¿El coronavirus le da un respiro al medioambiente?

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Bandadas de patos frente a Posadas, carpinchos en Buenos Aires, un venado en Oberá y peces en aguas increíblemente diáfanas en el Canal de Venecia. En el Riachuelo, el de los Mil Días de María Julia, aparecieron inesperados cardúmenes de sábalos y bogas que nadie imaginaría que están en esas aguas barrosas. Hasta las ratas están saliendo, en una remake del siglo XXI de La Peste. Ha disminuido mucho la contaminación atmosférica. Tanto el CO, CO2 y el NO2 han disminuido producto tanto de la baja del tránsito automotor como del nivel de actividad industrial. 

Las Cataratas del Iguazú, que el año pasado recibieron a 1,6 millones de turistas, disfrutan desde hace 25 días de una silenciosa calma sin visitantes ¿Qué impacto tendrá la pandemia que encerró a la humanidad y liberó a la naturaleza? ¿Al final veremos algún cambio sustancial?

Claudio Bertonatti cree que en realidad, la pandemia es una oportunidad para repensar el vínculo con la naturaleza e imagina una ecuación “costo beneficio”: “Si uno respeta la capacidad de recuperación de esos la naturaleza, viviremos como si tuviéramos un gran capital retirando intereses”.

Bertonatti es un naturalista, museólogo y docente argentino, investigador de la Universidad Maimónides y asesor científico de la Fundación Azara, dedicado a la conservación de la naturaleza y del patrimonio cultural. Analizó con Economis el impacto de la pandemia en la naturaleza. 

“Pareciera que en el mundo hay una tregua, entre las agresiones humanas y la naturaleza. Desde la Fundación Azara, venimos viendo este fenómeno y como todo el mundo desde su casa pudimos ver la “aparición”, así entre comillas, de animales silvestres que normalmente uno se encuentra en las áreas protegidas, no en la vía pública. No encuentra jabalíes o cabras montesas en las ciudades españolas, ni ve los peces desde las costas de los canales de Venecia, y, hasta delfines. Esto mismo pasa en la Argentina, donde en las afueras de Buenos Aires, han aparecido carpinchos con crías, en el Riachuelo, uno de los lugares más contaminados del mundo, cardúmenes enormes de sábalos y bogas. Lo que estamos viendo en las ciudades, es la respuesta de la naturaleza, cuando uno baja el nivel de agresión o disturbio. Ese disturbio puede ser ruido, ocupación humana, tránsito vehicular, actividad industrial. Entonces lógicamente al bajar la carga de presiones, muchos animales que estaban comprimidos o restringidos a las áreas naturales se asoman, o vuelven a visitarnos. Es ahí que pienso que tenemos una gran oportunidad. Porque el hecho de estar nosotros encerrados y la naturaleza en libertad, nos permite darnos cuenta de la necesidad que tenemos de contacto con ese mundo natural. También de revisar nuestra forma de contactarnos, porque muchas veces elegimos mecanismos que son agresivos, y no me refiero a aquella persona que caza o pesca, o corta madera por necesidad, porque esa gente no tiene elecciones de vida normalmente. Me refiero a muchas otras personas, que, por un tema cultural, de tradición, por un gusto, por desinformación y a veces hasta por picardía, comete atropellos o se vincula con la naturaleza de una forma que termina perjudicando a todos. ¡Qué lindo espectáculo volver a ver la naturaleza misionera, tener la oportunidad de contemplarla, de sacarle fotos, de reconocer la diversidad de especies! Misiones tiene una enorme variedad de formas de vida, es una provincia que vive de la naturaleza. Otros países tienen un vínculo, y no me refiero a países más desarrollados, pero sí a países como Costa Rica, que hacen culto de su naturaleza, donde experimentan el orgullo de su arraigo con la tierra. Atahualpa Yupanqui, muchas veces decía cuando se despedía, o cuando te encontraba: “¿Cómo anda paisano?”, alguna vez le pregunté: “Don Ata, ¿Qué quiere decir paisano?”, y me dice: “Paisano es el que lleva el país adentro”. Para mí fue un llamado de atención eso, porque la verdad es que no todos nos sentimos paisanos, no todos llevamos el país adentro, pero cuando uno escucha a Ramón Ayala, o cuando ve los cuadros de Sygmunt Kowalski, retratando la selva,  o cantándole a la selva, yo me siento un poco misionero, es una provincia que he caminado, la quiero mucho, justamente por haberme encontrado con gente que me enseñó mucho en el terreno, es una provincia que siento como propia.

