Nace un gigante

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A los pies de semejante bloque de cemento, uno se siente pequeño. Será uno de los edificios más imponentes de la capital misionera y abrirá sus puertas en pocos meses. Para noviembre, Guillermo Vázquez tiene previsto entregar los primeros departamentos de la torre Aymará, que transformó la fisonomía del tranquilo barrio sobre la calle Beethoven, a escasos minutos del centro de Posadas. 

Guillermo está ante su mayor desafío, en momentos en que la crisis obliga a repasar cada detalle. Pero es lo que elige, marcar la diferencia. “Cuando buscás esa diferencia, estar un paso adelante, innovar, los resultados vienen solos”, define como su carta de presentación.

En el edificio, que está en sus tramos finales, trabajan 60 obreros desde las 7 de la mañana a medianoche en turnos rotativos. 

Después de terminar con la albañilería sucia, se tercerizará el montaje de los revestimientos y pisos flotantes, con tecnología importada de Alemania que permite acelerar los tiempos de terminación. El 30 de noviembre es el plazo de entrega del edificio de departamentos que equivale a cuatro torres tradicionales. En el piso 20 tendrá las amenities comúnes, piscina, solarium, quinchos, gimnasios, un restaurante, salón de belleza y masajes y un sauna vidriado. En la planta baja habrá además un free shop exclusivo para los que vivan en Aymará. 

La sofisticación no es sinónimo de inalcanzable. Los departamentos se venden a un precio promedio de mercado y son competitivos para la oferta existente en Posadas. Son 127 departamentos divididos por alas, con tres ascensores y un montacargas. La torre Aymará tendrá capacidad para 258 personas. Habrá que apurarse, quedan menos de 50 departamentos a la venta. El resto ya está comprado o reservado. Una modalidad que crece es la compra para alquiler, incluso hay consultas para colocar departamentos en plataformas de software como Airbnb, dedicada a la oferta de alojamientos a particulares y turísticos mediante la cual los anfitriones pueden publicitar y contratar el alquiler. Es una modalidad que crece en el mundo y que en Posadas cuenta con muchas ofertas, que se suman a la hotelera tradicional. 

El mantenimiento se pagará con el mismo uso de las amenities. Vázquez asegura que con la recaudación de la “mini ciudad” que habrá dentro del edificio, se podrán pagar las expensas y al mismo tiempo, financiar otras construcciones en marcha. 

Grava Construcciones tiene en carpeta Sol del Este I y II, cuyas unidades se venderán una vez terminadas al valor del mercado.

La crisis nunca fue un obstáculo para Guillermo. Sostiene que la inversión en un bien inmueble es la más redituable a largo plazo y pese al mal momento económico, todavía tiene atractivo. “En plazo fijo, apenas se empata a la inflación. En dólares, se pierde. En ladrillos, tiene una alta rentabilidad. El problema es la falta de crédito para la compra y para la construcción”, explica. 

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Recuperar la confianza en el ladrillo

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El ladrillo es, se sabe, uno de los mejores elementos para un ahorro de largo plazo. Y es también, el termómetro ideal para conocer el estado de la economía. Después de un 2016 para el olvido, con obras paralizadas y una enorme incertidumbre sobre el futuro de las inversiones inmobiliarias, el segundo semestre de 2017 muestra un paulatino despertar.

Algunas obras que estaban paradas se reactivaron y otras están viendo la luz. Guillermo Vázquez es un audaz cazador de oportunidades. Desde hace años apuesta por el desarrollo inmobiliario con obras que son un emblema de modernidad y mirada al futuro.

Aymará, que crece imponente a unas pocas cuadras del centro será en poco tiempo una de las torres más altas de Posadas, con amenities envidiables entre las mejores ofertas de la capital. Pero en paralelo, otros edificios comienzan a despertar del letargo.

En pleno microcentro se preparan los cimientos de Terrazas Rivadavia, un coqueto edificio de una decena de pisos y amplios espacios, además de un bien preciado para quien adquiere una propiedad: estacionamientos para cada departamento.

