Masiva marcha en apoyo al gobierno de Macri

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Una concurrida marcha en apoyo a la gestión del presidente Mauricio Macri se realizó este sábado desde el Obelisco hacia Plaza de Mayo y en otras ciudades del país. El mandatario arribó a la Casa de Gobierno pasadas las 19 y salió a saludar a los presentes desde el histórico balcón junto a su esposa, Juliana Awada.

En su segunda salida, el mandatario dejó unas palabras -que si bien no fueron escuchadas por la multitud porque no se había dispuesto un sistema de audio, si fueron tomadas por las cámaras-. “Gracias por todo esto. Tenemos que seguir juntos. Gracias, sigamos juntos”, dijo a sus seguidores.

“Tenemos que seguir más que nunca. Merecemos cambiar, trabajando juntos, dialogando; así vamos a construir la Argentina que queremos”, acotó el jefe de estado visiblemente emocionado ante la manifestación en apoyo a su Gobierno.

“Los escuché, sé lo que están pasando. Decidimos cambiar porque podemos ser mejores, no podemos abandonar, tenemos que seguir juntos, ahora más que nunca, porque tres años es poco para cambiar una historia, y la estamos cambiando, diciéndonos la verdad, sin robarnos, sin engañarnos, sin atajos, trabajando juntos, dialogando, y así vamos a construir la Argentina que queremos”, expresó Macri.

La convocatoria fue impulsada por el actor Luis Brandoni y seguidores en las redes sociales, tras los resultados de las elecciones primarias PASO, que ganó la fórmula opositora del Frente de Todos por 15 puntos.

La Plaza de mayo, que habitualmente durante las movilizaciones se encuentra vallada, fue abierta este sábado para que los manifestantes pudiesen llegar hasta el borde de la Casa de Gobierno.

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La obsesión del Choripán

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Uno intenta hablar de otros temas que se avizoran más relevantes pero no podemos disimular que el Primer Mandatario, junto a funcionarios de primera línea del Gobierno, se haya referido a un tema cargado de simbolismos.

El mes de marzo (y parece que el mes de abril seguirá en la misma senda) nos ha demostrado que “la calle” será otro de los campos de combate donde se librarán las batallas de un todo polarizado. El año electoral y la delicada situación económica han dejado que la polarización muestre sus cartas en todos los conflictos nacionales.

Si la situación económica del país hubiera mejorado y los índices hubieran tenido un amor de primavera la polarización no hubiera existido jamás, sin embargo, la historia adora las sorpresas.

Las palabras del Presidente de la Nación haciendo alusión a la marcha de apoyo a la democracia y a su gobierno: “qué lindo…, que juntos vamos a generar las oportunidades de progreso de nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos”, luego continúa “lo expresamos desde el corazón, espontáneamente, sin que haya habido colectivos ni choripán. Solamente decir: si, se puede. Y juntos”.

Ahora bien, no pretendo hacer aquí un análisis de los dichos del Presidente ni los cometarios precisos de cada funcionario nacional sobre el concepto del “choripán”. Me interesa que reflexionemos sobre el mensaje y la imagen representativa de la cultura del chori.

En la marcha de apoyo al Presidente no hubo choripán y se dejó bien en claro que eso no sucedió porque había un sentido de pertenencia que expresaba: “nosotros no somos iguales a ustedes”, “nosotros venimos porque tenemos ideales”. Entonces, la ecuación simple es que aquel que va a un acto-manifestación-reclamo-cacerolazo-marcha-apoyo movilizado por un chori (aún no conocí a nadie que se movilice particularmente por un choripán) no puede tener ideales. Las clases populares no quieren trabajar, los pobres son incapaces de tener sueños, tampoco pueden pensar mucho en el país.

El chori termina siendo lo despreciable en una actitud separatista hacia el “otro”, nosotros somos esto y ellos son aquello. Ojo, no nos engañemos tan fácilmente, que la división de clases en la Argentina ha tenido etiquetas para todos lados. Sin ir más lejos, el gobierno nacional es acusado una y otra vez de pertenecer a un aglomerado de funcionarios ricos y chetos que no conocen el llano, la ausencia de los sectores populares.

Esto genera que ante cada acción social o política pública del gobierno se le encuentre un justificativo simbólico de pertenencia a un espacio dentro de la pirámide social. Casi siempre las etiquetas de clase configuran para el “otro” una configuración negativa acusándolo de no compartir espacios de pertenencia.

El próximo jueves 6 de abril habrá un paro nacional con grandes manifestaciones en las calles de todo el país; estaremos en condiciones de compartir o no el reclamo. Estaremos listos para analizar las estadísticas, el mensaje, las banderas, las mafias, la movilización.

La grieta argentina recae y pudre hasta los versos más increíbles de la literatura mundial, como el famoso monólogo de William Shakespeare en Hamlet, “ser o no ser, esa es la cuestión”, modificada por la grieta quedaría en un torpe “chori o no chori, esa es la cuestión”. Obvio, yo también caí en la grieta.

