De la turismofobia europea al turismo con conciencia en Misiones
Dormir con conciencia: la nueva tendencia que Misiones lleva al máximo nivel
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Desde monumentos y sitios como el Museo del Louvre en París o la Fontana di Trevi en Roma, pasando por islas como Santorini y las principales del archipiélago canario, hasta ciudades grandes y chicas como Barcelona, Venecia, Dubrovnik o Brujas, la lista de destinos europeos que sufren por el turismo desmedido crece todos los años. A este fenómeno se suman las protestas masivas de vecinos cada vez más hartos y enojados, agotados por las multitudes récord, el ruido, la saturación de los servicios, los precios de la vivienda imposibles y el caos del tránsito, que les complica la vida cotidiana. En muchas ciudades ya se ven carteles que piden a los visitantes que “se vayan a casa” e incluso hubo agresiones físicas contra turistas, como ocurrió en Barcelona y Valencia este verano, donde manifestantes les dispararon con pistolas de agua. Los movimientos contra el turismo masivo empiezan a colarse en las discusiones políticas y a hacer ruido en las elecciones locales.
El temor a una “crisis de sobreturismo” en Europa, con la llegada cada vez mayor de viajeros al continente, es concreto y ya está empujando a varios gobiernos a tomar medidas frente a las presiones ambientales, sociales y económicas que esta situación genera.
En contraste, en el corazón verde de Misiones, cinco experiencias turísticas marcan el pulso de un nuevo paradigma: viajar con conciencia, lejos del ruido y con un contacto íntimo con la naturaleza. Piedra y Agua Ecolodge, La Misión Glamping, Moconá Virgin Lodge, el ecosistema desarrollado por Turismo Cuenca del Plata en Iguazú y el reciente proyecto urbano de El Palenque en Posadas no sólo ofrecen alojamiento: cultivan una forma de habitar el entorno. Desde El Soberbio hasta el corazón de la capital provincial, estos desarrollos combinan diseño, confort y sustentabilidad. Y lo hacen con visión, esfuerzo y un compromiso que va más allá del marketing verde.
No se trata de una frase de campaña: Piedra y Agua Ecolodge, ubicado en Colonia La Flor, El Soberbio, fue reconocido como el mejor eco lodge con prácticas sustentables de la Argentina. No en el sur ni en Mendoza: acá, en Misiones. Integrado al Sistema Provincial de Áreas Naturales Protegidas, el emprendimiento conjuga materiales naturales, biodigestores, sistemas de reutilización de aguas grises, arquitectura bioclimática y una filosofía de bajo impacto que atraviesa cada decisión.
El entorno natural, las vistas al río Uruguay y la integración con la cultura local lo convirtieron en un caso de estudio para quienes creen que la selva se protege también con turismo inteligente. Su distinción es más que un premio: es una señal de que la sustentabilidad bien entendida ya no es una promesa, sino una realidad posible.
“Muchos confunden glamping con camping lindo. Pero el glamour no es solo estética: es calidad, respeto por el entorno, confort con conciencia”, explica Mauro Ragone, licenciado en Turismo y creador de La Misión Lodge.
En diez hectáreas de selva preservada, los domos de más de 50 m² se levantan sobre parafitos para no alterar el suelo. Cada unidad cuenta con jacuzzi, cama king size, aire acondicionado ecológico, deck con vista al río y tratamiento completo de aguas residuales mediante biodigestores y lechos nitrificantes. La experiencia es inmersiva: el ventanal de 8 metros por 3 acerca la selva a centímetros del huésped, sin filtros.

“Los visitantes valoran esta propuesta porque buscan exactamente eso: contacto íntimo con la naturaleza, pero sin renunciar al confort. Y lo más importante: sabiendo que están en un espacio construido para convivir, no para invadir”, dice Ragone.
El caso de Moconá Virgin Lodge es, probablemente, uno de los más emblemáticos de reconversión sustentable en la Argentina. Nacido de la visión compartida de dos familias misioneras (Harriet y Laharrague), el lodge se alza hoy como una propuesta pionera dentro de la Reserva de Biósfera Yabotí.
Su gerente, Fernando Gutiérrez -profesor universitario y magíster en turismo sostenible- lo resume con una frase que invierte la lógica clásica del turismo: “Antes, el refugio era para proteger a las personas de la selva. Hoy, el refugio es la selva, frente al avance descontrolado del turismo tradicional”.

