Riesgos de desastres en un mundo interconectado
Escribe Norberto Ovando. Desde enero de 2020 hasta la actualidad, el mundo fue y es testigo de una serie de catástrofes que batieron récords: los incendios forestales destruyeron más de 2,5 millones de hectáreas de selva amazónica; la pandemia de COVID-19 se extendió por todo el planeta; la ola de calor en el Ártico y la de frío que paralizó el estado de Texas en los EE.UU., son las más destacadas.
Estos son algunos de los temas que destaca el nuevo informe Interconnected Disaster Risks (Riesgos de catástrofes interconectados) 2020/2021 publicado por la Universidad de las Naciones Unidas – Instituto para el Medio Ambiente y la Seguridad Humana (UNU-EHS).
“Cuando la gente ve las catástrofes en las noticias, a menudo parecen lejanas”, dijo la Dra. Zita Sebesvari, científica principal de la UNU-EHS y autora principal del informe, “pero incluso los desastres que ocurren a miles de kilómetros de distancia suelen estar relacionados entre sí y pueden tener consecuencias para las personas que viven en lugares distantes”, agregó.
Cuando ocurren desastres, los impactos a menudo se sienten mucho después de que el evento en sí ha pasado. Los desastres casi siempre afectan los medios de vida y reducen la capacidad de las personas para mantenerse a sí mismas en el futuro. En algunos casos, puede llevar años recuperarse de la alteración de los medios de vida, especialmente en áreas que experimentan una mayor frecuencia de desastres recurrentes.
Nadie es una isla. Estamos interconectados. Nuestras acciones tienen consecuencias, para todos nosotros. A medida que nos volvemos más interconectados, también lo hacen los riesgos que compartimos. Para gestionar estos riesgos, debemos comprender por qué y cómo están interconectados. Solo entonces podremos encontrar las soluciones adecuadas.
Nuestro mundo de hoy se enfrenta a un nivel sin precedentes de eventos extremos que afectan a las personas y la naturaleza, que se evidencia en la frecuencia cada vez mayor de eventos climáticos severos, epidemias y desastres provocados por el hombre. En 2020/2021, el mundo fue testigo de una serie de desastres récord que nos mostraron más claro que nunca, cuán interconectados estamos, para bien o para mal.
La sociedad probablemente recordará la mayoría de estos desastres como trágicos. El informe explica que estos eventos son solo la punta del iceberg, al resaltar cómo estos eventos están interconectados entre sí, con otros procesos más grandes, así nuestra acción o inacción pueden dar lugar a desastres en el futuro o agravar los problemas existentes, como la pérdida de biodiversidad o la pobreza.
El informe analiza 10 desastres interconectados que tuvieron lugar en 2020/2021. Estos fueron seleccionados por su notoriedad y representación de problemas globales más importantes, que han cambiado o cambiarán nuestras vidas en todo el mundo, vamos a destacar dos de ellos; los incendios forestales y la pandemia.
Incendios forestales
Solo en 2020, se quemaron 2,5 millones de hectáreas de la selva amazónica, una superficie equivalente a la superficie de la provincia de Tucumán. Si bien el fuego es a menudo un proceso natural para manejar la vegetación, nueve de cada 10 de los incendios del Amazonas en 2020 fueron provocados con la intención de convertir la selva tropical en tierras de uso agroganadera principalmente. El Amazonas es la selva tropical más grande y diversa del mundo y el sumidero de carbono más grande de la Tierra, con una superficie de 5,5 millones de km 2, conocida como “el pulmón verde del mundo”.
La deforestación del Amazonas, especialmente a través del uso de incendios forestales, disminuye fuertemente las precipitaciones locales y más lejanas como ser en Argentina. El efecto de esta disminución de las lluvias ya se ha sentido: en el año 2020 los incendios provocados por el hombre se volvieran “salvajes”, lo que llevó a un círculo vicioso que presenta la amenaza muy realista de que se acerque a un punto de inflexión, después del cual partes de la selva tropical ya no podrá sostenerse por sí misma y se transformará en pradera.
El investigador Dominick Spracklen, de la Escuela de la Tierra y medio Ambiente de la Universidad de Leeds, afirmó que “la deforestación del Amazonas o el Congo, en África podrían tener consecuencias catastróficas para las personas que viven a miles de kilómetros de distancia en países vecinos”.
El científico José Marengo, especialista en cambio climático del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales de Brasil (INPE), explicó porque la selva Amazónica afecta las lluvias del sur de Brasil, parte de Argentina, Uruguay y Paraguay. “La vegetación amazónica contribuye a un aumento de la humedad a través de procesos de evaporación provenientes de los ríos, junto con la transpiración de las plantas. Esta humedad, proveniente de la selva es transportada por el viento, provocando algunas de las lluvias que se producen en la cuenca del Río de la Plata, incluyendo el sur de Brasil”.
Hoy en día, la Amazonía está en fuerte declive. Entre 2002 y 2019, se destruyeron 14.200.000 de hectáreas de selva amazónica. En 2020, los incendios forestales asolaron regiones de todo el mundo, como Australia, Indonesia, Estados Unidos (California) y Rusia (Siberia), y en Argentina se quemaron 1.200.000 hectáreas.
Es muy probable que los incendios forestales se vuelvan más frecuentes, más prolongados y más severos.
La pandemia nos muestra el valor de la biodiversidad
El comportamiento humano es en gran parte el culpable del surgimiento del SARS-CoV-2 y de convertir el COVID-19 en una pandemia global.
La destrucción ambiental está empujando a la vida silvestre a estar cada vez más cerca de los humanos. Cuando los hábitats son invadidos o destruidos y los animales son cazados o comercializados, los humanos entran en contacto más estrecho y también se acercan a las enfermedades que portan las especies silvestres. El SARS-CoV-2 es muy probablemente una enfermedad zoonótica, lo que significa que posiblemente se originó en la vida silvestre y se transmitió a los humanos a través del contacto cercano, posiblemente a través de los mercados de animales. Casi todas las enfermedades que se han convertido en pandemias (Influenza, Ébola, VIH/SIDA, SARS, etc.) fueron causadas por zoonosis, y la frecuencia de este tipo de brotes ha ido en aumento.
El aumento de las enfermedades zoonóticas no es una coincidencia. Cuando los humanos destruyen áreas naturales y hábitats de animales, también reducen la biodiversidad. A medida que las especies desaparecen, las especies que pueden persistir en paisajes dominados por humanos tienen más probabilidades de ser hospedadores zoonóticos, lo que aumenta el riesgo de contagio a las personas. En contraste, en áreas menos perturbadas con mayor biodiversidad, los hospedadores zoonóticos son menos comunes ya que otras especies suprimen su número. Esto significa que la pérdida de biodiversidad aumenta el riesgo de que los seres humanos se expongan a enfermedades zoonóticas.
Conclusión
Los grandes desastres que se registran están interconectados.
Cuando nos sentimos interconectados instantáneamente sabemos que si los glaciares se derriten, nuestros nietos pasarán hambre o les faltará agua para sobrevivir.
Tres factores interrelacionados que provoca grandes catástrofes son: “las emisiones de gases de efecto invernadero provocadas por el ser humano, la insuficiente gestión del riesgo de desastres y el hecho de subestimar los costos y beneficios medioambientales en la toma de decisiones”.
La buena noticia, asegura Jack O’Connor, es que: “si los problemas están relacionados, también lo están las soluciones”.