Considero que hay un rasgo optimista en todo esto, es un haz de luz observable por cualquier argento, en cuanto a que tanto “unos” como “otros” se dicen ser el pueblo, dicen representar al Gran Pueblo Argentino en su mayor pureza y transparencia.

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Cambiemos, desafiado por un nuevo tipo de movilización

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La relevancia de la Marcha del Si, el #1A en apoyo al gobierno (y “la democracia”, según las consignas de la convocatoria), aún está por verse. El gobierno nacional recibió la noticia con entusiasmo, cual señal de afirmación, tras la mala racha del mes de marzo. Pero Cambiemos no produjo esta noticia, y eso conlleva algunas dosis de incomodidad.

Algunas de las características de la marcha nos recuerdan a las grandes manifestaciones opositoras de 2012, como el 8N y sus precedentes. La convocatoria nació de usuarios de redes sociales sin rol dirigencial, se expandió gracias a la difusión de los grandes canales de televisión, y tuvo como sentimiento aglutinador al antikirchnerismo. El PRO, la Coalición Cívica y otros partidos entonces opositores se vieron beneficiados por la iniciativa, aunque tuvieron poco que ver con su organización. Sin embargo, en este caso hay una importante y obvia diferencia: todo lo anterior se mantiene, salvo que los movilizados en la calle esta vez eran oficialistas y no opositores. Como tales, tienen un derecho especial a reclamar que el gobierno preste atención a sus demandas. Son nada más y nada menos que la base electoral de Cambiemos.

No casualmente, la casi totalidad de los dirigentes del oficialismo se manifestó en contra de la  realización de la marcha. Temían que fueran pocos, y también temían que fueran muchos. Sucedió lo segundo: hubo una concurrencia importante, superior a las expectativas, que dejó en claro que el gobierno también tiene sus movilizados, y que pueden ocupar los lugares simbólicos de la política argentina.

El PRO, columna vertebral de Cambiemos, es un partido refractario a esa idea. Formalmente, su discurso sostiene que las movilizaciones en la calle pertenecen a una cultura política perimida -la de los movimientos populares argentinos, el radicalismo y el peronismo-, y que la nueva cultura política que encarna tiene otros métodos mejores para comunicarse con el votante. De hecho, dice que la cultura de la movilización es irreal: los que marchan irían por el viático y el refrigerio, y su presencia sólo expresaría el poder del billete organizador. Ahí aparecen la proximidad, el timbreo y las reuniones con vecinos como algo alternativo y superador. Y, sobre todo, la cualidad personal de Mauricio Macri, líder indiscutido del partido amarillo, de saber escuchar al interlocutor. Dijo Emilio Monzó en la mesa de Mirtha Legrand que uno de los motivos por los que el Presidente confía en él es su frontalidad: a Macri no le gustan los aduladores, le gusta que le digan la verdad.

Así y todo, esa receptividad que facilitaría el diálogo con el votante y ayudaría al dirigente a ser mejor dirigente, no es participación. La participación es un camino de ida y vuelta, que va más allá del saber escuchar. El participante tiene una cuota de poder. Entonces, si las movilizaciones peronistas son por el choripan pero este gobierno escucha, ¿qué hacía toda esa gente en la calle?

El PRO no tiene, en general, experiencia con la participación de sus bases. No organiza actos populares, no hay grandes elecciones internas para elegir autoridades o candidatos, no realiza convenciones masivas, no admite muchos afiliados. Resulta difícil de imaginar que Macri pueda perder el control de su partido. Que es una estructura pequeña, concisa, poco preparada para las numerosas demandas sociales que recibe un gobierno nacional.

Más allá de la discusión sobre la representatividad del 1A, o su grado de empatía con lo que sucede en otras capas sociales, para el PRO la segunda buena noticia fue que esta movilización de sus bases fue mansa y no elevó demandas fuertes dirigidas a sus líderes. Como si lo hizo, claramente, la marcha de la CGT del 7 de marzo. El paro general del 6 de abril es una consecuencia de las demandas expresadas en aquella oportunidad.

Pero ojo: en las redes sociales y la calle se respiró la convicción de que el 1A fue un producto propio, y que tuvo lugar a pesar de los dirigentes de Cambiemos. Aún los tuiteros organizadores de aquél 8N, como Luciano Bugallo, no adhirieron a este 1A, porque ahora ellos son dirigentes de Cambiemos y acataron la posición del oficialismo. La movilización, en este marco, comienza a producir sus propias referencias “no políticas”, provenientes de los medios. Como Juan Campanella, quien discrepó con los políticos y apoyó a los que marcharon. Una de las cuentas de twitter que iniciaron la convocatoria, lo hizo reclamando que Alfredo Casero, Fernando Iglesias y Facundo Manes integren las listas de Cambiemos en octubre. “Gente como nosotros, políticos no”, agregaba. Primeros indicios de que este nuevo cambiemismo callejero, el “casero-campanellismo”, puede comenzar a tener algunas ideas propias acerca de lo que debe hacer su gobierno. Le conviene a Cambiemos asumir que el 1A fue un hecho político, y ponerse al frente del mismo, antes de que las “bases” de la antipolítica comiencen a pedir pista.

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