Junto a su socio Leonardo Carraffa Flores, Vázquez asegura que hay un repunte en el mercado inmobiliario que hace crecer las esperanzas sobre la plenitud de una actividad que el año pasado sufrió un duro golpe.

“Notamos una reactivación que se viene marcando desde el año pasado, cuando decidimos avanzar con este desarrollo edilicio en el microcentro de Posadas. Apostamos al crecimiento que vemos en la construcción privada, que nos alienta a pensar en otros desarrollos porque la gente y los inversores nos están acompañando”, completa Carraffa Flores.

El empresario advierte que “la inversión busca una vivienda para hogar o para renta futura”.

“El mercado inmobiliario es preferido por el inversor común porque está en crecimiento, seguro y con rentabilidad, sobre todo para el que apuesta desde el pozo”, explica Carraffa Flores.

El valor varía de acuerdo al edificio, ubicación, dimensiones, calidad constructiva, amenities, si tiene cochera. “A grandes rasgos, el valor del metro cuadrado, oscila entre 28 y 35 mil pesos en el centro”, indica Carraffa Flores.

¿Qué busca el misionero, comodidad o tamaño?

Es variado. Básicamente, departamentos cómodos, de no muchos metros cuadrados, pero intermedio entre chicos y los que pueden ser más grandes y caros. La seguridad es un valor. Otros eligen la vista al río, que se ganó mucho con la Costanera, que embelleció a toda la ciudad. El centro mejoró mucho. Se ven más desarrollos inmobiliarios. La Costanera generó inversiones, responde Carraffa Flores sin dudar.

Vázquez agrega que la clave para la reactivación del mercado inmobiliario “es el flujo financiero”.

“Eso permite adquirir una propiedad con financiamiento. La realidad es que se vivió durante muchos años con la compra al contado, lo que acotaba el mercado. Hoy con el apalancamiento de los créditos, se genera una apertura del mercado distinta. En este último bimestre se registró crecimiento de 5,5 por ciento de las operaciones inmobiliarias, lo que, anualizado, es importante. Se reactivó la adquisición de unidades inmobiliarias”, enumera.

El desarrollador sostiene que hay más créditos hipotecarios, más entidades y, sobre todo, mayor flexibilidad. “El sistema dejó de ser tan riguroso, con carpetas que no terminaban de formalizarse. Bajaron las tasas y los requisitos, ahora se apunta a través del Banco Central a créditos a los fideicomisos y desarrollos desde el pozo o en proceso de escrituración. No es más barato, pero permite llegar a la vivienda a través del acceso a un tipo de financiamiento que antes no existía”.

“El repunte del crédito es algo que no vimos en los últimos 30 años, con créditos particulares o a fideicomisos, orientado a desarrolladores, que permiten financiar hasta el 70 u 80 por ciento de la obra”, explica Vázquez.

El grupo no es partidario de la deuda para financiarse, pero otras empresas lo están haciendo. El objetivo de los socios es que en paralelo a Terrazas Rivadavia, se completen otras dos obras más en tres años: Sol del Este, que está a punto de culminarse en Centenario -son dos edificios de siete pisos cada uno-, casi Corrientes y Sol del Este II –todavía falta la autorización de planos para la torre de 15 pisos-, sobre la avenida Corrientes. La torre Aymará entró en su etapa final, pero todavía tiene para varios meses.

Terrazas Rivadavia tendrá 43 departamentos con cocheras, mientras que Sol del Este será un edificio doble de siete pisos y Sol del Este II, una torre. Aymará, con 16 mil metros cuadrados cubiertos, será el segundo edificio más grande, después de la torre Iplyc de la Costanera.

“La demanda pide eso. Hay demanda de departamentos porque nos estamos convirtiendo en un núcleo de recepción de estudiantes universitarios, hay un crecimiento de familias y de parejas de solteros sin hijos”, describe Vázquez.

