El triunfo de Trump tuvo mucho que ver con el apoyo que recibió por parte de los hispanos.

Trump esperaba recibir apoyo de los votantes afroamericanos pero esta expectativa no se materializó, y de hecho, perdió terreno entre algunos votantes blancos. Sin embargo, en todos los estados clave, los votantes latinos fueron quienes proporcionaron una ventaja decisiva. Según una encuesta a pie de urna de CNN, por primera vez, los hombres latinos votaron en un 55% por Trump, frente al 44% que apoyó a Harris.

¿Por qué ocurrió esto? La respuesta no es sorprendente. Los latinos compartían muchas de las mismas preocupaciones que otros votantes de la coalición de Trump: una economía que ha reducido el poder adquisitivo de la clase trabajadora y la llegada de inmigrantes, vistos como competidores por los empleos. Trump supo aprovechar esos temores con su discurso sobre los “empleos de los negros”, al que luego amplió para incluir los “empleos de los hispanos”. Su retórica antiinmigrante trazó una clara división entre los latinos y los inmigrantes, un discurso que encontró eco en muchos votantes hispanos.

“Van a atacar, y ya lo están haciendo, los empleos de la población negra, los empleos de la población hispana, y también están atacando los empleos de los sindicatos”, decía Trump. “Así que, cuando vean la frontera, no se trata solo del crimen. También les están quitando sus empleos”. A pesar de que estos argumentos no tenían fundamentos reales, el mensaje caló hondo, porque ofrecía a los latinos una forma de sentirse incluidos en la corriente principal y les permitía, a su vez, participar en la demonización de un enemigo común: los inmigrantes recientes.

Trump también aprovechó las tensiones internas dentro de la comunidad latina. Los mexicanos, el grupo más grande y consolidado, tienen una presencia notable en todos los niveles de la sociedad estadounidense, desde grandes empresarios hasta trabajadores más humildes. Los puertorriqueños, ciudadanos estadounidenses por nacimiento, a menudo resienten que se los vincule con inmigrantes indocumentados. Trump dio permiso para que estos grupos menospreciaran a los inmigrantes más recientes, particularmente a aquellos provenientes de América Central y del Sur, una situación que ha generado fricciones tanto en México como en Estados Unidos.

Otro factor clave fue que, los latinos, que a menudo ocupan trabajos mal remunerados, se vieron particularmente afectados por la inflación. Mientras los demócratas insistían en que la economía estadounidense estaba prosperando (lo que en general es cierto), esto no era consuelo suficiente para quienes luchaban por cubrir sus necesidades básicas como alimentos, gasolina y servicios públicos. Trump, con su mensaje de una economía prepandémica con precios más bajos y tasas de interés más accesibles, logró conectar con estos votantes.

Las señales de que el apoyo de Harris entre los latinos estaba disminuyendo eran claras antes de las elecciones. Una encuesta de USA Today/Suffolk de octubre mostró que Trump ya contaba con un 51% de apoyo entre los hombres latinos más jóvenes en Arizona, y hasta un 57% entre los hombres latinos de mayor edad, frente al 39% y 37% de Harris, respectivamente. En Pensilvania, un estado clave con más de un millón de latinos, Trump aumentó su apoyo en distritos clave en comparación con 2016, logrando un crecimiento significativo entre los votantes latinos.

Cuando Harris comenzó a notar la pérdida de apoyo entre los votantes negros, lanzó una “Agenda de oportunidades para los hombres negros” a principios de octubre. También presentó un plan para los latinos, pero este llegó demasiado tarde, solo dos semanas antes de las elecciones y sin la relevancia necesaria. En una era de votación anticipada, y con tan poca promoción, la mayoría de los votantes latinos no llegaron a conocer este plan.

Además, culturalmente, algunos latinos, especialmente dentro de la comunidad mexicana, encontraron que la agenda demócrata se había vuelto demasiado liberal. La cultura en muchas familias latinas puede ser conservadora, y muy orientada a la familia. Temas como el aborto y los derechos de las personas transgénero eran, para muchos, difíciles de aceptar, dada la influencia del catolicismo en la comunidad.

Por otro lado, los hombres latinos suelen sentir una afinidad por líderes de carácter fuerte, incluso si son rudos y directos. Trump, con su estilo combativo y carismático, representaba una figura de poder que resonaba con muchos de ellos. Como Ronald Reagan solía decir, los latinos son republicanos “solo que aún no lo saben”. Los demócratas han trabajado durante años para atraer a los latinos, apoyando a los Dreamers, un camino hacia la ciudadanía y mejores condiciones laborales, pero tal vez hayan fallado al asumir que los latinos son un bloque homogéneo, al igual que no lo son los votantes afroamericanos ni otros grupos.

El giro hacia el apoyo a Trump podría ser una casualidad, o un realineamiento más permanente. Sin embargo, lo que es claro es que las prioridades de esta comunidad diversa, multifacética y creciente deben ser consideradas con más seriedad por ambos partidos a medida que se preparan para enfrentar la competencia por su voto en futuras elecciones.

Fuente: Bloomberg

About The Author