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¿Qué puede pasar, por ejemplo, en Cataratas que el año pasado recibió un millón y medio de visitas, y hoy está completamente cerrada? ¿Con qué nos vamos a encontrar cuando reabra?

Vamos a tener la oportunidad de ver más diversidad de especies, más variedad, y oportunidades de encuentro, es decir una fauna más mansa, más en confianza. Esa es una oportunidad que hay que aprovechar. Obviamente, si volvemos al turismo masivo, eso va a volver a replegarse, vamos a volver a una normalidad que no es normal, que es anormal para el mundo natural. El caso de Iguazú, es un caso a revisar del turismo, porque en poca superficie concentra una enorme cantidad de masa de personas, que hasta tienen una mala experiencia turística, porque aquel que recorrió los paseos superiores, y llega a la Garganta del Diablo, se imaginó que iba a estar a solas, escuchando, el rugido de esa garganta y se equivoca. Lo que va a escuchar es el grito de una persona que le va a ofrecer sacarse fotos, va a ver que lo empujan, o le piden permiso, para avanzar sobre esa columna de gente que se amontona para sacarse una selfie. El turismo masivo está muy cuestionado, porque no solamente provoca disturbios, no solamente perjudica al destino, lo arruina, sino que además ofrece una experiencia mala. Desde el punto de vista turístico, nosotros sabemos hoy que el turista si hay algo que valora, son las experiencias. Por eso yo veo como una señal muy buena, esto que está pasando en Misiones, desde el surgimiento de pequeños emprendimientos, desde reservas privadas, o comunidades o aldeas Mbya guaraníes, que ofrecen la oportunidad del encuentro íntimo, con la selva y con la gente, sea colono, criollo, o Mbya. Eso me parece que es algo que la provincia necesita, desparramar o redistribuir el turismo de una forma más democrática, más popular, que permita revalorizar la cultura, en sus distintas vertientes, porque, así como Misiones tiene una diversidad de especies muy grande, tiene una diversidad cultural muy grande. Hoy está más aprovechada la selva con su riqueza biológica que la diversidad cultural y las dos riquezas pueden ir de la mano.

Los ecosistemas tienen resiliencia, esa capacidad de recuperación para retornar a su estado de salud original. Por eso, cuando un terreno es abandonado la naturaleza lo vuelve a ocupar lentamente, describiendo etapas que tenderán a ir conformar una nueva unidad ambiental, ecológicamente funcional. Y aunque no se restaurará “a nuevo” el paisaje original se consolidará ese neoecosistema, constituido por un cóctel de especies autóctonas con otras exóticas. Esa resiliencia, entonces, tiene límites; no hace milagros. Pensemos que en el mundo hay más de 30.000 especies amenazadas que cada vez tienen menos resiliencia, porque sus poblaciones están disminuidas numéricamente, disgregadas unas de otras en territorios discontinuos, reducidos, modificados y con amenazas. Por ese mismo motivo ya se extinguieron mil especies por causas humanas -directas o indirectas- desde el año 1600 a la fecha. Esas especies no volverán. Por eso hay que cuidar muy bien lo que queda.

¿Puede haber un ambiente más limpio estos días? ¿Alcanza este tiempo de cuarentena para bajar niveles de polución, de ruido, de otros niveles de contaminación?