La reactivación de los desarrollos inmobiliarios no se circunscribe únicamente a Posadas. Los socios miran las opciones de inversión en Encarnación, un mercado atractivo por cercanía e idiosincrasia compartida.

“Es un mercado emergente, Paraguay tiene una tasa de inflación de 4,5 anual, con una carga impositiva fija y estable que permite proyectar a largo plazo”, analiza Vázquez.

“Acá en Argentina tenemos todo, pero debemos cambiar la conciencia”, compara.

 

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Guillermo Vázquez: “Buscamos marcar una diferencia”

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Empezó casi como una banda de rock. En un garaje. Hoy es uno de los principales desarrolladores urbanos de Posadas. Se define como “no ortodoxo” y reafirma. “No buscamos ganar dinero, sino marcar una diferencia. Cuando buscás esa diferencia, estar un paso adelante, innovar, los resultados vienen solos. Nuestra mentalidad es esa, no ganar dinero, sino hacer algo distinto, que quede marcado. Esa es una premisa que hace que uno ame a su trabajo. Amo lo que hago. Es lo que elegí”. Guillermo Vázquez eligió ese camino hace seis años y hoy tiene una cartera de obras emblemáticas en la capital misionera, entre las que se destaca la torre Aymará, que, promete, será el primer edificio autosustentable de la región. La torre que emerge como un gigante a pocos minutos del centro, tendrá modernos e inusuales comodidades.

Del garaje a manejar un equipo de 70 personas. El crecimiento exponencial llegó gracias a una dedicación permanente y la búsqueda de nuevas oportunidades de inversión.  También al cuidado de su propio equipo de trabajo.

“En las cuatro obras que tenemos en marcha, tenemos a unas 70 personas en relación de dependencia, más prestadores de servicio. Gracias a dios no despedimos a nadie. Siempre priorizamos la fuente de trabajo, entendemos que cada persona es el sustento de su familia, que la crisis va a pasar, que la recesión va a pasar. Ahora se empezó a mover un poco más la cosa y gracias a eso también tenemos un equipo de trabajo, leal y fiel, porque sabían que estábamos haciendo un esfuerzo”, explica en una entrevista con Economis.

“En un momento nos plantearon qué iba a pasar con la nómina y les dijimos que íbamos a priorizar el empleo. Eso tiene sus frutos”, agrega.

¿En qué proyectos trabajan actualmente?

En la torre Aymará que está en pleno desarrollo, estamos en la preventa de Terrazas de Rivadavia, en pleno centro, en obras en Sol del Este I, sobre avenida Centenario, poniendo la tercera loza, hicimos una modificación de planos porque se reformuló el proyecto y se van a hacer departamentos. Estamos trabajando con mi socio en Complejo Ipanema, que es una obra más chica. Y estamos en el lanzamiento de otro edificio en la Costanera, entre la bahía El Brete y el centro, que se va a llamar Costa Río, de seis pisos, muy bonito. Estamos con obras de menor tiempo de ejecución, de no más de diez pisos o de 39 departamentos. Entre seis, ocho o diez pisos, que son atractivos para el inversor por el tiempo de rotación del capital. Hoy los márgenes de rentabilidad son muy buenos. Entre la inversión al pozo, se puede ganar cien por ciento, al final de obra. Si empieza después, el margen de rentabilidad es del 33 por ciento.

¿Recomendás la inversión en ladrillos?

Si, porque es segura. Es una inversión con un margen de ganancia alto en moneda dura. Aunque todas nuestras obras están cotizadas en pesos, se venden y financian en pesos, pero no dejan de valuarse en dólares. Es una forma de resguardar el capital. Antes con la burbuja inmobiliaria que había, era solo un reguardo, hoy es un negocio financiero. Si uno entra al pozo, tenés ganancias que no te da ningún bono. Y no hay imprevistos.

 

¿Cómo está el mercado?

