El debate por la Boleta Única ¿sirve el cambio? ¿se termina la lista sábana?

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En Argentina asistimos hoy a un debate que se reedita desde hace algunos años antes de cada elección: ¿Es necesario reformar el sistema de emisión del sufragio? La “nueva mayoría” en Diputados impuso un proyecto para cambiar la tradicional boleta partidaria con la que se vota desde el siglo XIX por una boleta única (BU) que contenga en un mismo papel la oferta electoral completa, de todos los partidos. El argumento de la es la “transparencia”, aunque no hay ninguna certeza de que el sistema actual sea permeable como para torcer la voluntad popular. Claro que todo sistema es perfectible, pero nunca el resultado de las elecciones se ha puesto en cuestión. Incluso quienes declaman que el sistema es fraudulento y que por eso se debería cambiar el instrumento de votación han ganado elecciones y crecido como fuerza política bajo el cobijo de este sistema.

El proyecto está ahora en el Senado, después de un intenso debate en comisiones en Diputados, con voces a favor y en contra, mucho más sólidas que las expuestas en el recinto a la hora de la votación, donde el objetivo pareció ser más construir apresuradamente una “nueva mayoría”, como definió el ex kirchnerista Florencio Randazzo, al votar junto a la alianza Cambiemos. 

Los especialistas coinciden en un punto: la reforma no es una de las prioridades de la agenda social, preocupada más por llegar a fin de mes. Esa posición fue la del Frente Renovador misionero: “Hay que hacer una agenda que pase por los intereses de la gente, y este proyecto no tiene que ver con la vida de los argentinos, que no llegan a fin de mes, que tienen que debatirse frente a una inflación importante, que tienen necesidades laborales y de un montón de cuestiones”, definió Diego Sartori en declaraciones a Diputados TV.

El politólogo Andy Tow explicó en una entrevista con Open1017 que “lo que plantea la boleta única es que todos los partidos estén metidos en un solo formulario, en una sola tabla, con columnas y filas, donde en las columnas están las categorías o los cargos a elegir y en las filas las agrupaciones o las listas que se presentan. Entonces uno, en vez de agarrar la papeleta, cortarla o no, de como uno quiere presentar el voto, tiene que buscar el casillero y marcar con una cruz, o una marca, que después es la que se cuenta a favor de una lista que es la que se eligió”. 

“Con respecto a si sirve, o no sirve, uno tiene que tener en claro, es que el Ejecutivo nacional no está a favor de cambiar el sistema de votación. Una cuestión básica en una reforma electoral es que el Gobierno que tiene que implementarla, esté de acuerdo, esté apoyando esto. Es la primera vez, hasta donde tengo memoria, que se quieren cambiar las reglas electorales, que son bastante importantes en una democracia, contra la voluntad del Gobierno que las tiene que llevar adelante, que las tiene que hacer operativas en el día de la elección”, definió.

Pregunta operativa… ¿Qué pasa si hay muchos candidatos? ¿Hay que imprimir una boleta más grande? ¿Ir alargando la boleta?

Sí, por razones lógicas. Si hay muchas listas, muchas agrupaciones que se presentan la boleta no va a ser más alta, pero sí va a ser muy ancha. Lo que se decidió en el proyecto que se aprobó en Diputados, es que separen las elecciones nacionales, provinciales, eventualmente municipales, en diferentes boletas, es decir que no haya una boleta única nacional, provincial, municipal. En Provincia de Buenos Aires, se eligen como ocho categorías, la boleta sábana horizontal es muy ancha o muy larga digamos, en el sentido que tiene muchas categorías, que tienen muchas listas pegadas. Entonces la boleta que se proyectaba de todas las categorías juntas, era una especie de afiche enorme, con un formulario que era difícil de manejar, entonces lo que hicieron, fue imponer a las provincias un sistema de votación, que por supuesto es inconstitucional, porque viola la autonomía de las provincias.

De boleta única pasamos a boleta que no es única, ¿Van a poder convivir sistemas?

