel máximo educativo la escuela primaria incompleta.
 El 83% son transportados al yerbal en la caja del camión (77%) o de una camioneta (6%).
 El 97% recibe su jornal en efectivo. Un 3% en vales o mercadería.
 El 75% manifestó que permanece en su casa durante la cosecha, es decir que todos los días va y viene del yerbal. Un 23% acampa en el yerbal y lo hace en carpas o galpones.
 El 23% va al yerbal con toda la familia.
 El 41% trabajó para un contratista. El 38% para una empresa/cooperativa. Y un 28% fue contratado directamente por el productor.
 El 81% no está afiliado a ningún sindicato.
Vivienda y condiciones de vida (se relevaron 5.627 hogares de tareferos con una población total de 25.431 personas)
 El 81% asentadas en zonas urbanas y periurbanas, 12% en zona rural agrupada, 4% en rural dispersa y 3% en comunidades aborígenes.
 Un promedio de 4,5 personas por hogar.
 El 50% de las viviendas estaban emplazadas en asentamientos espontáneos con calles de tierra y sin veredas ni desagües.
 Un 81% eran casas con paredes de madera.
 El 51% tenía pisos de cemento/mosaico; 38% de tablas (38%) y 11% de tierra.
 Los techos eran el 65% de zinc o fibrocemento, 35% eran de chapas de cartón y otros materiales precarios.
 Un 38% era propietario de la casa y el terreno. El 62% restante solo era dueño de la casa –la “mejora”- u ocupante precario.
 Solo el 48% estaba conectado a la red de agua potable. Un 29% usaba agua de pozo y un 16% de canilla pública.
 El 73% usaba letrina para las excretas y un 24% inodoro con desagüe a pozo (23%) o cloaca (1%).
 El 86% tenía conexión a energía eléctrica.
 Sólo el 34% cocinaba con gas. El resto usaba leña (65%) o carbón como principal combustible para la cocina.
 Casi el 50% de los hogares presentaba niveles de hacinamiento: medio 25% (más de dos personas por cuarto) y crítico 22% (más de tres personas por cuarto).
* Docente/investigador de la Universidad Nacional de Misiones
[1] Re, Roa y Gortari (2017): Tareferos: vida y trabajo en los yerbales. Editorial Universitaria. UNaM. Posadas (descarga libre en www.editorial.unam.edu.ar).
[2] Alemany, Bulloni y Figueredo (2018): Características laborales y socio familiares – Estrategias de vida en la zafra y en la inter-zafra de los Tareferos de 22 localidades de la Provincia de Misiones. Informe de Proyecto de Investigación: “Encadenamientos económicos agroindustriales y trabajo rural en la Provincia de Misiones”. Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. UNaM. Posadas.

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No sólo del dólar viven las economías regionales

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En lo que va de 2018, se observa incremento en las exportaciones de productos de economías regionales, aunque el fenómeno no es generalizado y sólo en carnes y lácteos el aumento es significativo, superando el 30 % interanual
Distintos factores influyen sobre la actividad económica en las regiones del país. Entre otros, períodos de cosecha previos a la  devaluación, mayor dependencia del mercado de Brasil, hacia dónde la mejora de competitividad ha sido más acotada, la incidencia de los insumos importados y un mix de facturación con elevada ponderación del mercado interno, los costos de logística, que reflejan el encarecimiento de los combustibles, las nuevas retenciones, y también los problemas en la cadena de pagos, con pymes que sufren más las consecuencias por un débil poder de negociación 
De aquí en adelante es clave que la inflación no cercene las mejoras de tipo de cambio real, al tiempo que no se descuide la agenda de mediano y largo plazo de la competitividad de las economías regionales, vinculada con la logística, la presión impositiva, el acceso al financiamiento, entre otros items 
Con un dólar más caro, y si se mantiene así en el tiempo, podría esperarse un repunte de las economías regionales. Sin embargo, opiniones especializadas ponen en duda esa posibilidad. Además del dólar, señalan que hay otros factores que condicionarían dicho
repunte. El objetivo de este informe es analizar la capacidad de reacción de las exportaciones regionales y también considerar aquellos factores que la pueden limitar.
Un dólar más alto favorece a las actividades que producen bienes exportables. Cuando se produce, disminuyen los costos argentinos en esa moneda, y por lo tanto permite a los exportadores ofrecer menores precios en dólares y colocar más productos en el exterior.
Un ejemplo clarísimo fue la devaluación del año 2002. Aunque con algunas excepciones, los precios en dólares de varios productos regionales disminuyeron entre el 10% al 30%, y algunos más, como un 70% en los vinos a granel. Como consecuencia, también con sus excepciones, se incrementaron las cantidades exportadas. No hay una relación muy precisa que indique que aquellos productos que más redujeron sus precios, fueron los que más incrementaron sus cantidades exportadas.

