Día Mundial de la Hepatitis: qué es, cómo detectarla, prevenirla y tratarla
La hepatitis es la inflamación del hígado, un órgano vital ubicado en la parte superior derecha del área del estómago que procesa los nutrientes y ejerce una función desintoxicante. Cuando el hígado está inflamado o dañado, su función puede verse afectada. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 1 de cada 12 personas en el mundo viven con hepatitis B o hepatitis C.
La hepatitis vírica es una infección que produce una inflamación aguda en el hígado. Existen 5 virus diferentes de la hepatitis, cada uno catalogado con una letra del alfabeto diferente (A, B, C, D y E). Puede comenzar y mejorar rápidamente, aunque también puede volverse una enfermedad prolongada. En algunos casos, puede llevar a daño hepático, insuficiencia hepática o incluso cáncer de hígado.
La mayoría de las veces las hepatitis no producen síntomas y la enfermedad pasa inadvertida por lo que sólo puede ser diagnosticada por medio de un análisis de sangre.
Por otro lado, si bien existen vacunas para prevenir hepatitis A y B, que forman parte del Calendario Nacional de Vacunación, hay que recordar que no existe la vacuna contra la hepatitis C.
En detalle, en la hepatitis A el virus abandona el organismo a través de las evacuaciones. Si las personas infectadas no se lavan las manos después de usar el baño pueden transportar el virus en las manos y contaminar cualquier cosa que toquen (alimentos, agua y otras personas). La hepatitis A generalmente es de corta duración y no conduce a problemas hepáticos crónicos.
“Los síntomas que pueden mencionarse son sensación de cansancio, náuseas o vómitos, falta de apetito, fiebre superior a 38°, dolor debajo de las costillas, del lado derecho del área del estómago”, detalla la Dra. Paola Caro, directora médica de vittal; y agrega que “más adelante, pueden aparecer otros síntomas como orina de color oscuro, evacuaciones de color claro, ictericia, es decir, cuando la piel o la parte blanca de los ojos se vuelve de color amarillo, comezón en la piel”.
Como medidas de prevención pueden mencionarse el lavado de manos después de ir al baño, cambiar pañales y tocar basura o ropa sucia; y antes de preparar alimentos y comer; vacunarse contra la hepatitis A, no beber leche no pasteurizada ni consumir alimentos hechos con leche no pasteurizada; lavar bien las frutas y verduras antes de consumirlas; cocinar bien la carne y los mariscos; cocinar los huevos hasta que la yema quede firme; lavarse las manos y utensilios y tablas de cortar si estuvieron en contacto con alimentos crudos.
En la mayoría de los casos de este tipo de hepatitis, la infección desaparece por sí sola y las siguientes medidas pueden hacer que el hígado sane:
-Descansar mucho. Se recomienda que la personas no se reincorpore a las tareas hasta que la fiebre haya desaparecido, haya recuperado el apetito, y la piel y ojos ya no estén amarillos.
-Evitar beber alcohol.
-Evitar medicamentos, según las recomendaciones del médico.
En tanto, la hepatitis B es causada por un virus transmitido por medio de los fluidos corporales de las personas. Esto puede suceder de varias maneras, por ejemplo, al tener relaciones sexuales sin protección, compartir agujas, máquinas de afeitar con filo u otros objetos personales con una persona infectada. También puede ser transmitida de madre a bebé durante el embarazo. La hepatitis B no se transmite por medio del agua o la comida, ni tampoco por estornudar, abrazar, toser.
“La primera vez que una persona se enferma de hepatitis B (esto se denomina hepatitis B aguda), puede sentirse como una gripe. Los ojos o la piel de algunas personas se ponen de color amarillento. La mayoría de las personas que tienen hepatitis B mejoran en un plazo aproximado de 6 meses, pero 1 de cada 20 adultos que se enferman de hepatitis B termina sufriendo la enfermedad durante un largo período, esto se denomina hepatitis B crónica”, señala la Dra. Caro. No obstante, aclara que las personas con hepatitis B crónica pueden llevar una vida normal.
“Con el paso del tiempo la infección puede provocar un padecimiento del hígado llamado cirrosis, pudiendo encontrarse inflamación en el estómago y las piernas, y acumulación de líquido en los pulmones, tendencia a la aparición de moretones o sangrado, dificultad para respirar, sensación de llenura, confusión repentina y hasta coma”, advierte la Directora médica de vittal.
Según los datos más recientes, cada año hay 10.000 nuevas infecciones por el virus de la hepatitis B, y 23.000 muertes.
Solo en 18% de las personas con hepatitis B la infección llega a diagnosticarse; de ellas, apenas 3% reciben tratamiento.
Asimismo, en la mayoría de este tipo de infecciones, no es necesario un tratamiento y si se tiene hepatitis crónica, es decir que el virus no desaparece al cabo de 6 meses, el médico podría recetar medicamentos.
Existe una vacuna para la Hepatitis B, que es la principal herramienta de prevención, tanto para niños y adultos.
En el caso de la hepatitis C, el virus se transmite principalmente a través del contacto de sangre con sangre y, de manera similar a la hepatitis B, con frecuencia no hay síntomas pero si están presentes también son parecidos. Para la hepatitis C no hay vacuna y las personas pueden llevar una vida normal con los controles médicos necesarios.
Según las estimaciones más recientes de la OMS, en toda la Región de las Américas se producen cada año 67 000 nuevas infecciones por el virus de la hepatitis C, y 84 000 muertes.
Solo en 22% de las personas con hepatitis C crónica la infección llega a diagnosticarse; de ellas, solo 18% reciben tratamiento.
Cuándo consultar
Como se mencionó anteriormente, para detectar hepatitis es necesario un examen de laboratorio. Una persona debe evaluar solicitar el análisis para detectar la infección por hepatitis B-C si estuvo expuesta a alguna de estas situaciones:
– Si tuvo relaciones sexuales sin preservativo.
-Si vive con alguna persona que tiene hepatitis B o C, dado que es más frecuente o probable compartir objetos cortopunzantes que pueden aumentar las posibilidades de infección.
-Si tuvo o tiene alguna infección de transmisión sexual.
-Si se realizó alguna vez hemodiálisis.
-Si alguna vez compartió elementos en el consumo de drogas inyectables e inhalatorias.
-Si recibió donación de sangre u órganos antes de 1994.
-Si tiene VIH, para evaluar una posible coinfección.