El lodge fue construido tras un riguroso plan de manejo ambiental aprobado por el Ministerio de Ecología, con estudios de impacto, ubicación estratégica de las cabañas, materiales responsables y autogestión energética. Aún sin luz eléctrica de red, cada decisión fue tomada con una premisa: conservar el entorno. “Hasta rechazamos instalar una microturbina porque afectaba el Salto Horacio, uno de nuestros principales atractivos naturales”, cuenta Gutiérrez.
Más al norte, en Puerto Iguazú, Turismo Cuenca del Plata representa la articulación entre sostenibilidad, innovación y gestión de triple impacto. Con más de tres décadas de trayectoria, la empresa desarrolló un ecosistema turístico que incluye La Aldea de la Selva, El Pueblito Iguazú Hotel, Glamping Iguazú y espacios gastronómicos como La Finca de la Selva y Botánica.
Su compromiso ambiental está respaldado por certificaciones internacionales y nacionales: Preferred by Nature, ISO 9001, Sello de Igualdad de Género, cumplimiento de accesibilidad universal y, desde 2017, participación activa en el Pacto Global de Naciones Unidas, alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
La empresa cuenta con programas concretos de reforestación, compostaje, movilidad sustentable, optimización energética y gestión de residuos. Además, implementa auditorías internas, formación de personal, tecnología con inteligencia artificial para análisis ambiental y metas ambiciosas como reducir un 30% sus residuos no reciclables y lograr que el 20% de su consumo energético provenga de fuentes renovables para 2026.
No toda experiencia sustentable sucede en medio del monte. En Posadas, el Club de Campo El Palenque introduce una nueva dimensión al turismo responsable: la conservación urbana integrada. Con ocho hectáreas de monte bien conservado, ubicadas en la estratégica confluencia del río Paraná y el arroyo Itaembé Miní, el proyecto conjuga desarrollo inmobiliario, planificación ambiental y participación ciudadana.

El Palenque presentó su Estudio de Impacto Ambiental en el marco de la Ley XVI Nº 35 con una activa jornada de consulta pública. Pero lo más notable es su alianza con Aves Argentinas, con quienes impulsa la declaración del predio como reserva privada y su inclusión en el mapa internacional de Áreas Clave para la Biodiversidad (KBA). En una zona marcada por la expansión industrial, la iniciativa busca preservar especies amenazadas y transformar el área en un punto de avistaje, educación ambiental y ciencia ciudadana, al mismo tiempo que un desarrollo inmobiliario de cara al río y un exclusivo hotel rodeado de calma y naturaleza.
“Podemos construir un mosaico de conservación incluso en plena ciudad”, destacó el especialista Hugo Cámara, de Aves Argentinas. Con jornadas de ornitología, restauración de hábitats, señalética educativa y relevamientos permanentes, El Palenque abre una nueva categoría: turismo de naturaleza en clave metropolitana.
Estos cinco proyectos no solo ofrecen alojamiento en medio de la selva o la ciudad: diseñan experiencias transformadoras, integrando turismo, comunidad y conservación. Senderismo, kayak, tirolesas, astroturismo con cosmovisión guaraní, gastronomía local de bajo impacto, avistaje de aves y relatos del monte forman parte de un menú diverso que busca dejar una huella emocional -no ambiental- en quienes los visitan.
En todos los casos, hay algo en común: el visitante no es un consumidor, sino un actor que participa de una historia que lo incluye, lo interpela y lo conecta con una forma más equilibrada de habitar el planeta. El turismo sustentable no es una moda, es una necesidad. En Misiones, donde la selva aún respira a pesar de las amenazas y las ciudades crecen con voracidad, estos proyectos demuestran que es posible hacer negocio cuidando el entorno, incluir a las comunidades locales y ofrecer experiencias memorables.
Dormir entre árboles o frente al Paraná puede ser un lujo. Pero dormir con conciencia, en equilibrio con la naturaleza, es mucho más que eso: es una forma de volver a entender nuestro lugar en el mundo.
