El déficit cero no es lo mismo que el déficit cero

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En los últimos tiempos se ha generalizado la idea sobre una aparente similitud entre la administración de la economía pública por parte de la Renovación y la que realiza el gobierno nacional de Javier Milei. El punto de contacto estaría dado por la política de déficit cero que sostienen ambas gestiones. La comparación encierra un equívoco (o varios), algunos de los cuales vamos a sintetizar en estas líneas. ¿A qué apuntamos? A explicar que el déficit cero que ejecuta el gobierno provincial no es lo mismo que el déficit cero de su contraparte nacional. 

El primer equívoco es filosófico. El déficit cero no es un fin en sí mismo, como plantea el presidente y su equipo económico, sino una herramienta de administración. La gran mayoría de los países del mundo tienen déficit en sus cuentas públicas, un dato que es conocido por cualquier economista serio. Según un estudio de Rubén Ciani, Coordinador del área económica del ISEPCi en base a datos del FMI, 89 de los 193 países considerados en su análisis presentaron “déficit total permanente” entre 2010 y 2019. ¿Qué significa esto? Que tuvieron los 10 años de la medición con sus cuentas en rojo. Entre esas 89 naciones se encuentran, por ejemplo, 15 de los países miembros del G20, el grupo de las veinte economías más grandes y desarrolladas del planeta, como Estados Unidos, cuyo déficit es crónico, y Australia.

El segundo equívoco tiene que ver con el modelo en el que se inserta ese déficit cero. Es de Perogrullo, pero es necesario remarcar que no es lo mismo administrar una provincia que un país, por la sencilla razón de que la administración central cuenta con muchas más herramientas para la gestión económica, como la posibilidad de emitir moneda, por citar un ejemplo sencillo. Si para un país funcionar con déficit no es un problema (tal como lo evidencian los datos del párrafo anterior), para un Estado provincial es algo más riesgoso y es por ello que la Renovación sostiene su prolijidad fiscal.

En cuanto al modelo las diferencias son abismales, pero nos vamos a centrar en tres aspectos centrales: Deuda, Estado e Impuestos.

  • Deuda: Misiones gestó su déficit cero a partir de un exitoso proceso de desendeudamiento, que prácticamente finiquitó la incidencia de los préstamos contraídos durante el ciclo neoliberal de Carlos Menem y Ramón Puerta en las cuentas públicas. Y ello lo hizo sin abandonar ninguna de sus responsabilidades como Estado: salud, educación, seguridad, obras públicas, etcétera. En contrario, Milei alcanzó el déficit cero licuando jubilaciones, pateando pagos para más adelante, desguazando el sistema científico-universitario, dinamitando las políticas de promoción de la cultura y el deporte y negando los fondos que, por leyes de la Nación, les corresponden a las provincias.
  • Estado: Mientras que Milei se ufana de ser un “topo dentro del Estado para destruirlo”, ninguno de los referentes de la Renovación, del conductor Carlos Rovira para abajo, entiende que el Estado sea el problema. Muy por el contrario, consideran que es el gran gestor de las soluciones para la sociedad actual, ya sea como ejecutor directo de esas soluciones, como impulsor de la simbiosis entre lo público y lo privado o generando las condiciones para que el sector privado se desarrolle en armonía.
  • Impuestos: Una de las grandes promesas de campaña de Milei fue la derogación de impuestos, interpretados por él como un “robo”, pese a que los países con mejor calidad de vida del mundo son, justamente, los que más impuestos recaudan. Más allá del cumplimiento o no de esta promesa (recordemos que fue el propio gobierno el que reinstauró el pago de ganancias), la diferencia con la estrategia de la Renovación es notoria. El gobierno provincial solidifica en su eficiencia fiscal la política de déficit cero. Somos la 6° provincia que más recauda por ingresos brutos de todo el país, algo que motiva que, para algunos, el Estado misionero sea “un voraz recaudador de impuestos”, pese a que la carga impositiva es de las más bajas del país, tal como lo indica, para el sector comercial, “El mapa tributario provincial sobre el comercio mayorista y minorista”, elaborado por la Cámara Argentina de Comercio y Servicios, en octubre de 2023. ¿Cómo hace Misiones para recaudar más que otras provincias cuya carga tributaria es, incluso, más alta? La respuesta es simple: gracias al desarrollo y la mayor actividad económica que se genera, vaya paradoja, a partir del rol dinamizador del Estado misionero.

