Agronegocios: el Banco Mundial apuesta por una agricultura sostenible y digital para enfrentar la crisis alimentaria global
Para el presidente del grupo Banco Mundial, Ajay Banga “El futuro del empleo rural depende de una revolución agroindustrial impulsada por tecnología y financiamiento climático”
Durante décadas, hemos hablado sobre el potencial de los agronegocios y el papel que desempeña la agricultura en la configuración del futuro de la seguridad alimentaria, la nutrición, el crecimiento y el empleo.
Hemos examinado los desafíos desde todos los ángulos: cómo aumentar la producción de alimentos, impulsar la productividad y resolver problemas relacionados con la escasez de agua, los fertilizantes, la infraestructura y la financiación.
Estos desafíos han sido a menudo obstáculos para aprovechar todo el potencial de esta industria, pero ahora algo es diferente. Están surgiendo cuatro cambios clave que hacen que este sea el momento adecuado para que el Grupo del Banco Mundial adopte un nuevo enfoque estratégico:
- En primer lugar, la agricultura es cada vez más vulnerable a los riesgos climáticos y contribuye de manera significativa a las emisiones, pero sólo recibe el 4% de la financiación climática a nivel mundial. Existe la oportunidad de aprovechar estos recursos para promover una agricultura climáticamente inteligente, que aumentaría la productividad y reduciría las emisiones.
- En segundo lugar, las nuevas herramientas para reducir el riesgo están abriendo puertas para que el capital privado fluya hacia el sector agrícola. Hemos visto que las garantías de crédito, los mecanismos de primera pérdida y los instrumentos de seguro ayudan a que los préstamos sean seguros y comercialmente más viables. Estas herramientas financieras, combinadas con políticas del sector público y reformas regulatorias, pueden crear un entorno favorable para los inversores privados.
- En tercer lugar, en el pasado, a las empresas de tecnología financiera o a los bancos comerciales les ha resultado difícil llegar a los agricultores individuales. Los avances en la digitalización y las nuevas herramientas digitales han creado oportunidades para agrupar a los agricultores y conectarlos con compradores, servicios financieros y tecnologías innovadoras que mejoran la productividad. Además, estas herramientas crean una “huella digital”, que ayuda a los agricultores a establecer historiales crediticios y a reducir drásticamente el costo de la prestación de servicios financieros hasta en un 90%.
- En cuarto lugar, una parte importante de la financiación de la agroindustria proviene de grandes empresas y comerciantes de alimentos, que a menudo operan de forma aislada. Este enfoque puede generar ineficiencias y fragmentación, dejando fuera a los pequeños agricultores. Sin embargo, hemos descubierto que con las asociaciones de agricultores y las organizaciones de productores podemos superar los desafíos del pasado.
Estos cuatro cambios emergentes tienen el potencial de transformar radicalmente el panorama de la agroindustria. Llegan en un momento de extraordinaria oportunidad, ya que se prevé que la demanda mundial de alimentos aumente entre un 50 y un 60 por ciento en las próximas décadas.
Aprovechar esta oportunidad no será posible sin un nuevo enfoque.
Para nosotros, ese cambio comienza hoy con el objetivo de crear un ecosistema integral para el agronegocio.
Este cambio estratégico es posible gracias al trabajo que hemos realizado durante los últimos 16 meses para convertirnos en una institución mejor, más sencilla y más coordinada. Nos permite ir más allá de los esfuerzos fragmentados y avanzar hacia una constelación de soluciones que abarca todo, desde el almacenamiento hasta la logística y la producción, pero con los pequeños agricultores y las organizaciones de productores en el centro.
Estamos combinando una nueva forma de trabajar con un nuevo nivel de inversión: duplicaremos nuestros compromisos en materia de agrofinanzas y agronegocios a 9 mil millones de dólares anuales para 2030.
Con la experiencia del BIRF y la AIF en la creación de capacidad y servicios para el sector público, y con el financiamiento y el acceso del sector privado de la CFI y el OMGI, esperamos generar cambios que sean visibles y sentidos por los socios comerciales y gubernamentales por igual, con el objetivo de aumentar la movilización a 5.000 millones de dólares en 2030.
