Mayor capacidad de pago de los exportadores de lácteos, ¿cuánto y cuándo sube el precio de la leche?
La cadena láctea argentina atraviesa un nuevo momento complejo. La desmejora en el precio de la leche a productor en el último año es significativa, y la suba de costos por sequía y depreciación cambiaria han puesto en jaque la ecuación financiera de los Tambos.
En tanto, la industria y los eslabones comerciales enfrentan un mercado interno altamente abastecido, que pone límites a la posibilidad de trasladar a precios de venta aumentos de costos.
En este contexto adverso, ha aparecido un factor alcista en el precio de la leche cruda. Se trata de la depreciación cambiaria de mayo, que genera expectativas de un mejor escenario de negocios para el sub‐circuito exportador (fundamentalmente leche en polvo) y de una suba del precio de la leche cruda en las próximas semanas o meses.
Esta columna analiza, entre otros temas, lo que viene pasando con las exportaciones, los precios de leche y de productos lácteos y realiza una estimación de cuál puede ser la capacidad de pago por el litro de leche cruda de exportadores e industria en su conjunto en un futuro cercano.
La cadena láctea argentina llegó a ser uno de los sectores agroindustriales con mayor inserción externa del país, especialmente a comienzos de la última década. En el período 2011‐2013 llegó a explicar el 4% del comercio mundial de Leches en Polvo y el 2% del mercado de quesos (considerando sólo el comercio por fuera de la UE‐27).
En esos años de boom exportador la formación de precios hacia el interior de la cadena estaba muy influenciada por lo que sucedía a nivel internacional, las exportaciones absorbían el 25% de la producción local y por ende tenían potencia para transmitir hacia el mercado interno lo que sucedía con precios internacionales de commodities lácteas y condiciones de exportación en general.
Luego de esta etapa de auge, los envíos de la cadena al exterior se deterioraron sensiblemente. Se observaron ajustes de cantidades en los años 2014, 2015, 2016 y 2017. Recién en el segundo semestre del año pasado comenzó a normalizarse el flujo, tanto por mejora precios por tonelada exportada como por recuperación de la oferta interna de leche. De todos modos, el año cerró con un despacho de 98 mil toneladas de LPE y una contracción interanual del 30,5% (volumen), mientras que en quesos los envíos totalizaron 44 mil toneladas y el ajuste fue de 17,4%.
Se estima que en 2017 las exportaciones habrían representado aproximadamente el 14% de la producción de leche total, y por ende su capacidad de tracción habría disminuido en forma importante, un dato importante a tener en cuenta para el análisis que sigue.
Saber lo que está pasando con las exportaciones en 2018 no es tan sencillo, en función que las estadísticas disponibles llegan hasta el mes de febrero1 . Según INDEC, durante el primer bimestre de 2018 se despacharon (en promedio) 8.770 toneladas de LPE, lo que representa una expansión interanual del 7% (volumen). Por su parte, los envíos de queso promediaron las 4.230 toneladas/mes, con un crecimiento del 15% en la comparación al primer bimestre de 2017.
Durante 2017 las colocaciones de LPE a destinos no Venezuela promediaron US$ 3.290 por tonelada, un 34% más que en 2016. Los quesos, en tanto, promediaron un valor por tonelada de US$ 4.420 (+26%). Aun así, la cadena no pudo sostener su facturación promedio mensual en dólares, enfrentando una baja del 12% con respecto a 2016.
Si se considera el promedio mensual de litros de leche equivalente exportados (solo aquellos de primera generación: leches fluidas y en polvo, quesos, postres, etc.), los envíos en primer bimestre de 2018 apenas lograron superar los 100 millones de litros equivalentes / mes (aproximadamente 108 millones, lo que representa una suba del 6% respecto a 2017 pero una caída del 22% con respecto a lo observado en 2016, ó del 48% respecto al promedio del período 2011‐2013).
La generación de divisas, considerando datos anuales, tocó fondo en 2017, la cadena apenas aportó US$ 727 millones, la marca más baja desde 2009, aún contando con precios de exportación por tonelada más altos que en el año referido.
En las últimas semanas la Dirección Nacional de Lechería (DNL)2 de la Nación publicó las nuevas estimaciones de producción de leche cruda para 2017, estimándolas en 10.097 millones de litros. Esto representaría una baja de ‐1,9% con respecto a 2016, y de ‐16,3% respecto a 2015.