Como cierre, agreguemos algo evidente. No hace falta ser economista para entender que el déficit cero de Misiones no es lo mismo que el déficit cero de Nación. Incluso alcanza con ser historiador, como lo es quien firma. Lo importante, en todo caso, es siempre estar atento a las nuevas ideas, claro, pero antes chequear si esas ideas nuevas coinciden con la realidad o son su propia negación.

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El 9 de julio no es nuestra independencia

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Basta un alumno curioso para poner en cuestionamiento la hegemonía de la efeméride del 9 de julio como el día de la “Independencia Argentina”. Ese alumno o alumna es aquel que pregunta sobre quién fue el diputado misionero que nos representó en el congreso de Tucumán. Ante lo cual recibirá dos respuestas posibles. Una, que el docente no lo sepa y prometa averiguarlo para la próxima clase. La otra, que reconozca que no hubo ningún diputado misionero en Tucumán. Y allí sí, al alumno insidioso se le abre un amplio abanico de preguntas: ¿por qué no fue ningún diputado de Misiones? ¿Entonces, no declaramos la independencia? ¿La declaramos en otro momento? ¿Cuándo la declaramos?

Si la sociedad misionera fuera igual de curiosa que nuestro alumno imaginario sabría que el 9 de julio no es nuestra independencia y que, por lo tanto, no tenemos nada que festejar con tanta pompa, desfile, actos y demás. El 9 de julio de 1816 declararon la independencia aquellas provincias que respondían a Buenos Aires, algunas de las cuales hoy conforman la Argentina y otras que forman parte del Estado Plurinacional de Bolivia. Pero no Misiones. Y tampoco Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe y la Banda Oriental, la actual República Oriental del Uruguay.

Todas estas provincias no enviaron diputados a Tucumán por la sencilla razón de que ya eran independientes. ¿Desde cuándo? No lo sabemos en términos documentales, ya que no existe un acta formal de la independencia de las provincias que integraban la Liga de los Pueblos Libres, pero sí está claro que, desde 1815, este espacio institucionalizado se sentía independiente de España. Y no solo de esta metrópoli, también independientes de Portugal, que asolaba las fronteras de Misiones y la Banda Oriental; del Paraguay, que había invadido la margen izquierda del Paraná; y de Buenos Aires y su proyecto centralista y unitario. 

Algunos historiadores consideran que fue en el congreso de Arroyo de la China, el 29 de junio de 1815, cuando se dio ese paso independentista, pero al no haber una prueba documental concreta no se lo puede afirmar en forma tajante. En una carta dirigida al Director Supremo Pueyrredón, de julio de 1816, el Protector José Artigas le informa que la Banda Oriental “juró su independencia absoluta y respectiva” hace más de un año atrás, en una referencia temporal que bien podría relacionarse con la reunión de junio. Además de esta nota, existen otros indicios que avalan la teoría de la declaración en el marco del congreso de Arroyo de la China.

Recordemos que, por aquel entonces, nuestra provincia era gobernada por el Comandante General Andrés Guacurarí y Artigas, actual prócer misionero. Misiones integraba, en igualadad de condiciones, la Liga de los Pueblos Libres que comandaba su padre adoptivo Artigas. En esa liga confluían todas las provincias del litoral, las que, al igual que Misiones, tampoco enviaron diputados.

Por ende, está más que claro que el 9 de julio de 1816 no se declaró la independencia de Misiones ni la de ninguna de las otras provincias de la región. Es cierto que hoy formamos parte de una misma Nación, una Nación que es posterior a las provincias, tal como lo reconoce la Constitución Nacional. Esto quiere decir que cada jurisdicción tuvo su propia trayectoria en el marco de la revolución y la independencia. Unos, encolumnados detrás de Buenos Aires, otros, siguiendo al Protector Artigas. Unos, reunidos en Tucumán, en julio de 1816, otros, en Arroyo de la China, en junio de 1815. Dos trayectorias institucionales, dos proyectos de encauzar el proceso revolucionario y dos declaraciones de la independencia. Una, la nuestra, que bien pudo haber sido el 29 de junio de 1815, la otra, la de varias provincias hermanas de nuestro país, el 9 de julio de 1816.

Entonces ¿por qué seguimos celebrando el 9 de julio como el día de LA independencia? Por el mecanismo de colonización pedagógica y cultural que el país central le impuso al resto del territorio. Nuestros medios de comunicación, nuestras autoridades y, por sobre todas las cosas, nuestro sistema educativo repite y perpetúa una visión de la historia centrada en Buenos Aires y ajena a nosotros mismos. Ya llegará el día en que nos quitemos el lastre de la historiografía porteñocéntrica y nos animemos a convertir a la periferia en el centro de nuestros estudios. Ese día nos resultará evidente el contrasentido de celebrar una independencia de la que no participamos, mientras negamos aquella de la que fuimos parte. 

