Aserradero San José: reconversión, valor agregado y nuevos mercados

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La industria forestal de Misiones es una de las más importantes del país y sufrió diferentes transformaciones a lo largo de los años, para no perder competitividad y preservar su valor patrimonial, que es la selva. Los primeros puertos de Misiones fueron, precisamente, diseñados para el transporte de madera nativa, un producto que fue cambiando paulatinamente por madera implantada de pino y eucaliptus, para preservar lo que queda del monte nativo.

Muchos aserraderos y empresas forestales se vieron obligados a adaptarse a estos nuevos mercados y, quienes no lo hicieron, perdieron peso en el mercado al punto de casi bajar las persianas de sus industrias. Este es el caso de San José S.R.L, una empresa familiar de la localidad de 9 de Julio, en el departamento de Eldorado, que sufrió diferentes vaivenes, a través de los años, hasta convertirse actualmente en una importante fábrica de muebles.

“La fábrica de muebles surge como una alternativa para darle valor agregado a las medidas de madera, que no tenían un mercado, que eran todas las piezas chicas”, explica a Economis, Paulo Mattes, administrador y tercera generación de esta empresa familiar que arrancó como un aserradero con un motor a vapor y la mano de obra de su abuelo, su padre y sus tíos. Luego de pasar diferentes crisis, que incluyeron el alquiler de la empresa a terceros, en la década de los 80´, se deciden por armar la sociedad San José S.R.L, que sería el cimiento de la fábrica de muebles.

“Se decidió arrancar con la fabricación de muebles para poder utilizar esa madera, eso fue evolucionando y pasó de aprovechar esa madera que sobraba a cortar exclusivamente madera para muebles”, agregó Paulo, quien advirtió que para lograr esto, tuvieron que pasar de las maderas nativas a las maderas implantadas de eucalipto. “Hoy nosotros compramos los montes en pie de terceros, no tenemos forestación propia, pero si tenemos el equipo elaboración. Tumbamos, hacemos el flete, viene al aserradero, se hace el proceso de aserrado, de secado en cámara y se empieza con la fabricación de muebles”.

Que sea madera reforestada y seca de horno, les permite ampliarse a otros mercados, ya que la madera nativa tiene restricciones, sobre todo en los mercados internacionales a los que están apuntando como próximo paso.

Por ello, este año consiguieron la certificación PFC, que lo otorga una empresa que se encarga de certificar todo el proceso de producción, desde la plantación, pasando por el proceso de desmonte, traslado y tratamiento del producto. “Un ejercicio, sería agarrar un paquete de muebles e irnos para atrás hasta el rollo, ahí el proceso de trazabilidad funciona”, remarcó.

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Dentro de la fabricación de muebles, su fuerte es el sillón director, un asiento muy utilizado por importantes marcas de bebidas y en bares, paradores, entre otros locales del rubro. “Nosotros lo vendemos sin armar y sin pintura a clientes mayoristas. Se venden sin pintura porque son personalizados de acuerdo al cliente, que le personalizan la pintura, la lona, le ponen algún tipo de serigrafía y sale el mueble”.

Sin embargo, también trabajan con otros tipos de muebles, como ser las mesas plegables, camas, sombrillas, otros tipos de sillas, entre otros productos. “Tratamos de trabajar en serie, contar siempre con stock y tener pronta respuesta, porque nuestros productos son muebles de temporada, que arranca ahora y va hasta febrero”, indicó Mattes.

En la actualidad el aserradero funciona exclusivamente como un respaldo de abastecimiento de materia prima para la fábrica de muebles. “Hoy el aserradero corta exclusivamente para la fabricación de muebles, porque nosotros tumbamos el rollo en una luna especial (luna menguante), cortamos de una manera especial, hacemos un tratamiento de secado y son cosas que suman valor, que nos permiten asegurar la calidad del mueble, pero nos deja fuera del mercado para la venta de madera en bruto”.

Fue así que, durante la pandemia, les surgió una oportunidad de producción que los incentivó a mover gran parte de su capacidad productiva que, anteriormente y por cautela, no lo movían. Desde la fábrica se les encomendó la misión de fabricar las camas que la Provincia destinaría a Nación, para Tecnlópolis, durante la fase uno de la pandemia. En esa oportunidad, fabricaron 4.500 camas de una plaza en un lapso de dos semanas. “Eso fue un puntapié importante, porque la capacidad productiva estaba, pero nos medíamos con eso. Tuvimos un poco más de publicidad y trabajamos fuerte con eso”, reflexionó.

Paulo es un joven empresario que no sólo administra su empresa, sino que también analiza el mercado local, cómo moverse dentro y entiende que la competitividad dentro del rubro es sana para su empresa, como para otras que se dediquen a lo mismo.

“Como misioneros tenemos ventajas, tenemos un clima propicio para el desarrollo de la madera y logramos muebles de calidad. Hoy Misiones tiene fábricas, bien tecnificadas, con buena calidad de mercadería que compite en el mercado nacional, pero no nos sale decir que son productos misioneros, chapear con eso, que el misionero sea una marca de alto valor”, señala y entiende que su tarea es fomentar la creación de un sello que diga que es un producto hecho en Misiones.

“Nuestros pros es que estamos en una zona  forestal, con mano de obra calificada, la posibilidad de ampliar nuestros terrenos para hacer cosas, la calidad de nuestras maderas, la calidad de las personas, pero estamos lejos del mercado. Debemos hacer un mueble con el mayor valor agregado de acá“, indicó.

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Otra falencia que encontró en el desarrollo de su industria, es el faltante de gente que se encargue del marketing y comunicación digital, que es por donde pasa gran parte del flujo comercial. “Yo puedo sacar una foto, escribir algo y subir, pero si no lo ve nadie, es más un quemo que algo positivo y para eso todos son distintos rubros, a todos se le dedica tiempo y creo que cada uno tiene que especializarse en lo suyo, remarcó.

“Al menos a mí me cuesta conseguir gente capacitada para el comercio online, alguien que administre el Instagram, pero no sólo subir fotos, sino que ver el público objetivo, ataque de mercado, que le contrate a Flor Peña para que se saque una foto sentada en el sillón, un buen folleto, una buena cartilla de presentación para las empresas”, agregó.

Actualmente, la fábrica de muebles da mano de obra directa a alrededor de 60 operarios que trabajan en la fabricación, secado de madera y aserradero y otro tanto de manera indirecta, entre flete, elaboradores de insumos, materia prima, costureros y otros servicios que requieren.

“Hoy estamos trabajando en doble turno, de 7 a 12 13:30 a 18:30, ahí arrancan de 18:30 a 23:30 y de 00:30 a 6 de la mañana. Trabajamos entre 20 a 22 horas por día en la fábrica de muebles, 10 horas en aserradero, en el horario diurno y el secadero trabaja 24 horas, los siete días de la semana”. Una fábrica que no para.

Con esa capacidad operativa, elaboran alrededor de 20.000 unidades de muebles terminados por mes, de los cuales 14.000 mil son los sillones director, 4.000 mesas plegables y ahora trabajan en la elaboración de otros productos, como ser escaleras de pintor, tablas para asados y picadas, entre otros productos. “La meta de la empresa a futuro es abarcar la mayor parte del proceso de elaboración de los muebles y vender los productos terminados”, finalizó.

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