Argentina, en el ojo de la tormenta

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El gobierno de Javier Milei le dio un giro de 180 grados a la geopolítica de nuestro país. Nuevos Alineamientos, intenciones de pertenecer y discordia con otros estados, forman parte del entramado de la política exterior en la ferviente gestión. 

Una de las noticias que sucumbió en el orden internacional es sobre un fallo histórico. La justicia nacional dictaminó que Irán es el culpable de los nefastos atentados a la embajada de Israel en 1992 y a la AMIA en 1994. En dicho fallo se explicita quién fue el encargado de ejecutar los ataques, y hablan, nada más ni nada menos, que de Hezbollah.

Paralelamente, se conoció la intención de Argentina de ser miembro de la OTAN, una decisión osada, indudablemente, por el contexto de tensión mundial que se vive actualmente. Además de la imagen de la semana: Javier Milei reunido con Elon Musk.

Argentina en Medio Oriente

El hecho de que la justicia nacional apunte directamente a Irán como el culpable de los casos que previamente se comentaron, dicen más que un solo dictamen. Cierto es que quienes tuvieron familiares que padecieron este ataque buscarán, incansablemente, la justicia sobre los hechos acontecidos en la embajada de Israel y en la AMIA en la década de los 90’s. Sin embargo, se puede hacer una lectura más minuciosa de esto. 

En términos internacionales, es posible concebir esto como un alineamiento geopolítico de Argentina bajo las órdenes del presidente Milei. El hecho de apuntar a Irán y Hezbollah como los responsables directos de los atentados es una declaración de principios en sí. Esto, entendiendo el contexto geopolítico que se está viviendo a nivel mundial.

Hoy es imposible hablar de un mundo bipolar, sino más bien de la multipolaridad, en donde hay varios faros que se erigen como los principales poderes globales. Pese a esto, de fácil comprobación, también es simple ver que la ruptura ideológica y política entre Occidente y Oriente es clara, cada uno con sus representantes. Allí es fundamental el alineamiento de los países de “orden menor”, entendiendo el poderío económico y militar, principalmente. En ese reordenamiento de las piezas del concierto internacional, Argentina comenzó a moverse unos casilleros. La gestión Milei, con esta decisión, puso paso firme acerca de sus convicciones irrevocables de defensa de Occidente y de condena absoluta hacia el régimen iraní y el fundamentalismo yihadista de Hezbollah. 

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Es claro que esto también es un guiño hacia los intereses israelíes que tiene Milei. El presidente argentino se mostró muy cercano a Tel Aviv, desde lo simbólico, cultural y hasta en lo político, tomando partida, por ejemplo, en el conflicto en Gaza. El hecho de tener un fallo histórico que apunte al principal enemigo geopolítico y filosófico de Israel, indudablemente es un espaldarazo importante en un momento en donde Medio Oriente es un polvorín.

Esta lectura, además tiene un correlato interno. El mismo busca disparar esquirlas a gestiones anteriores que no pudieron solucionar este aberrante hecho, echando tierra a las suspicacias y conspiraciones al respecto. El memorándum con Irán y la figura de Cristina Fernández volvieron a sobrevolar, sobre todo en las redes sociales. También hay una tajada política interna que fortalece la imagen de Milei.

¿Argentina a la OTAN?

Otro “run run” que recorrió los pasillos de la Casa Rosada y decantó en los medios de comunicación es la, aparente, intención de Milei de que nuestro país forme parte de la alianza militar más grande del mundo.

La Organización del Tratado del Atlántico Norte comenzó a existir tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y en plena Guerra Fría. En ese entonces, tenía la tarea de ser el ejercito que le competencia directa a la Unión Soviética y el Pacto de Varsovia. Una vez disuelto el bloque soviético, la OTAN siguió existiendo, transformándose en la plena hegemonía bélica del mundo. Cada puñado de años va creciendo en cuanto a miembros, los últimos que se sumaron fueron Finlandia y Suecia.

Más allá de esto, parece difícil que Argentina ingrese a la OTAN. Básicamente porque en su estatuto es claro al pedir como requisito que los miembros sean europeos o del hemisferio norte. Desde el vamos, Argentina no podría ingresar a la alianza militar por ese ítem, sin embargo, Colombia puede ser la luz al final del túnel para las pretensiones de Milei. Esto cobra sentido al entender que Bogotá es un aliado estratégico de la OTAN. Más allá de esto, nunca serán miembros plenos de la OTAN y siguiendo eso, Argentina tampoco.

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La razón por la cual el gobierno nacional tiene la seria intención de acercarse a la OTAN es por mero alineamiento estratégico, tal y como en el caso del fallo histórico sobre el caso AMIA. 

El oro blanco y la obsesión por Musk

En la misma línea, Milei se reunión con el excéntrico dueño de Tesla, SpaceX, X, entre otras empresas. El mandatario argentino viajó a Texas, y casi en un acto de confesión fanática, se le cayó la baba por Elon Musk. Aquí es donde, geopolíticamente, la cosa se pone turbia. Musk y su conglomerado de empresas están muy interesados en la adquisición del litio argentino. Recordemos que Argentina, junto a Chile y Bolivia conforman el triángulo del litio, acaparando más del 70% de la totalidad que hay en el mundo. La cercanía de Milei a Musk es de vital peligro para la soberanía nacional y la autonomía de este recurso. 

Aquí, como en todo, hay intereses. Es cierto, el gran número de empresas de Musk, en caso de operar en Argentina pueden crear puestos de trabajos varios, e inclusive la propia explotación del litio puede generar mucho movimiento económico. Ahora bien, el entreguismo simbólico con el que se maneja el gobierno nacional es para desconfiar de toda tajada. Sobre todo, teniendo a un lobo hambriento de los negocios del otro lado del ring. Elon Musk es inclemente en cuanto se habla de dinero. 

Estos tres fenómenos que tuvieron lugar en esta semana, indudablemente muestran las intenciones de poner en el mapa geopolítico a Argentina, bajo un condicionante claro. Más allá de eso, ¿es necesario? Es decir, intentar ingresar a una alianza militar en plena tensión global en varios frentes, sumado a la peligrosa cercanía de Musk a nuestro bien preciado como el litio, parece poner en vilo la autonomía argentina, o al menos es comprarse un problema. ¿Necesitamos conflicto a cambio de reconocimiento o de ser/parecer en el mundo? Sea cual sea la respuesta, las potencias están ahí, esperando un intercambio desigual, fiel a su historia.

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