No solo hay gente que quiere y puede comprar, sino que está resurgiendo el apalancamiento financiero, muy tímidamente. Hay que ver que tanto se puede llevar a la práctica. Porque muchas veces en el marketing es muy lindo, pero hay que ver que tan flexibles son. Creemos que sí, porque están incorporando hasta los fideicomisos. Hay una luz importante en la financiación. En la Argentina cuando dejó de tener crédito, surgen los fideicomisos, para la adquisición de la vivienda, con una entrega del 30 por ciento y el saldo en 36 meses, era lo mismo que el banco te prestaba, a diferencia que el banco te financiaba a diez años y nosotros no podemos pasarnos del plazo de obra.

¿El capital de inversión es tuyo?
Es mixto, tenemos inversores que aportan capital. Es un negocio de mucha confianza.

¿La torre Aymará ya está toda vendido?
No. No hay que vender todo. Eduardo Constantini, uno de los desarrolladores más importantes de la Argentina, siempre decía, que el peor error que cometió fue vender el edificio X en 45 días, porque tuvo que salir a comprar materiales, a congelar precios, a garantizar la mano de obra. Entonces no es prudente acelerar las ventas. Hay tres etapas fuertes. Una es la salida de pozo, que es más barato, porque es el riesgo que asumís, porque comprás un intangible, pero la ganancia es de más del cien por ciento en pesos. La segunda etapa es la finalización de estructuras, cuando se dispara el precio del metro cuadrado. La última, con los detalles, ya se vende a precio de mercado.

Fuiste uno de los primeros en ofrecer un edificio con tantas comodidades como las que tendrá Aymará…

Cuando trabajamos el desarrollo de la torre, lo primero que se nos vino a la mente fue la deserción en el pago de expensas. La gente no quiere pagar las expensas. No hay costumbre, pero es para mantener el edificio, como en una casa. Ese fue un gran problema, hacer un edificio de gran categoría, con servicios muy amplios, sin generar un costo excesivo. Pensamos en un sistema de administración rental pool -un acuerdo entre propietarios de que comparten las ganancias de la explotación, en este caso de las amenitties-. Entonces, el propietario va a tener restaurante, sauna, masaje, peluquería, un drugstore. Todo será pago, menos la piscina y el SUM. Todo ese consumo, porque la persona si tiene un producto de igual calidad y buen precio, se termina quedando en su casa, porque está a un ascensor del delivery. El consumo vuelve al edificio, porque va directamente a pagar las expensas. Cuando exista una ocupación plena, la gente no pagará expensas y el edificio se mantendrá. Es el primer edificio del nordeste autosustentable.

¿Desarrollás solo en Posadas o también en el interior?

Analizamos mucho el interior y recibimos muchas propuestas, pero se tiene que dar un acompañamiento de obras públicas, sin cloacas no podemos hacer edificios de más de seis pisos. Hay lugares muy bonitos, como Oberá, con un gran crecimiento urbano, pero que tienen ese condicionante. Son obras que no se pueden hacer. La incidencia suelo tiene que estar en relación con la obra. Está íntimamente relacionado. Si el terreno es muy caro y no se puede hacer muchos metros cuadrados, no vale la pena el negocio.

¿Qué análisis hacés del momento económico?