Por último, este 9 de julio va un abrazo artiguista a aquellas provincias argentinas que celebran un nuevo aniversario de su independencia.

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La Feria del Libro cerró con números negativos

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La Feria Internacional de Libro de Buenos Aires cerró sus puertas hasta el año próximo con un balance acorde a la realidad del país en la era de la motosierra: números negativos en cantidad de público y en ventas. Para un sector que viene en crisis desde hace casi una década, la burbuja de la feria apenas si alcanzó para disimular la preocupación creciente frente a una política nacional que desprecia a la cultura e hizo añicos el ya pobre poder adquisitivo de los bolsillos argentinos. Durante la recorrida de Economis por la mayor reunión anual de la industria gráfica dialogamos con Alejandro Vaccaro, presidente de la Fundación El Libro y organizador del evento, con el ex vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia Álvaro García Linera y con numerosos editores, gestores culturales y escritores. 

El predio de La Rural, en el porteño barrio de Palermo, bajó este lunes el telón de la Feria más grande de libros del mundo hispano. Durante 19 días la visitaron 1.126.000 personas, casi un 10% menos que en el 2023. De todas formas, el dato es algo engañoso, ya que esa cifra se engordó con la entrega de miles de entradas gratuitas y con la inédita promoción de no cobrar el ingreso después de las 20 horas, durante los días de semana. Así y todo, se estuvo por debajo del público de los últimos años.

En cuanto a las ventas las caídas fueron del orden del 30 al 40%, según las estimaciones –todavía preliminares- de la mayoría de las editoriales y dueños de stand consultados. Hoy el libro no solo es un producto caro (el precio promedio de un lanzamiento ronda los 25.000 a 30.000 pesos), sino que tampoco es una prioridad de consumo para las familias, acuciadas por otras necesidades más inmediatas como el alimento, el alquiler, el transporte y los servicios. En este combo se explica buena parte de la merma en las ventas totales del sector.

Voces y palabras

Economis encontró a García Linera, uno de los intelectuales más brillantes del cono sur, caminando por uno de los pasillos del pabellón amarillo. Consultado sobre cómo veía a la feria en el contexto argentino, respondió: “Estoy sorprendido y hasta angustiado por los precios. Para mí siempre esta Feria fue un lugar en donde con un poco de dinero se podía llevar 10, 15 libros de distintas cosas. Ahora, con mucho esfuerzo, uno se lleva dos libros. Eso me ha sorprendido. Se vuelven prohibitivos, parece que los libros se van a convertir en algo prohibido para el ciudadano común. Me siento un poco herido por lo prohibitivo del precio. Y me imagino lo que estarán pasando otras personas no por un libro, sino por un alimento o por una ropa. Y eso es doloroso”, sentenció.

Por su parte, Vaccaro dialogó con este medio luego de finalizada la conferencia de presentación que hizo junto al alcalde de Lisboa, Carlos Moedas, quien encabezó la delegación de la ciudad portuguesa, la invitada de honor en la feria. El presidente de la Fundación El Libro remarcó que “nosotros no compartimos las políticas culturales que impulsa el gobierno y lo hemos manifestado con todo respeto. La cultura siempre se deja para el final. Cada vez que se hace recortes, siempre se empieza por la cultura. Es una moneda corriente”, se lamentó.

Desde otra perspectiva, María José Bilbao, de la centenaria Biblioteca Popular de Posadas, detalló que este tipo de entidades, nucleadas en la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP), recibió cerca del doble de dinero que el año pasado por parte del gobierno nacional pero que con eso solo pudieron comprar la mitad de lo que habían adquirido doce meses antes. Bilbao sí remarcó “la falta del stand de nuestra provincia. Además, dijo, me pareció que hubo menos gente, tanto bibliotecas como público en general. Supongo que se debe al contexto generalizado del país, donde hay menos plata disponible para gastar en cultura”.