La actual devaluación no ha sido tan fuerte como la del 2002, pero igualmente ha sido significativa, puesto que el poder de compra del dólar es similar al del año 2007, cuando Argentina se mantenía competitiva.
En este sentido, un ejercicio interesante es observar a qué dólar se logró el máximo en cantidades exportadas en distintos productos regionales. En varios, incluyendo las actuales retenciones, dicho dólar es inferior al actual, señal de que éste puede ser uno  competitivo. Entre los productos con menor dólar, están varios productos pampeanos (maíz, trigo, y también soja)

Por último, habiéndose devaluado fuertemente hace pocos meses, es posible que todavía no se observe su impacto sobre el sector  exportador. Aun así y a pesar de la mala cosecha en oleaginosas, los datos muestran que, en los primeros ocho meses de este año, ha habido mayores ventas externas en algunos productos regionales (carnes, granos, lácteos, frutas)

La otra visión 
Siendo así, surge la inquietud de por qué especialistas consideran que la actual situación no es tan beneficiosa para economías regionales. Al menos, pueden presentarse las siguientes razones.
Heterogeneidad regional: “hay de todo en la viña del Señor”. Las economías regionales están compuestas por un sinfín de actividades diversas. Por un lado, están las primarias y las agroindustriales. Dentro de las primeras, se puede mencionar que en varias ya se había cosechado antes del aumento fuerte del dólar (uvas, frutas), por lo cual no pudieron aprovechar el beneficio de devaluatorio, a través de mayores precios.
Otra heterogeneidad es que hay varios productos que se destinan principalmente al mercado interno, habiendo casos en que no  resulta tan fácil exportarlos. En estos casos, la devaluación los perjudicó porque generó una caída importante en el poder de compra
de la población. Entre los más complicados, puede mencionarse los vinos comunes, la yerba mate y el arroz.
Dependencia con Brasil: el aumento del dólar hizo que Argentina resultará más barata con respecto a Estados Unidos, pero no tanto con Brasil, que es el principal cliente de varios productos regionales

Aun así, a pesar de sus complicaciones, las importaciones brasileras vienen incrementándose en lo que va del año, aunque no en forma pareja. Entre los beneficiados se hallan las manzanas, aceite de oliva y trigo, mientras que entre los desfavorecidos están el arroz, porotos y ajos. En todos estos casos, sus variaciones se han explicado más por cantidades exportadas, salvo en ajo, que se vendió más, pero su precio cayó significativamente (invasión de ajo chino).

Costos de logística: dada la lejanía de varios centros productores, la logística es un costo muy relevante para las economías regionales. Cuando se devaluó en 2002, costos vinculados a la logística se redujeron en dólares; el gasoil se redujo en un 40%, y algo similar con la energía, relevante en la refrigeración de productos exportados.
En cambio, en la actualidad, el precio del combustible ha sido liberado, y dado un precio internacional más alto del crudo y con la devaluación, ese costo se ha hecho notar. También ha habido una recuperación más que significativa en las tarifas energéticas. Ambos hechos han encarecido notoriamente la logística. Además, hay que incorporar el alto costo aduanero, con puertos argentinos más costosos que los de otros países.
Retenciones: Actualmente las alícuotas de este impuesto son parejas para todos, salvo un poco más altos para los primarios (pagan $ 1 extra por dólar exportado). En cambio, hasta 2015, no era así el esquema, puesto la soja tenía un porcentaje mayor (35%) y también los granos (20%), mientras que era del 5% para el resto de los productos regionales. Ahora, estos últimos productos, especialmente los primarios, pagarían más del 10%. En comparación a la situación 2015, el nuevo esquema de retenciones es relativamente menos pesado para los productos pampeanos, no así para el resto de las economías regionales.
Altas necesidades financieras: actividades como la agropecuaria y la agro-industrial presentan brechas en tiempos muy grandes entre la fecha de compra de insumos y de materia prima y la fecha de cobro por las ventas de sus productos. Es decir, tienen alta necesidad de capital de trabajo. Por lo cual, las altas tasas de interés afectan a estas actividades.
En general, muchas economías regionales están compuestas por pymes, que tiene poca fuerza para demorar pagos y adelantar cobros. Y en una recesión sufren adelantos en la exigencia de pagos y demoras en los cobros, por lo cual sus necesidades financieras se amplían, y se padecen más con las altas tasas de interés.
Concluyendo, con un dólar más caro, las economías regionales deberían estar mejor posicionadas que hace un año atrás. Surgen dos planteos. El primero es si el dólar se mantendrá caro. La historia argentina muestra que una vez alcanzado un techo, luego comienza a rezagarse con respecto a la inflación. Debido a la actual recesión, se espera que ese rezago sea muy lento.
El segundo planteo es que, a pesar de un dólar más alto, existen otras complicaciones que sufren varias economías regionales. Entre los puntos que requieren un tratamiento pronto, cabe mencionar el alto costo del financiamiento, la presión impositiva (incluyendo retenciones) y los costos de la logística. Todavía hay trabajo para mejorar.
 