Por ejemplo…
- Nuestros organismos del sector público pueden ayudar a los países a desarrollar normas y reglamentos, como los que garantizan que los productos cumplan con los requisitos del mercado de exportación. Pueden asesorar sobre soluciones para la tenencia de la tierra o desarrollar redes nacionales de irrigación. En el área de la financiación climática, pueden ayudar a los gobiernos a reutilizar parte de los 1,25 billones de dólares de subsidios a los combustibles fósiles, la agricultura y la pesca para incentivar prácticas más ecológicas, desbloqueando así una fuente importante de financiación para el sector agrícola.
- Si bien nuestros equipos del sector privado pueden centrarse en todo, desde la financiación mediante deuda y capital hasta la mitigación de riesgos mediante garantías, esto último ha sido un desafío porque los productores no siempre han podido acceder a nuestros instrumentos fragmentados de reducción de riesgos. Ahora estamos avanzando hacia un enfoque integrado, reuniendo estos recursos para ofrecer un apoyo integral. La nueva Plataforma de Garantías del Grupo Banco Mundial simplificada es un paso clave en esta transformación, ya que facilita la entrega de soluciones personalizadas que satisfagan las diversas demandas de nuestros socios.
- Pero donde vemos el mayor potencial es en la integración del vínculo entre nuestro trabajo en el sector público y nuestro apoyo al sector privado para ayudar a los pequeños agricultores a conectarse con las cadenas de suministro. El BIRF tiene experiencia en trabajar en estrecha colaboración con organizaciones de pequeños agricultores y productores para mejorar su productividad y resiliencia climática, convirtiéndolas en proveedores viables que puedan cumplir con la escala, la consistencia y los altos estándares que necesitan las empresas más grandes. Una vez establecida, la IFC intervendrá no solo para proporcionar financiamiento para equipos, sino también para conectar a estas cooperativas con empresas que buscan fuentes confiables de producción.
Los principales cuellos de botella que deben abordarse variarán de un país a otro y de una cadena de valor a otra.
No podemos predeterminar estas intervenciones de manera universal, pero con un enfoque ecosistémico del Grupo Banco Mundial podremos identificar y abordar cualquier cantidad de barreras para generar oportunidades.
El esfuerzo por transformar el agronegocio no consiste únicamente en asegurar los sistemas alimentarios del mañana: es fundamentalmente una iniciativa de creación de empleo.
En los próximos diez años, 1.200 millones de jóvenes de los países en desarrollo se incorporarán a la fuerza laboral. Sin embargo, se estima que solo habrá 420 millones de puestos de trabajo disponibles, lo que dejará a casi 800 millones sin una vía clara para conseguir empleo.
Nos enfrentamos a dos caminos: uno en el que esta generación impulsa nuestro futuro; o otro en el que desafía nuestro futuro, debido a la migración, el malestar social y el desaliento impulsado por el desempleo.
Nuestro cambio estratégico en el sector agroindustrial apunta a abrir el camino hacia un futuro más brillante, ofreciendo calidad de vida y oportunidades laborales.
La calidad de vida mejora a medida que aumenta la productividad agrícola. Las prácticas de producción climáticamente inteligentes implican menos emisiones y un aire más limpio. Los ingresos más altos conducen a inversiones en infraestructura de agua potable. Las dietas mejoran, los niños crecen más sanos y pueden aprovechar mejor su educación. Las comunidades más sanas son más resilientes.
Para los jóvenes, el auge de una próspera industria agrícola trae consigo la promesa de una vida mejor. Con más empleos en las zonas rurales e ingresos más altos, ya no enfrentan las mismas limitaciones que las generaciones anteriores. Tienen la oportunidad de seguir carreras satisfactorias, ya sea en la agricultura con sus familias o de buscar una nueva generación de empleos, lo que requeriría una formación y una educación de otro tipo. La oportunidad de un futuro más brillante se vuelve más alcanzable, creando un ciclo de prosperidad y progreso.
Nos encontramos en una encrucijada, y el camino que elijamos hoy determinará el futuro. Al transformar la agricultura y la agroindustria, podemos crear el sistema alimentario del mañana, elevar los niveles de vida y crear empleos.