Con dólar alto y restricciones presupuestarias, ¿qué ocurrirá con el empleo en la construcción?
Un informe de la Fundación Mediterranea a cargo de Jorge Day muestra como la devaluación afecta al empleo del sector de la construcción
La referencia de la devaluación de 2016 muestra una caída (desestacionalizada) de 13 % en dos trimestres. En 2018, la devaluación es más fuerte y, de cara a 2019, mayores las restricciones presupuestarias
La participación del sector construcción en la masa salarial privada es del orden del 5 % en las provincias de economías más diversificadas, caso de Buenos Aires, Santa Fé y Córdoba, pero se acerca al 10 % en provincias patagónicas y alcanza picos de entre 11 y 16 % en los casos de Chaco, Santiago del Estero, San Juan y Formosa
La actividad de la construcción es más sensible al gasto en obra pública en el NEA y en NOA que en el resto de las regiones. En la zona Pampeana, Cuyo y la Patagonia el sector es menos sensible al gasto en obra pública, pero en éstas regiones la recesión tiene un efecto potenciado sobre la actividad de la construcción
El dólar sigue trepando y está en búsqueda de su techo, lo que define un panorama complejo para el sector construcción, clave en materia de empleos para la economía nacional.
La construcción tiene dos ramas. Una privada y otra pública. Desde una mirada privada, la suba permanente del dólar está generando una caída en los ingresos de la población, y siendo la vivienda un bien de inversión, en las épocas malas este gasto cae más fuertemente (muy procíclico). También afecta como alternativa de ahorro, porque con un dólar alto y elevadas tasas de interés, la opción ladrillo se vuelve menos accesible.
Por la parte pública, se espera una reducción en los montos para obra pública. Estamos en un periodo con finanzas gubernamentales deficitarias (con pocas excepciones provinciales). Aunque hayan mejorado en el primer semestre, es posible que en la segunda mitad de este año se compliquen las finanzas gubernamentales, porque la recesión afectará la recaudación de impuestos, y luego de una contención del gasto público especialmente en la parte salarial, es posible prever un incremento de estos gastos.
Además, en este difícil contexto, los acreedores están menos dispuestos a prestar al gobierno argentino, y por ende, a los provinciales. El acuerdo con el FMI explicita la reducción en obras públicas. Y no estamos en periodo electoral, por lo cual disminuye la presión política por obras.
Pensando en proyecciones, es interesante mostrar lo ocurrido en las dos últimas devaluaciones (inicio 2014 y fines 2015). Llamativamente la caída fue leve en la de 2014. Pero fue abrupta en la siguiente, con una caída (sin estacionalidad) del 13% en
dos trimestres.
Lo preocupante para 2018 es que el efecto devaluatorio es mucho más significativo, lo cual impactará más fuertemente sobre los ingresos de la población. Y se agrega el menor financiamiento a gobiernos, especialmente para obras públicas (el acuerdo con el FMI deja en claro esa reducción). Por lo cual, es posible esperar que el impacto negativo sobre la construcción sea mayor.
Panorama regional
El panorama constructor no es alentador para este segunda parte del año, y la pregunta es a qué regiones terminará impactando más. Por ello, lo primero es conocer en qué provincias este sector es más relevante.
Un indicador pertinente es la participación del sector en la masa salarial privada. Aunque en las provincias grandes es donde más cemento se utiliza (CABA y la región Pampeana consumen dos tercios de todo el cemento utilizado en el país), en las mismas la construcción tiene menor participación (5% de la masa salarial privada), razonable porque sus economías son más diversificadas.
Lo contrario para provincias pequeñas. Las provincias norteñas tienen un promedio del 7%, y la más dependiente es Formosa (16%). No sólo son economías pequeñas con baja diversificación, sino que además reciben proporcionalmente más fondos nacionales, lo cual a veces le da más posibilidades para realizar obras.
Hay excepciones. San Luis y San Juan realizan más obra pública (per cápita), al contar con finanzas superavitarias. Lo contrario a Santa Cruz. Las provincias grandes reciben menos fondos per cápita, y eso se traduce en obra pública, salvo en Córdoba.
Sabiendo que los ingresos de la población, la rentabilidad de construir y el gasto en obras públicas influyen sobre los indicadores de construcción, se puede estimar cuán sensible es la actividad constructora en las regiones ante cambios en aquellos indicadores.
Acorde a nuestras estimaciones, las regiones norteñas son muy sensibles al gasto en obra pública (y por ende a la recepción de fondos nacionales). Por ejemplo, si el gasto público (neto de inflación) cae un 1%, en el NOA el indicador de construcción caen en 0,6%. En cambio, para esas mismas provincias norteñas es relativamente baja esa sensibilidad en cuanto a la actividad económica.
Pensando en 2018, es probable que la actividad económica terminé cayendo al menos 1%. Y por el lado de la obra pública, el gasto de capital a nivel nacional, neto de inflación, ha caído un 40% inter-anual en los primeros cinco meses del año. Dentro de esos gastos, están las transferencias de capital a provincias, que son los fondos para obra pública, que vienen cayendo al 50%. Es decir, un indicio que las provincias norteñas padecerán más la caída.
En realidad, parece claro que las provincias pequeñas son más dependientes de la obra pública, pero lamentablemente no se dispone de información para desagregar el sector por ramas (pública y privada) a nivel regional. A esta situación recurrimos a indicios brindados por el sector.
El siguiente gráfico vincula el uso de cemento (como indicador global de construcción) y el gasto en obra pública per cápita (como indicador de la rama pública). Para resolver el tema de las diferencias de tamaño de las economías provinciales, se expresarán los datos per cápita.
Lo esperable es que mientras más obra pública, mayor uso de cemento. Eso se observa al agrupar las provincias en dos grupos. Con un mismo nivel de gasto público en obras, es mayor el indicador de construcción (global) para provincias medianas y grandes, señal de mayor presencia de la rama privada del sector. Un caso más llamativo es el de las provincias patagónicas, donde prevalece la rama privada, en especial la parte petrolera del sector
Para concluir, la segunda mitad de 2018 se presenta desfavorable para el sector de la Construcción, y por sus dos ramas (privada y pública). La suba abrupta del dólar reduce el poder adquisitivo de la población, y además, junto con las altas tasas, desalienta la opción de ahorrar en “ladrillos”. Las necesidades financieras de los gobiernos nacional y provinciales posiblemente se complicarán en el segundo semestre, por lo cual la obra pública perderá fuerza.
A nivel regional, en las provincias grandes es donde se destinan mayores a la construcción (dos tercios del cemento se consume en CABA y en la región Pampeana). Pero en términos relativos, la construcción pesa más en economías pequeñas, en especial en el Norte, principalmente porque sus economías son menos diversificadas y reciben más fondos nacionales proporcionalmente. Posiblemente, estas economías sean las que más se resientan.
También son dependientes San Juan (minera y con finanzas superavitarias) y las patagónicas, con parte de la construcción vinculada al petróleo. Un mayor precio del crudo con un dólar más caro podría brindar un empuje al sector constructor de esa región.