A nivel nacional el gradualismo no sirvió. Existe un gran descreimiento, todos salen al ruedo. A veces eso hace que tambalee la gobernabilidad. Un Presidente tiene que tener un equipo de trabajo que acompañe, pero también mantener sus decisiones. Tiene la virtud de saber reconocer cuando se equivoca, sus errores. Pero hay que medir la cantidad de errores. El país no es una fórmula de ensayo en la que podemos probar que anda y que no. No tenemos tanto tiempo. Los argentinos tenemos en cada gobierno un margen de seis meses, si no funciona, se le dan seis meses más. A veces un año es suficiente y a veces no. Uno tiene que saber cómo manejarse en esos doce meses de gestión. Considero que falta tiempo todavía, pero el argentino es muchas veces verdugo de sí mismo. Tenemos una mentalidad diferente al anglosajón o el brasileño. Ellos saben que las crisis no son eternas, que son procesos de terapia intensiva de los que uno tiene que salir. Ningún país ha quebrado. No vamos todo el tiempo hacia una situación apocalíptica. Los crecimientos vienen después de las crisis. Hay que unirse, no debe haber desunión. Es como una familia. Lo que pasa es que estamos acostumbrados a esa mentalidad de constante cataclismo. Todo el tiempo pensamos en que nos vamos a caer. El hombre grande se para arriba del problema y piensa en la solución, no vive sumergido en el problema. Más allá de convicciones políticas o sistemas económicos, tenemos que dar una chance a cada uno y más si ha sido elegido democráticamente, a que demuestre. El pueblo tiene derecho y debe manifestarse, no debe permitirse el silencio, pero también tiene que tener mentalidad positiva. Es la única forma de crecer. Podemos ser potencia, pero no lo vemos porque perdimos el sentido de nacionalidad, de república. No tenemos identidad formada.

¿Y a Misiones?

Misiones está pasando por una situación que estaba prevista si se daba un resultado en las elecciones. Pero la están manejando bastante bien. Hay comunicación, hay una intención de crecimiento, trabajan bien en la recesión. Hay falta de fondos, para la obra pública, hay un cercenamiento de fondos. Pero hay gente capacitada para la gestión, aunque hay muchas cosas por mejorar. Los equipos deben estar acorde a la situación. La veo bastante bien a Misiones, está aguantando mucho, pese a que estamos siendo castigados. Esto es una etapa. Necesaria. Le iba a pasar a cualquiera.

¿Por qué solo obras privadas y no obra pública?

No me paso a la obra pública porque es otra línea. O haces pública o privada. En la obra privada te debés a los inversores, a los clientes. En la pública, a un sistema. En la privada podés crear, innovar. Dejar libre la imaginación. Si algún día me paso, dejaré la obra privada. Trato de que la especialización sea eso. Para ser bueno, hay que especializarse y profundizar el conocimiento en ese rubro. No patear el centro y cabecear.

¿Cómo es tu relación con los empleados?

Apliqué un sistema de administración de estandarización de procesos. A lo Henry Ford. Administración, ejecución y control. No tengo mucho contacto con el personal, pero los conozco a todos. Tengo una línea de mando en la que cada uno cumple su función. Es una administración vertical. Tengo muy buena relación, pero no paso por encima de la autoridad de quienes tienen a su cargo a la gente.

¿Y cómo es la mano de obra misionera?

Es muy buena. Tenemos mucha gente de Paraguay que se viene a nacionalizar. Pero la mano de obra misionera es muy buena. El problema que tenemos es que no hay acceso a una alta tecnología por el freno a las importaciones. No está muy especializada por falta de materiales de alta tecnología. Es la única diferencia que tenemos por ejemplo con Capital Federal. Por eso digo que la importación no es mala, aunque hay que tener políticas para proteger la industria. Pero hay que saber competir. El empresario a nivel mundial sabe que su margen de rentabilidad está entre el 20 y 30 por ciento. El problema es cuando se quiere ganar más, el cien o 150 por ciento, se empieza a complicar la cosa y decimos que no podemos competir. Se puede competir. Pero hay que acomodarse a la competencia. Pensar en macro, no en micro.

¿Y tu empresa puede competir, por ejemplo con Buenos Aires?

Mi empresa puede competir y de hecho trabaja en conjunto con desarrolladores de Capital Federal.

 

Guillermo Vázquez tiene 38 años y dos hijos que “le sacan canas”. Desde hace seis años se dedica al desarrollo inmobiliario y lleva anotados seis edificios, desde el inicial Fidelia. También tiene otras pasiones. Integró la selección argentina y fue campeón argentino e iberoamericano de Jujitsu y ahora comenzó a practicar un deporte antes prohibido por su entrenador de artes marciales: el rugby en el club Lomas.

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