El páramo

El pabellón Ocre es el tradicional punto de reunión de los provincianos en la Feria. Ubicado en la entrada principal al predio, sobre la Av. Santa Fe y frente a Plaza Italia, tiene la particularidad del estar un tanto alejado del núcleo central del evento, que se ubica más próximo a la pista principal de La Rural. Como si fuera la imagen exacta del país, todas las provincias comparten el Ocre, salvo dos: la Provincia de Buenos Aires, estratégicamente instalada en la entrada al pabellón azul, y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, cuyo espacio se encuentra en el pabellón amarillo. Ambas Buenos Aires tenían sus stands de siempre, no así el resto de las provincias, muchas de las cuales brillaron por su ausencia. Tan solo 7 provincias tuvieron stand y, tres de ellas, lo hicieron en forma conjunta, con la clara intención de ahorrar costos.

La realidad es que el pabellón Ocre se transformó en un páramo de espacios vacíos, entre ellos el triste y doloroso hueco dejado por Misiones. Como en ningún otro lugar de la Feria se sintió tanto la ausencia de stands, ya que en el resto del predio se disimulaban mejor estos claros. 

Consultado sobre esto, Vaccaro manifestó que “sin duda nos preocupa muchísimo la ausencia de tantas provincias por la crisis económica y que no hayan podido estar. Para nosotros la cultura es esto, pluralidad, diversidad. Como argentino me gusta conocer las diferencias que nos acercan, porque cuando uno va a las provincias, escucha otras músicas, otras letras. Este año, por ejemplo, abrimos un espacio para las lenguas originarias”. 

Por su parte, Pablo Avelluto, ex ministro de cultura de Mauricio Macri, expresó que es “una pena que Misiones no esté presente, debería estar. Para mucha gente es la oportunidad de conocer la producción literaria de las provincias y para muchos provincianos que viven en la ciudad de Buenos Aires es la ocasión de encontrarse con las manifestaciones culturales de sus provincias. La ausencia me parece un error que espero que el año que viene se subsane”.

Desde el stand de CABA, Ezequiel Martínez nos relató la experiencia capitalina: “El espíritu y el sentido es generar este espacio para que editoriales emergentes independientes puedan estar en la feria. No es fácil estar en la feria, en especial por los costos, y este espacio les permite exhibir y comercializar su catálogo, además de armar actividades en el auditorio del stand. Es para todas las editoriales radicadas en CABA que hayan publicado al menos 3 títulos en el último año”.

La Feria 2024 será recordada como la de peores números en mucho tiempo y la que deja la mayor incertidumbre en torno al futuro de la industria del libro en la Argentina. Existe un rechazo generalizado en este sector productivo hacia las ideas y las políticas desplegadas por el gobierno nacional, que atentan contra sus posibilidades de desarrollo y la generación de trabajo y riqueza en el país. Por su parte, para Misiones, fue una Feria agridulce. Es preocupante que Misiones no haya tenido el stand de todos los años, incluso más allá de las entendibles razones presupuestarias. Se trata de un lugar ganado por las letras misioneras que no se debió perder. La desazón del nido vacío la aplacó, un tanto, la corajeada del ministro Joselo Schuap, que se puso al hombro la realización del Día de Misiones en la Feria y logró los recursos necesarios para que la selección misionera diera el presente.

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Las letras misioneras tuvieron su día en la Feria del Libro

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“Siempre va a haber escritores misioneros en la Feria del Libro”, fue la frase que eligió Laura Lagable, subsecretaria de Fomento y Regiones Culturales para sintetizar el día de Misiones en la tradicional Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, que se desarrolló este jueves en el salón Tulio Halperin Donghi, con la presencia de 8 escritores de la provincia, autoridades y el público de misioneros que suele acompañar en este tipo de eventos. No fue una presentación más, ya que este año la provincia no contó con su tradicional stand en el salón Ocre del predio de La Rural, debido a los recortes presupuestarios que impactan sobre los presupuestos provinciales y que se tradujo en la ausencia de más de la mitad de las provincias del país.

Economis acompañó el evento, dialogó con los autores y recorrió una feria sacudida por la crisis económica y la polémica con el presidente Javier Milei. 

Primero las letras

Como siempre, la selección misionera de las letras reflejó la variedad de estilos, géneros y propuestas que caracteriza a la literatura local. Salvo que, en esta ocasión, los libros de historia marcaron la pauta, con cuatro de los diez ejemplares seleccionados. Además, hubo una novela, dos poemarios, dos libros de cuentos y una recopilación de notas periodísticas. Igualmente, el hecho más destacado de la tarde fue la performance realizada por Lea Pompom, autora de “Crecen flores en la rotonda del 6”, a quien mientras leía uno de sus poemas su compañera le escribió con lápiz labial en la espalda desnuda la frase: “A ningún cheto le duele la muerte de una trava”, con la salvedad de que “muerte” y “trava” fue escrito con un bisturí cortando la piel de la artista, que siguió con la lectura mientras le emanaba sangre de las heridas.