Pienso que va a servir, que está sirviendo, para darnos cuenta y poder elegir en qué tipo de ciudad, provincia, o país queremos vivir. ¿Queremos vivir en uno donde no vemos peces, porque el agua está totalmente turbia por la contaminación, o por la navegación, o por las represas que abren y cierran caprichosamente sus compuertas, desbordando o dejándonos sin agua? Entonces esto exige un manejo integrado de los recursos, un manejo consensuado, a una escala de provincias, como pasa, por ejemplo, en Mendoza y La Pampa y el Río Atuel, que nos pasa en Misiones, o Argentina con Brasil con las represas que abren y cierran sin consulta previa de los países que después tienen que convivir con las consecuencias de esas decisiones. La ciudadanía tiene un arma muy poderosa, que es el voto. Los políticos malos se guían más por resultados electorales, entonces, si los votantes, ciudadanos, sabemos elegir y ponderar a aquellos funcionarios que se comprometen con la sociedad, con la conservación de su cultura, de su naturaleza, nos va a ir mejor. Pero ahora, si lo único que nos va a importar es la política económica y las promesas, vamos a tener más de lo mismo. Pienso que tenemos que aprovechar esta oportunidad, un poco para darnos cuenta, que, la naturaleza no necesita de nosotros, pero nosotros sí la necesitamos a ella. Yo he visto como en provincias como Misiones, Chaco, Formosa, Corrientes, Salta, mucha gente todavía se cura con las plantas del monte, porque no tiene una farmacia en la esquina, ahora esas plantas medicinales si no las cuidamos, no van a estar siempre. Digo, la selva no es, ese obstáculo que se antepone al progreso, uno no puede progresar con suelos erosionados, aguas contaminadas, basurales a cielo abierto, eso no es progreso. Progreso es ir para adelante, con salud, con prosperidad, con desarrollo. Tampoco estoy diciendo: “Hay que dedicarse a observar la selva y no hay que tocarla, no, para vivir necesitamos usar la naturaleza, pero usarla bien. Uno en su casa no abre la puerta de la heladera y vuelca ahí los residuos, entonces como somos cuidadosos en nuestra casa, tenemos que ser cuidadosos con la casa grande, que es la naturaleza, que compartimos con toda la sociedad.

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¿Crees que la sociedad está mirando esto para cambiar algún hábito?

Hay de todo, hay gente que no la ve, no le interesa, hay gente que no tiene la oportunidad, porque vive al día. Pensemos que la Argentina tiene un 40 por ciento de pobres y un tercio son indigentes, y una persona que es indigente no tiene la oportunidad de elegir, pero hay otras personas que sí tienen la oportunidad. Apelo a esa gente que tiene la oportunidad, que se de cuenta que puede ayudar, y que se entienda que la única forma de sacar a la gente de la indigencia y la pobreza es a través de un desarrollo genuino. Sin dudas, este principio del 2020 -como toda crisis- presenta oportunidades. Una de ellas es darnos cuenta que las agresiones a la naturaleza (en el caso que nos vincula con el Coronavirus: la reducción de hábitat para la fauna silvestre y el consumo de su carne sin regulaciones de ningún tipo) trae consecuencias. Y esas consecuencias (que las sabemos mortales) no discriminan razas, países ni condición social. Estamos en jaque y no podemos mudarnos a otro planeta. Toda especulación de huida causaría gracia cuando se cierran puertos y aeropuertos y en gran parte del mundo -en cuarentena- no se permite salir de la casa. Es falso que hay distintos modelos de desarrollo. El único modelo de desarrollo es aquel que respeta la capacidad de carga o de recuperación de la naturaleza. No está mal pescar, lo que está mal es pescar todo, no está mal cortar madera, está mal tirar abajo la selva. Entonces si uno respeta la capacidad de recuperación de esos recursos, viviremos como si tuviéramos un gran capital retirando intereses, sin amenazar el capital; ahora si uno no es inteligente, lo amenaza.

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