Tasas especiales para pymes y créditos para financiamiento productivo
El gobierno dejó muy en claro que la estabilidad macroeconómica es un objetivo innegociable en sus políticas. Para los empresarios eso tuvo un enorme costo: caída en la actividad, pérdida de rentabilidad, descapitalización de nuestras firmas y todas las dificultades que estamos atravesando. Por eso, cuando miramos hacia los meses venideros, esperamos que esta estabilidad lograda con tanto sacrificio comience a mostrar sus beneficios.
Argentina arranca un 2019 con clima de campaña y eso genera nuevos espacios para marcar agenda. Entre los temas pendientes del 2018 quedaron la demandada reglamentación del artículo 10 de la Ley Pyme –establece beneficios impositivos y fiscales para las provincias de frontera para garantizar la competitividad–, una reforma laboral, y políticas que incentiven el consumo ante la caída consecutiva anual de las ventas minoristas de las pequeñas y medianas empresas.
Pero en el medio de esa coyuntura y del descenso de la actividad industrial hay buenas noticias: el año terminó con calma y un tipo de cambio competitivo. Y esto no es condición suficiente, pero sí necesaria para activar la inversión o planificar nuevos negocios en el país.
Según la última encuesta cualitativa industrial que hacemos mensualmente en CAME, entre 300 industriales pymes de todo el país, el 54% de los consultados cree que la reactivación en su fábrica comenzará recién a partir de julio. Es importante destacar que el 83% de los empresarios vemos que a lo largo del 2019 sí habrá reactivación.
La economía de los próximos meses trae otros motivos para ser optimistas, como la evolución esperada en las exportaciones agropecuarias, que crecerán significativamente de la mano de una muy buena cosecha. Ingresarán divisas al sector que se derramarán al resto de la economía rápidamente y esperamos que impulsen el consumo y la producción. Argentina volverá a atraer nuevos proyectos en ese sector, y sabemos que el agro tiene efecto multiplicador sobre las pequeñas y medianas empresas de muchos sectores.
Aún nos falta cambiar la cultura exportadora para que las pymes se animen a insertar bienes y servicios en el mundo. Por eso acompañamos la decisión de convertir esta visión en política de Estado, aunque quedará condicionada a las facilidades para acceder a créditos con tasas razonables.
Argentina arranca un 2019 con clima de campaña y eso genera nuevos espacios para marcar agenda. Entre los temas pendientes del 2018 quedaron la demandada reglamentación del artículo 10 de la Ley Pyme –establece beneficios impositivos y fiscales para las provincias de frontera para garantizar la competitividad–, una reforma laboral, y políticas que incentiven el consumo ante la caída consecutiva anual de las ventas minoristas de las pequeñas y medianas empresas.
Pero en el medio de esa coyuntura y del descenso de la actividad industrial hay buenas noticias: el año terminó con calma y un tipo de cambio competitivo. Y esto no es condición suficiente, pero sí necesaria para activar la inversión o planificar nuevos negocios en el país.
Según la última encuesta cualitativa industrial que hacemos mensualmente en CAME, entre 300 industriales pymes de todo el país, el 54% de los consultados cree que la reactivación en su fábrica comenzará recién a partir de julio. Es importante destacar que el 83% de los empresarios vemos que a lo largo del 2019 sí habrá reactivación.
La economía de los próximos meses trae otros motivos para ser optimistas, como la evolución esperada en las exportaciones agropecuarias, que crecerán significativamente de la mano de una muy buena cosecha. Ingresarán divisas al sector que se derramarán al resto de la economía rápidamente y esperamos que impulsen el consumo y la producción. Argentina volverá a atraer nuevos proyectos en ese sector, y sabemos que el agro tiene efecto multiplicador sobre las pequeñas y medianas empresas de muchos sectores.
Aún nos falta cambiar la cultura exportadora para que las pymes se animen a insertar bienes y servicios en el mundo. Por eso acompañamos la decisión de convertir esta visión en política de Estado, aunque quedará condicionada a las facilidades para acceder a créditos con tasas razonables.