El primer autor en exponer su obra fue Marcelo Dacher, oriundo de Leandro N. Alem, quién le reconoció a Economis estar “muy contento y emocionado porque es la primera vez que tengo la posibilidad de participar”. Su obra se titula “El contador”, cuyo título “hace referencia a esas diferentes formas de contar que encontré en mi vida, primero la profesional (Dacher es contador público), después lo audiovisual, que fue muy importante, porque no solamente me desafió desde escribir los libretos, la edición, la dirección. Eso me permitió conocer y aprender mucho sobre la historia de la provincia y su gente. Cuando irrumpió la pandemia tuve que encontrar algo nuevo y esta veta literaria surgió allí con más fuerza”. 

Para Silvia Waskiewicz se trató de un evento muy especial, ya que presentó la tercera edición de su trabajo “La masacre de Oberá-1936”. La obereña expresó que “es un honor volver luego de 20 años, cuando vine a la Feria con la primera edición y siendo muy joven”. En esta renovada versión del trabajo nos podremos encontrar con nuevas fuentes documentales, como los diarios de la década del 30, La Tarde y el Territorio Nacional de Misiones, y otros de tirada nacional, en especial La Prensa, La Nación y la República. La autora destaca la incorporación de “un plano sobre las primeras mensuras realizadas en Oberá, con las primeras seis manzanas que dan origen al pueblo. También nos volvemos a encontrar con la gran obra de Alfredo Varela, que a 5 años de la protesta publica una obra que también se llama “La masacre de Oberá”.

Por último, Jorge Alcaraz, director de la carrera de historia de la Facultad de Humanidades presentó “Vida y trabajo en el Alto Paraná”, que recupera el informe elaborado por José Niklison sobre las condiciones laborales en la producción yerbatera a comienzos del siglo XX. El coordinador de la obra reconoció que “no nos imaginábamos llegar a tanto con este libro cuando pensamos en homenajear al Centro de Empleados de Comercio con la publicación del informe Niklison”. Alcaraz enfatizó en dos aspectos, por un lado, que “los debates son los mismos, los patrones más interesados en incrementar sus ganancias y los trabajadores con todo su esfuerzo tratando de sobrevivir. Es un debate que se ha dado en todo el siglo XX y hoy por hoy tiene plena actualidad”. Por otro lado, reconoció el carácter colectivo de la obra, que contó con la participación de la UNaM, la carrera de Historia, el Centro de Empleados de Comercio y el ministerio de trabajo de la provincia.

Los otros autores que se presentaron en la Feria fueron Julio Cantero (“La estancia grande de Itapúa”), Andrea Ferrari Kristeller (“La tierra sin ustedes”), Ludoviko Cortés Romero (“Doppel Ganger Eins”) y Pedro Guridi (“El artiguismo y su legado”). Por su parte, Rosita Escalada Salvo (“Notas con historias y otras páginas”) y Jorge Cardoso (“Mboyeré”) no pudieron asistir.

Toda del ministro

Detrás de la presencia de los escritores de Misiones en la Feria del Libro hay una historia que debe ser contada. El 5 de marzo el secretario de Cultura Joselo Schuap convocó a una reunión abierta a todo el sector literario, a la que concurrieron unos 30 escritores y editores. Allí el ministro blanqueó que la provincia no tendría su tradicional stand en la Feria del Libro por cuestiones de presupuesto, pero que él estaba dispuestos a gestionar alguna alternativa para que Misiones pudiera estar presente de alguna manera. Ante el pedido de los escritores por asegurar el Día de Misiones, el ministro asumió el compromiso de logar que los 10 autores pudieran estar en el mayor evento cultural de la Argentina.

Mediante gestiones ante las autoridades de la Fundación El Libro, organizadora del evento, se consiguió el salón Tulio Halperin Donghi en forma gratuita y, entre la provincia y la empresa Crucero del Norte, más el aporte del Centro de Empleados de Comercio, se afrontó el costo del viaje y la estadía para el grupo de escritores, más representantes de unas 15 bibliotecas populares que viajaron a comprar libros con fondos nacionales. De esta forma, el ministro cumplió con su promesa y logró que la cultura misionera diera el presente. Para el futuro quedará pendiente el debate de por qué siempre es la cultura el primer blanco de los recortes presupuestarios y si no es tiempo de definir una política pública hacia el sector de las letras en Misiones. 

