Un buen momento para la innovación en el mundo de la reestructuración de deuda soberana

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Por Peter Breuer y Charles Cohen.

Cuando las empresas tienen demasiada deuda y necesitan reestructurarla, los acreedores a menudo terminan canjeando bonos o préstamos por acciones. Negocian el reembolso garantizado de una inversión en títulos de renta fija por una participación de capital cuyo rendimiento depende de los resultados futuros de la empresa. Dicho de otro modo, los inversionistas aceptan compartir el riesgo. ¿Podría aplicarse un mecanismo similar cuando una nación soberana tiene que reestructurar su deuda, vinculando los pagos a su desempeño económico futuro? En un nuevo estudio del FMI se analizan posibles instrumentos innovadores de deuda soberana que podrían hacer ambas cosas: ayudar a los acreedores y deudores a llegar a un acuerdo sobre cómo reestructurar la deuda compartiendo cierto potencial alcista y hacer la cartera de deuda de un país más resiliente frente a shocks futuros.

El enorme shock económico provocado por la COVID-19 encuentra a alrededor de la mitad de los países de ingreso bajo y a varios mercados emergentes ya en medio de una crisis de deuda o con alto riesgo de sufrirla. Y se proyecta que los niveles de deuda soberana aumenten, alrededor de 17% del PIB en las economías avanzadas, 12% en los mercados emergentes y 8% en los países de ingreso bajo, en comparación con las expectativas previas a la pandemia. La crisis de la COVID-19 también marcó el inicio de un período de gran incertidumbre macroeconómica. En esta situación, las perspectivas de que un deudor soberano tenga capacidad constante de atender el servicio de su deuda son más inciertas que en cualquier otra coyuntura, por lo cual los acreedores podrían estar menos dispuestos a aceptar un derecho de crédito de desvalorizado de forma permanente.

Las negociaciones prolongadas, la falta de acceso al mercado y el elevado nivel de incertidumbre durante una reestructuración pueden privar durante un largo período a las naciones de fondos que se necesitan desesperadamente, en detrimento del gasto prioritario y las inversiones necesarias para impulsar la economía y permitir que el país cumpla con el servicio de su deuda. Al tratar de evitar esa espiral descendente, algunos gobiernos pueden verse tentados a aceptar condiciones de reestructuración desfavorables que en poco tiempo terminan desencadenando otra vez los mismos problemas.

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Plan de contingencia

La pandemia podría ser la fuerza que catalice una innovación largamente pendiente en el mercado de deuda soberana. Esto podría ayudar a que las reestructuraciones sean menos prolongadas y más simples y contribuiría a evitarlas en el futuro.

El uso de instrumentos de deuda que ajusten los pagos a los acreedores según (o «supeditados a») la solidez futura de la entidad soberana —medida por el PIB, las exportaciones o los precios de las materias primas— podría servir para romper este círculo vicioso. En una desaceleración económica, estos «instrumentos de deuda supeditados a la situación futura» mantendrían el alivio de la deuda que un país haya obtenido en una reestructuración. En una reactivación, aportarían automáticamente a los acreedores una compensación adicional a medida que mejore la capacidad de pago del país.

Este compromiso puede permitir que el país llegue a un acuerdo sobre un recorte mayor de la carga de su deuda en una etapa inicial y la haga más sostenible en adelante, particularmente a medida que recupere un acceso más rápido al mercado. Un instrumento simétrico que ofrezca más alivio en un escenario bajista podría facilitar el logro de un acuerdo en torno a una línea de base más favorable, posibilitando una recuperación de valor para los inversionistas y brindando protección al país en caso de una desaceleración.

Dificultades la implementación

A pesar del atractivo de los instrumentos de deuda supeditados a la situación futura en estos tiempos inciertos, persisten dificultades de larga data para implementarlos, y su diseño debe incorporar lo aprendido a partir de la experiencia. Históricamente, los acreedores han descontado estos instrumentos debido a su naturaleza no verificada, los perfiles de riesgo idiosincrásicos y la consiguiente falta de liquidez para su negociación. Estas inquietudes pueden abordarse vinculando estrechamente las variables de estado, como el crecimiento del PIB o los precios de las materias primas, a la capacidad de reembolso de los deudores, y garantizando que la medición de dichas variables esté protegida de la manipulación de datos.

Su utilización más amplia y la homogeneización de los términos y las condiciones permitirían a los inversionistas comprender mejor los contratos supeditados a la situación futura, mejorarían la formación de precios y promoverían la negociación en el mercado secundario. Ante las preocupaciones de los prestatarios, la fórmula de reembolso debería ser transparente y otorgar un alivio contracíclico, poniendo además un límite a los pagos excesivos.

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Seguro contra huracanes

Las reestructuraciones también pueden potenciar la resiliencia de la cartera de deuda de un país al incluir cláusulas similares a las de un seguro que concedan alivio en caso de shocks, como huracanes u otros desastres naturales. Los prestamistas se han mostrado dispuestos a otorgar seguro contra huracanes a algunos países del Caribe bajo la forma de indulgencia del pago de intereses y prórroga de vencimientos. Tales cláusulas aumentan la capacidad de reembolso de un país en momentos de crisis, lo cual beneficia a ambas partes. Una reestructuración ofrece una oportunidad única para canjear todo el stock de deuda por nuevos títulos valores que contemplen estos mecanismos, manteniendo a todos los acreedores en igualdad de condiciones.

Un objetivo de mayor alcance aún sería el desarrollo de instrumentos que den lugar a suspensiones automáticas de la deuda en una situación de crisis mundial (como la pandemia actual), ayudando así a los países en desarrollo a hacer frente a un shock inesperadamente grande. Sin embargo, la dificultad que persiste es la definición adecuada del factor o hecho desencadenante. Una posibilidad es vincular las futuras suspensiones de la deuda del sector privado a las del sector oficial, ya que esto serviría como una señal debidamente clara de la gravedad de la crisis.

Los instrumentos de deuda supeditados a la situación futura pueden resultar útiles en determinadas situaciones. Pero no son una panacea para los desafíos inherentes a una reestructuración de deuda soberana. Se requieren otras reformas integrales, como se detalla en otro estudio reciente sobre el fortalecimiento de la arquitectura de la deuda. La optimización de su diseño a la luz de la experiencia pasada puede permitir que estos instrumentos resulten útiles para facilitar reestructuraciones de deuda más veloces y menos costosas, aumentando al mismo tiempo la resiliencia de los países frente a shocks futuros. Es la hora de hacer frente a este desafío.

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