Días atrás, el INDEC difundió los datos del mercado de trabajo correspondientes al cuarto trimestre del 2024, que no solo dejaron un panorama claro de lo que fue el año, sino que también permiten identificar los desafíos que se presentarán durante este 2025.
A nivel nacional, se observó que, aun con una feroz recesión, el mercado laboral se ajustó más por precio (salarios) que por cantidad (empleo). Esto se evidencia al comparar los datos de punta a punta (último trimestre de 2024 vs. igual período de 2023): la tasa de empleo descendió levemente, de 45,8% a 45,7%, mientras que la desocupación creció de 5,7% a 6,4%, aunque en niveles menores a los que se proyectaban inicialmente. Es clave entender que durante 2024 hubo dos períodos bien diferenciados: un primer semestre de fuerte recesión y caída de la actividad, con impacto en el empleo (desocupación del 7,7% en el primer trimestre y 7,6% en el segundo, con el empleo por debajo del 45%), y una segunda mitad del año con signos de recuperación, donde la desocupación cayó por debajo del 7% y la tasa de empleo volvió a ubicarse por encima del 45%.
Cuando decimos que el mercado de trabajo ajustó más por precio que por cantidad, lo fundamentamos al observar la presión sobre el mercado laboral: subió del 27,4% al 29,4%. Esto indica que hay más personas buscando mejorar su situación laboral, lo cual está directamente relacionado con los ingresos. Aunque estos mostraron una leve recuperación en el segundo semestre del año pasado, lo hicieron de manera muy desigual y a un ritmo menor.
En este contexto, algo similar se observó en el caso de Posadas. El aglomerado misionero ratificó su liderazgo regional, presentando las tasas de actividad y empleo más altas del NEA, una tendencia sostenida al menos en los últimos ocho años. Posadas tiene una fortaleza estructural basada en dos factores clave: una estructura poblacional que favorece la participación en el mercado laboral y una mayor diversificación de actividades económicas en comparación con otros centros urbanos de la región.
Sin embargo, a pesar de estas fortalezas, los datos de Posadas encendieron algunas alertas que, si bien no fueron sorpresivas, tampoco pueden ser ignoradas. Al analizar la evolución de las tasas laborales, se observa un patrón similar al nacional: niveles inferiores a los de 2023, pero mejores respecto al trimestre anterior, confirmando la recuperación iniciada en el segundo tramo del 2024.
Veamos los datos: la tasa de actividad pasó del 48,3% a fines del 2023 al 46,9% al cierre del 2024, lo que representa una caída de 1,4 puntos porcentuales, equivalente a cuatro mil personas activas menos. La tasa de empleo se redujo de 46,6% a 44,8%, con cinco mil ocupados menos. La tasa de desocupación aumentó de 3,5% a 4,5%, es decir, mil desocupados más.
A nivel trimestral, la situación mejoró: la tasa de actividad subió del 45,9% al 46,9% (cuatro mil nuevos activos), la de empleo pasó del 44,3% al 44,8% (dos mil nuevos ocupados) y la desocupación también creció del 3,4% al 4,5% (dos mil nuevos desocupados).
¿Qué ocurrió particularmente en este último trimestre? La mejora de las condiciones generales provocó que personas inactivas se volvieran activas para ingresar al mercado laboral. De esas cuatro mil nuevas personas, dos mil consiguieron empleo (por eso creció la tasa de empleo) y las otras dos mil siguen en búsqueda (por eso también aumentó la desocupación).
Considerando los distintos escenarios que atravesó la economía nacional durante el 2024, podemos ser optimistas de cara al futuro. Lo verdaderamente importante es que el empleo se reactive lo suficiente como para generar incentivos a la búsqueda laboral. Si la sociedad percibe que es muy difícil acceder al mercado laboral, se incrementa la inactividad. En cambio, si se perciben mejores oportunidades, crece la población activa. Si esta nueva demanda de empleo es absorbida, aunque sea en parte, crecerá la tasa de empleo. Y aunque esto pueda elevar también la desocupación (por más personas buscando), refleja un mercado en movimiento, no necesariamente en deterioro.