 
 

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“Las economías regionales son la gran deuda pendiente del actual Gobierno”, dijo el vicepresidente de CRA

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El Vicepresidente de la Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Jorge Chemes visitó la provincia en el marco de la Expo Rural que se lleva adelante en Fachinal. En la previa dialogó con Economis y remarcó que no debe apostarse solo a las empresas exportadores, sino lograr el equilibrio entre estas y el mercado interno que generan las economías regionales.
Al ser consultado por como ve la provincia de Misiones, Chemes destacó el “desarrollo que se ve desde la ruta, cuando uno ingresa a la provincia. Uno se sorprende del potencial que tiene Misiones, de la diversificación que pueden llevar adelante los productores, la diversificación es buena porque baja los riesgos”.
Consideró que “Misiones es una provincia que viene creciendo, a pesar de las dificultades que afrontamos en este país. Vemos al productor con muchas ganas, aunque esté lejos de Buenos Aires tiene la fuerza y la tenacidad para salir adelante”.
Remarcó que la “logística es uno de los principales inconvenientes del productor del interior del país. Considero que debe apostarse al desarrollo comercial regional, buscando achicar las distancias. Tengo entendido que Misiones tiene un mercado interno asegurado por ahora”. Sobre como ampliar los mercados, consideró que debe verse “cuales son las necesidades de la región y producir para satisfacer esa demanda, porque los costos de flete a nivel mundial van a seguir creciendo y afectan los margenes de rentabilidad. Creo que hay que apelar al ingenio, al análisis de lo regional y buscar el desarrollo comercial dentro de la región”.
Valoró que el productor ganadero de Misiones apueste a mejorar la genética, porque consideró que es uno de los diferenciales de la producción. Aunque consideró que también “uno de los factores que debe mejorarse es el porcentaje de destete. Si logramos con las mismas vacas tener más terneros lograremos mejorar el volumen de producción. Obviamente todo lo demás viene de la mano de esto, que es una herramienta que tenemos al alcance de la mano y no todos hacen foco en esto”.
Al ser consultado sobre como ve las políticas del Gobierno nacional para el sector productivo, Chemes consideró que “las economías regionales son fundamentales para la recuperación del país. Creo que son la deuda pendiente de la actual gestión. Vemos que a las Economías regionales no le dan el valor que tienen en la economía del país”, afirmó Chemes. Quien planteó que son las que generan mayor volumen de empleo directo y en muchos casos son los que generan más valor agregado.
Para él “no están midiendo al interior con sus economías regionales con la misma vara que a los procesos productivos agroexportadores que generan recursos importantes en el país. Me da la sensación que se está pensando en granos y en carne para los mercados externos para ingresar los recursos que necesita el país. Pero se olvida al mercado interno que también es importante”.
Reconoció la importancia de las exportaciones, pero planteó que esos son “grandes generadores de recursos, pero si nos olvidamos del mercado interno es muy grave. Todo extremo es muy grave. Además las economías regionales también generan excedentes que son exportables y con un valor agregado mucho más importante, con todo lo que eso significa”.
Consideró que debe lograrse un “equilibrio” y logrando ser ecuánime en la valoración a los comodities y a los productos de las economías regionales. “Hay un problema de los argentinos que es que vamos de un bandazo a otro, o somos una cosa o somos lo opuesto y no es así. Debemos encontrar un punto de equilibrio donde haya posibilidades para todos y entre todos podemos generar desarrollo”, afirmó.
“La salida no es mágica y va a requerir sacrificios. Necesitamos tiempo, tenacidad y seriedad. Necesitamos conseguir mercados de exportación para poder colocar nuestros productos afuera”, remarcó. “En los mercados externos se valora muchísimo el cumplimiento y la seriedad, que es lo que nosotros hemos desaprovechado durante muchos años”, indicó.
Planteó que debemos tomar como ejemplos a Uruguay o Paraguay de como funciona la seriedad y la continuidad de los programas productivos. “Uruguay es como una provincia nuestra, pero sin embargo mantienen una continuidad en la exportación con una calidad y cumplimiento en los mercados que es ejemplar, como no vemos eso”.
Recordó que hace 20 o 30 años Brasil compraba a la Argentina las primeras vaquillas holando para desarrollar su producción lechera y desde el país se los miraba con sorna por su poco desarrollo. “Hoy a menos de 30 años ellos nos recontrasuperaron a nosotros, se lograron autoabastecer de productos lácteos, ya no nos tienen que comprar y van a pasar a ser uno de los exportadores. Eso tenemos que mirar”.
Chemes afirmó que “no hay continuidad, vamos de un bandazo a otro. Asume un Gobierno y se hace todo lo contrario al anterior para mostrarse diferentes. Ahí es donde fallamos, donde cortamos la continuidad de las cosas buenas, porque no todo está mal hecho. No hay seriedad”.
“Desde CRA creemos que es importante el mercado interno, pero también reconocemos que es importante la exportación. por ejemplo en el mercado de la carne, siempre se dijo que si exportamos nos quedamos sin carne para el mercado interno y no es así, porque los cortes que se consumen en el país no son los que se exportan. Cual es el problema. Hay preconceptos que están equivocados y no preocupan por cambiar esa visión”, dijo concluyente Chemes.
 