Por su parte, los datos para el primer cuatrimestre de 2018 señalan que la producción de leche estaría incrementándose en torno al 9% interanual. Santa Fe lideraría con un crecimiento del 20,6%, seguida por Córdoba +17,2%, contrastando con la suba del 4,2% registrada en Buenos Aires.
Esta mayor producción de los últimos 6 meses es la que habría presionado a la baja (en términos reales) los precios a nivel productor. En efecto, si bien el precio de la leche cruda se ubicó en abril un 17,2% arriba de similar mes del año previo, el poder de compra de los tamberos se redujo un 7,3% a esa misma fecha (considerando una inflación en el orden del 25% anual); además, subas importantes en los precios de granos y demás alimentos del rodeo y en los costos operativos, han dejado muy golpeada la ecuación económica del primer eslabón de la cadena.
En Abril’18 el precio a productor se arrimó a los $6,20 por litro (Panel de 18 Empresas SSL), equivalentes a 30,6 centavos de Dólar. No se sabe todavía como cerrará el precio productor de mayo, pero es de esperar que medido en dólares, se tenga un ajuste muy importante. Por caso, si el precio productor se ubicase en $6,35 en Mayo (+2,4%), representaría en dólares un valor de apenas US$ 26,8 centavos/litro (para un tipo de cambio supuesto en $24 promedio); si la inflación de mayo fuese superior a la suba del precio de la leche cruda, se tendría además otro mes con deterioro en el poder adquisitivo del tambero.
El IERAL monitorea la evolución del valor de una canasta de productos lácteos comercializada en mercado interno (valor de la integración Láctea). Se estima que esta canasta se habría ubicado en los $23,1 por litro en abril 2018, cuando un año atrás su valor equivalía a $25,1 a precios de hoy; se trata de un retroceso de 8,1% en un año. Este ajuste de precios relativos es una señal de un mercado interno muy bien abastecido de leche, indica que la demanda ha pedido precios más bajos de lácteos para absorber toda la producción que se fue volcando al mercado. Con un mercado interno satisfecho, un ajuste de precios relativos se puede evitar sólo si las exportaciones van absorbiendo los excedentes de leche que la producción genera.
El IERAL estima que la participación del productor tambero en la integración láctea destinada a mercado doméstico habría rondado el 26,9% en abril, manteniéndose prácticamente al mismo nivel que doce meses atrás (+0,3pp); lejos está el productor de sus mejores años en materia de participación, por caso del 32,5% que alcanzara en abril de 2014.
Por cada tonelada de leche en polvo que se exporta se tiene un precio implícito para cada litro de leche cruda que se ha utilizado para elaborar el producto. La relación entre este precio implícito y el precio de la leche cruda es lo que se denomina aquí como el margen bruto del exportador.
Con este margen bruto los exportadores deben asumir todos sus costos de industrialización (menos el de la adquisición de la materia prima), logísticos (fletes) y los demás gastos administrativos o de estructura.
Las estadísticas históricas muestran que con un margen bruto de entre 25%‐30% las exportaciones se han mantenido en expansión; desde otra perspectiva, que un margen en estos andariveles habría permitido cubrir todos los costos antes mencionados y dejar algún beneficio económico al exportador por el riesgo asumido en la operación. Por el contrario, cuando este margen bruto cayó por debajo del 25%‐30%, los envíos al exterior perdieron su impulso.
Las colocaciones de LPE en abril promediaron US$ 3.066 (considerando todos los destinos). Tomando este precio como referencia, más el reintegro del 3% al valor FOB,3 el ingreso recibido por tonelada exportada se habría ubicado en US$3.158. A su vez, dado un precio del dólar de $20,23, el polvero exportador habría obtenido un ingreso equivalente a $7,70 por litro de leche cruda procesado en sus ventas de abril.
Considerando este precio implícito del litro de leche y el precio de la leche cruda ($6,20, Panel 18 Empresas SSL‐Minagro), surge que el margen bruto del industrial polvero habría sido de $1,50 por litro de leche procesado y vendido (esto es, antes de afrontar gastos de industrialización, flete a puerto, gastos de fobbing, impuestos, etc.), equivalente al 24% del costo de la materia prima. Este margen de abril se ubicaría por debajo del andarivel de referencia (30%) antes mencionado y no sería un margen “pro exportación”; desde otra perspectiva, se infiere que las operaciones hechas con ese margen bruto deben haber tenido una rentabilidad muy ajustada, sino nula o negativa, lo cual no era claramente una buena noticia para la cadena.
