Gustavo Samuelian y el regreso de Flecha: de ícono popular a símbolo de calidad
En un rincón del mapa de la industria nacional, donde la memoria se entrelaza con la lona y el caucho, Gustavo Samuelian encarna una de las recuperaciones más singulares del diseño argentino. Con 55 años y más de tres décadas en el rubro de la moda, se propuso lo que para muchos era imposible: revivir Flecha, la primera marca de zapatillas de lona de la Argentina.
“Yo trabajo desde muy chico, empecé a los 15 en el rubro comercial y a los 18 entré en la industria de la ropa”, cuenta Samuelian, con una naturalidad que refleja su recorrido a pulso. Fue encargado, vendedor, gerente, hasta que en 2005 fundó Bolivia, la marca de indumentaria que le dio identidad a un público joven con gusto por la estética retro y urbana. “Fue la primera vez que emprendí algo propio, después de haber trabajado para otros. La inventé yo, hacía los diseños, la estética… Bolivia era mi alma”.

Pero desde hace un tiempo, su obsesión tenía nombre propio: Flecha. La marca nacida en 1962, que protagonizó una época dorada de la industria nacional y llegó a fabricar 28 millones de pares en un solo año -1978, el del Mundial-, había caído en el olvido tras sucesivos intentos fallidos de relanzamiento. “Yo siempre tuve fascinación por Flecha. La propuse mil veces. En un momento, Alpargatas me dio bola y empecé a diseñar una colección, pero en el medio se disolvió la empresa. Entonces aproveché la oportunidad y compré la marca”.
Una marca con historia… y con peso
Samuelian entiende mejor que nadie el valor simbólico de una marca con pasado. “Flecha tiene a favor su historia, pero también en contra. Porque mucha gente la recuerda como una zapatilla barata, que se usaba porque no había otra cosa”, reflexiona.
El desafío fue, entonces, conservar la forma y el diseño que la convirtió en ícono, pero actualizando su tecnología. “La nueva Flecha es vulcanizada, como las Converse o las Vans. Nada que ver con las de antes que eran de PVC inyectado. Esto tiene otra calidad, otro confort”.
Las nuevas Flecha se fabrican en la histórica planta de Topper en Aguilares, Tucumán. “Ahí mismo se hacían las viejas Flecha. Hay gente que todavía trabaja y que tiene mucho cariño por la marca. Cuando vamos, se siente una conexión muy fuerte. Somos como primos hermanos con Topper”.
Industria nacional en tiempos de importaciones récord
A contramano de la tendencia global de tercerizar en Asia, Samuelian eligió fabricar 100% en Argentina. “Podría hacerlas más baratas en Brasil o en Oriente. Pero Flecha es la marca de zapatillas argentina, y tenía que hacerse acá. Aunque cueste más”.

Esa decisión va a contracorriente del contexto actual. Según datos del centro de estudios Fundar, las prendas importadas representaban el 7,5% del mercado argentino en 2022, y en apenas dos años duplicaron su participación: hoy abarcan cerca del 15%. La Fundación Pro Tejer eleva aún más el diagnóstico: si se suma indumentaria, telas e hilados, las importaciones ya rozan el 50% del mercado textil nacional.
La situación se volvió crítica en los primeros dos meses de 2025, cuando las importaciones de ropa aumentaron más del 135% en comparación con el mismo período del año anterior. Entre enero y febrero ingresaron al país 23,3 millones de prendas por un valor de 90 millones de dólares, frente a los 10 millones de unidades por 61,2 millones de dólares del mismo lapso de 2024.
“La industria textil está muy golpeada. A veces te llaman y te dicen: ‘La remera que me hacés a 10.000, la traigo a 4.000’. Entonces dejan de fabricar acá, y el taller cierra. No pido que nos regalen nada, pero sí que haya condiciones para competir con justicia”, advierte Samuelian.
Del recuerdo al futuro
En 2023 Flecha comenzó a insertarse en el mercado, con un crecimiento sostenido en varias provincias: Córdoba, Santa Fe, Tucumán, Salta, Buenos Aires, CABA… y pronto, también Misiones. “Queremos estar en todo el país. Y después Uruguay, Chile, Paraguay, México, Europa, Japón. El sueño es que Flecha vuelva a ser grande, pero a nivel global”.
Más allá de las zapatillas, Samuelian ya trabaja en una línea de indumentaria con la marca. “Es algo que Flecha nunca tuvo, así que es otro desafío. Como hacen todas las marcas grandes hoy: zapatillas y ropa”.

En el fondo, Gustavo Samuelian no está vendiendo zapatillas. Está vendiendo identidad. Una marca que supo acompañar generaciones y que ahora vuelve, no como un mero revival, sino como un gesto de reconstrucción.
“Flecha es historia, es Argentina, y es calidad. Mi sueño es que esté en todos lados, pero sin perder lo que la hace única: que nació acá, entre telares, máquinas de coser y mucho trabajo”.
