El Galpón del Tío: pizzas, cervezas artesanales y toda la historia eldoradense

En el kilometro 4 de la ciudad de Eldorado se encuentra El Galpón del Tío, una pizzería con una impronta muy particular

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En el kilometro 4 de la ciudad de Eldorado se encuentra El Galpón del Tío, una pizzería con una impronta muy particular. Su estructura está erigida con troncos de cerne aserrados a mano, los muebles fueron construidos con madera de árboles que tuvieron que derribarse por razones de fuerza mayor (tormentas, loteos, etc), la comida está preparada mayoritariamente con ingredientes regionales o de productores locales y la cerveza es producida por su propietario, Jorge Antonio Kirchner.

El Galpón del Tío tiene una historia que trasciende su inauguración que del pasado 12 de febrero cuando Jorge, a pesar de la pandemia, decidió arriesgarse y abrir las puertas del local. El emprendimiento lleva ese  nombre a que, efectivamente, se trata de un viejo galpón que otrora fuera un depósito, taller, establo y que fue acondicionado para atender a sus clientes. Una construcción tan vieja que casi llega a los 100 años de antigüedad. “Mi abuelo, que también se llamaba Jorge, lo construyó en el año 1925 para usarlo de establo, para ordeñar vacas y vender la leche”, comentó Jorge que no disimula su entusiasmo al hablar de la historia del lugar, de su familia, de su casa.

No obstante, hay un dato que varias veces se prestó a la confusión: ¿Quién es el tío homenajeado? Sucede que Jorge produce la cerveza que se sirve en el local y que se llama Tío Helmut, en honor a un histórico aviador de la zona, también de la familia Kirchner. Sin embargo, el bar rememora a otra persona. “Cuando era chico, yo venía a este galpón a trabajar, a aprender usar las herramientas con mi tío Sigfrid, es por eso que decidí que el bar sea en homenaje a él”, señaló Jorge.

El local, además de contar con una impronta rústica debido a que predomina la madera, exhibe antiguos elementos como un mural en homenaje el Tío Helmut (el de la marca de la cerveza), antiguas damajuanas para fermentación de cervezas, el primer mapa de la ciudad del año 1925 y una carta autografiada por el célebre Clark Gable, entre otras curiosidades.

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“Tratamos de que todo sea lo más artesanal posible, ya sea la decoración hasta lo que producimos y los ingredientes con los que cocinamos. Los embutidos tratamos de que sean Cofra, Sauer, los quesos los compro de cooperativas, el agua es de Aguas de las Misiones, mientras más regional sea, mejor” resalta.

Invertir en pandemia

La idea de un bar siempre estuvo en la cabeza de Jorge, quien tuvo que ir modificando los planes y postergándolo por diferentes motivos. “Quería emprender en algo donde pueda aplicar eso que aprendí en aquellos años que cursaba en la universidad y no, no era sólo programación (Jorge es Ingeniero en Sistemas), si no que era cocinar, algo que aprendés como estudiante si no querés morir de hambre”, advierte entre risas.

Desde pizzas, lomitos, empanadas y la misma cerveza, es elaboración de Jorge, es su marca registrada. Es así que, la calidad de sus productos es sólo comparable con la atención que ofrece en el bar. “Desde el inicio la consigna siempre fue que el cliente debe estar siempre satisfecho. Nos vamos a equivocar, nos hemos equivocado y de eso hemos aprendido, pero sabemos que lo importante es que la gente que viene se deba sentir cómoda, con lo que se le sirve, con la atención y con el lugar en sí mismo”, remarcó.

El inicio fue alentador, la respuesta por parte de los vecinos fue buena y rápido se corrió la voz del nuevo lugar que ofrecía algo diferente. Con el correr de los meses fue mermando la clientela y eso generó cierta incertidumbre, “Mi hijo Lucas, que está a cargo de la administración, me sugirió que achicara el tamaño de las porciones, porque tuvimos meses de pérdidas, pero me negué rotundamente, la calidad de lo que ofrecemos es algo innegociable”, señaló.

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La paciencia y la constancia lo recompensaron. En el último mes tuvo el tope de visitas, con el local al tope de la capacidad permitida durante todos los fines de semana. “El sábado pasado fue una cosa de locos, triplicamos la capacidad del local en número de clientes con la rotación, con el agregado de que mucha gente se queda un tiempo prolongado consumiendo”, destacó. Un detalle, no menor, es que el bar trabaja en capacidad limitada por los protocolos y también por las bajas temperaturas que obligan a mantener el patio cerrado.

Lo último en implementar, fue el servicio de delivery, al cual se resistió en una primera instancia. “Quería enfocarme en atender bien a los clientes del local, no estar pendiente de cumplir con un pedido de afuera a costa de descuidar a quienes se acercaron hasta acá a consumir”, manifestó. Sin embargo, actualmente cuenta con un servicio limitado de envío, excluyendo los lunes y sábados. “El sábado es el día donde más gente tengo, no cuento con la logística para atender de la manera que quisiera con el servicio de mesa y de mandados”, concluyó.

Jorge asegura que quien se acerque a El Galpón del Tío se encontrará con alimentos de calidad y una cálida atención. “Al principio nos costó encontrarle el punto, éramos todos nuevos en esto, pero siempre trabajamos y trabajaremos con buena voluntad y con el respeto que se merece el cliente”, concluyó.

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