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Empresas misioneras perderán 225 millones de pesos por la baja en los reintegros a la exportación

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El decreto del presidente Mauricio Macri que rebaja los reintegros a las exportaciones implica una disminución de divisas equivalente a 130 millones de pesos para la exportación de Misiones. En promedio hubo una rebaja del 66 por ciento en las retenciones a los productos que exporta la provincia, con el té y la yerba mate como las más afectadas.
Un informe de la secretaría de Comercio Exterior del ministerio de Acción Cooperativa señala que se mantiene el 0,50 por ciento adicional para las exportaciones de productos con Denominación de origen, Indicación Geográfica, Sellos Alimentos Argentinos y orgánicos, ecológicos.
Según el estudio, Misiones exportó el año pasado por 411.729.000 dólares y los reintegros significaron 11.944.000 dólares. Con el cambio impuesto por el Presidente, las devoluciones caerán a 4.334.000.  La disminución implica 7,5 millones de dólares menos, lo que equivale a 225.300.000 pesos (con un dólar en promedio a 30 pesos).
La yerba mate se exportó por 67.009.000 dólares y tenía reintegros por 2.345.000 dólares, que ahora se reducirán a 838.000 dólares, mientras que el té se exportó por 87.521.000 dólares, con reintegros por 2.6 millones, que ahora se reducirán a 1.094.000 dólares.
La caída más fuerte se da en tabaco, con exportaciones por 62.324.000 dólares y reintegros por 1.683.000 dólares, que ahora se reducirán a 467.000 dólares. Asimismo, la pasta celulósica tuvo exportaciones por 127.883.000 dólares, con reintegros por 2.558.000 dólares, que ahora caerán a 639 mil dólares. Este sector, junto al de madera y manufacturas, ha sido el más beneficiado por la reforma fiscal, con rebaja de impuestos y eliminación del tributo a las exportaciones.
El argumento del Gobierno nacional es que “no habrá pérdida” para las economías regionales, ya que lo que se quita por reintegros se distribuirá a través de la coparticipación. En el Gobierno provincial sostienen que el argumento es lógico, pero que el reparto será mucho menor que los ingresos directos por reintegros.
En las empresas sostienen que con el tipo de cambio como está ahora, el impacto no será tan dramático, pero si los costos internos acompañan la devaluación, habrá una pérdida de rentabilidad sensible.

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Los reintegros a las exportaciones bajaron 66 por ciento en promedio para los productos misioneros

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En el marco de una nueva medida de ajuste que aplicó el Gobierno nacional “debido al contexto internacional y la necesidad de fortalecer la situación fiscal”, los reintegros a las exportaciones de los productos misioneros bajarán en promedio 66 por ciento. El sector yerbatero perderá en promedio 50 millones de pesos.
Según un informe oficial, se mantiene el 0,50% adicional para  las exportaciones de productos con Denominación de origen, Indicación Geográfica, Sellos Alimentos Argentinos y orgánicos, ecológicos.
Las MiPyMes que se encuentren inscriptas en el Registro pertinente, tendrán prioridad para la tramitación y percepción de las compensaciones, acreditaciones, devoluciones o reintegros de impuestos o de saldos a favor de naturaleza tributaria, en el marco del tratamiento impositivo especial previsto por el Título II de la Ley Nº 27.264 y su modificatoria. 

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