Garuhapé: el pueblo mágico en el que los chicos leen

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En la Argentina hay un pueblo en el que a los chicos hay que pedirles que dejen de leer para volver a sus casas. Si, si. Hay que decirles que vuelvan al otro día, y al otro, porque tienen tanta avidez por los libros que las horas se les pasan volando.

No se trata de un milagro sino del resultado del trabajo voluntario y comprometido de tres maestras que sostienen la Biblioteca Popular Antonio Ruiz de Montoya, de Garuhapé, provincia de Misiones. Las tres, además, convocan a decenas de otros voluntarios que van y vienen para llevar adelante los talleres de arte, las clases de apoyo, los encuentros para contar historias, las tardes de juego, y todo gratis.

Todo es vida en las paredes del gran salón ubicado en la esquina de las calles Roque González y Colón: además de los estantes con casi ochocientos volúmenes clasificados por tema y edades de los lectores, hay cientos de carteles hechos con hojas de cuaderno y cartulinas, con coloridos dibujos y mensajes de agradecimiento de los chicos que ya adoptaron a la biblioteca como su segunda casa.

Pero en este mundo en el que se hace realidad el inusual vínculo entre los chicos y los libros, no todo es magia: mes a mes estos ángeles de la cultura tienen que juntar 2800 pesos para pagar el alquiler. Para ello realizan ferias americanas con ropas donadas por la gente, y lo que falta, lo ponen ellas de sus salarios.


La institución como tal existe desde hace 21 años, por lo que es una de las más tradicionales de la localidad; sin embargo, en 2014 y por directivas del intendente, el predio en el que funcionaban le fue donado a los Bomberos Voluntarios de la misma comuna mediante una ordenanza. Ni siquiera consideraron el hecho de que el tinglado levantado allí lo construyó la Biblioteca con fondos de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares. Poco después, y como para corregir la desprolijidad, el Concejo Deliberante revocó una ordenanza anterior (de 1994) en la que les otorgaban el uso del mismo predio. Dicen que la decisión tuvo origen en un “castigo político” del jefe comunal, y no es de extrañarse porque así suelen actuar los pequeños dictadores de los pueblos misioneros, pero a estas alturas, a las tres maestras poco les sirve lamentarse porque deben ocupar su tiempo y esfuerzos en atender a los chicos, darles actividades que los entusiasmen y además, juntar la plata para el alquiler.
Estos ángeles de los libros que lograron que en un pequeño pueblo de Misiones los chicos lean y lean, y tengan, por ello, una ventaja cualitativa que los ayudará en su futuro, se llaman María Cristina Mescher, Ema Mabel Zimmerli y Selvi Martinez.

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