Cazadores furtivos en Misiones: violencia, crimen organizado y amenaza a la biodiversidad
Advierten sobre el aumento de la violencia de cazadores furtivos en Misiones: un desafío creciente en la frontera
La caza furtiva en Misiones es una problemática que trasciende lo ambiental. Con raíces culturales y económicas, esta actividad pone en riesgo no solo la biodiversidad de la provincia sino también la seguridad de quienes luchan por protegerla. Según Jorge Bondar, intendente del Cuerpo de Guardaparques y formador de nuevos agentes, las bandas de cazadores furtivos que cruzan desde Brasil representan la amenaza más peligrosa y organizada.
La doble cara de la caza furtiva
Existen dos tipos de cazadores furtivos. Por un lado, los locales, quienes practican esta actividad como tradición heredada y consumen la carne de los animales silvestres, exponiéndose a riesgos sanitarios. Por otro, las mafias internacionales, vinculadas al crimen organizado, que ven en la selva misionera un recurso comercial de alto valor.
Estas últimas tienen como objetivo especies icónicas como el yaguareté, el puma, los venados, el tapir y el mono carayá. Sus acciones no solo generan un daño ecológico irreparable, sino que también representan una amenaza directa para los guardaparques y la comunidad.
Bandas organizadas y bien equipadas
“Los cazadores que cruzan desde Brasil son cada vez más violentos y poseen armas más potentes. No se entregan, disparan sin dudar”, advirtió Bondar. Estas bandas operan con complicidad local, utilizando lugareños como guías, espías y hasta sicarios. Además, emplean tecnología como grupos de WhatsApp para coordinar sus movimientos, monitorear las patrullas de guardaparques y comercializar armas y perros de caza.
Los principales puntos críticos están ubicados en las zonas limítrofes con los estados brasileños de Rio Grande do Sul, Santa Catarina y Paraná, afectando áreas como la Reserva de Biosfera Yabotí y los parques provinciales Piñalito, Urugua-í y Horacio Foerster.
Un desafío extremo para los guardaparques
Desde 2015, los guardaparques de Misiones patrullan armados, un recurso imprescindible para enfrentar a estas organizaciones. “El armamento y los chalecos antibalas, provistos por el Gobierno provincial, son fundamentales. Sin ellos, no podríamos llevar adelante operativos en estas condiciones”, explicó Bondar.
Los enfrentamientos en la selva son frecuentes y peligrosos. Los guardaparques deben sortear largas caminatas en un terreno hostil para localizar los campamentos de los cazadores, quienes están preparados para largas estadías y no dudan en atacar. “Hemos sufrido disparos y compañeros heridos. Sacar a un herido del monte implica un operativo extremadamente complejo”, detalló el funcionario.
El alcance internacional del comercio ilegal
Las actividades de estas bandas no solo impactan a nivel local. Bondar destacó que las especies cazadas en Misiones pueden terminar como parte de la gastronomía de lujo en la costa atlántica brasileña, en colecciones privadas de Europa o incluso en mercados asiáticos, donde huesos y cráneos son usados en medicina tradicional.
Represalias y amenazas
La lucha contra la caza furtiva no termina con los operativos exitosos. Los guardaparques enfrentan represalias como ataques incendiarios y amenazas directas. “Hemos tenido destacamentos incendiados y baleados, como los de los parques Foerster y Esmeralda. En localidades como Comandante Andresito y San Pedro, las amenazas hacia el personal son constantes”, aseguró Bondar.
A pesar de estos desafíos, la colaboración con las fuerzas de seguridad provinciales y federales permite continuar con esta lucha, considerada una prioridad para el Ministerio de Ecología de Misiones. La campaña “En Misiones NO se caza” busca concientizar a la población sobre la gravedad de esta problemática y la importancia de preservar la biodiversidad misionera.