Cartes, el dueño de la pelota

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Muerta la Emnienda y el rekutú (reelección, en guaraní), el cartismo lleva la delantera en la carrera hacia las presidenciales del año que viene en Paraguay. Una vez que hubo renunciado a la posibilidad de volver a candidatarse, y apagada la tormenta política desatada por el proyecto de Enmienda constitucional, el presidente Horacio Cartes instaló cómodamente la figura del joven ministro de Hacienda de su gobierno, Santiago Peña, como candidato a sucederlo.

Cartes, es el dueño de la pelota en un partido que recién empieza, y en el que la oposición parece lejos de reaccionar. La elección de Peña, de poco más de 30 años y apenas seis meses de afiliación partidaria colorada, descolocó a sus adversarios internos y externos. El rechazo hacia su figura entre los colorados más tradicionalistas no pasa de ser un fenómeno mediático. Peña, ha cosechado simpatías en la gira de una semana que hizo por las principales ciudades del país, y ahora sólo espera que Cartes lo confirme como cabeza de una chapa secundada por el gobernador de Itapúa, uno de los departamentos más ricos del país, Luis Gneiting.

La elección de Gneiting tampoco parece ser caprichosa. Proveniente del mismo departamento que el actual vicepresidente Juan Afara, Gneiting sirve de paso para desmantelar los intentos del primero por hacer aparecer su alejamiento del cartismo como una resta importante para los planes de Cartes para 2018. El mismo Gneiting, descalificó a Afara al señalar que a éste “no le queda nada en Itapúa”.

Peña, se ha convertido en estas dos semanas en la estrella del escenario político paraguayo, mientras el Gobierno que él se propone continuar reprimía y desalojaba a sangre y fuego un asentamiento campesino, en Guahory, y una comunidad indígena en Itakyry, en la misma semana de su debut proselitista. Ninguno de estos hechos, que provocaron indignación en las redes y la oposición de izquierda, fue portada de la prensa que sí se ocupó con amplio destaque de las actividades del delfín de Cartes.

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Sus declaraciones favorables al matrimonio igualitario, cuyo revuelo fue agitado mayormente en los medios, le valieron simpatías hasta por izquierda, y dejaron a su principal adversario dentro del Partido Colorado, Mario Abdo Benítez (hijo de quien fuera la mano derecha del dictador Alfredo Stroessner), quién se proclamó enseguida como abanderado de la familia y el matrimonio tradicional, como una proyección del fantasma de su papá.

“Marito”, como se lo conoce, es la cabeza de un conglomerado de movimientos internos del coloradismo que ya perdieron contra Cartes hace un año, en ocasión de las internas donde resultó presidente del partido el diputado Pedro Alliana, y donde Abdo Benítez era la alternativa opositora del momento. Ahora, reunidos en lo que dan en llamar “Frente anti-Cartes”, y pese a que es todavía muy pronto para sacar conclusiones, todo indica que se disponen a repetir la fallida jugada.

En las filas de la oposición, de liberales e izquierdistas, reina la confusión. El abrupto final que tuvo la enmienda reeleccionista impulsada por Cartes con el apoyo del izquierdista Frente Guasú, que busca la reelección de Fernando Lugo, dejó a éste y su sector en un incómodo impass que cada día pone más lejos la posibilidad de que el ex obispo vuelva a ser candidato.

De vez en cuando, alguno de los voceros luguistas insiste con la idea de que Lugo no tiene impedimento constitucional para postularse, como tampoco ningún otro ex presidente, ya que la Constitución, supuestamente, se refiere con exclusividad a mandatarios en ejercicio, lo que no alcanza a Lugo, ni a Nicanor Duarte Frutos, ni incluso a Cartes si renunciara por lo menos seis meses antes.

En las redes, se agita también una que otra campaña virtual de Lugo 2018, pero la realidad, pura y dura, indica que el senador del Frente Guasú resignará el rekutú y volverá a encabezar la lista de su agrupación política para la Cámara Alta. De todas maneras, Fernando Lugo, de fuerte arraigo popular en el interior paraguayo campesino, será indudablemente árbitro indiscutido del camino que tome la oposición política al oficialismo colorado de cara a las próximas elecciones.

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Cualquiera hubiera dicho que el líder liberal Efraín Alegre era quien más rédito se llevaría del final anticipado de la enmienda reeleccionista. Pero no, la estrella de Alegre se apagó rápidamente. Él mismo pareció tirar la toalla, al ofrecer “internas abiertas” para la elección de la chapa presidencial opositora, cuando la Convención Liberal de febrero pasado había resuelto, por imperio suyo, que la fórmula debía ser encabezada por una figura del partido que, hasta antes de caerse la Enmienda, era él. Después de esas declaraciones, los liberales parecen haberse quedado sin candidato a Presidente.

Sin Lugo en el horizonte, la única carta que aparece es la del intendente de Asunción, el periodista Mario Ferreiro. Los analistas parecen coincidir en que Ferreiro es quien tiene el “mejor perfil” para disputarle al hombre de Cartes la Presidencia del país. Ambos son jóvenes, ambos provienen de alguna manera de la “resistencia” al stronismo; Peña, por la filiación liberal de su familia (él mismo estuvo afiliado al liberalismo hasta hacerse colorado hace pocos meses), y Ferreiro por la militancia familiar febrerista (en alusión al Partido Revolucionario Febrerista, perseguido durante la dictadura).

Ferreiro, no ha dicho todavía que sí. Dijo que iba a tomarse un tiempo para pensarlo, pero encargó a su hermano, el senador Adolfo Ferreiro, la tarea de enlace en las negociaciones que pudieran presentarse. Sin dudas, es una encrucijada la que se le presenta a Ferreiro. Ya perdió contra Cartes en 2013, en un escenario muy parecido a éste, con la oposición dividida y fragmentada. Sus únicas posibilidades descansan en que sea posible articular un gran frente opositor, como en 2008 cuando Lugo ganó la Presidencia y quebró 60 años de gobiernos colorados ininterrumpidos.

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