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Carta abierta a la ciudadanía misionera: Se hizo justicia

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Luego de casi 6 años de trámites judiciales, la jueza Carmen Helena Carbone le puso un cierre a la pantomima victimista que pergeñó Marcelo Moreyra, cuando se hizo público y se difundió su pertenencia al personal civil de inteligencia durante la última dictadura militar. De esta forma, la magistrada rechazó las demandas interpuestas por Moreyra contra cuatro ciudadanos (entre ellos quien firma esta carta) los que, en su momento, habían alzado la voz para denunciar la inmoralidad de premiar a un personaje con tan siniestro pasado.

Repasemos los hechos. El 22 de junio de 2018 se le otorgó la distinción “Andresito” a Moreyra, junto a otros escritores misioneros, los que fueron designados a dedo por el entonces presidente de la Sociedad Argentina de Escritores de Misiones (SADEM), Aníbal Silvero. Frente al hecho consumado, renuncié en forma inmediata a la SADEM y reiteré la información pública ya conocida por todos, en especial por Moreyra y Silvero, en cuanto a que el nombrado integraba los listados del Batallón 601, la usina de espionaje ilegal en los tiempos del terrorismo de Estado.

Esta renuncia derivó en una serie de dimisiones, en la intervención decidida y comprometida de la por entonces ministra de Derechos Humanos de la provincia, Lilia “Tiki” Marchesini y en el retiro del premio, a instancia de la SADE nacional.

La respuesta de Moreyra no fue demostrar la falsedad de la información pública difundida sino comenzar un hostigamiento judicial cuya única finalidad era sacarnos plata a los denunciados. Al respecto, le fueron rechazados sin trámite dos denuncias que presentó en los foros de Puerto Iguazú y recién encontró eco en tribunales con esta tercera denuncia, la que transitó los tiempos de la justicia.

El fallo sentencia dos aspectos que son centrales. En primer lugar, que estamos amparados por el derecho a la libertad de expresión, que “goza de la más amplia protección constitucional frente al derecho al honor”, según la resolución judicial. Pero, además, que es “quién objeta las expresiones públicas” el que debe hacer “la demostración inobjetable de la falsedad de las mismas”.

Y aquí vamos al segundo punto, que es lapidario para Moreyra. El fallo dice, textual: “La función que realizaba el actor durante la dictadura militar y su carácter de Personal Civil de Inteligencia “Agente de reunión”, fue designado como Personal C3, que conforme el art. 1 de la Ley 21.705 de 1977 es el personal auxiliar que realiza tareas operativas subrepticias de inteligencia y contrainteligencia (agente secreto) fue corroborado mediante prueba informativa” (el destacado es nuestro). Por ende, continúa la magistrada, “en principio, se encuentra demostrado que el actor Moreyra Marcelo, efectivamente se encontraba en las listas como Personal activo de Inteligencia del Batallón 601”.

El fracaso de la denuncia estuvo en que “no pudo demostrar el único requisito de prueba a los fines de acreditar la falsedad de lo expuesto”, afirma la jueza. El denunciante no quiso o no pudo demostrar que no es él la persona que tiene su mismo nombre, su mismo apellido y su mismo número de documento en los listados de personal civil de inteligencia de la dictadura.

Reitero lo que dije siempre, esto no indica que Moreyra haya cometido algún delito ni que sea el responsable del genocidio que sufrió el país, tan solo que fue parte del engranaje represivo en el rol de “buchón”, terminología que la propia jueza acepta como válida, ya que “está íntimamente ligada a como en el lunfardo se los llama a aquellas personas que por su oficio o profesión tienen que dar cuenta de las actividades que realizan las personas que espían o investigan”.

Por este medio, quiero agradecer a los dos abogados que tuve en el proceso, el Dr. Juan Martínez y el Dr. Fernando Cantelli, ambos valientes letrados en los juicios por los Derechos Humanos en Misiones.

También a todos los compañeros, las compañeras, amigos y amigas que me brindaron su apoyo. Esta fue una batalla muy menor, muy mínima, pero fue una batalla más por la Memoria, la Verdad y la Justicia.

Por último, quiero dejar asentada mi felicidad por vivir en un país en el que cualquier ciudadano puede recurrir a la justicia si siente ultrajados sus derechos. Cuando venimos de una historia en la que 30.000 compañeros y compañeras detenidos desaparecidos fueron asesinados sin poder acceder a la justicia se dimensiona el valor de la democracia y del Estado de derecho.

NUNCA MÁS


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