A un toque
El presente de América Latina nuevamente es noticia en todos los portales del mundo, la situación de Chile y Bolivia despertó una nueva ola de efervescencia social con fuerte presencia de militares en las calles. No solo que no se han resuelto los estallidos sociales de los últimos meses sino que se incrementaron y hasta despertaron en otros países como Venezuela y Colombia.
La reproducción de desigualdades sociales es fruto de la reproducción del propio sistema capitalista (juego de suma cero) y así, de una cultura que tiene sus pilares en la meritocracia y en el individualismo más acérrimo. Sin embargo, en distintos países de América Latina se acrecentaron esas desigualdades.
Chile, por ejemplo, uno de los países “modelo” de desarrollo del neoliberalismo fracasa cuando tiene que mostrar los números socioeconómicos. Donde el 10% más rico gana casi 30 veces más que el 10% más pobre, sin describir las incoherencias de un sistema social totalmente desigual. (Fuente: Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico)
Ahora tomemos el caso de Argentina, donde el 10% más rico del país concentra el 32% de la riqueza, mientras que el 60% de la población ocupada gana menos de $ 20.000 pesos al mes; teniendo en cuenta que la Canasta Básica Total (CBT) una familia tipo necesitó en octubre 2019 más de $ 33.000 pesos para no ser pobre. (Fuente: INDEC)
No obstante, las desigualdades sociales no son la única variable que explica el clima político, económico y social que vivimos en toda la región. Cada país tiene su realidad que desemboca generalmente en un problema más grande, esto sucede cuando explotan las injusticias y quedan al descubierto otras falencias que no eran visibles hasta ese momento (como el caso Chileno).
Otro país que no logra encauzar su estabilidad es Venezuela, hace rato perdió el respeto institucional, la estabilidad jurídica y la lógica democrática. Tiene una especie de enfermedad crónica de los últimos años que hasta la oposición es funcional a la ruptura del estado de derecho.
Bolivia se encuentra en estado de vigilia permanente, con abusos de las fuerzas de seguridad en las calles y una especie de racismo encubierto en valores de libertad contra la identidad de un pueblo indígena que es perseguido con la biblia y la constitución en las manos. Cabe aclarar aquí algunos números sobre Bolivia: en 2006 la pobreza representaba el 59,9% de la población, y se logró reducir al 36% (según medición del BID en 2017), la pobreza extrema que era de 36,4%, se redujo al 17,1%. La distribución de la riqueza también cambió: la clase media en Bolivia creció en 3 millones de personas, pasando del 35% de la sociedad al 58%, mientras que la clase baja se redujo del 61% al 37%. (Fuente: BID)
Colombia parece que actuó como consecuencia de la región, en principio se convocó a un paro nacional pacífico para reclamar por algunas demandas sociales. La tensión no tardó mucho en llegar, las fuerzas armadas en las calles y manifestantes en la otra vereda. Terminó todo con toque de queda en varias ciudades y nuevamente la sensación de que en cualquier momento todo se desmadra.
Ecuador vivió días de muchísima tensión hace pocos meses: primero fue el aumento 120% en los combustibles (el famoso “paquetazo” de Lenin Moreno), sumado a una revuelta de transportistas y estudiantes, levantamiento indígena y para finalizar, una violenta represión con poca apertura al diálogo.
En las últimas horas Uruguay eligió a su nuevo Presidente Luis Lacalle Pou, quien se consagró ganador frente a su adversario del Frente Amplio. Después de 15 años consecutivos de gobiernos de centro-izquierda asumirá un gobierno con base del Partido Nacional, el Partido Colorado y el espacio Cabildo Abierto.
Por su parte, Brasil tendrá que sortear su realidad en medio de un clima enrarecido en toda la región. México asumiendo un rol protagónico en los últimos meses se posiciona como una oleada más progresista si se quiere. Argentina con un presidente electo que intentará cortar con una economía neoliberal que se impuso fuertemente en varios países de América Latina. Paraguay y Perú miran de reojo a sus vecinos mientras continúan creciendo económicamente, aunque con grandes desigualdades sociales, como enquistadas culturalmente.
Lamentablemente el título de este artículo no hace referencia a ningún estilo futbolístico ni mucho menos, sino a una realidad que no sacude culturalmente. Otra vez somos noticia de desorden, de saqueos, de cacerolazos, de violencia, de represión y de abusos de poder. Sin embargo, no debemos quedarnos solamente con ese análisis, puesto que las desigualdades sociales son parte de un problema que excede al fracaso de la economía neoliberal. En nuestra región, históricamente tan desigual, a mayor meritocracia e individualismo mayor profundización de una grieta que gira en torno a los que tienen y a los que no. Y cuando la decepción, la marginalidad y la indiferencia se convierten en bronca, el estallido puede estar cerca.
El “toque de queda” (para varios países en América Latina) es la prohibición de circular libremente por las calles de una ciudad y/o permanecer en lugares públicos en cualquier horario y bajo cualquier necesidad. La establecen los gobiernos o instituciones con el objetivo de generar estabilidad o para recomponer el estado de derecho. Aquí se utilizan a las Fuerzas Armadas o las Fuerzas de Seguridad para volver la calma a las calles; en varias ocasiones terminan generando mayor agitación social y enfrentamientos represivos y de abusos de la autoridad.
El “toque de queda” o “estado de sitio” claramente es un hecho social que condiciona nuestras conductas y legitima el poder de un Estado Moderno al estilo Weberiano. Por momentos vivimos a un toque del estallido, por momentos sentimos que estamos lejos, somos parte de una región con extremas desigualdades sociales.
Para cambiar estas realidades podemos comenzar con energía ciudadana en todas sus variantes, vivir una ciudadanía activa que reconozca todos los derechos, ejercer la acción colectiva y sobre todo, frenar con la violencia para evitar las muertes. América Latina siempre fue considerada una región pacífica para el mundo, debemos resolver los problemas con respeto activo y madurez ciudadana.