Este punto es clave para comprender la dinámica del mercado laboral. Analizar la tasa de desocupación de forma aislada, como se hace frecuentemente con fines mediáticos o políticos, es un error que lleva a interpretaciones erróneas. Para ilustrar esto, comparemos rápidamente los datos de Posadas con los de Corrientes.
Como vimos, en Posadas crecieron la actividad, el empleo y la desocupación por la dinámica explicada. En Corrientes, en cambio, la desocupación cayó del 3,7% al 1,9% entre el tercer y cuarto trimestre. A primera vista, podría parecer una mejora, pero al mirar más de cerca, esa caída estuvo acompañada por una disminución tanto en la actividad como en el empleo.
Veámoslo en números absolutos: la población activa en Corrientes cayó en 4 mil personas, mientras que en Posadas creció en la misma cantidad. En Corrientes, se registró una baja de 1 mil ocupados y de 3 mil desocupados. En el primer caso, por pérdida de empleo; en el segundo, muy probablemente por desincentivo a seguir buscando trabajo. En Posadas, de los cuatro mil nuevos activos, dos mil encontraron empleo y dos mil siguen buscando.
En conclusión, la suba de la desocupación en Posadas respondió a una mayor participación en el mercado laboral, mientras que la baja en Corrientes se debió a un incremento de la inactividad. Desde esta perspectiva, Posadas se ubica en una posición más favorable para el 2025, ya que la mayor actividad indica que el mercado laboral comenzó a reactivarse, a diferencia del estancamiento que se observa en Corrientes.
Aunque el análisis de las tasas de actividad, empleo y desocupación es fundamental, no debemos dejar de lado otros indicadores igualmente relevantes, especialmente para interpretar lo que dejó el 2024 y anticipar hacia dónde vamos este año.
Uno de esos indicadores es la tasa de Ocupados demandantes de empleo, es decir, personas que, aun teniendo trabajo, buscan otro. Este indicador revela insatisfacción o precariedad, en general vinculada a ingresos bajos, inestabilidad o malas condiciones laborales. En Posadas, esta tasa fue del 10,4% en el cuarto trimestre del 2024, superior al 8,2% registrado al cierre de 2023, pero inferior al 14,2% del segundo trimestre del mismo año (el más crítico). Esta evolución sugiere que, si bien todavía hay muchas personas buscando un empleo mejor, esa necesidad se fue moderando, lo cual indica una mejora respecto del peor momento del año.
Otro dato clave es la subocupación, que muestra cuántas personas trabajan menos horas de las deseadas y están disponibles para ampliar su jornada. En Posadas, esta tasa fue del 9,4% al cierre del 2024, levemente por encima del 9,0% del 2023, pero con una fuerte baja desde el 15,1% del segundo trimestre, pasando por el 12,8% del tercero. Esto indica que mejoraron las condiciones laborales generales.
Más relevante aún es la subocupación demandante, es decir, aquellas personas que trabajan pocas horas pero desean y necesitan trabajar más. Esta tasa pasó del 11,6% en el segundo trimestre, al 10,5% en el tercero, y al 8,6% en el cuarto. Esta caída refleja una mejora en los ingresos o condiciones, y muestra que el mercado comienza a responder mejor a la demanda.
Para cerrar, debemos mirar un último indicador clave: la presión sobre el mercado de trabajo, que mide cuánta gente busca empleo o desea cambiar sus condiciones laborales. Este indicador alcanzó el 35,7% en el segundo trimestre del 2024 y descendió al 24,0% en el cuarto trimestre, lo que puede interpretarse como una mejora significativa en el clima laboral.
Así, el 2025 se presenta con el desafío de consolidar aumentos sostenidos en los niveles de actividad y empleo, mientras se busca reducir la desocupación. Para lograrlo, será clave ampliar la oferta laboral, de modo que pueda absorber tanto a quienes hoy buscan empleo como a quienes comiencen a hacerlo. Además, si los ingresos continúan mejorando, eso repercutirá positivamente en las condiciones laborales y ayudará a reducir la presión sobre el mercado, tanto entre ocupados como subocupados.