Sí, no es única por nivel de gobierno, es única porque junta todos los partidos. Hay versiones de boleta única, como en Santa Fe, por ejemplo, que no es la que se adoptó en este proyecto, que va por categorías, diferentes boletas por categorías. El tema del tamaño y eso, es una cuestión de diseño, que ya abierto el debate entramos en un problema de ¿cómo hacemos la boleta para que entre todo, para que se vean todos los candidatos, le ponemos dos fotos, del primero o el segundo, se ponen todos?; ¿qué pasa en las primarias? Porque ahí van más listas, por agrupación; o sea, se habilita todo un debate por temas de diseño, por cuestiones gráficas, de cómo se presenta; cosas que en el sistema de boleta partidaria, cada partido podría definir, poner el color que quería, las fotos, había parámetros sobre el tamaño y contenidos, pero cada uno ponía el color que le parecía, si era más atractivo o menos atractivo, eso lo decidía cada agrupación. Acá es un modelo único, común a todos, porque todos tienen que estar ahí. Ahora la pelea es “hacemos esto más chico, o más grande, porque esto a mí me conviene, lo ponemos un poco más a la izquierda, o a la derecha”. Es decir, se termina en una discusión donde el diseñador tendrá que satisfacer a todos.

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Uno de los argumentos que dio la oposición, fue que se terminaba con las listas sábanas ¿Se termina con las listas sábanas con esto?

No, no, para nada. Acá lo que se cambia es el instrumento de votación, el modelo de boleta, no se cambia el sistema de cómo se eligen los diputados, siguen siendo listas cerradas, las listas sábanas de forma vertical. Las listas de cada cargo, lo que se elimina entre comillas es la sábana horizontal. Lo que se lleva es el famoso arrastre, de categorías más importantes, más relevantes, más interesantes con respecto a lo que elige el elector, porque uno tiene que ir ahí y marcar, o poner la cruz, o en la casilla de lista completa, o en la categoría que prefiera. No se cambia al sistema operativo, se cambia una interfaz. Que, en vez de ventanas, tenemos circulitos, por decirlo de alguna manera.

Hay una cuestión de forma que tiene un impacto en el funcionamiento del sistema. En Córdoba, que es el modelo que se ha elegido, de boleta única con las categorías en columnas y en filas las agrupaciones, todas juntas, hay un alto nivel de voto en blanco en las categorías legislativas, por ejemplo. ¿Por qué? Porque la gente marca la casilla de gobernador, que es el candidato, el cargo más importante donde la gente está más atenta, porque está la foto del que quiere y del resto no lo marca. Tenemos un 20% de voto en blanco en Córdoba y yo creo que es por esto. No se puede estimar o inferir que la gente por pereza no marca todas las casillas, cosa que no sucede con la boleta partidaria porque va adherida. O sea, hay efectos del diseño sobre el sistema electoral, o sobre el sistema de la competencia política. 

Sobre el ahorro económico al imprimir menos boletas, Tow sostiene que se debe analizar el gasto. “Pero en vez de tratar de ajustar el sistema actual, se quiere cambiar un elemento del sistema que es la forma de votar, que impacta en los demás elementos del sistema de manera diferenciada”.

Otro detalle es el tiempo. De poner el sobre en la boleta, a marcar con una x a todos los candidatos elegidos. “Puede haber un empeoramiento. En vez de contar una boleta, que tiene los diseños y los colores de la boleta que uno está acostumbrado a distinguir, uno tiene que mirar en el formulario donde están las marcas. Y uno que tiene experiencia en escrutinios, sabe que habrá demoras. No se evita que estén fiscalizando, los fiscales van a tener que estar contando marcas en los papeles. Si uno piensa que va a ser la primera vez que esto sucede, no hay experiencia va haber un aprendizaje, no va haber un resultado antes, o más rápido. Incluso si uno analiza el dictamen que esto después se eliminó, había una cláusula que decía que si en una mesa habían más de 7 votos nulos, se podía aplicar la apertura de la urna. Esto se eliminó en el recinto en el último momento, porque si uno considera la experiencia de Santa Fe o de Córdoba, que si bien uno pudo marcar un voto nulo por error, o por equivocación del elector que no supo marcar, o impugnación de los fiscales porque todos van a estar ahí jugando al póker, diciendo que esta marca está mal puesta, está afuera, por las dudas lo impugnamos, eso va a generar un costo enorme en el recuento. Eso a último momento se eliminó, porque se dieron cuenta que no iba en línea de que con esto gastamos menos”.

