Braden o Perón, edición 2025

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Se cumplieron 80 años del hito fundacional del movimiento político más grande de Argentina y uno de los más emblemáticos de América Latina: el peronismo. En ese bravío político en el cual se encontraba la Argentina y previo al comienzo de una era que iba a cambiar nuestra historia para siempre, esa famosa grieta dijo presente con la disyuntiva Braden o Perón, la cual pareciera seguir presente hasta hoy en día. 

Kicillof o ¿Trump? 

La historia pareciera estar condenada a repetirse, y en un país como Argentina, una semana política es el equivalente a meses de política en otros lugares del mundo. Esta misma vorágine se expresa en cuestiones que en la inmediatez afectan al gusto/disgusto por un político o por otro. Más allá de eso y hasta más allá de resultados electorales, el peronismo siempre está. 

Esa situación de perdurabilidad del peronismo nos trae a una inevitable comparación actual con el lema Braden o Perón. Esta dualidad tuvo relieve en 1945, entre el entonces embajador de Estados Unidos y secretario de trabajo próximo a convertirse en presidente de la nación. Básicamente lo que plantean, a través de dardos cruzados y hasta de producciones escritas (“carpetazos”, en la jerga actual política) son dos modelos de país yuxtapuestos. Braden bajo el ala del sometimiento o la alineación a Estados Unidos y Perón bajo la consigna de la soberanía nacional y la Tercera Posición o el no alineamiento con ninguno de los órdenes de mando mundial en ese entonces, el comunismo soviético y el capitalismo estadounidense. 

Hoy es difícil ponerle nombres propios a esa disputa. ¿Quiénes representan el pensamiento de Braden? Curiosamente la dirigencia actual, encabezada por el mismo presidente Milei, hasta, quizás llegar a suelo estadounidense. Personalidades como Trump o Bessent han puesto sus ojos (y garras) en la realidad argentina, a tal punto que intentan influenciar en el resultado eleccionario con el argumento de girar dinero al país si la Libertad Avanza consigue un buen resultado. 

Del otro lado es aún más difícil pero más previsible saber de dónde saldrá ese estirpe que represente los valores de Perón. Con Cristina Fernández de Kirchner presa, dirigentes peronistas con poca intención de voto como Guillermo Moreno y Santiago Cuneo, con provincialismos cada vez más fuertes que engloban al peronismo, todo parece indicar que la figura que toma fuerza es la de Axel Kicillof. El gobernador de Buenos Aires no solo sacó un buen resultado en las legislativas de su provincia, sino que pareciera ser un rostro conocido que se quedaría con esa base electoral a nivel nacional, y, por qué no, ser quien cuadre en esa fuerza de soberanía nacional por sobre el interés del extranjero. 

Lo curioso de “Braden – Perón 2025” son las condiciones de unos y otros. Por un lado un líder “bradenista” con amplio apoyo popular como Javier Milei y que detenta el poder de mando del país, y por otro un líder exógeno del peronismo. Kicillof supo ser crítico del gobierno de Néstor y de la economía de Lavagna – Moreno, a tal punto que hasta CFK lo llamó marxista en cierto momento. Parece ser que este contexto no se da entre la pureza ideológica como tal, sino en un mboyeré político, propio de los tiempos que corren. 

La grieta, un invento argentino 

Si bien esta diferencia marcada de modelos de países actualmente nos lleva hasta el famoso lema Braden o Perón. Esta disputa de intereses es algo tan argentino como el dulce de leche, el asado y el mate. 

Si uno se pone quisquilloso, debería decir que antes de ser Argentina como tal, ya teníamos este inconveniente o está característica. 

Algunos de los hechos que le dan veracidad a esta afirmación son las disputas en el Virreinato del Río de la Plata entre pro españoles y aquellos que abogaban por el uso libre del comercio en el puerto de Buenos Aires. Ya consumada la Revolución de Mayo, la pelea entre morenistas y saavedristas dentro de la Primera Junta y los círculos intelectuales y patriotas se hizo presente. Con el correr del tiempo se consolidó la marcada diferencia entre federales y unitarios, que conllevó a un ciclo de inestabilidad y combates dentro del territorio de la actual Argentina. La figura paradigmática de Juan Manuel de Rosas y su oposición al desastre de Rivadavia, en conjunto con su manera de manejar los hilos de Buenos Aires y su reticencia o sus argumentos para no sancionar una constitución le valió el mote de líder autoritario con el correr de los años, pero en ese momento fue la generación del 37 quien lo enfrentó severamente. Si seguimos avanzando en el tiempo, la generación del 80 tuvo sus evidentes detractores, como también Irigoyen con su arribo al poder mediante la Ley Saenz Peña, de hecho a este último le cabió la crítica de ser el primer populista de nuestra historia. Llegado el tiempo de Perón en adelante, la contraparte tuvo muchos nombres y significados a nivel social, pero siempre con la misma premisa de marcar rumbos diferentes. 

Eso es lo que tienen en común todos esos procesos históricos, marcan modelos de país distintos, ya sea por economía, por gobierno o por formas políticas, la grieta estuvo siempre. Los valores que representan al capital extranjero suele verse en las élites urbanas y conservadoras, en tanto que los sectores más de corte popular es donde se encontró ese refugio de resistencia, que tuvo y tiene muchos nombres: San Martín, Rosas, Perón, etc. 

¿Algún día esto se va a zanjar en Argentina? Posiblemente nunca, ya que forma parte de las dos caras de los argentinos o al menos de los dos tipos de argentinos que existen. Luego podemos cuestionar y analizar cómo se forma cada uno, pero es innegable que son modelos imperantes que en nuestra historia existen. Como fenómenos nacionales tienen particularidades propias de los cultural y la idiosincrasia, muy visible en ambos lados pero fácil de denotar en el peronismo o en los sectores populares. En otros países hubo guerras internas para terminar con esas diferencias, como la Guerra de Secesión en EEUU que terminó por marcar al modelo industrial por sobre el agrario, sentando las bases para un capitalismo de mayor desarrollo. 

En nuestro país sí que corrió sangre, pero no en forma de guerras directas. Hubo golpes de estado, gobiernos que desaparecieron personas, hubo bombardeo de plaza de mayo y hasta una situación de enfrentamiento entre guerrillas y cuadrillas policiales y militares, pero nunca se terminó esa imposición de uno sobre otro. Nuestro ADN argentino tiene una lucha interna por ambos modelos, de difícil coexistencia pero no imposible. 

A 80 años de la creación del peronismo parece que nada cambió, hay nuevos Braden que dicen que van a terminar con ese modelo y a nuevos “cabecitas negras” que se movilizan día y noche hacia el lugar donde Cristina Fernández de Kirchner cumple con su prisión domiciliaria, y lejos de pedir por su liberación como la de Perón en el 45, sigue expresando un deseo de parte de la población. Tal y como dice una popular canción de Viejas Locas: Todo sigue igual

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