La depreciación cambiaria de mayo ha venido a modificar significativamente esta ecuación. Con un tipo de cambio de $23,70 (promedio estimado mayo), suponiendo un precio FOB LPE a US$ 3.063 (promedio primer cuatrimestre) con reintegros del 3% (que incrementa el ingreso por tn a US$3.155), se tiene un precio implícito del litro de leche exportada de $9,01. En caso de haberse pagado $6,60 por litro de esta última, se tendría un margen sobre el costo de la materia prima de $2,41, es decir, del 36,5%. Nótese que si el tipo de cambio se estabilizase en $25,0 en Junio y el precio FOB LPE se mantuviese en US$ 3.063, la industria polvera exportadora podría obtener un margen bruto de exportación del 35,8% (una referencia muy razonable para exportar) pagando $7 por litro la leche cruda.
Con la devaluación la industria exportadora ha mejorado su capacidad de pago por leche cruda y es de esperar que ésta ofrezca en semanas y meses que vienen (junio /julio) un valor por la leche cruda que será probablemente superior al de meses anteriores en términos reales (una recomposición de precios nominales mayor a la tasa de inflación).
El caso de la industria que vende a mercado interno es diferente, dado que sus ingresos dependen de lo que esté dispuesto a pagar el consumidor local menos los costos del eslabón comercial. A su vez, la disposición a pagar del consumidor depende (ceteris paribus preferencias, composición familiar, etc.) básicamente de su ingreso y cómo evolucione éste en relación al valor de otros bienes y servicios.
En los costos comerciales influyen, a su vez, los precios de salarios, energía, alquileres, la inflación general. El contexto actual del mercado interno, donde la inflación ha mostrado una leve aceleración, el crecimiento se está corrigiendo a la baja y el poder adquisitivo del salario se encuentra muy amenazado por la suba de precios (con segmentos de clase media afectados por suba de tarifas), no parecería ser el más propicio para absorber precios de lácteos creciendo en términos reales.
Desde otra perspectiva, un aumento importante de costos en las usinas lácteas, como implicaría la suba del precio de la leche cruda en un porcentaje como el que pueden pagar hoy los exportadores, que intente ser trasladado a precios de venta, podría “chocar” con una demanda muy “sensible”, con escasa predisposición a permitir ajustes de precios.
Por otra parte, no debe perderse de vista que los precios de los lácteos en góndola se encuentran muy retrasados en lo que va de 2018, en el sentido de que, si bien han venido aumentando, lo han hecho a menor ritmo que otros productos. De hecho la canasta de productos lácteos (integración láctea) que monitorea IERAL se encuentra hoy un 8%/10% más barata que el año pasado (en términos reales). Este atraso en algún momento se debe corregir.
Considerando lo anterior y la suba del tipo de cambio de mayo, no debería sorprender si los productos lácteos se encarecen y suben por encima de la tasa de inflación en estas semanas que vienen. Por caso, bajo un escenario de inflación del 3% y 2,5% para mayo y junio’18, no sería descabellado pensar en una integración láctea subiendo entre un 7%‐10% en 2 meses.
A su vez, si los productores mantienen la participación que tuvieron en jun’17 (26,7% del valor de la integración al mercado interno), la sub‐cadena que comercializa en mercado local podría llegar a pagar entre $6,60‐ $6,80. En un contexto en que el mercado externo podría pagar un valor cercano a $7, y estaría con expectativas de crecer, la industria láctea podría ofrecer para junio valores en el rango que va de $6,60 a $7, según el mix de mercados que se atienda (mercado interno / mercado externo).
La clave estará finalmente en cómo se terminen alineando la oferta de productos lácteos y la demanda en el mercado interno; por ejemplo, si el sub‐circuito exportador lograse “sacar mucha leche” (por ser éste un buen momento para el negocio y/o porque la expectativa es que el negocio sea bueno a futuro), de forma tal que la oferta de lácteos al mercado local se termine resintiendo respecto al 2017, en ese caso, si habría más recorrido posible en los precios que reciben los distintos actores de la cadena (leche cruda / productor, lácteos / industria). Pero si la exportación se apropiase, por caso, de sólo una parte de la mayor producción de leche que aparentemente habrá este año (+4%/+5%), y la oferta neta de lácteos al mercado interno se mantuviese igual o por encima de la del 2017, menos chances habrá de observar mejoras de precios relevantes en la parte de la cadena que se encuentra vinculada al mercado interno.