Uno de los puntos centrales de la reforma cae por su propio peso: no es cierto que con la boleta única el elector disponga de más información para votar, sino que es todo lo contrario. Por su diseño, oculta información al elector, pues solo los tres primeros candidatos de la categoría son visibles. En este sentido, el elector contaría con menos información que con el sistema actual. Esto no solo favorece una mayor personalización (y en ocasiones farandulización) de la política, sino que debilita a las agrupaciones partidarias. En Buenos Aires, por ejemplo, que elige cada dos años 35 diputados nacionales, 32 quedarían fuera de la vista del elector.

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El consultor y analista político Gustavo Córdoba coincidió en que una reforma política no aparece entre las prioridades en sus estudios de opinión. 

“Nunca una reforma política va a estar en la agenda de la gente. Nunca va a ser prioritario ni el elemento central del debate. Sí creo que hay que dividir a las reformas políticas en si son o no necesarias y en si son completas o incompletas. Ese debate sería mucho más productivo”, puntualiza.

Ahora no hubo un debate profundo, lo de la boleta única se utilizó para producir una derrota al oficialismo más que para darle al electorado una herramienta de transparencia, anti fraude o que genere menores costos. Fue una picardía política utilizando un buen argumento. ¿Quién no está de acuerdo en disminuir posibilidades de fraude, en bajar los costos, en transparentar el acto electoral. Todos estamos de acuerdo, pero al mismo tiempo hay que discutir las prioridades de una reforma política y que no pase solamente por lo electoral”, explicó. 

Gustavo Córdoba.

Córdoba recordó que el nuevo censo determina que hay que actualizar la cantidad de diputados por población, porque “hay una inequidad asombrosa”. 

“La cantidad de diputados de Capital Federal no se condice con su población, de hecho, si actualizáramos como corresponde, CABA perdería diputados nacionales y Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe (N de la R: Misiones también), aumentarían de manera sensible, lo que rompería un poco el equilibrio interno de la representación en la Cámara baja”, enumeró. 

Para el consultor, se debería “pensar en una reforma política integral que incluya lo electoral en base a un consenso entre oficialismo y oposiciones”. Pero esa “sería la Argentina ideal”, reconoce. 

Córdoba entiende que la reforma política debe ser analizada con tiempo y anticipación. 

“La Boleta Única tiene algunos reparos, no podés pasar de un sistema al otro sin algo intermedio, sin pruebas pilotos. Me parece muy apurada esa parte. Pensaron más en el efecto político de ganar la votación que en la reforma de manera efectiva. Yo soy más adepto al modelo de boleta única santafesina, porque la de Córdoba tiene algunos defectos de diseño y registra una pérdida de votantes muy alta en las categorías menores, que ronda el 20 por ciento. Hay que preguntarse si un sistema que no registra de manera cabal la voluntad del elector, es un buen sistema. Nadie se pregunta cómo subsanarlo. En el diseño habría que concentrar los mayores esfuerzos para evitar esa distorsión”, advirtió. 

El politólogo Cristian Solmoirago está a favor de la reforma. Consideró que la única práctica que torna en igualdad de condiciones a todos los argentinos es el domingo de votación. “Hacen la misma cola el gobernador y el vecino. Todos en un plano de igualdad. Pero en el cuarto oscuro ya no hay un plano de igualdad, porque faltan boletas, la falta de fiscales de los partidos residuales. Ahí la boleta única le da igualdad dentro del cuarto oscuro”.

Con respecto a la implementación, sostuvo que no será un problema. “Santa Fe la utiliza hace varios años y no hay problemas. Del Sel perdió la elección por 1.400 votos y no dijo nada. Aceptó el resultado. Es un instrumento que transparenta aún más el proceso, que obviamente puede tener sus falencias, pero que es un salto adelante en los procesos electorales”.

El sistema sirve, no cambia la composición del voto. La gente vota lo que quiere votar. Eso sucede en todos los procesos electorales. Es más transparente el financiamiento, los partidos van a ahorrar en la impresión de boletas, con un sistema más amigable con el medioambiente. Tampoco habrá un ejército de fiscales, porque simplifica. Es un paso hacia adelante, que seguro va a tener problemas e inconvenientes, pero a medida que pasen las elecciones, se irá mejorando. Quizás más adelante haya una mejora del sistema”, aseguró.

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